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Marco Rafael "El Abeja"

Zuidoost United

FM24
Saturday Vijfde Klasse C (West 1) ver carrera
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Respuestas destacadas

Marco Rafael "El Abeja"

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El Abeja: Pique y Muere

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Hola a todos, soy Marco Rafael Rensenbrink Neeskens, aunque acá me conocen como "El Abeja". No, no piensen que soy más rápido que el viento o que zumbido pelota en pie, porque la verdad es que soy más bien todo lo contrario: un tipo que siempre quiso ser el extremo rápido y picante, pero que terminó de lateral derecho porque... bueno, porque un pique y muere, y el resto del tiempo andando como alma en pena.

Estamos en junio de 2023, tengo 22 años y ando sin rumbo claro en la vida, ese típico momento en que uno se pregunta “¿y ahora qué?”. Vivo en Carlos Paz, Córdoba, con el mate siempre a mano y una familia de sangre neerlandesa que nunca entendió bien por qué no coroné siendo Maradona o al menos un Messi. Jugador mediocre, bastante malo para casi todo, pero con un amor por el fútbol que me saca a la cancha aunque no entienda ni mu de táctica. Para mí, el fútbol es más sentir la pelota, meter ganas y tirar algún chiste para alegrar el vestuario.

Como si fuera una maldición, todos los grandes me preguntaban si era pariente de alguno de esos cracks neerlandeses que todos conocen. Claro, que no, excepto algunos que entienden un poco de fútbol y se enganchan con que a mi viejo le dio por ponerme esos nombres, que hablan por sí solos.

En esta primera entrega les cuento esto para que me conozcan un poco. En la próxima, les voy a contar qué me espera y por qué "El Abeja" tiene que poner toda la garra para que esta historia no termine en desastre.

Así que, ajusten los cinturones, que lo mejor viene en camino y acá, con mate y humor, siempre hay lugar para seguir peleando.

Editado por John Smith

  • Autor

Marco Rafael "El Abeja"

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No sé qué firmé, pero tengo laburo
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¿Vieron esas historias donde uno viaja con la familia y todo parece un plan perfecto desde afuera? Bueno, la mía fue todo lo contrario, un caos con risas nerviosas que aún no termino de procesar. Sucedió allá por junio en la tierra de mis viejos, los neerlandeses, cuando ni yo mismo entendía lo que estaba pasando.

Íbamos caminando por el centro cuando entramos a una oficina que parecía una apuesta loca. Yo pensaba que estaba participando en un sorteo por unas camisetas del Ajax o algo por el estilo. Pues no. No entendía nada, nada de lo que me decían en ese lugar formal, y terminé firmando un contrato para ser manager de un club. Sí, manager. Y sin tener la menor idea de lo que eso implicaba.

Les juro que fue como si me hubiera clavado en un laberinto sin mapas. Tenía en mis manos papeles gigantes, bolígrafos que parecían plumas de escritor oficial y una cara de “¿qué acabo de hacer?” impresionante. Mi viejo orgulloso, mi vieja preocupada y yo con la sensación de estar en otro planeta, sin saber bien si salir corriendo o quedarme a ver qué más pasaba.

Y para colmo, ese contrato era sin salario. Así como lo escuchan, sin un mango. Pero con una licencia nacional C que saqué casi por casualidad, entre partidos en la plaza y mates interminables con los amigos, me lancé a la aventura. Ni experiencia, ni equipo, ni idea mínimamente clara sobre cómo dirigir algo. Solo la coraje, el humor y el mate.

Por ahora estoy en ese limbo, sin sueldo, con mucha incertidumbre y una pila de papeles que no termino de entender. Pero así es la vida cuando uno no sabe demasiado: se aprende en la cancha, aunque la cancha sea de decisiones mal tomadas y la pelota se escape a cada rato.

Al final, lo único que sé con certeza es que, como lateral derecho, uno corre aunque no tenga ni idea para dónde va. Y yo corro, con esperanza y muchas ganas, esperando que esta historia no termine en desastre.

Editado por John Smith

  • Autor

Marco Rafael "El Abeja"

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Pasaje, mate y ni idea
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Lunes 19 de junio de 2023, todavía con el mate en mano y el desconcierto pegado. La persona que me hizo firmar el contrato trajo un traductor, porque aunque soy hijo de neerlandeses, el idioma siempre me quedó medio lejos. La verdad, nunca le di mucha importancia y solo entiendo algunas cosas sueltas, lo básico para no naufragar.

