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1.1 Un Erasmus por el mundo

Los oídos aún me zumbaban por la música tras cinco horas de fiesta en la Queen's Club, una frenética y escondida Gomorra en la tranquila Paris que despertaba tras las ventanas de mi pequeña habitación de estudiante Erasmus. Por unos 400 euros al mes disfrutaba de una de las vistas más famosas de París desde la cima blanca de Montmartre. Las casas se sucedían unas contra otras, en una ola interminable de tejados y antenas que rompía en el gran índice de hierro de Eiffel. La ciudad era, pues, como un gran mapa que podía señalar a mi antojo desde el balcón. Pero eran las nueve y cuarto de la mañana, y aún tumbado en la cama observaba como ella se levantaba la falda, como se abrochaba la blusa para después perfilarse los labios frente al cristal.

-Necesito un café...- decía con su diletante acento francés, mientras guardaba el carmín en un pequeño bolso. Pero para mí, no había más café que la cama y repasaba sus gestos sin ver llegar la hora de llevarla a la estación del Metro y despedirme de ella para siempre.

-Chico, vente arriba, ¿acaso no quieres acompañar a tu dulce abeja?- dijo mientras me lanzaba un guiño desde el espejo. Ya casi había terminado de pintarse.

-Por supuesto- y con una sonrisa maliciosa, salté del colchón y me vestí automáticamente, sin reparar casi en su presencia.

Mi cabeza estaba en otra cosa. Intentaba reunir las piezas de la noche anterior: el botellón en la escalinata del Sacre-Coeur, el metro hasta La Madeleine, las luces veloces de la policía en Rivoli, las dos gacelas africanas que nos empujaban dentro del Queen's Club, el ron a patadas en la barra y aquellas caderas que bajaban ahora las escaleras de mi piso, empujándome anoche contra una esquina del baño. Después todo era una nebulosa de taxis, alcohol y látex. Y aquel zumbido, siempre aquel zumbido.

Bajamos la colina, en dirección a Lamarck. Ella contaba que Amelie, el film, se había grabado en muchas de esas calles. Yo asentía de forma ausente. A los cinco minutos, bajábamos las escaleras de la estación y con un beso frío me despedía de aquella francesita molesta que tanto juego había dado. Ahora tocaba volver a casa. Dejaba el día para los muertos. Aún a estas horas, el barrio era un corazón que con un movimiento de sístole y diástole, bebía y escupía continuamente ríos de turistas y timadores. Arrastrando siempre los pies, esquivaba a duras penas las cámaras réflex y los mapas abiertos que nunca enseñaban algo nuevo. Ya casi en mi edificio, una chica entregaba la prensa gratuita del domingo. Me extrañó ver este tipo de trabajos en domingo, a pesar de los meses, no había terminado de acostumbrarme a esta ciudad. Agarré el periódico mientras la chica sonreía y cerré la puerta del edificio tras de mí. Subí de nuevo las escaleras y empujé la puerta, mientras lanzaba ropa y prensa sobre la mesa. Desnudo en la cama y en un último pestañeo apenas atrapé un titular del periódico antes de caer rendido: "Paris" y "Nuevo manager".

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Editado por Guerola

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1.2 Un Erasmus por el mundo

Cuando me levanté, aún tenía el zumbido en la cabeza. La luz de la tarde iluminaba el caos de mi habitación: una litronas y dos vasos medio vacíos, camisetas sucias, un par de condones usados y el periódico abierto sobre la mesa. Esta vez no tuve necesidad de aguardar en la cama. Cogí el periódico y me encerré en el baño. Sentado en el váter, pasé las habituales noticias estúpidas sobre Bertrand Delanoë (el periodismo francés no terminaba de perdonar su homosexualidad) y Sarkozy, y la propaganda internacional cotidiana. Enfilé las páginas de deportes donde a veces había visto resúmenes de la Liga Española. Esta vez, a la habitual reseña sobre el PSG, se le unía una pequeña fotonoticia acerca del Paris FC.

¿Qué cojones es el Paris FC? Dije, incrédulo. Un puto equipo de tercera categoría no merecía ni una esquina del peor diario local de París. Sin embargo, lo sorprendente era la foto. Un joven que apenas sobrepasaría la veintena, saludaba a la cámara ante un inmenso y solitario fotocall. Sin duda esa cara me sonaba. Apenas podía creerlo. El titular destacaba irónicamente "Un París con acento español". El lead ridiculizaba al español tachándolo de "falto de experiencia" y de "inocente quinceañero" mientras finalizaba con unas declaraciones del Presidente Cotret en las que alentaba al mánager a "sacar al equipo de la postración actual". Reí al pensar que Pablo, el nuevo mánager del Paris FC, solo iba a sacar al equipo del estadio, para meterlo en una discoteca... Al tiempo sonó el teléfono. Después una vez más. Y otra. Y otra. A la quinta salté sobre el teléfono.

