Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Lehrers 0 - Vorwort. Die Geschichte von Matthias En algún lugar de Argentina. Me desperté esta mañana mientras me preparaba para ir a trabajar, con el café aún tibio en la mano, y sentí que tenía que contar una historia. Era un impulso que no podía ignorar, una urgencia que se había vuelto casi obsesión. Al mismo tiempo, mi señora me recordaba con una mezcla de paciencia y reproche que tenía demasiadas tareas y obligaciones acumuladas. Sin embargo, aquel deseo insistente no se apagaba; me llamaba, reclamando atención. Hay cosas que uno no puede dejar de hacer, aunque la vida esté llena de compromisos. Para algunos, es trabajar; para otros, estudiar; para mí, siempre fue el fútbol. No como espectador, sino como jugador: correr detrás de la pelota tres veces por semana, sentir el césped bajo los pies, escuchar los gritos de los amigos y las risas que acompañan cada gol. Tengo 48 años, soy médico, y gran parte de mi tiempo está dedicada a cuidar a otros, a tomar decisiones que importan, a poner todo mi conocimiento al servicio de la vida. Pero cuando el silbato final suena en la cancha de fútbol amateur, algo en mí se libera y me recuerda que todavía hay espacio para la alegría simple, para la pasión pura. Soy padre de tres hijos, y cada uno de ellos me obliga a aprender nuevamente cómo mirar el mundo, cómo escuchar con atención y cómo compartir momentos sin prisas. El fútbol con ellos no es solo un juego: es un lenguaje secreto, una forma de conexión que no se desgasta con los años. Pero hay otra pasión que acompaña mis días y mis noches: Football Manager. Allí, en ese mundo virtual, puedo explorar tácticas, entrenar jóvenes promesas, planear ascensos imposibles, sufrir derrotas y celebrar victorias como si fueran reales. Cada partida es un universo que me permite soñar despierto, experimentar la emoción del fútbol sin restricciones, y también reflexionar sobre liderazgo, paciencia y resiliencia. A lo largo de los años, he escrito historias: algunas largas, otras cortas, algunas leídas por muchos, otras guardadas solo para mí. Cada una ha sido una manera de vivir otras vidas, recorrer destinos de forma imaginaria, descubrir personajes y equipos, rescatar hechos históricos y explorar emociones que la rutina cotidiana no siempre permite. Pero hoy siento que necesito contar algo distinto, algo más profundo. Tal vez sea la última historia que escriba. Tal vez no. Pero sé que necesito hacerlo para sentirme pleno, para mantener esa chispa de felicidad que se enciende cada vez que combino la pasión, la creatividad y la nostalgia. Contar esta historia es una forma de reconciliarme con el tiempo, con mis recuerdos y con los sueños que aún quiero alcanzar. Escribirla no es solo un acto de diversión o entretenimiento. Es un acto de rebeldía frente a un mundo que puede volverse gris a diario, una manera de reclamar tiempo y espacio propios, de desafiar la monotonía y las obligaciones que insisten en acallar la imaginación. Es una necesidad, un ritual que me recuerda quién soy, qué me importa y por qué sigo corriendo detrás de una pelota, ya sea en la vida real o en un campo imaginario. Porque al final, contar historias es también un juego: exige estrategia, imaginación, paciencia y corazón. Y mientras haya historias que contar, mientras haya mundos que crear, seguiré haciéndolo. Porque eso me mantiene vivo, me mantiene pleno y me mantiene feliz..
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