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Todo lo publicado por OnlyfootballFC

  1. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Llegué al puerto con la mente dando vueltas. El viento traía el olor del mar, esa mezcla salada y fresca que siempre me calmaba. Me senté en el muelle, justo al lado de la vieja casa de los Kaleb. Recuerdos de Lucy y tambien con con Robin, su hermano, y las conversaciones profundas con Kalvin, su padre, que siempre tenía una forma única de ver la vida. Pero esa vez, algo era diferente. Mientras observaba la casa, vi a una chica con el cabello rojo abrir la puerta. "¿Quién demonios es ella?", me pregunté. La casa de los Kaleb siempre había sido un lugar familiar, pero no recordaba a nadie más viviendo allí. Mi curiosidad fue más fuerte que mis dudas, así que me levanté, caminé hacia la puerta y toqué suavemente. La chica me abrió, y antes de que pudiera decir algo, una figura familiar se asomó detrás de ella. —¡West! —gritó Lucy, antes de lanzarse a mis brazos. El abrazo fue cálido, reconfortante. Habían pasado meses desde la última vez que la vi. "Maldita sea, cómo ha cambiado", pensé. Lucy siempre había sido una persona llena de vida, y aunque mantenía esa energía, algo en sus ojos me dijo que las cosas no estaban del todo bien. —Pasa, pasa —me dijo, mientras me invitaba a entrar. La chica de cabello rojo resultó ser su prima, Litcey. Mientras las presentaciones fluían, Lucy bajó un poco la mirada, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para contarme algo. —Papá murió hace una semana, West. —Su voz temblaba ligeramente, y en ese momento, entendí lo que había visto en sus ojos. Dolor, el tipo de dolor que no desaparece fácilmente. La noticia me golpeó como un mazazo en el pecho. Kalvin había sido un hombre increíble, alguien a quien respetaba profundamente. No supe qué decir, solo un largo silencio se instaló entre nosotros. —Robin está en Corea del Sur —continuó Lucy, con un suspiro—. Se fue a buscar su futuro, supongo. Y yo... me quedé aquí. Con la casa y con Litcey, que ha venido a ayudarme. Asentí, intentando procesar todo. Lucy, siempre fuerte, siempre dispuesta a cargar con el peso del mundo. No era justo que tuviera que enfrentarse a esto sola. —Lo siento, Lucy... —le dije, tocando su hombro suavemente—. Kalvin era un hombre increíble. —Lo sé... —susurró, con la mirada perdida. La tristeza se había asentado en la atmósfera, y necesitaba hacer algo para cambiar el ambiente, aunque fuera por un momento. —Oye, ¿por qué no vamos al centro a comer algo? —propuse, con una sonrisa—. Podríamos distraernos un poco. Lucy miró a Litcey, como pidiendo permiso con la mirada. Se notaba que no quería dejarla sola, pero al mismo tiempo, podía ver que necesitaba un respiro, aunque fuera corto. Litcey, captando la situación, le sonrió con un leve asentimiento. —Ve, estaré bien. Tómate un descanso, lo necesitas —le dijo su prima. Lucy respiró hondo, como si estuviera decidiendo si aceptar o no. —Está bien, West. Vamos —dijo finalmente, con una sonrisa tenue, pero sincera. Salimos de la casa, caminando hacia el puerto mientras el sol comenzaba a esconderse. El mundo seguía girando, pero para Lucy, todo había cambiado. Y en ese momento, más que nunca, supe que mi misión no era solo regresar a mi vida. Tenía que estar allí para quienes habían sido parte de ella....
  2. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    El rugido del motor del mototaxi me sacó de mis pensamientos. No sabía si lo que estaba a punto de hacer era lo correcto, pero había algo que me empujaba hacia adelante. El destino no era otro que la prisión federal de Singapur. Iba a visitar a mis viejos amigos, los "Xvgh". Hacía tiempo que no los veía, y aunque sabía que ese capítulo de mi vida ya debía estar cerrado, había una parte de mí que aún sentía lazos con ellos. Al llegar, el ambiente era sofocante, cargado. Los guardias apenas me prestaron atención mientras me dirigía a la sala de visitas. Allí estaban: Ghan Yi, Keyrehll y Hughn, los líderes de la pandilla. No había cambiado mucho desde la última vez que los vi. Su presencia seguía siendo imponente, como si las paredes de la prisión no fueran capaces de contener la energía que desprendían. Ellos siempre habían sido más que amigos, más que compañeros... eran una especie de familia torcida, una que me había marcado de formas que aún no comprendía del todo. Pasamos la tarde compartiendo historias, recordando viejos tiempos, riéndonos de cosas que probablemente ya no tenían tanta gracia. Y, como si fuera una especie de ritual, Ghan Yi me ofreció algo más permanente: un tatuaje con las iniciales de la pandilla. Sentí el pinchazo de la aguja en mi piel, y con cada trazo, sentí una mezcla de nostalgia y resolución. Era una manera de recordar de dónde vengo, pero también de asegurarme de que no olvidaré lo lejos que he llegado. Cuando el sol comenzó a caer, supe que era hora de irme. Me despedí de los chicos y salí de la prisión con una extraña calma. Subí a otro mototaxi, y el conductor me miró de reojo, esperando instrucciones. Por un momento, no supe qué decir. El viento fresco de la tarde acariciaba mi rostro mientras las palabras de Ghan Yi resonaban en mi cabeza. El pasado tiene una forma curiosa de atraparte cuando menos te lo esperas. —Al puerto —dije al fin. Necesitaba el mar. Necesitaba ese espacio entre el ruido de las olas y el silencio interior, ese espacio donde las decisiones se aclaraban. Sabía que lo que había hecho hoy no podía definir mi futuro, pero no podía ignorar la influencia que esos viejos lazos seguían teniendo sobre mí.
  3. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Entré en la sede comunal y allí estaban ellos, los jugadores. Todos esperaban en silencio, con esa mirada que oscila entre el respeto y la curiosidad. Sabía que estaban atentos, listos para escucharme. Y, por mi parte, necesitaba dejar claras algunas cosas. La sala no era nada del otro mundo: cuatro paredes desnudas, una mesa y una pizarra vieja que parecía haber visto mejores tiempos. Me dirigí hacia ella y comencé a delinear el plan. El calendario era estricto, pero no había margen para relajarse. Teníamos 45 días hasta el debut en liga, y de esos, dedicaríamos 25 solo a la pretemporada. No había tiempo que perder. Miré a Ryan, quien sabía que estaría al mando mientras yo resolvía algunos temas pendientes. Confiaba en él, pero el desafío era inmenso. Ajustamos los horarios de entrenamiento, cuadramos todo lo posible, pero aún quedaba mucho por resolver. El equipo necesitaba refuerzos, empleados que compartieran nuestra visión, y, sobre todo, yo necesitaba claridad sobre la situación económica del club. No podía permitir que los fantasmas de la deuda o la inestabilidad me frenaran. Eso significaba que tenía que hablar con la directiva cuanto antes. Y luego estaba mi licencia... no era una opción seguir posponiendo ese asunto. Tomé mi libreta, esa que me ha acompañado en tantos momentos de incertidumbre, y anoté cada una de las cosas que necesitábamos mejorar. Era una lista larga, pero no imposible. Al final, dejé el silbato en las manos de Ryan, y mientras me dirigía a la salida, sentí cómo el peso de las responsabilidades comenzaba a caer sobre mis hombros. Llegué a casa. Dejé caer la mochila en el suelo y me miré al espejo por un instante más largo de lo que suelo hacerlo. Estaba cansado, pero dentro de mí algo seguía vibrando. "Voy a por lo que es mío..." dije en voz baja, casi como un mantra. Sabía que el camino no sería fácil, pero ya estaba decidido. No había vuelta atrás.
  4. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Llegué a la sede comunal con una idea clara en mente. Los jugadores ya estaban sentados, algo expectantes, quizá curiosos por lo que les iba a decir. Ryan se mantuvo a mi lado, en silencio, mientras yo tomaba una bocanada de aire y caminaba hacia el frente. Era momento de definir lo que quería para el equipo y hacerles ver mi visión. Con toda la atención puesta en mí, empecé a hablar. —Chicos, quiero que quede claro desde el primer momento cómo me gusta que se juegue al fútbol. Aquí no va a haber cosas complicadas o esquemas raros. Nada de esas formaciones asimétricas que usan los managers modernos —dije con una pizca de sarcasmo, lo que provocó alguna que otra sonrisa entre los muchachos. Seguí explicando con firmeza: —Jugaremos un clásico 1-4-3-3. Un esquema que nos permitirá ser sólidos atrás y dinámicos en el ataque. La base será tener el balón, hacerlo nuestro mejor aliado. Quiero que utilicemos la posesión como nuestra principal arma, pero no solo eso, también debemos ser rápidos al recuperar la pelota tras la pérdida. No permitiremos que nos controlen, seremos los que dicten el ritmo del partido. Al ver sus rostros atentos, continué, elevando un poco el tono para dejar clara mi convicción: —Quiero un fútbol técnico, con toques precisos y movimientos inteligentes. No basta con tener la pelota, hay que saber qué hacer con ella. Y eso será lo que nos diferenciará de los demás. Vamos a jugar como los mejores, con una identidad propia. Los jugadores asintieron en silencio, captando lo que les pedía. Sabía que lo que les estaba diciendo no era sencillo, pero estaba convencido de que podían lograrlo con el trabajo y la disciplina adecuados. Después de definir el estilo, era momento de hablar sobre el liderazgo en el equipo. Había observado bien a los jugadores, y no tenía dudas de a quiénes debía darles esa responsabilidad. —Ahora —dije, mirando a todos—, vamos a hablar sobre los capitanes. Este equipo necesita voces fuertes, jugadores que den ejemplo tanto dentro como fuera del campo. Por eso, he decidido que el primer capitán será Hakim Abdullah. Hubo un murmullo entre los muchachos, pero ninguno de sorpresa. Sabían que Hakim tenía el respeto del vestuario. Luego, con la misma seguridad, añadí: —Y el segundo capitán será Sassetharan. Ambos jugadores asintieron, mostrando una calma que me dio la confianza de que había tomado la decisión correcta. Sabía que el equipo los respetaba, y ellos serían clave para llevar el liderazgo en los momentos complicados. Con eso dicho, di por concluida la reunión. —Nos vemos mañana —les dije—. Mañana empieza el verdadero trabajo. Estarán bajo mi mando, y quiero ver el compromiso de cada uno. Si lo damos todo, no tengo dudas de que podemos llegar lejos. Los jugadores se despidieron y abandonaron la sede, algunos hablando entre ellos, otros en silencio, procesando todo lo que les había dicho. Yo me quedé un momento en la sala, viendo cómo se iban. Sabía que el camino sería largo y lleno de desafíos, pero tenía claro que estaba en el lugar correcto, con el grupo adecuado. Mañana, el proyecto Bedok comenzaba de verdad.
