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Taller de Literatura

Respuestas destacadas

Capítulo 5

    Jake luchaba con todas sus fuerzas contra las náuseas y el mareo, pero sin duda era una lucha que libraba con desventaja. Con los brazos colgando cual zombie recién salido de la tumba, se balanceó hasta que encontró una maceta. De rodillas y pegando la boca al tiesto, dejó fluir todo aquello que guardaba dentro. Ciertamente aliviado, cuando levantó la cabeza lo único que vio fue a un centenar de agentes apuntando con unas extrañas armas su cabeza, que más que nunca le parecía extremadamente grande. Desde bien pequeño se había obsesionado por la calvicie hereditaria de la familia. Cada día se veía más grande la frente, y le costaba más encontrarse algún fleco que acicalar. Sin embargo con el paso de los años, y aunque se fue quedando poco a poco más mondo, dejó de preocuparle tanto su imagen, y en especial su cabellera. Realmente asustado, las náuseas volvían al ataque, y esta vez habría menos defensa. Pero el hecho de hallar con la vista un cartel sobrenatural, insólito, le hizo olvidarse de aquello, y soltar un inoportuno:

- ¿Adoremos a Eddie Murphy?

Las carcajadas resonaban en un edificio que parecía haberse quedado mudo en el instante en que Jake había terminado de mencionar la palabra “Murphy”. Era él: el actor comediante Eddie Murphy. El Doctor Dolittle, el burro de la saga de películas animadas de Shrek, y recientemente también Norbit. Ese había sido un film con el que se había divertido mucho, aunque abiertamente reconocía que era de muy fácil risa. Era de la vertiente crítica la cual expresaba su animadversión hacia las películas sin trama alguna, que se limitaba a hacer chistes ocurrentes pero con poca miga. Sin embargo, a él le encantaba Eddie Murphy, algo que pensaba que correría a su favor… donde quiera que estuviese. Matt se fue haciendo un hueco entre el centenar de policías, o eso creía Jake, que rodeaban al chico, y tras darle una palmadita en la espalda, salió en su defensa.

- Hey, hey –empezó para echarle un poco de hierro al asunto- es un invitado, deberíais tratarle con un poco más de respeto.

- ¡Señor, en este complejo no requerimos invitados, señor! –auténticas máquinas parlantes.

- No ya, si yo sé que no los requerimos… ¡pero aquí he traído uno!

Con la tensión en el aire, una gota de sudor corriendo por un lado de la sien de Matt y Jake escondido detrás de él, aparentando ser invisible, los agentes de seguridad se abrieron formando dos filas para dejar paso a alguien que, aparentemente, mandaba en el lugar:

- Agente Holmes… ¿cuántas veces le he dicho que intente hacer algo… bien?

- ¡Qué palabras más duras jefe! Yo suelo hacer las cosas bien –dijo Matt agitando los brazos- lo que pasa es que a veces también sale algo… regular.

- Creo –prosiguió, siempre erguido y con los brazos entrecruzados –que debe de visitar mi despacho… nuevamente. Traiga consigo a tu amigo…

- Jake. Se llama Jake algo más.

- ¿Algo más? ¿De qué mundo proviene? –suspiró agitando levemente la cabeza- En fin, para el caso. En media hora le espero Holmes.