-¿Sí?

-Tío, ¿tienes el Metropole?- dijo una voz aguda en el teléfono.

-¿Quién carajo eres? ¿Pablo? ¿Alejandro? ¿Álex?

-Pero qué gilipollas... soy Álex, abre el puto periódico- dijo con cómico desdén al otro lado del teléfono. Álex era un Erasmus español de Sevilla. Desde hacia unos meses se había convertido en mi mentor de fiestas. Siempre estaba al tanto de lo último en esta París convulsa y tirana que nos acogía.

-Dime. Lo tengo.

-En Deportes. Ve, sale Pablo, Pablito, mi paisano. Es increíble. ¿Cómo coñ...?

-¡Ay, compadre, que ya tenemos fútbol gratis!

-...aunque sea de tercera...

Y ambos reímos durante unos minutos las coñas al respecto. Pablo, uno de los Erasmus más caraduras, había conseguido saltar de su círculo de vodka y polvos de una noche a entrenamientos y viajes de equipo. El sevillano sobrellevaba muy bien la estancia en la ciudad. Como muchos andaluces, disfrutaba de una beca amplia que les permitía lujos como fiestas cada semana y una casa que midiera más que una caja de zapatos. Vivíamos muy cerca, en Montmartre, sí, pero mi pequeña habitación de 25 m2 no tenía nada que ver con su exquisita buhardilla sobre la antigua Maison d'eau, uno de los más famosos cafés de variedades del distrito por el que antaño había pasado Toulouse-Lautrec con toda su tropa de pedantería y desenfreno.

-Álex, tenemos que buscarlo. Además, anoche lo vi tonteando con una turca...

-Eh, eh, eh, ten cuidado a ver si lo vamos a pillar en mitad de la faena.

-Nada, que le jodan.

-Oye y tú con la francesita...?

-No te oigo bien.

-Digo, que si acabaste bien con...

-En diez minutos, Rue Lamarck, llévate un par de cervezas. Yo pillo la cámara de fotos, que no se suele coincidir con un mánager de fútbol.

Editado por Guerola

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1.3 Un Erasmus por el mundo

Así que allí estábamos los tres, Pablo, Álex y yo, rodeados de unas cervezas frías y espumosas como tres antiguos artistas del XIX. La habitación expedía un olor oscuro, de madera antigua, tenía las paredes llenas de fotografías hechas durante la Erasmus. Todas siguiendo un mismo patrón y con una misma diferencia: siempre Pablo, alcohol, chicas y unas escaleras. Siempre unas escaleras... la diferencia estaba en el lugar de esas escaleras. Algunas eran de una discoteca en Berlín, otras en Teramo, otras en Milán, otras en Copenhague, otras en Edimburgo...

-Joder, ¿cómo cojones lo has hecho? -dijo Álex mientras apuraba la cerveza.

-Basicamente, tenía algunos contactos -dijo Pablo con una sonrisa pícara- En esta vida, todo son contactos. Resulta que uno de los primeros días acabé, como sin saberlo, en la cama de una francesita pelirroja. La cosa fue a más durante algunas semanas, pero después con el rollo de los Erasmus, las chinas, los viajes y todo... apenas pudimos vernos. Hace un mes lo retomamos, y durante estos días he estado pasando mucho tiempo en su casa. A la semana ya sabía que era la niña bonita del Presi, a las dos semanas ya iba a los partidos, a las tres semanas vi los errores y me entrevisté con "Papá" y ya ven, hoy soy el mánager.

-Para que después digan que no dan de sí las discotecas... -dijo Álex.

-Ni las francesitas...-apunté entre risas. Resultaba absolutamente curioso el mundo que se escondía tras las máscaras de una fiesta. De repente, los tres entendimos que detrás de todo, cada noche, había mil historias, mil oportunidades que nos estaban esperando.

-Entonces tenemos fútbol gratis, no Pablito? -dijo Álex.

-Más que eso. Tengo algo que os puede interesar. He hablado con el Presi y me ha dejado las cosas claras. El equipo técnico es el que hay. Apenas podemos hacer nada en ese aspecto. Pero a mí me vendrían bien un par de compañeros que me ayudaran en lo técnico, así que se me ha ocurrido algo. Lo llamo la Solución Piterman. -dijo mientras levantaba su copa con aires misteriosos.

