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Sebastian Merchant, Les Sang et Or
EL FUTURO ES IMPREDECIBLE Es difícil predecir nuestro futuro y más cuando no tenemos claro qué somos en el presente. Parece una frase filosófica pero nada más lejos de la realidad, os pongo en situación. Mi nombre es Sebastian Marchant, Sebastian o "Seba" para familia y amigos, tengo 35 años y hasta hace ocho días vivía en un pueblecito o comuna, como aquí en Francia les llamamos, llamado Angers. Si os tengo que explicar algo de mi vida me resulta difícil elegir algo importante ya que hasta ahora ha sido más bien plana, sin sobresaltos, vamos sin nada extraordinario. Vengo de una familia pudiente que ha podido permitirse más lujos que penas, no podemos considerarnos ricos pero tampoco podemos quejarnos de cómo nos ha ido la vida. Mi madre, muy joven todavía, se ha dedicado toda su vida al arte. Su hobby y profesión siempre ha sido "plasmar sobre lienzo sus sentimientos" como ella siempre explica. Mis hermanas (dos más concretamente) viven en París su vida Universitaria sin ningún interés por el mundo laboral, "papi" siempre está ahi para recargar sus tarjetas de crédito. Yo llevo 12 años dedicando mi vida a una empresa dedicada a la seguridad informática, mi sueldo no es ninguna millonada pero me permite tener la suficiente independencia económica como para no deberle nada a mi padre. Mi padre... ¿por qué lo he dejado para el final? Sencillo, en él está la clave de esta historia. Empecemos por el principio. Jean-Piere Marchant, osea, mi padre, ha sido un hombre siempre dedicado al negocio familiar que fundó mi abuelo. Un pequeño negocio de fabricación de cristal que con el paso de los años se convirtió en uno de los más importantes de la región. ¿Pinta bien no? lo pintaba... hasta que mi padre decidió fulminar la mitad del capital de la empresa para invertir en su otro gran amor después de mi madre (aunque ella siempre ha dicho que la segunda posición era para ella) el fútbol y, más concretamente, en el equipo que durante muchos años fue su gran pasión. Mi madre nunca se opuso, directamente, a dicho acto solidario de mi padre que llevó a obligarnos incluso a vender la casa en la que vivíamos. Yo, en cambio, siempre le reproche al viejo que priorizara un equipo de fútbol por encima del futuro de sus hijas. Esto hizo que mi padre y yo nos separásemos cada vez más hasta el punto de dejar de hablarnos. Las únicas noticias que últimamente yo tenía de él era por mi madre que, muy a pesar suyo, siempre intentó mediar para que nuestra relación volviera a ser como años anteriores. Está bien, si, estoy hablando en pasado. Hace dos semanas recibí la fatídica llamada de mi madre, mi padre estaba hospitalizado y su estado era muy grave. En ese momento solo se me ocurrió correr al hospital donde se encontraba, joder era mi padre el que estaba debatiéndose entre la vida y la muerte, pero no fui lo suficientemente rápido. Al llegar a la planta donde se encontraba, me temí lo peor, mi madre y mis hermanas se abrazaban entre lágrimas en la puerta de la habitación, mi padre había fallecido hacia tan solo diez minutos. Mi madre me miró, me acarició la cara y simplemente se fundió en un abrazo conmigo mientras, al contrario que ella, mis hermanas me miraban con ojos de odio quizá, y en parte, porque creían que parte de culpa del ataque al corazón que había sufrido mi padre era mía. Las horas siguientes, fueron una tortura. Familiares, amigos y gente que jamás había visto se afilaban delante del féretro de mi padre para darnos el pésame a la familia. El descanso, tanto para mí como para mi madre y mis hermanas, llegó una vez mi padre fue enterrado en el panteón familiar. Mis hermanas, que tanto querían a mi padre, cogieron esa misma noche un avión a París para seguir con su vida Universitaria dejando a mi madre sola en estos momentos. Yo me vi incapaz de volver a mi casa, mi madre nos necesitaba ahora más que nunca y yo no iba a actuar igual que las arpías que tengo como hermanas, así que decidí ir a mi apartamento y coger un poco de ropa para pasar unos días en casa con mi madre. Una hora más tarde, llegaba a casa de mis padres. Mi madre se había adelantado para recoger la casa y adecuar una habitación para mí. Al llegar a la puerta, me sorprendió escuchar que mi madre no estaba sola, estaba acompañada de al menos dos hombres por las voces que podía diferenciar a través de la puerta. Decidí no entrar e intentar descifrar la conversación que estaban teniendo. En estos momentos y viendo que mi madre parecía alterada, decidí entrar. Dos hombres vestidos con trajes no baratos estaban sentados en la mesa junto a ella. Al verme entrar, se apresuraron a ponerse de pie. Es lo último que supe balbucear. Todo lo que recuerdo posterior a esa conversación es a mi madre abrazándome después de firmar un pre-contrato como Manager del RC Lens. Cómo bien os dije antes... Es difícil predecir nuestro futuro...
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El reloj que nunca se detenía - Hamburger SV
Una gran pena el destino de este gran clásico Europeo. Aquí tienes otro seguidor de la historia!!
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El príncipe de Odesa
Vete imprimiendo mi abono de temporada!!! Increíble introducción, deseando saber cuál será el destino.
barlocc
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