      • ----------------------------------------

Había sido una noche agitada en Gold Lake. Las alarmas se habían disparado sobre las tres de la madrugada por una entrada con sobrecarga. El agente Matthew Holmes había vuelto a hacer de las suyas. Holmes tenía en su haber los mismos detractores que alabadores, pero todos coincidían en que rara vez cumplía con los protocolos, algo que les había costado más de un sueño a unos cuantos implicados. Gold Lake entera recordaba el incidente del doble doce: el 12/12. En fechas cercanas a la Navidad, el joven agente tenía la misión de estudiar y observar al híbrido. Una tarea que normalmente era recomendada a novatos, pues no entablaba mayor peligro que el de sufrir una posible picadura de mosquito. Mas muchos deseaban ser mandados, al menos una vez en su vida, a aquel lugar. Al fin y al cabo, era el único mundo que sabían que no pertenecía a ellos. El único mundo que no estaba en su mundo, que estaba lejos del Planeta Tierra. La historia del híbrido es un tanto misteriosa y enigmática. Los datos los maneja el Sector 7, y sólo han entrado a esa sección del edificio seis personas en los veinticinco años de existencia del complejo. Muchos rumores circulaban y volaban sobre las cabezas de los residentes sobre ese S7, pero la realidad era que en la actualidad sólo dos personas estaban autorizadas a entrar allí. Todo lo referente a ello llegaba directamente. Incluso las comidas. Ellos se encargaban personalmente de ir a buscarla. Esa era una de las pocas veces al día en las que se dejaban ver. Aquel día de la aburrida misión de Holmes pasaría a la historia. El ostracismo que encerraba el cometido diario de observar a un ser de tres patas, escamas y bolsas de aire en las partes inferiores de su cuerpo era demasiado. Los agentes destinados al Planeta J24J8 tenían terminantemente prohibido el salir de la zona aclimatada para el estudio y la observación del híbrido: una habitación de color gris oscuro con un pequeño cuarto de baño y una pantalla gigante que daba, hacia el interior, a una silla plegable. Esa silla era una de las grandes curiosidades, y además de los grandes misterios, que encerraba Gold Lake. Matthew tenía claro que debía salir a explorar, y así lo hizo. El resultado fue su vuelta con varios huevos minúsculos de seres extraterrestres que ocasionaron una alarma de máximo nivel que mantuvo cerrado e incomunicado al edificio durante semanas. Pero, aunque los científicos no quieran admitirlo, esa infracción permitiría avanzar mucho en la sapiencia de aquel híbrido.

A Rodney Hamilton la bulla que armó Holmes le cogió en el momento justo de conciliar el sueño. Y, cómo no, le había molestado bastante. Ya le era complicado lograr entrar en el séptimo sueño como para que, en el instante exacto de su total desconexión, unas estridentes alarmas le hicieran saltar y sentir su corazón con la mano es busca del tan ansiado latido. Con unas ojeras notables y un mal humor aún más acentuado ese día, se dirigió al trabajo tras tomarse un café doble y una rosquilla con glaseado de fresa. Al llegar, su secretaria Susie ya estaba sentada, dispuesta a pasar otro día duro de responsabilidad. Nada más verle le comunicó algo que, a su parecer, era muy importante:

- Señor Hamilton, ha llegado una carta para usted.

- Oh –el tono agudo de voz de su secretaria le tronó en sus oídos, pero aguantando, le dio una respuesta agradable- gracias.

- Está en la mesa de su oficina –dijo obedientemente.

- De acuerdo.

Al tocar el frío pomo de la puerta casi se sobresalta. Ahora echaba en falta aquellos guantes que durante los meses cálidos de verano había decidido tirar a la basura. Subió las persianas, mantuvo la ventana cerrada, contempló el desapacible paisaje, y con la gabardina aún puesta, se sentó para abrir la carta, y luego ponerse con el papeleo que le esperaba. Aún tenía tiempo antes de que llegasen los becarios. No tenía nada escrito, ni el remitente. Imaginó que alguien se la habría dado en persona a Susie. Con su abrecartas comprado en Venecia, se dispuso a leer la carta. Algo que, en cuanto vio la cabecera de lo que contenía, pensó que había sido el mayor error de su vida.

- ¡Susie! –gritó exasperado Rodney.

- Dígame señor –se le notaba el gesto de temor en la cara.

- ¿Quién te ha dado esta carta?

- ¿Dado? No señor, esa carta estaba ahí cuando abrí esta mañana la oficina. Su puerta estaba abierta –Rod acostumbraba a mantener su puerta abierta, siempre y cuando la oficina estuviese cerrada- y vi ese sobre encima de su mesa. Supuse que era una carta por su forma… ¿no lo es?

- Sí, sí lo es –contestó ásperamente- Sólo que… en fin, si la has encontrado aquí no pasa nada. Sigue con tu trabajo.

- Como ordene señor.