  5. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    El sonido del despertador retumbaba en mi cabeza como un martillo. Me había quedado planificando la plantilla hasta las once de la noche el día anterior, y ahora el cansancio me pasaba factura. Me levanté tarde, más de lo que debería, pero sabía que la reunión táctica con el equipo era a las seis de la tarde, y había citado a los jugadores antes para un pequeño entrenamiento. Ryan, por primera vez desde que llegué, estaría conmigo. Un respaldo necesario en este mundo que se movía más rápido de lo que me gustaría. Cuando llegamos a la cancha municipal que alquilamos por dos horas, el lugar se sentía vacío. No era por la falta de público, sino por la falta de una estructura clara en el equipo. Me paré en el centro del campo junto a Ryan y observé a los jugadores que llegaban poco a poco, sin prisa ni dirección. Entonces, me giré hacia él y pregunté: —¿Quién manda aquí? Ryan, sin apartar la vista de los jugadores, me dijo: —No hay líderes en el vestuario. Eso lo explicaba todo. Llamé a los jugadores al centro del campo, formando un círculo alrededor de nosotros. Los miré uno a uno antes de hablar: —Entrenad por vuestra cuenta. En dos horas os quiero en la sede comunal. Nos veremos allí. Mostradme lo que tenéis. Dicho eso, me quedé en el centro del campo junto a Ryan mientras observábamos cómo se movían en el entrenamiento. Ellos, semiprofesionales recién ascendidos, empezaron a moverse con la libertad de no tener nada que perder. Estaban jugando, disfrutando. Casi podía sentir su energía, su entusiasmo por estar ahí, en ese equipo, en esa liga, y competir al más alto rendimiento posible. —El equipo está en excelente ánimo —le comenté a Ryan mientras observaba a los jugadores correr, reírse entre ellos, y bromear. Luego añadí—: Esto parte de una verdad simple. Son semiprofesionales, están recién ascendidos, y ninguno tiene nada que perder. Están disfrutando algo que en otro contexto, como un equipo europeo, o uno que compita por títulos, sería visto como insuficiente. Aquí, es genial. Ryan asintió en silencio mientras yo seguía con mis observaciones: —El equipo no tiene líderes, eso está claro. Pero veo que respetan a los dos jugadores experimentados, Sassetharan y Hakim Abdullah. Creo que uno de mis proyectos será hacer que se conviertan en las cabezas visibles del equipo. Ellos deben ser los referentes. A medida que el entrenamiento avanzaba, mis ojos fueron descubriendo los pequeños grupos sociales que se formaban entre los jugadores. No quería juzgarlos tan rápido, pero era inevitable notar ciertos patrones. —Mira eso —le dije a Ryan—, ya se ven los grupos. Está el de los experimentados, con Sassetharan y Hakim Abdullah, los veteranos respetados. Luego están los chicos problema, esos que tienen una personalidad arrogante porque creen que jugar en la tercera división de Singapur los convierte en profesionales. Entre ellos, Majid, Idris, Haikal y Othman. Dije esto último con una pizca de sarcasmo, pero Ryan me miró como si comprendiera perfectamente lo que quería decir. —Después están los comprometidos con el proyecto, los que saben que no llegarán al más alto nivel, pero lo darán todo por Bedok. Esos son Yugendran, Isman, Rahmat, Fahmi y Azman. Son la columna vertebral del equipo. —Y también los disciplinados —añadí, señalando a Norbin, Subramaniam y Tho Gabriel—. Quizás no son los más talentosos, pero tienen la actitud correcta. Ellos están dispuestos a hacer lo que sea necesario para convertirse en jugadores profesionales. Finalmente, me detuve un momento antes de hablar del último grupo: —Y luego están los que están aquí por moda, o porque algún amigo los trajo. Fauzi está por su primo, y Hanfi simplemente porque no tenía nada mejor que hacer. No es del todo malo, al final del día, son personalidades que, si se manejan bien, pueden ser útiles para el equipo. Ryan me escuchaba con atención, mientras yo concluía mi análisis del equipo: —Este es el único momento para pelear algo grande en la tercera división. Venimos con la moral alta, somos el equipo recién ascendido que tiene todo por demostrar. Este año, Ryan, debemos ir por todo. —¿Este año? —preguntó Ryan, mirándome con una sonrisa—. ¿Así de claro lo ves? Asentí. No había margen para otra cosa. Si íbamos a hacer algo, debía ser ahora. Los jugadores necesitaban creer en eso, en que esta temporada era nuestra oportunidad. Después de dos horas de entrenamiento, llamé a los jugadores y les dije que se dirigieran a la sede comunal. Mientras caminaba junto a Ryan, me sentía más seguro de lo que habíamos observado. Este equipo tenía potencial, pero el verdadero reto sería unirlos, hacerles entender que, con la mezcla adecuada de esfuerzo y cohesión, podíamos llegar lejos. Cuando llegamos a la sede, los jugadores tomaron asiento frente a nosotros. Con una mirada firme, saqué el tablero. Hoy, comenzaba el verdadero trabajo.
  6. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    La soledad es algo a lo que te acostumbras rápido en este mundo. No había segundo entrenador, ni preparadores físicos, ni siquiera alguien que pudiera ayudarme a planificar la temporada. Era yo, solo, frente a un viejo tablero que encontré en una esquina de la sede del club, empolvado y olvidado, como si nadie lo hubiera usado en años. Lo limpié un poco, no tanto para que se viera mejor, sino porque aquel polvo representaba el abandono que sentía. Me quedé mirando el tablero un rato, tratando de ordenar mis pensamientos. La primera tarea era simple: planificar la plantilla, saber qué piezas tenía y cuáles me faltaban para construir algo decente. Empecé por el arco, donde Isman Fauzi era el único guardián. Un portero de 22 años con más experiencia horneando pan que deteniendo balones. Sin duda, necesitábamos un refuerzo aquí. Lo marqué en el tablero como una prioridad. Luego, pasé a los centrales. Tenía a dos zurdos: Nordin y Fahmi, y a un diestro, Azman. En términos de rendimiento, Nordin y Azman eran los más sólidos, por lo que Fahmi quedaba como el comodín, un reemplazo en caso de lesiones. "Si las lesiones nos respetan, podemos tirar hasta fin de temporada con ellos", pensé, aunque sabía que estaba siendo demasiado optimista. Los laterales eran otro problema. A la izquierda, tenía a Mohd Fauzi, y a la derecha, a Subramaniam. Ambos eran titulares indiscutibles, pero el estilo de juego que quería implementar exigía mucho de ellos, especialmente en lo físico. Si alguno caía lesionado, estaríamos en serios problemas. Necesitábamos doblar ambas bandas, traer competencia y asegurar que no hubiera agujeros en esas zonas. Luego llegamos al mediocentro defensivo. O mejor dicho, a la ausencia de uno. No había nadie en esa posición. Marqué esto como la necesidad número uno en la lista de prioridades. Un equipo sin equilibrio en el medio es un barco a la deriva. Era fundamental encontrar a alguien que pudiera cubrir esa posición. En cuanto al mediocampo central, Sassetharan, el veterano de 32 años, sería nuestro ancla en esa zona, apoyando tanto en defensa como en ataque. Decidí también hacer mi primer cambio estratégico: Othman, que originalmente jugaba en otra posición, lo movería al centro del campo. Su rol sería de apoyo, un todoterreno capaz de ayudar tanto en defensa como en la construcción del juego. Para la creación de juego, tenía a Yugendran e Idris. Aunque normalmente jugaban más adelantados, bajarían una línea para convertirse en los motores ofensivos del equipo desde el mediocampo. Sabía que tendrían que adaptarse, pero confiaba en que con el tiempo, podrían asumir el rol. Los extremos serían claves en mi esquema. A la derecha, Majid jugaría a pierna cambiada, buscando cortar hacia adentro y generar peligro. A su lado natural estaría Hanfi, que se mantendría en su banda, buscando desbordar y ser una amenaza constante por ese costado. Necesitábamos creatividad y verticalidad en las bandas, y estos dos serían fundamentales. A la izquierda, Haikal se quedaría en su posición habitual. Pero una vez más, haría un ajuste táctico: Rahmat, normalmente delantero centro, lo movería a la banda. Quería que jugara más por dentro, buscando diagonales y generando peligro entre líneas. Finalmente, los delanteros: Hakim Abdullah, el veterano de 40 años y capitán del equipo, lideraría el ataque. A su lado, Taoh Gabriel, un joven que había dejado la universidad para trabajar en el taller de su padre. Era evidente que la experiencia y la juventud debían complementarse, pero sabía que necesitaríamos algo más que garra y corazón para marcar goles. Después de un par de horas mirando el tablero, planificando cambios y tomando notas mentales, lo dejé todo como estaba. No quise borrar nada. El tablero era un reflejo de mi mente en ese momento, llena de dudas y preocupaciones, pero también con una pequeña chispa de esperanza. Eran las 11 de la noche cuando salí de la sede. El silencio de la ciudad me acompañaba mientras caminaba hasta un mototaxi que me llevaría a la habitación que había alquilado. Durante el trayecto, no podía dejar de pensar en Lucy, en su sonrisa que siempre me animaba cuando las cosas parecían complicadas. El cansancio me vencía, pero mi mente seguía trabajando, repasando cada detalle, cada movimiento, cada decisión que había tomado hoy. El segundo día como entrenador se avecinaba, y aunque el camino parecía cuesta arriba, sabía que no había vuelta atrás.
