Bruno Peralta

Mi historia se remonta al año 1954. Yo, Daniel Peralta, era un hombre muy trabajador por esos años. Para quienes quieran oir mi historia, les diré que fue muy duro para mi y para mi esposa, Marta, viajar desde nuestro querido Italia hacia estas tierras, pero las secuelas de la guerra nos obligaron a no dudar ni un instante y buscar un futuro mejor en Argentina. Cuando era apenas un niño la ciudad de Génova nos acogió y nos dio un rumbo a mi y mis nueve hermanos. Recuerdo con mucha nostalgia los días que pasabamos en los enormes campos, jugando y disfrutando de nuestro tiempo. Rafael, mi hermano mayor, sabía como mantenerme entretendio. Él, con sus quince años, ya era un joven destacado en todo lo que hacía y yo con una década de vida tan solo, ya me lucía cuando jugabamos entre todos los chicos del barrio al fútbol. Pasaba horas y horas con la pelota de aquí para allá, amaba el juego, pero debido a los problemas políticos del país y las guerras no tenía la libertad de jugar en un club. Todo era felicidad, las pastas en lo de la abuela y las pescas que organizaba mi tio Alessandro son lo que más me acuerdo. Pero nunca imaginé que de la noche a la mañana todo cambiaría. Una tarde lluviosa del frío mes de Junio unos hombres uniformados vinieron a mi casa, y sin pedir permiso se llevaron a mi padre, sin tener la más mínima piedad ante los gritos de mi madre. Nunca más volví a tener noticias de él. Los años pasaron y la guerra fue calmándose, pero aún así los problemas para mi familia seguían. Mi padre trabajaba en una fábrica, a pocas cuadras de casa y mi madre era ama de casa, por lo que cuando él se fue nos quedamos sin un sustento económico suficiente para vivir. Uno de esos días, en un mercado local conocí a Marta. Era tan dulce y tan bella que me quede sin palabras cuando la vi por primera vez. Ella resultó ser amiga de uno de mis hermanos, por lo que nuestra relación fue progresando y a los pocos meses ya estabamos de novios. Nos casamos al poco tiempo, ya que en esas épocas era usual contraer matrimonio a esa edad, y nos mudamos de pueblo con la esperanza de que yo obtenga un empleo satisfactorio. Pero nada salió como esperábamos, y a los pocos días Marta no paraba de pedirme que volvieramos, que no teníamos nada que hacer en Florencia, y al ver un día en un bar un aviso que informaba de un barco que partiría desde Roma hacia Buenos Aires, decidimos hacer las maletas y buscar suerte en esas tierras...

Aquí una foto familiar.

Cuando llegamos a Argentina, rápidamente conseguí empleo y comenzé a escalar puestos hasta que logré ser uno de los máximos referentes en la fábrica de azucar. A los pocos años, Marta dio a luz a mis hijos mellizos. El primero, habímos decidido que se llamaría Ricardo, como su abuelo, pero al segundo no sabíamos como llamarlo, hasta que un día recordé quien era mi ídolo futbolístico en esas épocas. Bruno Trappani, delantero del Génova, club de mi pueblo era uno de los mejores extremos de la liga. Siempre estaba ubicado donde debía y desplegaba su magia en cada partido. Fue entonces que decidimos ponerle Bruno a mi segundo hijo varón, Bruno Peralta. Bruno fue un joven muy destacado en los deportes. Su hermano era portero, pero él se destacaba como enganche, de chico decidí llevarlo al club del barrio donde vivíamos, Atlético Lugano, pero a medida que fue creciendo nos fuimos dando cuenta que la camiseta le quedaba chica, nesecitaba progresar. Un día el señor Aldo Huergo, cazatalentos de Banfield observó al joven Bruno en un encuentro con su equipo y sin dudarlo, se lo llevo. Pasó el tiempo y su nivel fue también progresando, hasta que un día Juan Domingo Gómez, presidente de Racing Club por aquel entonces decidió llevarlo a estrella. Llegaba la hora de la verdad, pronto cumpliría los dieciocho años y faltaba poco para que llegue a Primera, pero eso lo dejo para la próxima...

Suerte , interesante relato , dos cosas el presidente de Racing se llama Juan Domingo bien racinguista y peronista , la segunda Peralta no es un apellido bien Italiano pero desde ya la historia pinta muy buena , veremos como le va a Brunito

Muy buena introduccion, a la espera del resto .

La verdad muy emocionante la historia, me hace acordar en ciertas partes a la historia de mi abuelo que tuvo que escapar de Italia por las guerras y vino para argentina, dejando todo atras perdiendo familiares y amigos. Muy triste