Se sentó bruscamente en su silla, intentando encontrar el sentido a aquella carta que tenía en sus manos. ¿Cómo demonios había llegado ahí? ¿Y por qué a él? Sin duda era algo de alto secreto, algo que ni siquiera habían concluido de leer. Un segundo duró el debate en su cabeza sobre si leerla o no. Extendió el papel fino y cerrando un poco los ojos, la leyó.

Jejejje, que manera de mantener la intriga.. muy capo!!!

Que mierda dirá la carta???

Saludos

xD

Capítulo 6.

Las gotas de lluvia chocaban con los ventanales del edificio propinando aquel sonido incesante y arítmico que ponía a Jake aún más nervioso de lo que se encontraba. Las risas soltadas al ver aquel cartel no parecieron gustar a las personas de aquel mundo. << Vaya, aún no me acostumbro… en este mundo >> pensaba mientras caminaba al lado de Matt, que le había dicho que lo llevaría al despacho general del que se suponía era el jefe de todo aquello. Caminaba cabizbajo, pero en un instante en el que levantó la vista para hallar algo que le aportase tranquilidad, su vista se topó con una palabra que nunca antes había visto. En una puerta de color marrón con el pomo dorado, había un letrero que rezaba: Astrozoología. Sin duda le sonaba a chino. Y a la mente le vino una cuestión que le pareció interesante: ¿sabrían chino en ese mundo? Entre demencias propias de un viejo loco y sueños de un joven idealista se percató de que Matt, que andaba en paralelo a su derecha, se había parado en seco. Él llevaba una especie de transmisor pegado a su oreja izquierda. Aquel cable se perdía por debajo de la camiseta blanco grisáceo, pero Jake no quería ni imaginarse hasta donde llegaba. El agente Holmes, como lo conocían por allí, se puso la mano diestra sobre la mejilla del mismo lado y su rostro se tornó en desolación, impotencia.

- Matt, ¿qué ocurre? –preguntó Jake, sin querer caer en el puro y duro cotilleo.

- Oh… nada importante.

Esas palabras sonaron a disimulo, y unos segundos más tarde la idea de Jake se confirmó. Las alarmas sonaron estrepitosamente por todo el recinto. Por la ventana se podía ver a varias personas saliendo de los otros edificios, misteriosos para el chico aún, algunas corriendo despavoridas y otras caminando tranquilamente, como si esa no fuera la primera vez que veían ocurrir lo que demonios estuviese pasando. Los trabajadores pararon de teclear en sus grandes ordenadores, los mecánicos dejaron de apretar tornillos a las inmensas máquinas futuristas, y las secretarias salieron desde sus oficinas a los pasillos. Los dos jóvenes, que se encontraban cerca ya del despacho al cual se dirigían, pudieron observar salir de él a sendos hombres bien vestidos, con un maletín cada uno y gesto serio. Arreglándose la corbata pasaron a su lado sin cruzar mirada. Ambos estaban extrañados, pero lo de Matt no era por el hecho de ver a esos extraños hombres caminar con tanta ecuanimidad entre tanta alerta, sino porque él los conocía. Y no se le ocurría ningún motivo de por qué visitaban al jefe mayor. Jake no sabía qué hacer. Su “amigo”, si así se le podía llamar, se había quedado pensando, ensimismado, en aquellos dos elegantes hombres. Estaba desconcertado por el estruendoso ruido que había en el lugar. En cuestión de segundos el hall de la planta baja se había atestado de gente procedente de todos los edificios cercanos que conformaban el complejo. Un complejo del que apenas sabía nada. Sólo que en él se viajaba a mundos paralelos… o diferentes. O era el mismo pero con diferentes decisiones. La cabeza le parecía a punto de explotar, cuando todo el mundo se calló por completo, y las alarmas cesaron. Entonces, incluso Matt, miraron a una pantalla gigante que había sido descolocada del mismísimo techo. << Eso es a lo que llamo yo tecnología punta >> pensó. Con el cuello estirado y la mirada perdiéndose en los puntos negros de aquella especie de televisor de cine, esperó atentamente a nuevas señales de que algo pasaba. Y tuvo esa señal.