-¿Piterman? ¿Pero qué...

-Verás, Álex, no te agobies. ¿Recuerdas a Piterman, el que fuera presi-mánager-limpiabotas del Racing y del Alavés? Era Presi, pero para dirigir al equipo de convertía en lo que fuera, recogepelotas, limpiabotas, utillero... Mi solución es la misma. Necesito dos tíos en la banda, sin alcohol, sólo dos horas, no será difícil, que me aconsejen, que me digan aquello que yo no veo y, sobre todo, que vengan gratis conmigo al fútbol, que al fin y al cabo, es de lo que se trata todo esto, pues, ¿a quién le interesa el París FC? -dijo Pablo

-¡Qué cabrón! -grité eufórico por la idea. Ayudante del entrenador, pero secreto. Y todo de Erasmus. Había algo mejor que viajar todos los fines de semana por Francia, gratis, y viendo fútbol. Yo creía que no.

-Así que seréis los nuevos utilleros y fotógrafos del equipo. Quiero un sí como respuesta.

-¡Por supuesto! -gritamos.

Y después, como si nada, volvimos cada uno a lo de siempre. Mujeres de una noche y mamoneos de las universidades. Historias para no dormir de setas alucinógenas en Amsterdam y neo-nazis en Berlín que atacan a los chicos que no hablan alemán. Por supuesto, aquello era otra cosa y en verdad los tres ocultábamos las ganas de empezar a hacer algo producente en nuestro año Erasmus. Así que desde Montmartre, los chicos de Montmartre íbamos a dirigir París, ibamos a montar un buen lío.

  • 3 semanas más tarde...
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1.4 Un Erasmus por el mundo

Una llamada de Pablo me puso en alerta. Tenía que ir a las oficinas lo más pronto posible. Al fin y al cabo, la historia del equipo no era un chiste de una noche de borrachera sino que era oficial y la prensa ya hablaba del tema. Cogí la linea 12 en Abbesses y bajé hasta Montparnasse. De allí otra línea a Denfert y un tranvía hasta el estadio. Una hora y 20 minutos en total... ya podíamos habernos buscado el curro en un sitio más cercano...

El barrio no parecía gran cosa. Ya lo conocía de pasada, camino de Orly, si pillas el bus del aeropuerto, se ven perfectamente las instalaciones. Sin embargo, saber que aquella mole de cemento me pertenecía era algo inmenso, desconcertante. Enfilé hacia las oficinas de dentro y pregunté por Pablo. Alguien me señaló a una puerta y de pronto di al estadio. Las gradas vacías contrastaban con el hormigueo incesante de jugadores en el cesped. Di un silbido y Pablo se volvió sonriendo. Con una mano me indicó que me acercara.

-Tío, esto es la leche. Míralos corriendo... son bestias, pero quien sabe lo que podemos sacar de aquí.

El don de palabra de Pablo salía a la luz. Pero había algo extraño en él. Lo repasé de arriba a abajo, un largo abrigo negro, unos vaqueros estrechos con una tela que imitaba al cuero y unos gastadísimos zapatos negros.

-Así que este es el look de entrenamiento. No quiero imaginarte en los partidos...

-No jodas, cabrón, que después tengo una entrevista con Direct Soir y tengo que salir guapo en las fotos. -dijo entre risas, mientras sujetaba el silbato con una mano.

-Vamos, que te crees Mourinho...

Después de esto silbó a los jugadores. Y llamó al asistente, un francés de apellido Bezenet, y le indicó el siguiente ejercicio. Pablo mientras se apartó conmigo.

-Necesito que me hagas un favor.

-Dime, Pablo.

-Como fotógrafo oficial del equipo, necesito que seas tú el que haga las fotos de la entrevista...

Estallé en risas. Era simplemente eso... Pablo no había cambiado nada, era el mismo gilipollas que vacilaba en la discoteca y al que ahora le acababan de dar un puesto en un equipo de fútbol. Él sólo quería salir guapo y atraer a la gente.

-Por supuesto, no habrá problemas.

-Es que no me gustan nada las portadas que han hecho antes los del periódico... y tú sabes, es por el bien del club. Una buena imagen lo es todo.