  7. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    El 18 de julio marcó mi primer día oficial como entrenador del Bedok South Avenue. Mi "oficina" era una pequeña habitación en la sede comunal, un lugar que se utilizaba para todo tipo de reuniones vecinales y que ahora, por arte de magia, se había convertido en la sede oficial del club. Sentado a mi lado estaba Ryan Wirs, mi único aliado en este proceso, mientras yo intentaba adaptarme a la realidad que me rodeaba. Un club sin historia, una ciudad que apenas estaba descubriendo el fútbol, y un equipo que, al parecer, no estaba tan lejos de ser un grupo de amigos que se reunía para jugar en la plaza. Ishan Kayhat, el asistente personal que me había asignado el club, entró en la habitación con una carpeta en la mano. La miré con curiosidad, esperando que al menos el peso de los papeles me tranquilizara. Pero, para mi sorpresa, la carpeta era sorprendentemente ligera. La abrió delante de mí, mostrando apenas unas pocas hojas. "¿Esto es todo?" pensé. Parecía que estaba a punto de dirigir a un equipo sin jugadores, solo nombres en un papel. Ryan comenzó a describir a cada uno, intentando suavizar el golpe que yo sabía que estaba por llegar. —Isman Fauzi, portero de 22 años. Es de la ciudad, trabaja como panadero —empezó Ryan, señalando una foto de un joven que, honestamente, parecía más un vecino amigable que un guardián de los tres palos. —Mohd Farid Azman, central de 21 años. El año pasado solía venir a ver al equipo en la liga isleña. Parece que tiene potencial, pero algunos equipos de la segunda división ya lo están vigilando. Luego vino el primo de Isman, Mohd Fauzi, lateral derecho o izquierdo de 24 años, con poco más que decir. "Está aquí por su primo", dijo Ryan casi como una disculpa. Entonces pasamos a Sadettin Yugendran, mediapunta de 22 años que, según cuentan, fue una promesa cuando era niño, pero que ahora solo quiere una oportunidad para saltar a un equipo de segunda división. —Sassetharan, mediocampista de 32 años, es nuestro jugador más experimentado. Llegó a jugar en la primera división y tiene experiencia en segunda. Además, es uno de los dos únicos jugadores que quedan del equipo que ascendió. Luego me habló de Mohd Haikal, un extremo izquierdo de 25 años que había jugado microfútbol profesionalmente y que tenía un pasado con la selección sub-15 de Singapur. Parecía prometedor, pero había algo que me decía que este equipo no estaba formado por futbolistas, sino por personas comunes y corrientes que jugaban al fútbol en su tiempo libre. —Asyraf Majid, lateral izquierdo de 24 años. Llegó aquí hace un mes, traído por su abuela. Estuvo dos años en prisión y ahora trabaja en un supermercado —me dijo Ryan en tono bajo, como si esa última parte fuese irrelevante. Mientras escuchaba, no podía evitar pensar que había cometido un grave error. Por Lucy y los "Xvgh" había venido aquí, pero ahora, sentado frente a una carpeta casi vacía y escuchando historias más propias de un barrio que de un equipo de fútbol, me sentía abrumado. ¿Qué había hecho? No tenía futbolistas, solo un grupo de personas con trabajos normales que jugaban a ser futbolistas. Ryan continuó, presentando a Hafiz Othman, un centrocampista de 21 años cuyo padre poseía la discoteca más grande del barrio. "Es bastante malo", dijo Ryan sin rodeos. Luego llegó Samad Hanafi, un extremo derecho que trabajaba en la central eléctrica. Junaidi Idris, mediapunta de 24 años, entrenaba en la escuela de fútbol local. Y Najib Rahmat, un delantero de 28 años, había sido goleador en un torneo junior hace más de una década. La última hoja mostraba a Hakim Abdullah, delantero de 40 años, la estrella del equipo y capitán. Junto a Sassetharan, era uno de los dos sobrevivientes de la temporada pasada. —¿Solo trece jugadores? —pregunté, sorprendido. Ryan asintió. —Trece... más los apartados. Levanté una ceja. Los "apartados" eran jugadores que, por alguna razón, el presidente había decidido relegar. —Kadher Nordin y Yazid Fahmi, centrales de 20 y 18 años. Subramaniam Thinagaran, lateral izquierdo de 20. Dicen que lo apartaron porque no comparte la misma ideología política que el presidente. Ryan bajó la voz al decir esto último, como si el solo mencionar ese detalle pudiera traer problemas. Pero yo ya tenía problemas más grandes de los que preocuparme. Dieciséis jugadores en total, contando a los relevados. No estaba nada contento con el equipo que tenía. Era evidente que, aunque todos los jugadores fueran de la ciudad, con excepción de los dos veteranos, este no era un equipo competitivo. Teníamos poco más de un mes para planificar la temporada que comenzaba en septiembre, y el mercado parecía nuestra única salida. Con un nudo en el estómago, me levanté de mi silla. Sabía que tenía mucho trabajo por delante, pero en ese momento solo una pregunta rondaba mi cabeza: ¿había cometido un error al venir aquí?
  8. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Caminamos por las calles de Bedok, Ryan y yo, mientras él me contaba historias sobre el club y la ciudad que pronto sería mi nuevo hogar. Había algo refrescante en su manera de hablar, en su pasión desbordante por un equipo que, a ojos de otros, no parecía tener mucho futuro. Pero en Ryan vi esa chispa que necesitaba. Tal vez él había encontrado algo en Bedok que yo también necesitaba descubrir. —Bedok es... especial —comenzó Ryan, mientras caminábamos entre calles llenas de vida—. Hace no mucho, el gobierno de Singapur decidió convertir esta zona en un proyecto para el desarrollo tecnológico. El objetivo es sacarle provecho económicamente y atraer talento joven. Por eso, la mayoría de la población aquí es bastante joven, y muchos son extranjeros. Yo mismo, por ejemplo, soy francés. Llegué aquí hace unos años y... bueno, el Bedok South Avenue se ha convertido en una parte importante de mi vida. Le miré con curiosidad. Ryan era una mezcla interesante entre juventud y madurez. Su entusiasmo era contagioso, pero hablaba con la seguridad de alguien que sabía lo que estaba diciendo. —¿Y qué me puedes decir del club? —le pregunté. Ryan sonrió, como si estuviera esperando esa pregunta. —El equipo no tiene una fecha exacta de fundación. En realidad, es complicado saber cuándo comenzó a jugarse fútbol aquí en el antiguo Bedok. Antes de que existiera el equipo como tal, el fútbol era algo más informal, casi un pasatiempo. Pero oficialmente, el Bedok South Avenue se creó en 2019, lo que lo convierte en un club bastante joven. A pesar de su juventud, la afición ya está profundamente conectada con el equipo. Cada partido es una batalla, no solo en el campo, sino también en las gradas. La gente aquí respira fútbol, y aunque no tengamos una gran historia, hay un sentimiento creciente de que estamos construyendo algo grande. Asentí mientras procesaba sus palabras. Un club joven, en una ciudad en crecimiento. Todo parecía encajar. Quizás no había tradición, pero sí había futuro, y tal vez eso era justo lo que yo necesitaba. —Las camisetas y el patrocinador del equipo —continuó Ryan— son de la región local. Intentamos mantenernos fieles a nuestras raíces, aunque esas raíces todavía se están definiendo. Lo que más me gusta del club es que siempre estamos abiertos al cambio, a mejorar, a encontrar nuestra identidad. Y bueno, ya descubrirás quiénes son nuestros rivales acérrimos. Eso es algo que te dejaré descubrir durante la temporada. No quiero arruinar la sorpresa. Reí ligeramente. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que algo dentro de mí comenzaba a cambiar. No sabía si era el entusiasmo de Ryan o la energía joven de Bedok, pero sentí una chispa de esperanza, algo que no había experimentado en mucho tiempo. Estas eran mis nuevas calles, mi nuevo hogar. Mis nuevos colores. Mientras seguíamos caminando, me di cuenta de que había mucho por descubrir aquí. El equipo, la ciudad, las personas. Pero sobre todo, había mucho que descubrir de mí mismo. Y, con un poco de suerte, Bedok South Avenue sería el lugar donde todo comenzaría.