- Trabajadores, empleados, y demás personal cualificado para estar aquí en el día de hoy, –empezó a hablar la cara que había en aquella pantalla. Jake le recordaba, era ese << jefazo >> que le había citado junto a Matt en su despacho, a donde se dirigían hasta el extraño suceso- debo decir que el Planeta Z118 ha sido destruido. Le otorgamos la culpa de esta destrucción a Nevcylo.

Los murmullos se adueñaron de toda la edificación. Todas las personas se pusieron a hablar entre ellas, diciéndose cosas al oído y hablando en un tono de voz casi imperceptible. Desde el balconcillo donde se encontraba Jake, no se alcanzaba a oír nada. El movimiento brusco de las puertas automáticas le hizo mirar inconscientemente a la salida. Los dos hombres enchaquetados con los que se habían topado anteriormente habían salido y se dirigían a un edificio frontal. Era el más grande exceptuando a ese donde se encontraba, así que supuso que sería el segundo más importante. Pensaba en ellos cuando alguien de los presentes gritó.

- ¿¡Planeta Z118!? –preguntó, exclamando al cielo.

Las réplicas no tardaron en aparecer. Unas réplicas que pedían lo mismo. Al parecer él no era el único que desconocía cuál era ese planeta con nombre de coche de Nissan.

- ¿Por qué nunca se nos constató de que existía ese planeta? –gritó un ingeniero portando su mono ensuciado por algún tipo de líquido amarillento.

- ¡¡No está en nuestros mapas!! –profirió una mujer de edad media con una bata blanca- ¡Nos juraron que no volvería a pasar!

A Jake sólo le faltaban las palomitas. No daba crédito a lo que estaba observando. Como no le pegaba muy de cerca lo que demonios ocurriese en aquel lugar, se divertía viendo los griteríos que se formaban en torno a la pantalla gigante. Sin embargo, y ante la sonrisa que su boca ya marcaba, Matt le sacó de sus desvaríos.

- Sígueme, –le dijo tocándole el hombro- esto se va a poner escabroso… y no va a ser un buen lugar para estar.

- Matt… –Jake intentaba hallarle algún sentido a todo lo que había vivido en las últimas horas.

- Tranquilo. Te llevo a un lugar donde te responderán a todo. Es más… puede que tengas mucho más que ver con esto de lo que te crees.

  • 1 mes más tarde...

Echaba en falta esta zona y veo que Pio abandonó su novela... Entre el abandono de la Novela FMSite y esto, que pena! :hello:

Adjunto un texto que escribí anoche:

Hipocresía llama a mi puerta pero no quiero contestar. Será que distanciarme de su voz tranquiliza mi alma. Sus puños cerrados enfrentándose a la puerta suena más que el timbre. El humo del incienso me lleva a la calma que necesito para soportar el griterío que su histérica mente proporciona a mis oídos. Ese mismo humo que dibuja caminos en el aire para transportarme a nuevas identidades alejadas a mi realidad. Esa realidad que, cercana más de lo que debería, ciega mi ira y ensancha la rutina hasta el punto de ensuciar esta habitación que el olvido ha hecho esclava. Déjalo ya, joder.El camino de regreso no es por donde vas, ese sendero que has tomado solamente lleva a la desidia. Mi latido pega un salto y toma un ritmo más animado. No hay nada que ahora tranquilice esta sangre que arde por dentro y que hace que mi cabello se mezcle con el cielo.

Hipocresía se ha marchado. Ha dejado una nota debajo de la puerta y la madera podrida de la escalera ha indicado que sus pasos van rumbo a la locura. El incienso se ha apagado. Las cenizas que derrama se esparcen entre el suelo. El rojo vivo de su llama enjaulada ha cesado. Y yo me duermo a sabiendas de que Hipocresía tardará en volver. A pesar de todo, la quiero.

