FC Schalke 04
Diario de Tomasz Hajto: Entrada 1 - La Última Calada
Me llamaron. Sí, a mí. Supongo que todos los candidatos con un historial limpio y un PowerPoint lleno de gráficos bonitos dijeron que no. O quizás, solo quizás, en la directiva del Schalke 04 queda alguien con memoria. Alguien que recuerda que para salir de un pozo no necesitas un estratega con un máster en finanzas, sino a un tipo que sepa usar una pala. Y yo, créanme, he cavado muchos hoyos en mi vida, tanto dentro como fuera del campo. Busquen mi nombre en internet, adelante, no me ofendo. Verán "homicidio involuntario" al lado de una foto mía con cara de idiota. Verán "contrabando de cigarrillos". Mi vida ha sido una colección de malas decisiones y peores titulares. Pero aquí estoy, de vuelta en Gelsenkirchen, el único lugar del mundo donde la gente te juzga por cuánto sudas, no por los fantasmas que te persiguen. Esta no es una oportunidad de trabajo; es la última calada de un cigarrillo que se apaga, mi redención personal.
Miro la plantilla que he heredado y veo el reflejo de mis propios errores: jugadores blandos, con sobrepeso de ego y faltos de carácter. Viven del escudo, pero no entienden el carbón que lo forjó. Pues se acabó. La filosofía a partir de ahora es simple, tan simple que hasta el más tonto de los delanteros modernos puede entenderla: se corre. Se corre hasta que los pulmones ardan, y luego se corre un poco más para que el de al lado no te llame cobarde. El único contrabando que voy a permitir en este vestuario es el de carácter y cojones. Llamadlo "Malocherfußball", llamadlo como os dé la gana. Para mí, es fútbol de verdad. La Knappenschmiede, nuestra cantera, será nuestra mina. Dejaremos de buscar diamantes pulidos fuera y empezaremos a picar nuestra propia piedra hasta sacar acero.
¿Los objetivos? Son tan claros como el vodka polaco. Primero, salimos de este lodazal llamado 2. Bundesliga. Segundo, nos asentamos en la élite para que nadie vuelva a reírse de nosotros. Y tercero, el único objetivo que realmente me quita el sueño: borrar esa sonrisa de superioridad de la cara de los payasos de amarillo y negro de Dortmund. Quiero que cada vez que jueguen contra nosotros, sus jugadores pidan el cambio en el minuto 60. Mi redención no consiste en convertirme en un buen hombre, eso es para las películas. Consiste en hacer del Schalke 04 el equipo más bastardo y difícil de enfrentar de toda Alemania. Pónganse cómodos. Esto no va a ser bonito.
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