  9. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Al entrar a la oficina del presidente, la tensión seguía presente. Lo saludé con respeto, intentando dejar una buena primera impresión, pero no parecía interesado en formalidades. Me observó con una mezcla de desdén y cansancio antes de hablar. —Seré breve —dijo sin rodeos—. Te contaré sobre el fútbol en Singapur y luego podrás pasar donde el portavoz de la afición. Te hablará sobre este... patético club. Mis ojos se abrieron de par en par. Sentí el calor subiendo por mi rostro, mis manos apretando los bordes de la mesa sin darme cuenta. ¿Acababa de decir "patético club"? Golpeé la mesa con fuerza antes de darme cuenta. —¿Llamaste patético al club? —dije, sin poder contenerme. El presidente me miró, casi aburrido, y asintió lentamente. —Sí, lo hice. Para ser honesto, solo estoy esperando que pasen los dos años de mi dirección para lanzarme como alcalde de Bedok. El club, las personas, el fútbol... todo eso no me importa. Pero no veo por qué eso tendría que importarte a ti. Mi mente bullía de pensamientos. Sentía la tentación de levantarme y marcharme, de tirar todo por la borda y olvidar esta locura, pero me obligué a mantener la calma. Si había aprendido algo de Hakim, era a contenerse en los momentos difíciles. Tomé aire y decidí escuchar. —El fútbol en Singapur —continuó el presidente, como si nada hubiera pasado— llegó a través de los británicos, por supuesto. Pero con el tiempo, perdió fuerza. La selección nacional nunca ha sido especialmente competitiva, aunque de vez en cuando aparece algún jugador prometedor que parece que puede cambiar el curso de la historia. Hasta ahora, solo sueños vacíos. ¿El mejor equipo? Sin duda, el Lion City Sailors. Tienen el dinero, el talento y los títulos. Me obligué a concentrarme, a dejar de lado mi frustración por lo que acababa de decir y prestar atención a la estructura del fútbol en el país. —Aquí, en Singapur, hay tres divisiones principales. La AIA Singapore Premier League es la máxima categoría, pero no hay descensos. Es una liga cerrada. Luego está la Singapore Football League 1, con ocho equipos. Tampoco hay ascenso a la primera división, pero los dos últimos equipos bajan al tercer nivel, la Singapore Football League 2, que es donde competimos nosotros. Hay diez equipos en nuestra liga. El primero asciende automáticamente, y el segundo juega un playoff de ascenso/descenso contra el séptimo de la Football League 1. Los dos últimos equipos descienden a las ligas regionales, donde el fútbol es prácticamente amateur. Me miró, claramente esperando que todo esto se me hiciera pesado. Y en cierto modo lo era, pero también me intrigaba la oportunidad de empezar desde abajo, de construir algo en un lugar donde parecía que nadie creía. —Bueno, ya cumplí mi horario de trabajo —dijo el presidente, sarcásticamente, mirando su reloj—. Es hora de cenar. Te dejo con el contrato. Fírmalo rápido y... buena suerte. No te hará falta con este club. Salió de la sala, dejándome solo con los papeles. Respiré profundamente, mirando el contrato frente a mí. Lo firmé, sabiendo que esta decisión podría cambiar mi vida. Quizá no había mucho respeto o fe en el club, pero no necesitaba su fe. Yo tenía la mía. Salí de la oficina y me dirigí a la recepción. Allí me encontré con un chico joven, probablemente no más de 20 años. Se veía entusiasta, y cuando me vio, sonrió de inmediato. —Hola, soy Ryan Wirs —se presentó—. Soy el portavoz de la afición del Bedok South Avenue. Encantado de conocerte, West. Estoy aquí para contarte un poco sobre el club y lo que significa para la gente de Bedok.
  10. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Aterrizar en Bedok fue como despertar en un lugar donde el pasado y el futuro convivían en un equilibrio extraño. Mientras caminaba desde el aeropuerto hasta la sede del Bedok South Avenue, no pude evitar dejar que mi mente se perdiera en la historia de este lugar. Un barrio con raíces que se extendían más allá de los modernos rascacielos y los centros comerciales resplandecientes, hacia las calles humildes y los mercados que aún conservaban el aroma del mar y de las especias de antaño. "Bedok" significaba "lugar de pesca" en malayo, un eco de los días en que este rincón del mundo no era más que un humilde puerto pesquero. Los pescadores solían recorrer estas costas, antes de que las luces de la ciudad los reemplazaran con promesas de modernidad. Había algo en esa historia que resonaba conmigo, algo que me recordaba a los Kaleb y sus redes de pesca en ese rincón lejano de Asia. A medida que me acercaba a la sede del club, los edificios bajos y las calles llenas de vida comenzaban a ceder paso a una estructura más imponente, moderna, que destacaba en el horizonte. La sede deportiva de Bedok South Avenue estaba bien equipada, un símbolo de ambición en medio de un entorno que parecía a punto de explotar de vida. Cuando llegué, fui recibido por Ishan Kayhat, un hombre joven con un semblante profesional y relajado. Me estrechó la mano con firmeza, sin quitarme la vista de encima, como si quisiera leer más allá de mi fachada de entrenador recién llegado. —Soy Ishan, el asistente personal que el club te ha asignado. Te guiaré durante el proceso —dijo, sin dejar de lado esa seriedad—. El presidente está esperando. Solo... ten cuidado. A veces puede ser irritable, sobre todo con las decisiones del club. Sus palabras flotaron en el aire, dejándome una sensación de duda. ¿Era esto una advertencia? Mi corazón aceleró un poco. No podía permitir que esto me intimidara ahora. Me dirigí a la puerta de la oficina del presidente, cada paso sonando más fuerte en el silencio del pasillo. Al llegar, toqué suavemente. —Pase —una voz ronca, cargada de autoridad, respondió desde el otro lado. Abrí la puerta con cuidado. El presidente estaba sentado detrás de un escritorio inmenso, con los brazos cruzados y la mirada clavada en mí. Había una tensión palpable en el aire, como si su presencia misma impregnara la habitación. No necesitaba palabras para sentir su incomodidad. —Así que tú eres West —dijo, sin molestarse en levantarse ni ofrecerme la mano. Su tono era duro, casi despectivo. Sentí un nudo formarse en mi estómago. ¿Estaba en contra de mi contratación?
  11. OnlyfootballFC ha respondido a kokemen en un topic de Historias
    Buena Historia!!!
  12. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Los cuatro días que pasé en Toyama comenzaron a pesarme como una carga. Cada mañana me levantaba con menos energía, y las horas parecían eternas mientras esperaba una respuesta que no llegaba. Sentía que la ilusión que había renacido en mí empezaba a desvanecerse. El silencio de Toyama se volvió ensordecedor. Ya había decidido que, al caer la noche, empacaría mis maletas y regresaría a Tokio, tal vez incluso a mi antigua vida en el restaurante de Hakim. Justo cuando cerraba la última cremallera de mi maleta, el teléfono sonó. La pantalla mostraba un número de Toyama. Mi corazón dio un vuelco, como si una pequeña esperanza reviviera. Al otro lado de la línea, una voz formal me invitaba a visitar la sede del club para conocer la historia del equipo, sus instalaciones y, finalmente, negociar mi contrato. Sentí una chispa de ilusión, algo que hacía días se había apagado. Quizás el destino no estaba del todo en mi contra. Con un ligero alivio, agarré mi mochila y me dispuse a salir de la pequeña habitación que había arrendado. Sin embargo, justo cuando abría la puerta, mi teléfono volvió a sonar. Esta vez, el número era de Singapur. Dudé en contestar, pero algo me impulsó a hacerlo. Era el secretario del Bedok South Avenue, quien me hablaba con un tono entusiasta. Me estaba invitando a Singapur para negociar mi contrato. La oferta de Toyama seguía en pie, pero Bedok también quería contar conmigo. De repente, la decisión que tanto había esperado se tornó en una complicada encrucijada. Toyama me ofrecía un salario más alto, y un club que estaba dispuesto a apostar por mí en Japón. Pero algo dentro de mí me llamaba hacia Bedok. Singapur era más que un destino exótico; era donde Lucy y mis amigos de "Xvgh" estaban. Allí había dejado una parte de mi corazón, y aunque parecía irracional, sentía que Bedok tenía algo que podría darme más que dinero o prestigio. Miré mi maleta y luego el teléfono, sintiendo el peso de la decisión sobre mis hombros. Tomé una respiración profunda y, sin pensarlo demasiado, le respondí al secretario de Bedok con firmeza: "Envíame los tickets". Con la decisión tomada, recogí mi mochila, cerré la puerta tras de mí y me dirigí al aeropuerto. Mi destino era claro: Bedok, Singapur. Una nueva oportunidad, un nuevo sueño, y tal vez, una nueva vida estaban esperándome del otro lado.
  13. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Después de volver a mi rutina en el restaurante de Hakim, el tiempo comenzó a sentirse como una corriente interminable de días iguales. Trabajaba sin mayor aspiración que cumplir con mis responsabilidades. Pero un día, mientras lavaba platos y servía mesas como de costumbre, recibí dos correos que no esperaba. Eran dos ofertas de entrevista. Una del Toyama SC, de la tercera división japonesa, y otra del Bedok South Avenue, un equipo de la tercera división de Singapur. Sentí que el universo me estaba jugando otra broma. ¿De verdad todo el esfuerzo, la pasión que alguna vez tuve, estaría comenzando a dar frutos? A pesar de la emoción momentánea, decidí ignorar esas oportunidades. Después de todo, la vida en el restaurante de Hakim ya era estable y cómoda, y no estaba seguro de querer arriesgarme otra vez. Pero esa tarde, mientras almorzaba, apareció Fayo. Al verlo, recordé lo que me había dicho hace semanas: "If you can dream it, you can do it". Charlamos un poco, y tras una breve conversación, sus palabras me hicieron reflexionar. Me impulsó a tomar el último riesgo, a intentarlo una vez más. Fue entonces cuando tomé una decisión: no podía seguir ocultándome en mi zona de confort. Con la maleta en mano y el corazón dividido entre el miedo y la esperanza, tomé el tren a Toyama. No sabía qué esperar, pero sentía que esta podría ser mi última oportunidad. Al llegar a la terminal, fui recibido por Yoji Oishi, el presidente del club. Me llevó a un restaurante tranquilo, donde conversamos sobre fútbol, sobre el equipo y sobre lo que esperaban de un nuevo entrenador. Yoji era un hombre amable y directo, y la conversación fluyó como si estuviéramos en un partido bien jugado. Al final de la reunión, Yoji me estrechó la mano y me dijo que había pasado al segundo filtro, y que ahora debía ser evaluado por los propietarios del club. Aún así, sentí que algo había cambiado en mí; había logrado captar su atención y eso me llenaba de confianza. No pasaron más de diez minutos cuando sonó mi teléfono. Era la llamada de Bedok South Avenue para la entrevista virtual. Me conecté desde un rincón del hotel y hablé con ellos sobre su proyecto. La conversación fue corta, pero directa. No solo me hablaron del equipo, sino también de la ciudad, de su cultura, y de cómo el club quería crecer no solo en el ámbito deportivo, sino también ser un símbolo de orgullo local. Fue una conversación breve pero convincente. Terminé ese día con algo que no había sentido en mucho tiempo: ilusión. Esa pequeña chispa de esperanza que había desaparecido tras tantas derrotas volvía a encenderse. Esa noche, reservé una pequeña habitación en Toyama y me dejé caer en la cama, agotado pero lleno de expectativa. ¿Sería Toyama el lugar donde podría conquistar Japón, o tal vez el destino me llevaría de vuelta a Singapur con el Bedok South Avenue? Por primera vez en meses, sentía que el futuro estaba lleno de posibilidades.
