CAPITULO 1: LOS ORIGENES EQUIDISTANTES DEL ESCOCES ERRANTE. Alasdair creció en los suburbios de Edimburgo, chutando pelotas desde que sus pies fueron lo suficientemente grandes para hacerlo. Su pasión y talento lo llevaron a las filas del Raith Rovers, donde durante años desplegó garra y una visión de juego que lo convirtieron en un lateral respetado. La afición coreaba su nombre, vibrando con cada proyección y cada entrada oportuna. El fútbol era su vida, su sangre. Sin embargo, el destino tenía un giro cruel adelante. En un fatídico partido, a los 34 años, un giro brusco resultó en un chasquido doloroso y la confirmación de una rotura de ligamentos que lo apartaría indefinidamente de las canchas. El golpe fue devastador. No solo perdía su sustento y su pasión, sino que sentía cómo una parte fundamental de sí mismo se desvanecía. La oscuridad de la depresión lo envolvió, haciéndole cuestionar su valor y su futuro. Fue su psiquiatra quien, con seguridad, le sugirió una terapia inusual: "renacer a través de tus orígenes". La idea resonó en Alasdair, aunque al principio le pareciera extraña. Recordó las leyendas que su abuela le contaba sobre un tatarabuelo lejano, ese paraguayo de altar alcurnia en tiempos turbulentos que había encontrado refugio en las tierras frías escocesas. La Guerra de la Triple Alianza, un conflicto lejano y sangriento, lo había impulsado a cruzar el Atlántico, llevando consigo el eco de una vida que Alasdair apenas podía imaginar. Impulsado por una curiosidad creciente y una necesidad profunda de encontrar un nuevo propósito, Alasdair tomó una decisión audaz. Vendió algunas pertenencias, empacó una valija y voló a Asunción. La ciudad lo recibió con una calidez húmeda y un ritmo diferente al frenético pulso de Edimburgo. Al principio, se sintió torpe, un extranjero en una tierra que, sin embargo, corría por sus venas. Se esforzó por aprender el guaraní, las melodiosas palabras que sus ancestros habían hablado, y poco a poco las frases se hicieron más fluidas, conectándolo con una parte olvidada de su ser. En Asunción encontró una cultura futbolística vibrante y apasionada, diferente a la rigidez estoica europea. Observó los movimientos ágiles y creativos en las canchas de los barrios paraguayos, la improvisación y la alegría pura en el juego. Sintió una chispa encenderse nuevamente. Decidió inscribirse en la tecnicatura de fútbol local, absorbiendo las filosofías y estrategias sudamericanas, una mezcla de pasión desbordante y astucia táctica. Para su sorpresa, el estudio y la inmersión en este nuevo mundo futbolístico actuaron como un bálsamo para su alma herida. La depresión comenzó a ceder, reemplazada por una renovada sensación de propósito. Ahora, con su flamante Licencia C continental bajo el brazo y la riqueza del fútbol sudamericano corriendo como pensamientos, Alasdair se prepara para asumir un desafío. No vuelve como el jugador frustrado por la lesión sino como un técnico con una perspectiva única, una fusión de la disciplina europea y la creatividad sudamericana. Está listo para reinventarse en el deporte que ama, llevando consigo la historia de su tatarabuelo, el sabor del tereré y la pasión desbordante de las canchas guaraníes. Su "renacimiento" no solo lo ha curado, sino que lo ha transformado en algo nuevo y emocionante. Alasdair, al día de hoy, gracias a que la red une a todos los rincones del mundo a través de un clic, repartió tu CV en clubes de ligas bajas de Sudamérica y Europa, porque como un buen escoces errante, sabe que gloria viene de abajo.
Únete a la conversación
Puedes publicar ahora y registrarte después. Si ya tienes una cuenta, accede ahora para publicar con tu cuenta.