Editado por Juayer

No la he abandonado... sigo trabajando en ella, ahora mismo estoy por el octavo capítulo :hello:

  • Autor

Ni yo la mia..os dije que tendriais un capitulo a la semana..de momento cumplo :hello:

  • Autor

Hacemos un doble post un poco descarado...pero queria dejar este texto:

"Las luces se apagan y la sombra del destino me vuelve a cubrir con su manto negro de pena y soledad. En mis pupilas solo se refleja el recuerdo de su sonrisa, mientras en mi mente vuelan sus palabras en una montaña rusa de sensaciones, que solo consiguen hundirme un poco más a cada segundo. La noche es la cueva en la que intento refugiarme de la tormenta, pero los rayos consiguen alcanzarme y taladrar mi alma con una luz tan resplandeciente que nadie creería peligrosa, pero a veces lo más bello es lo que más te hace sufrir.

Me acurruco entre unas piedras, escuchando la tormenta a lo lejos, aunque se que me volverá a alcanzar, pero ya no tengo miedo, estoy demasiado acostumbrado a que dios me lance rayos con su dedo, señalandome como a un apestado, a un fracasado que nunca podrá llegar a refugiarse ni encontrar consuelo en ninguna cueva, y las horas pasan, mientras la luna se rie de mi en lo alto, majestuosa, inalcanzable, como diciendome: “me ves, me sientes, pero nunca podrás tenerme entre tus manos”, y justo esa sensación es la que me hunde entre el barro de la cueva.

Una tenue brisa me despierta, aún es de noche, pero se intuyen pequeños rayos de sol que intentan apartar a las nubes a duras penas. Llega el día, y la calma que llega despues de la tormenta deja un aroma a jazmín, que se mete por mi nariz e inunda mis pulmones de un poco de esperanza.

Salgo de la cueva de nuevo, pero se que si no te veo, si no te siento, si no noto latir tu corazón junto a mi mientras te acaricio el pelo y te robo una sonrisa, si no consigo pasar al menos un minuto entre tus brazos y humedecer tu hombro con las lágrimas que me provoca el saber que no te tengo y que quizás nunca te tenga...sin todo eso..la tormenta volverá, los rayos volverán a destrozarme la mente, y quizás algún dia ya no pueda salir de la cueva, si tu no vienes a rescatarme y sacarme de allí de la mano..."

Creo que no escribes mal Xavi pero este último texto tiene para mí dos "fallos". Uno, me parece excesivamente depresivo, que no tiene porque ser malo pero sí siendo tan directo. Eso me lleva al segundo problema, muestras la idea de forma muy directa, el último parece más de una canción. Intenta que las palabras en sí solas no digan nada, sólo el conjunto a lo lejos da la idea y así como un recuerdo llega la solución y se descubre lo que en verdad se ha leído.

Ya de paso pongo un texto yo, recién escrito así que no será bueno:

"Perdió sus ojos en la guerra. Le llamaban el ciego y así era. Todo era negro quizá grisaceo en las esquinas. Tampoco oía nada, una granada le explotó cerca. No tuvo suerte, unos metros más allá y estaría muerto. Sería más feliz. Intentó suicidarse tirandose al río con una piedra bajo el brazo. La piedra era defectuosa y quedo flotando, fue a cambiarla a la tienda mas nadie había y se marcho a casa, cabizbajo y decepcionado.

La gente se pregunta como puede guiarse, sin ver ni oir ni hablar, pues perdió práctica de no escuchar. Las viejas del lugar dicen que el demonio habita en él. El parroco grita ¡pamplinas! y vuelve a dormitar. El viajero, que hace tiempo que dejo de viajar, mira a todos y con un rotundo golpe hace callar a la concurrencia. No dice nada pero con su mirada canta una triste balada. Todos lloran y olvidan al ciego sordomudo.

Su mejor amigo era un gato, que lo conducía con maullidos a través de la vida. Era extraño que no oyera nada salvo los maullidos de ese gato, cantos de sirena para un marinero extraviado. Sin embargo, un mal día el gato se fue, un tren lo atropelló. Triste desgracia. Ahora, el ciego sordomudo cree oir sus maullidos en la noche y no es más que su corazón, que ronronea al recuerdo perdido.

No vive no muere pero existe. ¡Ciego sordomudo, sólo tú tienes sentido! Y ese era yo, un ciego sordomudo que aprendió a volar con un beso tras otro."