  14. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Volví a mi rutina en el restaurante de Hakim como cualquier otro día. Lavaba platos, atendía a los clientes, y seguía adelante sin pensar demasiado en el futuro. Pero el 4 de julio de 2024, todo cambió. Esa mañana recibí un correo que no esperaba. Era de Juan Fujita, el presidente del Hachinohe, un equipo de la tercera división japonesa. Mi mente corrió en todas direcciones. Imaginé estafas, bromas o incluso algún error. Pero lo que nunca se me ocurrió fue que fuera una invitación a una entrevista de trabajo. Me costaba creer que, después de tantos fracasos, algo bueno estuviera por venir. Hachinohe no estaba lejos, solo a unas cinco horas en tren desde Tokio. Dudé durante horas, pensando si realmente debía ir o si todo era solo otra ilusión destinada a romperse. Pero al final, recogí mi maleta, llena de sueños y esperanzas desgastadas, y me despedí de Hakim. Sus palabras de despedida fueron simples pero llenas de cariño: “Recuerda, la disciplina te lleva lejos”. Con un leve asentimiento, partí. Llegué temprano a la sede del club, un lugar modesto pero que respiraba fútbol por cada rincón. Me sorprendió cuando la secretaria del presidente me hizo pasar como “candidato a Manager del primer equipo”. Honestamente, esperaba algo más modesto, tal vez trabajar con juveniles o ser un simple asistente, pero no… Me estaban considerando para el puesto principal. Entré a la oficina de Juan Fujita, un hombre de mediana edad con una mirada aguda y directa. Su tiempo parecía precioso, así que fue al grano con las preguntas. Me hizo sentir que todo lo que había pasado hasta ese momento, todas mis experiencias, convergían en esa sala. Aunque era breve en sus preguntas, cada una me obligaba a responder con sinceridad, mostrando lo que había aprendido en estos meses erráticos. Cuando llegamos al final de la entrevista, sentí una repentina valentía. Sabía que no debía perder esta oportunidad, así que, con el corazón acelerado, le pedí una cosa más: que el club pagara mi curso para sacar la siguiente licencia de entrenador. Fue un salto al vacío. Juan Fujita me miró, evaluando la petición durante unos instantes que parecieron eternos. Finalmente, me rechazó con una simple negativa. Ni siquiera titubeó. No solo descartó la petición, sino que me descartó a mí. El golpe fue duro. Salí de la oficina con un nudo en la garganta, sabiendo que, una vez más, mis ilusiones se habían derrumbado. Me sentí pequeño, insignificante. Todo esto parecía un juego del cual no sabía las reglas. Con el peso del fracaso sobre los hombros, me dirigí al tren. No me quedaba más opción que regresar a Tokio, a la vida que parecía negarse a darme algo más.
  15. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Recibí la licencia unos días después, envuelta en un sobre algo ajado. La miré, sosteniéndola entre mis manos, y lo primero que pensé fue en deshacerme de ella por algo más útil. La idea de cambiarla por algo de ropa o, mejor aún, algo de tomar, me resultaba tentadora. Sin dinero y con el peso del tiempo acumulado sobre mis hombros, la licencia no significaba nada para mí. No en ese momento. Me dirigí a un centro comercial cercano. En uno de los pasillos, una tienda de ropa me llamó la atención. Entré sin mucho entusiasmo y empecé a mirar algunas prendas, sin saber realmente qué buscaba. Un hombre joven, con una sonrisa amable, se acercó para atenderme. —Hola, soy Fayo. ¿Puedo ayudarte en algo? —dijo, con una energía que contrastaba con mi cansancio. —Solo estoy viendo, gracias —respondí, intentando no parecer demasiado fuera de lugar. Elegí un par de cosas y cuando fui a pagar, saqué la licencia, sin saber si aceptaría tal intercambio. Mientras Fayo observaba el documento, algo en su expresión cambió. Levantó la vista hacia mí, intrigado. —¿Alguna vez has soñado con ser entrenador? —preguntó de repente. La pregunta me tomó por sorpresa. La dejé colgar en el aire durante unos segundos antes de responder, sin mucho ánimo. —Sí, solo fue un sueño —contesté, casi susurrando. Para mi sorpresa, Fayo se animó aún más. Sacó una laptop de detrás del mostrador y, con una velocidad que no me esperaba, me mostró su partida de Football Manager. Me habló emocionado de cómo había llevado al Benfica a la gloria, ganando la Champions League. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que alguien a mi alrededor tenía algo en común conmigo. Nos reímos, compartimos un par de anécdotas. Había algo en esa conversación que me hizo sentir menos solo, aunque fuera por un momento. —Mira —dijo Fayo—, si alguna vez soñaste con entrenar, tal vez esto te interese. Me mostró una página llamada Football Job, una plataforma donde entrenadores y jugadores podían buscar oportunidades. —Esa licencia —dijo, señalándola— puede ser más valiosa de lo que piensas. Te puede abrir puertas. Intenté no hacerme ilusiones, pero su entusiasmo era contagioso. Antes de irme, Fayo me regaló la ropa que había escogido y, al despedirse, me dejó con una frase que resonó en mi mente mientras caminaba hacia la salida. —If you can dream it, you can do it —me dijo, con una confianza que no sentía hace mucho tiempo. Esa tarde, con sus palabras rondándome la cabeza, me dirigí a un ciber café. Me senté frente a una vieja laptop y publiqué mi disponibilidad para dirigir en Asia. Sin mucha expectativa, escribí mi currículum, sin omitir lo más importante que había aprendido durante todo este tiempo. Bajo mis habilidades, detallé lo que me había dejado cada etapa de este viaje: "La determinación de los Xvgh", "la pasión de los Kaleb", "la disciplina y adaptabilidad de Hakim", y "la esperanza de Fayo". Cerré la laptop sin esperar nada. Las cosas nunca parecían salir como esperaba, así que no tenía razones para creer que esto sería diferente. Me levanté y caminé de vuelta hacia lo que llamaba mi "vida normal", pero algo en mi interior, aunque pequeño, se sentía diferente.
  16. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Cuando respondí esa llamada, la última cosa que esperaba era escuchar lo que me dijeron. Al otro lado de la línea, la voz pausada y formal de un secretario de la embajada me informaba que habían encontrado uno de mis documentos en el hotel donde me quedé en Singapur. Mi mente voló rápidamente. Pensé que, tal vez, por fin se trataba de mi identificación, el pasaporte, algo que pudiera poner fin a esta pesadilla. —Hemos recuperado su Licencia Nacional C de entrenador —dijo el secretario, interrumpiendo mis pensamientos con esas palabras que me cayeron como un balde de agua fría. Sentí una oleada de desmotivación recorrerme el cuerpo. Por un segundo, consideré colgar el teléfono, ignorarlo todo. ¿Qué importaba esa licencia ahora? Estaba atrapado en Asia, sin dinero, sin rumbo, y aquella credencial de entrenador, que alguna vez me había parecido una aventura divertida, ahora no significaba nada. —¿Señor West? —La voz al otro lado intentó recuperar mi atención—. ¿Me puede proporcionar una dirección para enviarle el documento? No tenía fuerzas para discutir o preguntar por qué eso importaba. Estaba agotado de pelear contra la realidad. Así que, con tono desanimado, le di la dirección del restaurante de Hakim. Cuando colgué, me quedé mirando el teléfono durante un rato. Mis pensamientos giraban sin rumbo. Esa pequeña licencia, que un día me dio tanta ilusión cuando la obtuve en 2015, ahora era solo un pedazo de papel sin valor real para mi situación actual. Aquel hombre en la embajada hablaba como si fuera una solución, pero lo que yo necesitaba era un pasaporte, un boleto de regreso a casa, algo tangible que pudiera sacarme de este callejón sin salida. No una simple licencia que ya ni recordaba con claridad por qué la había sacado. Suspiré profundamente y guardé el teléfono en mi bolsillo. Sentí un nudo en el estómago, la sensación de haber estado tan cerca de la esperanza solo para verla desvanecerse una vez más. Mientras me preparaba para volver al trabajo en el restaurante, me di cuenta de que estaba cayendo de nuevo en ese vacío, donde todo parecía inútil. Esa noche, mientras Hakim cerraba el restaurante y yo limpiaba los últimos platos del día, no pude evitar pensar en lo que esa licencia significaba para mí en otro momento de mi vida. Me vi a mí mismo, años atrás, jugando a Football Manager, soñando con dirigir un equipo real. En aquel entonces, la licencia era un símbolo de una pasión que ahora me parecía tan lejana, tan ajena. Me pregunté si alguna vez podría encontrar ese fuego nuevamente.