El primer día de Pablo en el Paris FC pasaba extraño entre fotografías, saludos con los jugadores y directivos, y la primera entrevista al terminar la sesión. Un periodista de Foot-National hacía las típicas preguntas de siempre y Pablo respondía con una insultante facilidad. Sus palabras resonaban en una sala casi vacía. Apenas tres soplaplumas y el típico coñazo que hacía las preguntas. Tras las preguntas de rigor, los cuatro periodistas se levantaron y Pablo, que no tenía muchas cosas más que decir, se fue de la sala satisfecho.

Ya en el despacho llamó a los redactores de la entrevista y, como haciendo tiempo, me presentó al equipo de colaboradores. Todo sencillo, el equipo era el que era, un desheredado de tercer nivel y con una economía destrozada. Todos se conocían y las cosas se hacían con una lentitud que todo lo dominaba.

Antes de irnos a Montmartre para las fotos y ver a los de Direct Soir, Pablo señaló en el calendario el día 19 de Diciembre.

-Es el primer partido -dijo con ilusión- Jugaremos en casa contra el Croix de Savoie. Ahora van líderes.

-¿Tienes miedo, Pablo?

Pablo cerró el rotulador, se ajustó el abrigo en silencio y mirándome a los ojos dijo:

-No tengo miedo, pero hay que ser realista. El partido va a ser duro. Espero que los chicos hagan algo de una vez por todas. Yo no he venido a jugar... sino a hacer algo por el equipo de mi futuro suegro.

Y toda la seriedad del momento se quebró como el cristal. Los dos abandonamos el estadio descojonándonos de risa.

Portada de la revista\\ Entrevista\\ Estadio\\ Equipo\\ Situación del equipo\\ Economía

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1.5 La primera en la boca

Mientras los jugadores se concentraban en Le Gentilly, el bar frente al campo, se comenzaba a ver movimiento junto al estadio. Apenas unas decenas de aficionados (parisinos sin duda, por las gorras) hacían cola junto a la puerta. El barrio apenas se había enterado de que hoy era día de partido. Los parisinos hacían frente a los líderes saboyanos. Al rato, cuando todos estuvimos dispuestos, Pablo se acercó para darme la acreditación que me permitía entrar al estadio y sentarme junto al banquillo. Mientras Roga daba la charla de partido y los últimos calentaban junto a la grada, yo me afanaba en hacer algunas fotos.

Al rato Pablo vino con la alineación, un 4-2-4 que daba la sensación de ser demasiado agresivo. Él confiaba en sus jugadores, había sacado toda la artillería de la que disponía pero aún no era consciente que delante tenía al lídea, un equipo que llevaba ya tres partidos goleando y que venía a la capital a demostrar que en las provincias también se sabía jugar al fútbol.

El arbitro pitó y todo comenzó como se preveía. Posesión de los de Roga y ocasiones peligrosas para el Savoie. Así hasta que a los 5 minutos, cuando aún no había abierto el paquete de pipas, Youssef Adnane, delantero de Savoie, reventaba las redes de la portería. Roga arengó a los jugadores pero no hizo ningún cambio. Los chicos corrían como perros pero los saboyanos ganaban la espalda y los contrataques eran cada vez más difíciles de parar. Jonathan Roufasse se convirtió entonces en el asesino de los de Paris. En poco menos de ocho minutos puso en el marcador un primer 0-2 y un tercero que rompía todos los esquemas antes de terminar la primera parte.

Pablo mandó a los chicos al vestuario y la bronca fue de escándalo. Los gritos resonaban desde el estadio (los 400 y pocos que estábamos fuera, seguíamos en silencio cada una de las palabras del mánager...) y los cambios no se hicieron esperar.

-Tío, estos son unos cabrones. Los delanteros están pa' matarlos y ellos meten cada balón que tocan.

Así que cambió la alineación. Cambió a los dos extremos y quitó unos de los delanteros por un centrocampista centro. La respuesta se vio en el campo, el equilibrio del 4-2-3-1 daba más ocasiones pero faltaba chicha arriba. La entrada del extremo francés Lorthoir revolucionó al equipo y puso el 1-3 en el 56. Pero no sirvió para nada. Nuestro portero, Lucas, se alió con los saboyanos y dejó un rechace en bandeja para que Nicolas Farina pusiera el definitivo 1-4. Los pocos que había en la grada pitaban. Los saboyanos sonreían en el otro banquillos y nuestros chicos deambulaban como fantasmas por el campo. Cuando el árbitro pitó, la cara de Pablo era todo un poema.

-¡Los voy a matar! ¡1-4, en nuestro estadio! ¡Voy a necesitar mucho alcohol para olvidar esto...!