  • Autor

Gracias por tu opinion Morza. La verdad que mis textos suelen reflejar mi estado de ánimo, y siempre suelo escribir cuando estoy rayado...Tu texto me gusta, pero hay algunas incoherencias verbales, por llamarlas de alguna forma, y cosas que yo pondría de otra manera...pero está muy bien.

Dejo otro recién escrito...

"Nado a contracorriente entre aguas de deseo y realismo. Mi mente no deja de pensar, de cabilar e imaginar cuadros abstractos pintados por algún cupido que en vez de flechas utiliza pinceles, llenando mi cabeza de colores y formas que nada tienen que ver con la realidad.

Cada noche las formas de los cuadros salen del marco e invaden mi cabeza como un ejercito silencioso, que poco a poco llenan mi habitación de pensamientos abruptos y secos, repetitivos, que lo único que hacen es mojar mi almohada con lágrimas de soledad y resignación, ante la idea de no volver a despertar nunca.

Doy vueltas en la cama, buscando una posición que me permita ver la vida con más claridad, pero me doy cuenta de que el colchón no es la barrera que me aparta de la realidad, sinó que es solo el lecho en el que hacer descansar mi cuerpo demacrado por la tristeza y la angustia.

Pienso en dejarlo todo, perderme en otro mundo totalmente ajeno a mi, en donde nada ni nadie tenga algo que ver con mi pasado, donde solo yo sepa quien soy, aunque a veces ni siquiera me conozco. Pero la idea de perder algunas cosas me ata a mi vida como una mosca atrapada en una telaraña, que intenta aletear y retomar el vuelo, pero se ve abocada a ser devorada por sus propios miedos.

Los sentidos se agudizan, y cada palabra, cada imagen que proyecta mi mente me hacen esconderme bajo el edredón, sin querer salir nunca más, sin entender por qué el destino me pone en bandeja lo que nunca me va a dar. No entiendo ese doble juego de la vida, por qué me obliga a conocer lo perfecto, lo único que me podría hacer feliz, la mitad de mi alma, si después me va a dar un golpe en la mano cada vez que intento alargarla para coger un poco de ilusión?.

Despierto, y todo empieza de nuevo. Con el día, parece que todo se esconde bajo la almohada, esperando a que la Luna vuelva a reinar en el cielo para salir y volver a entrar en mi cabeza, sumiendome en un bucle que parece no tener fin, ni bueno ni malo…solo la resignación ante lo que nunca podré tener…"

Me gusta más este segundo relato que el primero. Sin embargo, sigue siendo demasiado directo para mi gusto. Realmente no me entusiasma nada el 'tono lastimero', es muy simple y sirve de poco. Digo sirve porque la escritura es un metodo excelente de desahogarte, de reflejar tus sentimientos de forma indirecta pero clara para tí. Si escribes lo que haces ahora, lo único que consigues es ahondar en el sentimiento que te tortura, es necesario que veas más allá... Por ejemplo, puedes escribir abandonandote en un sentimient o en una cancióno, sin apenas pensar, no escribas sobre tí... Que lo que sientas sea la inspiración no el texto, escribe lo primero que te salga aunque sea una locura sin sentido. Después de escribir algo de ese modo lee lo que has hecho, a veces descubres que algunas cosas te importan menos de lo que creías y otras más.

El texto que pongo a continuación no es mío, es de mi novia, pero es excelente. Se llama "Muñecos de Trapo".

"Su cuerpo yacía tendido sobre el asfalto, completamente rígido. El alquitrán se confundía con la prolongación de su pelo, negro como el carbón. Las extremidades hubiesen formado una cruz perfecta de no haber sido por las piernas separadas, caídas de cualquier manera durante el impacto y que ahora formaban un ángulo de cuarenta y cinco grados. Su cara mostraba el miedo y la sorpresa que había sentido en el momento de su muerte. De la boca, con la sonrisa desencajada, brotaba un fino hilo de sangre. Sus ojos se hallaban desorbitados, mirando al cielo del mismo modo en que se piensa en el vacío.