  17. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Trabajé tres semanas en el restaurante de Hakim, y cada día era un nuevo reto. No solo porque el trabajo era agotador, sino porque la presión de sobrevivir sin un plan claro era constante. Dormía en esa pequeña habitación al fondo del local, apenas más grande que un armario, pero era suficiente para mantenerme a salvo del caos de Tokio. Al menos por un tiempo. Poco a poco, me fui ganando la confianza de Hakim. Al principio era distante, como si cada palabra que me dirigía estuviera calculada, asegurándose de no involucrarse demasiado. Pero, con el paso de los días, eso cambió. Empezó a compartir conmigo pequeños fragmentos de su vida, su historia de cómo llegó a Tokio desde Turquía, persiguiendo el mismo sueño de miles de inmigrantes: una vida mejor. Hakim había sido un sobreviviente, y ahora me enseñaba, a su manera, cómo sobrevivir también. La lección más importante que me dio fue sobre la adaptación. Me dijo que la vida en una ciudad como Tokio no era para los débiles de corazón. Aquí, o te adaptabas, o te quedabas atrás. Y la clave, según Hakim, no estaba en disfrutar lo que hacías, sino en ser responsable, en cumplir con lo que tocaba, aunque no te gustara. Eso era lo que diferenciaba a los que se quedaban y prosperaban, de los que simplemente pasaban por la vida. —La disciplina no es hacer lo que amas, West —me dijo una noche mientras fregábamos los platos del día—. Es hacer lo que debes hacer, incluso cuando lo odias, porque sabes que eso te acercará a lo que realmente quieres. Aquellas palabras se quedaron conmigo. Hakim no solo me había dado un techo y comida, me estaba enseñando una filosofía de vida. Un trabajo honesto, aunque monótono, me daba algo que no había tenido en mucho tiempo: estabilidad. Me di cuenta de que, de alguna manera, había vuelto a formar parte de una familia, aunque fuera temporalmente. El restaurante, Hakim, el olor constante a hamburguesas y papas fritas... todo se había convertido en mi refugio. Pero, como siempre en mi vida, la calma no duró. Era un día como cualquier otro. Me desperté temprano, limpié las mesas y me preparé para enfrentar el ajetreo del día. Todo transcurría con normalidad, hasta que mi teléfono sonó. Era un número desconocido, y en ese momento, el sonido del timbre resonó en mi pecho como una alarma. ¿Quién podría ser? No esperaba ninguna llamada. No tenía amigos, ni familia en Tokio. A decir verdad, no tenía a nadie en ninguna parte del mundo. Mi corazón empezó a latir más rápido mientras sostenía el teléfono en mi mano. Dudé por un segundo, pero finalmente deslicé el dedo para contestar. —¿Hola? La voz del otro lado era fría, cortante, y al mismo tiempo misteriosamente familiar. Me quedé paralizado al escuchar las primeras palabras. No reconocí inmediatamente a la persona, pero había algo en su tono que me hizo sentir que esta llamada cambiaría el curso de mi vida, una vez más. —West... —dijo la voz, dejando un silencio pesado en el aire antes de continuar—. Tenemos algo que discutir.
  18. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Llegué a Tokio el 18 de junio de 2024. Habían pasado más de dos meses desde que mi vida dio ese giro inesperado en Asia, y ya no tenía falsas esperanzas. Después de todo lo vivido, supe que no habría más milagros como los Kaleb. No habría más familias acogedoras o lugares donde podría sentirme en casa. Todo lo que me quedaba ahora era la cruda realidad: debía sobrevivir por mi cuenta. Al aterrizar, el contraste con Singapur fue inmediato. Tokio era inmensa, abrumadora, como un laberinto sin fin de luces y sombras. Mientras caminaba por sus calles, me sentí diminuto entre la multitud, como una gota en un océano de rostros que no me veían. Pero eso no me detuvo. Sabía que, a pesar de lo extraño que era todo, debía seguir adelante. El dinero, o la falta de él, era ahora mi mayor preocupación. Después de comprar el vuelo, apenas me quedaba suficiente para una comida decente. Sin embargo, no podía darme el lujo de gastar lo poco que tenía. Caminar fue mi única opción. Recorrí las calles del centro, observando cómo la vida seguía para los demás: personas entrando y saliendo de tiendas, familias cenando juntas, oficinistas apurados con sus maletines. Todo parecía tan normal, tan ajeno a mi situación. No sabía cuánto tiempo llevaba caminando cuando me topé con un pequeño restaurante, una especie de oasis en medio del bullicio de la ciudad. Sobre la puerta, un letrero en letras claras y llamativas: "Hakim's – American Diner". Mis pies se detuvieron frente a la entrada, como si una fuerza invisible me empujara hacia adentro. El lugar no se veía especialmente lujoso, pero algo en él me hizo sentir que allí podría encontrar al menos un respiro. Con el estómago vacío y el cansancio acumulado pesando sobre mis hombros, me acerqué a la puerta y toqué suavemente. No esperaba una respuesta rápida, pero al cabo de unos segundos, la puerta se entreabrió, revelando a un hombre de mediana edad con el rostro curtido por la experiencia. Tenía un delantal puesto y un ceño fruncido, como si no estuviera muy acostumbrado a recibir visitas a esa hora. —¿Puedo ayudarte? —preguntó en inglés con un marcado acento. Tragué saliva y me obligué a hablar, aunque mis labios estaban resecos y mi voz casi no salió. —Estoy buscando trabajo —dije, directo, sin rodeos—. No tengo mucho que ofrecer, pero… puedo hacer cualquier cosa. El hombre me observó con una mezcla de curiosidad y desconfianza. No era la primera vez que alguien aparecía en su puerta buscando algo, lo podía ver en sus ojos. Pero, por alguna razón, después de unos segundos de silencio, abrió la puerta un poco más y me hizo un gesto para que entrara. El interior del restaurante era acogedor, aunque sencillo. Mesas de madera, sillas desgastadas por el uso, y una tenue luz cálida que contrastaba con el neón frío del exterior. El olor a comida americana, hamburguesas, papas fritas y algo más que no pude identificar, me hizo sentir una punzada de hambre que había estado ignorando todo el día. —Soy Hakim —dijo el hombre, observándome aún con ese aire de cautela—. No suelo contratar a gente que aparece de la nada, pero pareces necesitarlo. Asentí, agradecido por la oportunidad, aunque no sabía bien qué esperar. —Puedes limpiar las mesas, ayudar en la cocina. No es mucho, pero al menos tendrás algo de comer y un lugar donde quedarte por ahora —añadió, señalando una pequeña habitación en la parte trasera. Era más de lo que había imaginado al tocar esa puerta. No era un hogar, no era la salvación, pero era algo. Era el comienzo de una nueva etapa, en un nuevo destino, donde debía aprender a valérmelas solo. Así, en el corazón de Tokio, en un pequeño restaurante de comida americana, comenzaría mi lucha por sobrevivir. Las palabras de Kalvin, su consejo sobre la vida en armonía, resonaban en mi mente mientras me ponía manos a la obra. Quizás, en este nuevo lugar, encontraría algo más que simple supervivencia. Tal vez, con un poco de suerte y determinación, encontraría un camino hacia la estabilidad, aunque fuera temporal. La primera lección en Hakim's no fue sobre el trabajo en sí, sino sobre la capacidad de adaptación. Con cada plato que limpiaba y cada pedido que entregaba, me recordaba a mí mismo que, mientras pudiera seguir moviéndome, habría una posibilidad de seguir adelante.
  19. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Esa noche, mientras todos dormían en la casa Kaleb, tomé la decisión más dolorosa de mi vida. No podía quedarme más tiempo allí. Robb no me lo permitiría, y aunque una parte de mí quería pelear por Lucy, sabía que el conflicto traería más problemas de los que estaba dispuesto a enfrentar. Así que, en el silencio de la madrugada, me levanté, empaqué mis pocas pertenencias y me fui sin despedirme. La casa, que había llegado a considerar un refugio, me parecía extrañamente ajena mientras me deslizaba por el pasillo oscuro, escuchando los suaves ronquidos de Kalvin desde su habitación. Me detuve unos segundos frente a la puerta de Lucy, pero no me atreví a tocar. Al salir, sentí el frío de la noche golpearme en la cara. Todo estaba quieto, como si el mundo estuviera esperando a que diera el siguiente paso. Caminé hasta la calle principal y llamé a un moto taxi. El conductor, un hombre de mediana edad con una sonrisa desganada, no hizo muchas preguntas cuando le di la dirección del centro de la ciudad. Nos adentramos en la noche, las luces de Singapur brillando a lo lejos como una promesa vacía. Mientras el ruido de la ciudad se hacía más fuerte, sentí como si hubiera perdido todo otra vez. Una familia que nunca fue completamente mía, una oportunidad de ser feliz, de sentirme parte de algo. Todo se desmoronó tan rápido que apenas tuve tiempo de asimilarlo. Me aferraba al manillar del moto taxi, intentando contener el nudo en mi garganta. No era solo el dolor de dejar a Lucy; era la sensación de que, sin importar a dónde fuera, siempre estaría perdido. Llegamos al centro. Las luces de los edificios y los carteles de neón inundaban mis ojos, pero nada de eso me daba consuelo. Me bajé y vagué sin rumbo entre la multitud, como un fantasma en una ciudad que nunca me perteneció. Los autos pasaban, la gente reía, y el bullicio del tráfico era ensordecedor. Todo seguía su curso, como si mi tragedia personal no importara, como si el universo me recordara cuán insignificante era realmente. No sé cómo ni cuándo llegué al aeropuerto. Mis pies me llevaron allí por inercia, como si mi subconsciente supiera lo que tenía que hacer. Entré al enorme vestíbulo lleno de viajeros, turistas y negocios de lujo. Me acerqué a una pantalla de vuelos sin tener ni idea de a dónde ir. No importaba el destino, lo que importaba era huir, alejarme de ese lugar que, por breve que fuera, me hizo sentir como en casa. Miré los destinos disponibles: Bangkok, Tokio, Seúl, Kuala Lumpur… Ninguno me decía nada, pero en mi estado de desesperación, cualquier lugar era mejor que quedarme atrapado en ese ciclo de pérdidas. Mis manos temblaban cuando me acerqué al mostrador y compré un boleto sin pensar demasiado en el destino. Solo necesitaba escapar. —Un boleto para… —dije, mi voz apenas un susurro mientras elegía la primera opción disponible—. Tokio. El dinero no era un problema. Con mi trabajo anterior y mi vida sencilla, había ahorrado lo suficiente para comprarme esa fuga. Pero, mientras me entregaban el boleto y me dirigía a la puerta de embarque, una sensación de vacío se instalaba más profundo en mi pecho. ¿Huiría para siempre? ¿O algún día encontraría un lugar al que realmente pertenecer? Esperando en la sala de embarque, observé el ajetreo de la gente, las despedidas y los reencuentros, las emociones a flor de piel. Yo, en cambio, estaba atrapado en mi propia soledad. Las palabras de Kalvin resonaban en mi cabeza: "Vivir en armonía". Pero, ¿cómo vivir en armonía cuando todo lo que me rodeaba parecía en caos? El anuncio de mi vuelo interrumpió mis pensamientos. Era hora de marcharme, una vez más. Sin mirar atrás, me levanté y abordé el avión, dejando atrás una vida que podría haber sido mía.