El tipo se llama Jan van der Pol y me explicó con paciencia de maestro que había firmado para ser manager del Zuidoost United, un club de nivel 10 del país.
El Zuidoost United es un club que juega en el nivel 10 del fútbol del país, que se entiende porque hay 5 niveles profesionales y luego 5 niveles amateurs. En el último de todos, ahí está este club: lo más bajo de lo bajo, donde los campeones se vuelven leyendas en los barrios y la pelota rueda más por la voluntad que por la técnica.

Me contó que el 21 de junio era cuando tendría que estar a cargo del club, igual que si me hubieran dado el mando de un barco, pero sin tener ni idea de dónde estaba la brújula. Yo, en modo “¿qué hago acá?”, le expliqué que justo tenía pasaje de vuelta para esa misma noche. Ni un peso en la tarjeta, menos mal que el club se comprometió a pagarme un pasaje de Córdoba a Ámsterdam, para volver en un viaje relámpago y arrancar esta aventura de forma oficial.

Así que mientras mi cabeza hacía malabares con la idea de moverme tan rápido, Jan me decía que buscara mis cosas y me preparara, porque el miércoles 21 ya arrancaba mi trabajo. Yo pensaba en el mate, en el asado y en el cuarteto, mientras me decía a mí mismo que esta historia recién empezaba y que iba a necesitar toda la garra para no salir volando de este quilombo.

Si hasta ahora había corrido sin entender para dónde, ahora iba a tener que correr con los ojos bien abiertos, la oreja pegada a las indicaciones y el corazón al mango. Así que acá estoy, intentando no perder la sonrisa, con la improductividad a cuestas y la ilusión escondida entre paquete de alfajores y documentos oficiales.

No sé qué me espera allá, pero sí sé que lo voy a contar como siempre: con humor, sinceridad y un toque de locura, porque si no se puede así, mejor ni empezar.

Editado por John Smith

  • Autor

Marco Rafael "El Abeja"

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Entre grafitis y pepinos, mi nueva vida

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Crónica de un aterrizaje anunciadísimo. El 21 de junio, antes que las tostadas, ya estaba pisando el aeropuerto de Ámsterdam. El sueño del pibe cordobés: pasé de comer criollitos en Carlos Paz a ver bicicletas por todos lados sin entender si era una manifestación o la vida diaria. Salí del aeropuerto como duque perdido, con la mochila medio vacía, la cara de dormido y el Google Maps pidiendo clemencia.

Me toca pedir un Uber para Zuidoost, que el traductor me había vendido como un pintoresco y colorido exclave de la ciudad; yo pensé “exclave” era lo que te pasaba cuando te olvidabas la llave. Nada que ver: resulta que ahí viven unas 84.000 personas y ninguno tiene la menor idea de quién soy yo.

La zona, según mi primera impresión y lo que vi por la ventana, es un arcoíris con edificios modernos, grafitis de colores y gente que va y viene con un ritmo que te deja bizco. Pero mi parada era el célebre Bijlmer Sportpark, el estadio del club donde, según Jan van der Pol, voy a tener todo: oficina, habitación y las cuatro comidas diarias como pago, que para mí es oro puro. Lo único que sé cocinar son fideos.

Entro al predio con la expectativa de encontrarme con canchas de último nivel y lo que veo es más parecido a los potreros de Córdoba, pero con pasto bien verde y líneas bastante rectas. Mi "oficina" parece más bien el aula de plástica de la primaria, y mi "habitación" tiene menos muebles que rancho de pescador, pero hay colchón.

El desayuno es pan con queso y algo que nunca supe si era mermelada o experimento químico. El almuerzo, sándwich gigante con pepinos y esa salsa rara que en Argentina solo le pondrían a una ensalada rusa. La merienda lo mismo que el desayuno, pero más frío, y la cena… bueno, sopa de verduras, pan, y si tengo suerte, aparece una fruta misteriosa. Eso sí, siempre cuatro comidas: el club cumple.

Por ahora no hay sueldo, pero el estómago agradece. Lo bueno de vivir en el estadio es que nunca vas a llegar tarde al entrenamiento, aunque si cocinan algo raro seguro llegás primero al baño.

Ese primer día me sentí raro, entre emocionado y sin entender mucho. Me saludaron tres viejos del club, dos chicos que jugaban al ping pong y un perro que, si le enseñaba a patear, seguro jugaba mejor que yo.

Editado por John Smith

Buena intro, veremos si el "Abeja" no se distrae entre tanto tulipán. ¡Ánimo y a por ellos!