Había visto el choque con sus propios ojos. Un coche se lo había llevado por delante, lanzando a su hermano a unos diez metros igual que si de un balón de fútbol se tratase. Se había golpeado la nuca contra el suelo y de ella manaba ahora la sangre a borbotones.

Decenas de personas formaban un círculo en torno al cadáver. El tráfico se había detenido y el silencio llenaba todo el espacio. Todos contenían la respiración sin ser capaces si quiera de pensar. Nadie se movía ni buscaba ayuda. Sólo miraban.

Con miedo, se acercó hasta lo que hacía menos de cinco minutos era su hermano. Se dejó caer de rodillas a su lado, desollándoselas, aunque apenas percibió dolor. Miró fijamente a los ojos de Carlos, carentes de vida. Ya no eran verdes, ni siquiera tenían color. Ya no era él, se había evaporado para no volver jamás. Mas no podía llorar. Para llorar hace falta sentir la miseria que te rodea y ella no podía, no lo creía. Suavemente, posó sus labios sobre los de su hermano. Estaban fríos, inertes.

La idea le vino de repente. Despacio, alargó su mano hasta el bolsillo interior de la chaqueta de Carlos. Estaba temblando y apenas era consciente de lo que hacía. Sentía que el tiempo se había parado, que estaba totalmente sola, rodeada de mirones semejantes a espectros. La realidad se distorsionaba y confundía su pensamiento; se hallaba ante un paisaje de un cuadro surrealista. Sabía que los seres humanos no eran más que meros personajes de una pésima obra de teatro, dirigida por un director frustrado. La diferencia entre unos y otros se encontraba al final, cuando bajaba el telón. Unos eran aplaudidos, otros aborrecidos. Pero la mayoría tan sólo era olvidada y quedaba en el anonimato.

Del bolsillo extrajo una pequeña navaja automática que ella misma le había regalado por su cumpleaños y Carlos llevaba siempre encima. Llevó su mano hasta situarla encima de su corazón. Estaba ciega por el deseo de poseerlo y no perderlo jamás. Tenía los sentimientos entremezclados, sintiendo a veces furia y odio hacia aquel que la había abandonado; otras, miedo y tristeza. Todo ocurría a gran velocidad, y su respiración empezó a agitarse. Quizás la multitud que se agrupaba pensaba que estuviese loca. No obstante, nadie movió un músculo.

Con determinación, desabrochó la camisa de Carlos hasta dejar su pecho descubierto y situando la navaja sobre el lado izquierdo, cortó la piel hondamente hasta dar con el corazón. Con un movimiento rápido, lanzó la navaja lejos de sí sin preocuparse de ver donde caía. Metió cuidadosamente las manos en el agujero que había hecho y arrancó su corazón. Se quedó así durante varios minutos, arrodillada, con las palmas de las manos abiertas sosteniendo el corazón. Parecía que se lo estuviese ofreciendo a un dios en el que ya no creía.

Entonces, ocurrió algo que ni ella misma esperaba que pasase. Como si una fuerza actuase por ella sin poder controlarla, se metió el corazón en la boca, lo masticó y se lo tragó. El sabor amargo de la sangre recorrió toda su boca, provocándole una arcada de repulsión. Dentro de su cuerpo, el corazón tomó vida propia y una vez que fue digerido y transportado por la sangre de ella, llegó hasta su propio corazón. Los dos corazones entraron en contacto y el de Carlos volvió a regenerarse a partir del de su hermana. Los cuatro ventrículos se unieron y empezaron a bombear la sangre al unísono. Poco a poco, fueron tomando un ritmo frenético. Casi no podía respirar. Notaba como sus pulmones se iban encharcando de sangre y expulsaba espuma por la boca. De repente, su mente se nubló y dejó de tener conciencia de su cuerpo mientras éste explotaba haciendo que su sangre y sus entrañas saliesen disparadas en todas direcciones, bañando al público que allí se encontraba.

El silencio que antes inundaba la calle se rompió y dio paso al ruido de los coches y el vocerío de la gente. Nadie se había movido de su sitio mientras ella agonizaba. Ni un solo gesto de lástima o repugnancia. Sería mejor irse a cambiar de ropa a sus casas, ya que no podían andar por la calle llenos de sangre.