  20. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Había pasado un mes desde que me uní a la familia Kaleb. Contra todo pronóstico, me adapté a la pesca mucho más rápido de lo que hubiera imaginado. Kalvin solía decir que vivir en armonía con el mar era la clave para entender la vida misma. Al principio, no comprendía del todo a qué se refería, pero con el tiempo, me fui dando cuenta. El ritmo del mar, su calma, su tempestuosa naturaleza, era un reflejo de nuestras propias vidas. Aprender a pescar era, en cierto modo, aprender a fluir con las circunstancias. Me sorprendió cómo mi vida había dado un giro tan drástico, y lo más inesperado de todo fue Lucy. Nunca había sido alguien que se desenvolviera bien con las mujeres. Mi torpeza y mi vida solitaria me habían hecho resignarme a la idea de que el amor no era algo que me llegaría. Pero Lucy... Lucy había despertado algo en mí que jamás había sentido. Sus sonrisas, su forma de hablarme y el simple hecho de estar cerca de ella hacían que mis días fueran más ligeros. Todo había comenzado de manera lenta, casi sin que nos diéramos cuenta. Después de las jornadas de pesca, nos sentábamos en el muelle a observar el atardecer. Hablábamos de todo y de nada a la vez, pero cada conversación nos acercaba más. Hasta que una noche, mientras el cielo se teñía de púrpura y el olor a sal llenaba el aire, nos besamos por primera vez. Fue un beso tímido, casi inseguro, pero no había duda de que ambos queríamos construir algo más. Sin embargo, como suele pasar en la vida, la calma nunca dura para siempre. Robb, el hermano mayor de Lucy, había estado fuera durante dos semanas en un viaje que nunca me quedó del todo claro. A su regreso, la atmósfera cambió. Robb siempre había sido frío conmigo, distante, pero esa vez... esa vez había una intensidad en sus ojos que no había visto antes. Fue un día normal cuando todo estalló. Estaba en el pequeño cuarto que Kalvin me había ofrecido cuando Robb irrumpió en la casa como una tormenta. Llevaba en la mano una carta, una carta que Lucy me había escrito la noche anterior. Ni siquiera me dio tiempo de reaccionar antes de que me empujara contra la pared con una violencia que me dejó sin aire. —¡Aléjate de mi hermana! —escupió entre dientes, sus ojos llenos de furia—. No tienes derecho a estar aquí, no tienes derecho a ser parte de esta familia. Me quedé congelado, sin saber qué decir ni cómo reaccionar. El puño de Robb se apretaba contra mi pecho, y en ese momento sentí que todo lo que había construido, todo lo que había empezado a significar para Lucy y para mí mismo, se desmoronaba. —Si no te alejas, te juro que haré que te arrepientas de haber llegado aquí —amenazó, soltándome con un empujón que casi me hace caer al suelo. El silencio que siguió fue insoportable. Robb se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando una sensación de vacío en mi pecho. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Había encontrado un lugar en el que, por primera vez en mucho tiempo, me sentía parte de algo. Lucy y yo estábamos construyendo algo real, pero ahora todo se tambaleaba. La amenaza de Robb era clara, y aunque no sabía si cumpliría con lo que había dicho, no podía ignorar la gravedad de la situación. Me senté en el borde de la cama, con la cabeza entre las manos. Tal vez Robb tenía razón. Tal vez yo no pertenecía a este lugar, a esta familia, a esta vida que tanto había empezado a desear.
  21. OnlyfootballFC ha respondido a OnlyfootballFC en un topic de Historias
    Me desperté tarde, mucho más de lo que había planeado. Al principio, fue el sonido de unos gritos que resonaban desde afuera lo que me sacó de un sueño profundo. Todavía medio adormilado, escuché una voz femenina, clara y firme, que decía: "¡Tengo dos!". Me tomó unos segundos reconocer que era Lucy. Salí del sofá y caminé hasta la puerta, curioso por saber qué estaba pasando. Lo que vi me sorprendió. Los Kaleb estaban fuera, trabajando con redes y cajas llenas de pescado. Era como si de repente el mundo tuviera sentido para ellos en una manera que yo no comprendía del todo. Lucy, con una destreza que no hubiera imaginado, ayudaba a su padre y a su hermano en la faena de la pesca. Era evidente que no solo sabían lo que hacían, sino que lo hacían con una energía que parecía contagiosa. Lucy me vio parado en la acera, mirándolos con una mezcla de asombro y curiosidad. Su sonrisa se asomó por el borde de la red que sostenía y, sin dudarlo, me llamó. —¡West, ven! ¡Ayúdanos! —gritó, mientras movía con facilidad un cubo lleno de pescado. Me acerqué sin saber qué esperar, pero intrigado por la energía que llenaba el aire. No sabía mucho sobre pesca, pero había algo en la manera en que trabajaban que me hacía querer ser parte de ello, aunque solo fuera por un día. Lucy me explicó cómo funcionaba todo, desde lanzar las redes hasta recogerlas, y aunque al principio mis movimientos eran torpes, pronto empecé a seguir el ritmo. Pasé la mañana trabajando junto a ellos, algo que no había hecho en años. Nunca había sido un hombre de esfuerzo físico, pero había algo extrañamente satisfactorio en la simplicidad de esa vida. El olor a sal en el aire, el sonido del agua chocando contra las redes, el eco de las voces entre los pescadores... Todo era tan diferente de lo que había conocido, y, de algún modo, más real. Kalvin, en medio de todo el bullicio, se acercó a mí con una sonrisa en el rostro. —West, parece que tienes algo de habilidad con esto —dijo, dándome una palmada en la espalda—. Si te interesa, puedes quedarte a trabajar con nosotros. No será la vida más lujosa, pero te aseguro que es honesta. Lucy, que no había dejado de sonreír desde que empezamos, insistió también. —Sí, quédate. Podrías aprender mucho, y necesitamos otra mano —dijo, con un guiño que me hizo sentir, por primera vez en mucho tiempo, que podía ser útil para alguien. No fue una decisión difícil de tomar. Acepté, no porque fuera el trabajo que había soñado, sino porque, por primera vez desde que todo comenzó, sentí que formaba parte de algo más grande. Una familia, una rutina, una vida impulsada por la pasión y el esfuerzo. No importaba cuán lejos estuviera de casa o cuán incierto fuera mi futuro; en ese momento, con las redes en las manos y el sonido del mar a mi alrededor, supe que estaba en el lugar correcto. Así, comenzó mi nueva vida entre los Kaleb, en un rincón del mundo donde la pasión por lo que se hace es la única fuerza que mueve a las personas.
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    La puerta se abrió con un crujido, y allí estaba ella. Una chica de cabello castaño y ojos profundos, evidentemente inglesa, igual que yo. De inmediato, mi nerviosismo afloró. No estaba preparado para esto. Nunca lo había estado. Las mujeres siempre habían sido un misterio para mí, un terreno en el que nunca me había sentido cómodo. Y ella… bueno, ella era bastante atractiva, lo cual sólo empeoraba las cosas. Traté de decir algo coherente, pero antes de que pudiera formar una frase decente, un hombre mayor apareció detrás de ella. Su semblante era amable, con una sonrisa que proyectaba calma y seguridad. Parecía tener unos 62 años, con el pelo canoso y una expresión llena de bondad. Me miró con curiosidad, pero sin juicio. —Hola, soy Kalvin Kaleb —dijo, tendiéndome la mano—. Y esta es mi hija, Lucy. ¿Qué te trae por aquí? Le conté, en pocas palabras, lo que había sucedido. Mi viaje, mi detención, la incertidumbre de mi repatriación. Mientras hablaba, sus ojos se suavizaban aún más. Era un ser de luz, como si irradiara bondad en cada palabra, en cada gesto. Escuchaba con paciencia, asintiendo, sin interrumpir. —Vaya, amigo. Parece que has pasado por un infierno —dijo Kalvin, mirándome con simpatía—. Pero estás aquí ahora. Vamos, entra, no te quedes afuera bajo la lluvia. Entré tímidamente, como si aún no mereciera ese tipo de bondad. La casa estaba cálida, llena de ese tipo de desorden hogareño que te hace sentir bienvenido. Kalvin me guió hasta el salón y me ofreció un lugar en el sillón. La incomodidad inicial se fue desvaneciendo poco a poco, aunque la presencia de Lucy, que se movía por la sala, seguía poniéndome nervioso. Justo cuando me estaba empezando a relajar, apareció otra figura en la escena. Un hombre más joven, probablemente en sus treintas, que me lanzó una mirada fría tan pronto como puso un pie en la habitación. Sus movimientos eran bruscos, y el desprecio en su rostro era evidente. —¿Y este quién es? —preguntó con desdén. —Robb, él es West. Ha pasado por algo complicado —respondió Kalvin, en un tono que intentaba suavizar la situación. Robb, evidentemente, no compartía el carácter amable de su padre. Apenas me dirigió la palabra, y cuando lo hizo, fue para hacer comentarios sarcásticos sobre mi situación. —No todos pueden ser vagabundos perdidos, supongo —murmuró, lo suficientemente fuerte como para que lo escuchara. Decidí ignorarlo. No tenía ni las fuerzas ni el ánimo para entrar en conflicto. Además, Kalvin intervenía siempre que podía, desviando la conversación hacia temas más amables. Me ofreció una comida caliente, algo que no había tenido en días. Mientras comíamos, intentó mantener el ambiente ligero, hablando sobre su vida en Singapur, cómo había terminado allí con su familia y sobre su amor por el Bali United, un equipo que, al parecer, compartíamos en común. Lucy, por otro lado, no decía mucho. Me miraba de vez en cuando, pero mantenía la distancia. No pude evitar sentir que me analizaba, como si intentara descifrar quién era yo realmente. Kalvin, finalmente, me ofreció un lugar para dormir en su sillón. Era más de lo que podía haber esperado. Esa noche, mientras me acomodaba bajo una manta en el sofá, sentí que, al menos por un momento, había encontrado un respiro en medio del caos. Pero a pesar de la hospitalidad de los Kaleb, no podía sacarme de la cabeza una pregunta: ¿qué iba a hacer mañana? El día siguiente seguía siendo una incógnita. Cerré los ojos, esperando que, de alguna manera, las respuestas llegaran con la luz del amanecer.