  • Autor

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Buenas tranchetetorrent bienvenido a los Tulipanes Rebeldes, "El Abeja" claramente no esta preparado, esperemos que no se den cuenta tan rapido. Saludos

  • Autor

Marco Rafael "El Abeja"
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33 pibes y un termo, la revolución

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Desempaque temprano y encaré el desayuno con la destreza de quien ya aprendió que el queso amarillo puede tener gusto a cualquier cosa. Apenas tragué el mate, fui a la oficina del presidente Jan, esperando instrucciones sencillas tipo “poné la pelota en el punto del penal”. No. El tipo arrancó diciéndome algo así como “hay noticias malas y otras peores”.

Resulta que, en una movida digna de película, renunció todo el staff: técnicos, utileros, médicos y hasta el que inflaba las pelotas (si es que existía). Como nadie quería quedarse, hasta los jugadores del primer equipo y la reserva pegaron el portazo y me dejaron solo con el ejército juvenil.

Mi plantel, entonces, eran los empleados del equipo juvenil y 33 chicos entre 14 y 16 años, cada uno con más ganas que físico. El club, que hace tres días tenía todo y ahora parecía una colonia de vacaciones, me entregó la dirección de un plantel que a duras penas sabía qué era una reunión táctica.

Por si fuera poco, el viernes había partido: el famoso primer equipo contra los juveniles, que ahora eran el primer equipo y los suplentes a la vez. Todo muy lógico. Me imaginé en el banco con 33 chicos, una carpeta de papel en blanco y el termo como ayudante técnico.

Mi tarea del día era conocer a los empleados que quedaban y ponernos creativos: designarles funciones, descubrir quién sabe preparar sándwiches y quién puede marcar la cancha sin perderse. Los nombres los iremos contando después, así el suspenso es más grande que mi entendimiento del neerlandés.

De ahí, tenía que decidir tácticas, entrenamientos, amistosos y hasta dónde van los conos. Lo único seguro por ahora es que en algo más de dos meses debutamos, y si no salen a correr los chicos voy a tener que salir yo, que corro lento pero con entusiasmo.

Hoy empieza la reconstrucción del club más pintoresco y desorientado del fútbol neerlandés. Con mucha imaginación, cero referencias y la esperanza de que en el equipo, además de mate y pepinos, haya alguna idea buena para que no nos goleen.

  • Autor

Marco Rafael "El Abeja"

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El club más amateur de Holanda

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Salí de la oficina del presidente con esa mezcla de sentimientos que va desde “¿qué hago acá?” hasta “esto va a ser un culebrón de novela”. Me dirigí al campo de juego, donde me esperaban nada menos que 20 empleados del equipo juvenil. Bueno, empleados no exactamente, más bien colaboradores amateurs, entre 24 y 48 años, todos con menos experiencia que yo en neerlandés.

Después de una charla corta, en la cual usamos mucho el lenguaje corporal y un poco de señas (porque hablar, poco), decidí poner un poco de orden en el descontrol. Le dije a Achraf, un tipo medio perdido pero con buena onda, que sería mi segundo entrenador y se encargaría de los entrenamientos, que esperemos sepan más que yo.

Jeffrey pasó a ser el secretario técnico y le pedí que armara 12 amistosos, cada 5 días, para ir calentando motores hasta el comienzo de la temporada. Sander quedó como manager de la reserva y Marcel se hizo cargo del equipo sub 18, así tenemos representante en casi todos lados.

Rewien, que fue el que más me ayudó con el inglés y las charlas, se iba a encargar de scoutear juveniles para el club, misión importantísima para mantener el club vivo y no acabar jugando solo con el perro.

Al resto de los colaboradores les dije que se asignaran las funciones ellos mismos, porque si les daba una orden me quedaba sin equipo antes de la primera práctica. Para esa altura, estábamos todos igual, contentos pero perdidos, sin tener ni idea de qué estábamos haciendo allá.

Vi un grupo que se hacía unas bromas, otro que jugaba al ping pong como si fuera la final del mundial y a varios que estaban en modo “yo vine por el mate, no por el trabajo”.

Así arrancamos esta etapa con mucho humor, cero experiencia y la esperanza de que la pelota, al menos, ruede para adelante. La revolución amateur había empezado, y el único plan que tenía era poner a correr a todos los pibes, con o sin talento, porque de eso se trata esto: de ganas, ganas y más ganas.

Zoul4YG.jpeg Staff Zuidoost United

Editado por John Smith

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