Los transeúntes siguieron pasando por allí tranquilamente, como ni nada hubiera sucedido. Indiferentes a todo lo que ocurría a su alrededor. Personajes que siguen su guión a rajatabla, carentes de emociones producidas por ellos mismos. Al igual que muñecos de trapo. "

  • 3 semanas más tarde...
  • Autor

Os dejo un texto dedicado a una chica, que seguramente en cuanto llegue a casa y pueda hechar mano a la guitarra intente convertirse en una canción, aunque de momento se queda en poema

Y ahora que

Tu ya no estas cerca

Me queda la brisa, las noches en vela,

Soñar tu sonrisa, llorar en la almohada,

Gritar tu nombre en la madrugada

Y ahora que

La lluvia no cesa

Busco en tus ojos la luna llena,

Me bato en duelo con la pena eterna,

Desvisto ante ti mi alma

Cada hora es un naufragio, condenado a deambular,

Por los mares del desamor,

Sin la luz del faro salvador,

Que guíe tu alma hacia mi destino.

La soledad hecha su manto, llevandome a un más allá

Donde solo existe el miedo,

A morir por el anhelo,

De que seas la mitad de mi mitad

Y ahora que

Eres solo olvido

Evito el miedo a perderme en tu pelo

Sufro en silencio un etereo deshielo

Con el calor de tus recuerdos

Y ahora que

Tu amor no cesa

Te extraño un poco más cada día,

Te quiero un poco más cada noche,

Escribo con lágrimas tu nombre en un papel,

Lucía

Cada hora es un naufragio, condenado a deambular,

Por los mares del desamor,

Sin la luz del faro salvador,

Que guíe tu alma hacia mi destino.

La soledad hecha su manto, llevandome a un más allá

Donde solo existe el miedo,

A morir por el anhelo,

De que seas la mitad de mi mitad

Dejo otro. No tiene una métrica demasiado extricta, y puede parecer un poco lioso, pero la estructura está en mi cabeza en forma de acompañamiento musical, así que no le busqueis sentido...

Voy buscando un signo, de interrogación,

Que me indique el camino, hacia el tunel de la vida;

Busco una salida, desde un hueco en la pared del salón,

Donde alguna vez escondí aquella canción perdida.

Busco belleza, entre el tumulto y la desilusion,

Del clamor ferviente, del silencio y la precipitación,

Busco sonrisas, donde nadie buscaría pues mi vida,

Sé que tu sonrisa es mi ilusión.

Doy otro paso, en mi largo camino hacia la tempestad,

Que viene y va, como el ave que no encuentra su destino,

Y vuela lejos, tan lejos como pueden dar sus alas ya cansadas,

De seguir pegadas a un cuerpo maltrecho

Mantengo la respiración al despertarme,

Por que el aire huele a pena si no estás y me ahoga,

No lo puedo soportar.

Y tras la ventana, solo veo un mundo envuelto en mediocridad,

Que sin rumbo, gira y gira mientras ya nada es igual.

Escucho la puerta, la vecina ha venido a molestar,

Dichosa sea, maldito el dia que le abrí al llamar,

Cara de perro, y un whisky aun por terminar,

Sin hielo y sin nadie a quien emborrachar.

La vida sigue, y el reloj marca el rumbo a mi pesar,

Si por mi fuese, lo hubiese detenido sin dudar

Cuando tu estabas, en mis brazos sin dejarme marchar,

Susurrando alguna frase que me hiciese llorar.

Ahora es olvido, son recuerdos colgados en una pared

Que en silencio, me deslumbran en las noches en que tu,

Duermes en otra ciudad, en otra cama,

Y tu almohada te acaricia, mientras mis manos solo pueden recordar.

Mantengo la respiración al despertarme,

Por que el aire huele a pena si no estás y me ahoga,

No lo puedo soportar.

Y tras la ventana, solo veo un mundo envuelto en mediocridad,

Que sin rumbo, gira y gira mientras ya nada es igual.

Editado por Xabi

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