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    Caminé durante horas. Quizá días. Todo parecía un borrón en mi mente, como si el mundo hubiera perdido su color, su forma, su propósito. La lluvia empezó a caer sobre mí, suave al principio, pero luego se transformó en un torrente que me empapó hasta los huesos. Sin rumbo fijo, mis pies se movían por inercia, guiados por una fuerza que no entendía. Había perdido todo. Mi libertad, mi identidad, cualquier esperanza que me quedaba. El peso de esa realidad me aplastaba, y, por primera vez en mi vida, me sentía completamente y absolutamente solo. Ya no tenía ni siquiera el consuelo de mis rutinas, ni la seguridad de mi pequeño mundo. No había trabajo, no había videojuegos, no había nadie. Me vi a mí mismo vagando por las calles de Singapur como un fantasma. Sin dirección, sin razón. Sólo el ruido de la lluvia, golpeando implacable contra el suelo, acompañaba mis pasos. A lo lejos, las luces de la ciudad brillaban, pero para mí no significaban nada. No había refugio, ni destino. El mundo entero parecía una vasta extensión vacía. Entonces, llegué a una costa. El mar rugía ante mí, indiferente a mi sufrimiento, y las olas se estrellaban contra las rocas con una violencia que resonaba en lo más profundo de mi ser. Fue entonces cuando la vi. Una bandera, ondeando suavemente en el viento a pesar de la tormenta. Una bandera de Inglaterra, mi tierra natal. Sentí un tirón en el pecho, algo que no había sentido en años. Un fragmento de lo que había sido alguna vez, un eco de una vida que ya no existía. La apatía que había definido gran parte de mi existencia comenzaba a desmoronarse, y en su lugar, surgía algo nuevo. Algo que me impulsaba a moverme hacia esa bandera. Por primera vez en lo que parecían siglos, me vi obligado a actuar, a socializar, a pedir ayuda. Mis pies, que hasta ese momento sólo habían conocido el andar sin rumbo, encontraron un propósito. Subí por una pequeña colina que daba a una casa junto a la costa, el lugar donde ondeaba la bandera. Cada paso parecía más pesado que el anterior, pero no me detuve. Cuando llegué a la puerta, dudé. No estaba acostumbrado a depender de los demás. Siempre había vivido en mi propio mundo, lejos de las interacciones humanas. Pero ahora no tenía elección. Estaba perdido. No sólo en este rincón del mundo, sino dentro de mí mismo. Tomé una respiración profunda, alzando mi mano temblorosa y golpeé la puerta.
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    Cuando los guardias me llevaron a la oficina, mi mente estaba en blanco. Apenas podía procesar lo que sucedía, y los ecos de mis propios pensamientos eran los únicos sonidos que escuchaba. Al llegar, el oficial detrás del escritorio no me miró directamente, como si mi presencia fuera sólo otro trámite. Me pidió mis datos de nuevo y luego me entregó una boleta. —Es tu boleta de salida —dijo, sin ningún tipo de emoción. "Salida". Una palabra que resonaba con esperanza, algo que no había sentido desde que me pusieron en esas celdas. Me aferré a esa boleta como si fuera la llave de mi libertad, la señal de que mi pesadilla estaba llegando a su fin. Pero esa sensación se desvaneció tan pronto como vi la camioneta negra estacionada afuera. No hubo muchas palabras. Los guardias simplemente me empujaron hacia el interior de la van. El conductor, un hombre que no me miró en ningún momento, cerró la puerta trasera, y así, de un segundo a otro, me encontré viajando en la parte trasera de ese vehículo oscuro, sin ventanas, con la sensación de que algo no estaba bien. ¿Estaba yendo al aeropuerto? La idea de salir de Singapur, de volver a casa, me daba una ligera esperanza, pero algo en el silencio del viaje me decía que no debía confiar en ello. Mi mente divagaba, pero siempre regresaba a la misma pregunta: ¿será esta mi oportunidad de escapar de este infierno? Después de lo que pareció una eternidad, la van se detuvo, y los guardias me abrieron la puerta sin decir una sola palabra. Cuando salí, miré a mi alrededor y mi corazón se hundió en mi pecho. No estaba en el aeropuerto. Estaba de nuevo frente a la embajada británica. El mismo edificio que había visitado días atrás, cuando todo comenzó. Un oficial me recibió al entrar, con una expresión fría y distante. Me hizo pasar a una pequeña sala donde me explicó mi situación con una frialdad que helaba la sangre. —Estás en la lista de espera para la repatriación —dijo, leyendo de un documento sin levantar la vista—. El proceso, lamentablemente, podría tardar entre 12 y 19 años. El mundo se desmoronó a mi alrededor. ¿Años? ¿Tenía que esperar más de una década para poder regresar a casa? —Además —añadió—, al no tener tus documentos, el proceso podría extenderse aún más. Pero... —hizo una pausa, como si estuviera a punto de darme una solución— eres libre para moverte dentro de Asia tanto como quieras. Libre. La palabra sonó vacía. ¿Qué clase de libertad era esa? Podía moverme, sí, pero sin un lugar al que llamar hogar, sin un destino claro. Era como estar atrapado en un limbo, un lugar donde el tiempo no corría a mi favor. Salí de la embajada, con la cabeza baja y el corazón pesado. El peso de la incertidumbre me aplastaba, y aunque ya no estaba tras las rejas, la libertad que me ofrecían se sentía como una cruel broma. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿A dónde iría? No tenía respuestas. Sólo una certeza amarga: mi regreso a casa estaba más lejos de lo que jamás había imaginado. Ahora, en esta vasta región de Asia, debía encontrar una forma de sobrevivir, de seguir adelante sin un camino claro.
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    Los jóvenes me llevaron por pasillos oscuros y mal iluminados hasta una celda al fondo del complejo. La puerta estaba entreabierta y dentro, sentado en un colchón raído, había un anciano. No era lo que esperaba. A pesar de su edad avanzada, irradiaba una presencia que exigía respeto. Sus ojos, aunque cansados, brillaban con una intensidad que pocos hombres jóvenes podían igualar. —Te estaba esperando —dijo, señalando el único asiento disponible, un taburete de madera desgastada. Me senté con cautela, sin saber qué esperar. Al principio, sólo nos miramos. El silencio entre nosotros era denso, pero no incómodo. Finalmente, él rompió la quietud. —Me llamo Ghan Yi —dijo con una voz áspera pero serena—. Durante cuarenta años fui líder de la mafia en Singapur. Hice cosas de las que no estoy orgulloso, y ahora estoy pagando por mis errores. No había amargura en sus palabras. De hecho, su tono era casi apacible, como si hubiera hecho las paces con su pasado. Me trató con una amabilidad que no esperaba en un lugar como ese, y poco a poco, comencé a relajarme. —¿Sabes por qué estás aquí, muchacho? —preguntó Ghan Yi, mientras encendía un cigarro y soltaba una nube de humo en el aire—. No es sólo por tus papeles perdidos. En este mundo, nada pasa por casualidad. Todo es parte de algo más grande. No supe qué responder. Así que lo dejé hablar. Durante las siguientes semanas, Ghan Yi me trató como si fuera su propio hijo. Me habló sobre su vida en el crimen, sobre los códigos que seguían y cómo la mafia de Singapur había estado bajo su control durante décadas. Lo curioso era que, a pesar de lo que me contaba, no percibía en él el estereotipo de un hombre malvado. Más bien, parecía un hombre cansado, que había hecho lo que creyó necesario para sobrevivir y prosperar. —No me malinterpretes, West —dijo en una ocasión—. No soy un buen hombre, pero aprendí algo en mi vida: la determinación es lo que define a una persona. Sea para bien o para mal, sin determinación, no eres nada. Esa frase se quedó en mi mente. La determinación, el impulso de seguir adelante, era algo que todos en ese lugar compartían, desde los prisioneros hasta los guardias. Incluso yo, perdido en una situación que no entendía, empezaba a ver las cosas de manera diferente. A través de Ghan Yi, conocí a otros miembros de la pandilla "Xvgh", un grupo de presos que se autodenominaban hinchas acérrimos del Bali United. Eran duros, pero el fútbol los unía de una forma que pocas cosas podían. En más de una ocasión me hablaron sobre su amor por el equipo, su pasión por cada partido y cómo el fútbol les daba algo a lo que aferrarse en medio de toda esa oscuridad. Increíblemente, comencé a sentirme parte de algo. Las noches eran menos frías con ellos alrededor, y las charlas con Ghan Yi me hacían reflexionar sobre la vida de una manera que jamás había hecho antes. No era un entorno ideal, pero, por primera vez en mucho tiempo, no me sentía completamente solo. Todo parecía tener un ritmo, una especie de rutina en la que me había sumergido. Pero eso cambió el día que vinieron a buscarme. Era temprano por la mañana cuando los guardias llegaron a mi celda. Sus rostros no mostraban emoción alguna mientras me llevaban a una oficina en el ala principal del edificio. Mis pensamientos se arremolinaban: ¿Qué había pasado? ¿Por qué me estaban sacando? Mi mente no dejaba de formular preguntas. ¿Había llegado el momento de mi repatriación? ¿O algo mucho peor estaba a punto de suceder?

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