-No es para tanto, Pablo. Hay tiempo. Ahora llegan las navidades y quizás tu suegro te suelte guita para traer alguien en la punta...

-Eso espero o estaremos jodidos...-dijo con las manos en las caderas. Encendió un cigarro y se metió el encendedor en el bolsillo- ¿Saldremos esta noche de fiesta? Creo que hoy abre la Mix y es gratis para los Erasmus...

-No me jodas, tío. Eres una calamidad.

-¿Qué le voy a hacer? No me voy a echar a llorar porque unos catetos nos quiebren a gorrazos en casa, ahora, a los míos les voy a dar de ostias ahora mismo. Te llamo luego, ¡nos vemos!

Y como el que ha perdido una fortuna, me fui arrastrando los pies hasta casa. Pasábamos de ser undécimos a decimoterceros en una sola tarde. Ser mánager no era tan fácil. Al fin y al cabo, no todos podíamos ser Guardiola.

Táctica \\ Resultado \\ Calificación \\ Datos del partido \\ Clasificación

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1.6 Caras nuevas en París

Cuando abrí los ojos, el teléfono chillaba entre una montaña de ropa. Alargué el brazo y pulsé el botón verde debilmente.

-¡Feliz día de reyes! ¿Qué te trajeron, una guapa francesita? -La voz de siempre, Alejandro, estallaba al otro lado- Venga tío, son las 7 de la mañana, cuando eras pequeño seguro que estarías dando guerra a tus padres...

-Qué cojones quieres...

-Bueno, mister Montmartre tiene un mal despertar... Tienes que hablar con Pablo. Creo que nos vamos a Beauvais...

Lo había olvidado. El partido de la semana tocaba en Beauvais, una pequeñita ciudad que era conocida por ser la sede de Ryanair en el área parisina. El equipo estaba por delante del Paris, pero no parecía imposible. Si encontrábamos la táctica adecuada, la victoria era posible.

-Va, tío. ¿Algo más? -dije con malos modos.

-Sí, debes irte corriendo al estadio. Pablito ya está allí. Ha empalmado. Anoche estuvo por Rivoli y tal y como ha salido de la fiesta se ha ido a presentar a los nuevos fichajes.

-Esto es surrealista... ¿qué coño de fichajes?

-Ya los verás... no los conoce ni Dios. Bueno, sí, a uno sí. ¿Te suena Porato?

-Buenoooooo... Alex vamos a montar un geriátrico. Llama a Eusebio y a Pelé por si quieren apuntarse, no jodas!

-Es lo que hay. No hay pasta tío. Bueno, tira que te están esperando.

Colgué el teléfono y puse el iPod a todo volumen. Tryo sonaba en los cascos. Ordené un poco el caos de la habitación, me puse unos vaqueros y bajé la línea del metro mientras la nieve caía sobre la ciudad. Al llegar al estadio, el fotógrafo de una revista deportiva de la provincia y un periodista de Metro Paris estaban esperándonos en la sala de prensa. Pablo llevaba unas gafas enormes y el tradicional abrigo de tres cuartos negro. Venía escoltado por el Presi y siete tíos. Pablo encendió el micro, me miró para que le hiciera la primera foto y comenzó:

-Jonny Szlykowicz (MPC), Samy Derras (DC), Phillippe Celdran (MPI), Stéphane Porato (POR), Ghislain Anselmini (DF IC), Amick Ciani (DC) y Joël Aderogoye (DFC), son los nombres de los nuevos jugadores a los que damos la bienvenida al equipo. Cada uno de ellos ha sido fichado en base a unas necesidades claras, queremos un equipo con ambición, con futuro pero sin perder la cabeza en sueños imposibles...

Hice un par de fotos antes de quedarme literalmente dormido sobre la silla.

Fichajes de invierno

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1.7 Despegando en Beauvais

Siete grados en Beauvais. El sol se despedía ya cuando enfilamos hacia la ciudad con el autobús. Llegábamos con una hora de antelación, el tiempo del calentamiento y ponernos a jugar. Pablo apuntaba jugadas en una pizarra blanca mientras Alex y yo hacíamos algunas fotos desde la parte de atrás del bus.

-¡Qué cabrón! Lleva 40 minutos liado con las tácticas... -dijo Álex.

-Déjalo... que por una vez que no está liado con una tía o un cubata...

Poco después llegamos al estadio. Un destartalado edificio abierto en canal, con un par de gradas a cada lado y poco más. Nos bajamos del bus, enseñamos los pases y los chicos empezaron a correr por el campo.

-Tengo buenas vibraciones... creo que hoy es nuestro día. -dijo Pablo mientras se sacaba las gafas de sol- Han bajado del autobús como fieras.

-¿Tenemos ya la alineación? -pregunté.

-Hay dudas, ¿cómo veis el extremo izquierdo?

-Apuesto por Lorthioir... -dijimos a la vez Alex y yo.

-En portería Porato, ¿no? Me gustaría que jugara él pero si sacamos a Lucas después de la goleada, lo hundimos fijo.

-Al carajo con Lucas tío, Porato ha venido aquí por algo, ¿no? -dijo Alex con una sonrisa pícara. Después me dio un codazo y señaló a una de las gradas. Una rubia se afanaba en abrir un paquete de cacahuetes junto a un par de tíos. -Joder, joder, joder...

-Déjate, déjate, que el partido va a empezar y tengo cosas importantes ahora... -dijo Pablo y se fue hacia los vestuarios mientras los futbolistas corrían como galgos por la banda.

A las 19 comenzó el partido. El Beauvais jugaba con un 4-4-2 puro y duro mientras nosotros caíamos de nuevo en aquel 4-2-4 que tantos goles nos costó en la anterior jornada. Pero esto era distinto. Desde el principio los extremos empezaron a funcionar. Los dos mediocentros estaban barriendo a los chicos de Beauvais y Touré y Lorthioir estaban apuñalando las bandas. En el 9 Touré regateó a dos jugadores y clavó el gol desde dentro del área. Pablo corría por la banda celebrándolo.

El partido parecía bajo control. Mucha posesión y muchos centros al área para que nuestros dos arietes las cazaran. En el 15 Touré volvió a repetir jugada, dos contrarios fuera y ya dentro del área fue derribado por Ponge. Lorthioir se adelantó. Puso el balón sobre la cal y tiró al centro. El portero se fue a la izquierda y llegó el 0-2. Los cuatro gatos que habían venido a ver el partido silbaban desde la grada. Pablo sólo gritaba "a por ellos, a por ellos". Alex hablaba con la rubia y yo me perdía entre el frío y el partido.

En el minuto 20 llegó el jarro de agua fría. Citony ponía un pase en largo a Fontaine y con un tiro raso ponía el 1-2. Después continuó el espectáculo. Controlábamos el partido. Mucho toque y centros desde la banda. Touré se estaba saliendo. Así hasta el descanso. Con la reanudación, nada cambió. Sacamos a Szlykowicz porque nuestro delantero Ciani no cogía ni una. Al poco le indiqué a Pablo que Lorthioir no podía seguir, parecía lesionado, así que salió Celdran. Sólo seis minutos después, cogió al vuelo un pase de Touré y puso el 1-3. El partido era nuestro. Sacamos a Bergueira para dar descanso al genial Touré en el 72 y el partido llegó a su fin sin ningún problema.

Habíamos vencido. Los chicos se abrazaban en el centro del campo. Alguien apareció con botellas de sidra y Pablo mandó a los chicos al vestuario. Había que volver a Paris para celebrarlo por todo lo alto.

Resultado \\ Tácticas \\ Calificaciones \\ Datos del partido \\ Clasificación

Menudo seguimiento le han dado a tu historia xD. Me enorgullesco de ser el primero. A ver si el equipo remonta un poco el vuelo.

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ELESSAR: Te agradezco muchísimo tu comentario. Es una alegría ver que alguien responde a lo que escribo. Es cierto que parece que no está teniendo mucho éxito. Se ve que la gente lee, pero no da el paso de comentar. Para mí no es un problema, al menos de momento, porque el hacer esto me está ayudando a aprender sobre el juego y a escribir con cierta regularidad. De todas formas creo que el estilo que estoy llevando no es el adecuado y es por eso la soledad que desprende el hilo. En cuanto al equipo, a ver si remonta. El primer resultado fue un jarro de agua fría. Esperaba una derrota pero no tan contundente. Mañana colgaré el partido de Copa. Muchísimas gracias, Elessar.

PD: Yo también soy de Sevilla y me dio mucha pena que los Emires gaditanos del Yuyu no siguieran controlando el Cádiz. xD

Tuve problemas graves de un familiar en el hospital y dos meses sin jugar son muchos y perdí toda la motivación. Una pena, el yuyu no se merece tal cosa. De qué parte eres?

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Vaya, lo siento. Espero que se haya solucionado para bien. xD Soy de Rochelambert.

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