La primera vez que Baran Akyürek escuchó su nombre con conciencia, tenía cinco años y el río se lo llevaba todo. Él lo recuerda perfectamente. Las gotas caían lentamente sobre su cara. Su madre le había gritado que entrara, que el cielo no era de fiar, pero él no le hizo caso. Mientras estaba jugando afuera, la corriente de agua bajó desde los cerros con una furia que arrancó puertas, arrastró ganado y partió vidas en dos en todo el pueblo. Baran cayó sobre su pierna y se pegó contra el borde de un muro derrumbado pero fue atrapado justo a tiempo por su madre. Ella lo sostenía con fuerza, envuelta en un impermeable roto, cuando el agua invadía la calle como una bestia sin rostro. Llovía con violencia, pero no era una lluvia cualquiera. Era una tormenta fuera de lo común. En Antakya no llovía así desde hacía una década. Era mayo de 2001 pero ese año no fue muy normal que digamos. La economía se deshacía como papel mojado en toda Turquía y, con ella, también las cosechas, las casas humildes y los sueños mal amarrados. Hatay es una región del sur de Turquía donde la tierra se parte de sed, y donde cuando llueve, no se maldice: por el contrario se agradece. Baran no lo sabía entonces, pero esa inundación iba a marcar el límite exacto entre lo que podría haber sido y lo que fue. Se esperaba que al día siguiente tuviera la oportunidad de demostrar su talento frente a los emisarios de Fenerbahce y Galatasaray. Un anciano del pueblo lo recomendó a unos viejos conocidos, tras verlo jugar en un descampado marcando goles en arcos imaginarios de piedras en el piso. Sin embargo, toda esa expectativa no importaría cuando en medio del desastre su pierna se partió contra un tronco que flotaba en medio del agua sucia. La lluvia afectó a un pueblo que se quedaría sin cosecha y sin empleos pero también a la ilusión de un niño que soñaba con meter goles. Mientras Baran yacía en un colchón mojado y con dolor en su pierna atrapada en la tormenta se enteró que los ojeadores de los grandes clubes llegaron a la ciudad. Aquel partido en el que los ojeadores vendrían, nunca sucedió. Peor aún: supo después que sabían de su historia y lo tacharon con frialdad. Ellos cumplieron con su obligación de viajar a esa zona rural, casi inaccesible por la inundación. Apenas miraron a los pibes que pateaban una pelota mientras merodeaban los rincones que no estaban pasados por agua en la zona de refugiados. Baran solo los vio de lejos a esos señores. Tal vez porque tenían puestos anteojos de sol no lo observaron pero aún hoy cree que ellos lo ignoraron con un gesto breve mientras salían a fumar unos cigarrillos. El agua no solo se llevó su pelota. También se llevó cosechas, animales, casas. Se llevó el trabajo de su padre y parte de la calma que había en zona. Pero también se llevó su sueño. Los médicos que lo atendieron le recomendaron que no jugará más al fútbol por la gravedad del accidente. Esa lesión le impidió destacarse como jugador de fútbol. Durante esa noche, su madre se acercó mientras creía que dormía y le susurró al oído: “Hijo, ¿sabías que Baran significa lluvia? Pero no cualquier tipo de lluvia. Esa que llega cuando la tierra está herida y la gente la necesita para seguir adelante. Una que te bendice. Una que limpia lo que este mundo mancha.” En los días que siguieron, la lluvia se fue pero dejó una ciudad herida. La lira se desplomó, los bancos cerraban, los adultos gritaban en la televisión sobre política y corrupción. En el barrio, las familias empacaban sin saber adónde ir. Muchos vecinos migraron a otras ciudades y algunos conocidos de sus padres se marcharon a otros países de Europa. Tras perder todo en la inundación, la familia de Baran se mudó a Iskenderun, un puerto caluroso de petroleros y silencioso. El padre empezó a trabajar descargando crudo y repuestos industriales en el puerto al mismo tiempo que la madre limpiaba en el mercado de pescado. Durante las tardes Baran quedaba bajo el cuidado del dueño de un bar cercano a la pensión en donde vivían. Allí no había mucho para hacer. Él ya no podía salir a correr por las calles. Tampoco volver a patear una pelota. Por eso se puso a dibujar, leer y observar lo que pasaba en el bar. Se acomodaba siempre en el mismo rincón del local. Cerca de donde el mozo esperaba para retirar lo pedidos y enfrente a la televisión. En esa TV de vez en cuando el dueño transmitía algún partido de fútbol. Unos años más tarde empezó a mirar diferentes a los equipos que jugaban. Ya no era algo del ambiente del bar sino el motivo por el cual se quedaba durante sus tardes de adolescencia. Desde allí se ponía a analizar el juego, hablar con los mozos y los clientes para intentar comprender un poco como funcionaba todo ese caos que permitía a los jugadores marcar goles. En febrero de 2023 un terremoto devastó Hatay y dejó más de 50.000 muertos. En Iskenderun el impactó fue terrible en todas partes pero sobretodo en su vida. Su madre falleció entre los escombros de un edificio cerca del mercado. Su padre además perdió el trabajo por los daños estructurales que sufrió el puerto. Baran se salvó por que estaba mirando un partido que jugaban sus amigos en una cancha en las afueras de la ciudad. Era una de las tareas que tenía que realizar para recibir la licencia de entrenador. Tras la tragedia supo que no podía desperdiciar más el tiempo. Tenía que empezar a tener un trabajo estable para ayudar a su familia. Dejando las lágrimas a un lado, se acercó al estadio del İskenderunspor. Se había enterado por los diarios que el club de la ciudad estaba buscando un entrenador. Abordó a varios de los empleados del club en el estacionamiento. Sin éxito creyó que esto no era para él. Sin embargo, antes de marcharse llegó en un auto un tal Saban Hakan Bolat. Era un señor regordete de anteojos y casi pelado que lo saludó amablemente y escuchó lo que tenía para decir. Resultó ser, para su sorpresa, el mismísimo presidente del club. Lo invitó a pasar a su oficina. Allí Baran le mostró sus libretas llenas de anotaciones, explicó su situación y le pidió una oportunidad. Tras un instante de duda, el mandatario aceptó. ¿Será por la pasión con la que ese joven de 27 años hablaba? ¿creyó que le serviría al club apostar por un técnico desconocido y barato para afrontar una temporada de transición durante esa caótica situación? Pocas horas más tarde, Baran Akyürek asumió como entrenador del İskenderunspor A.S. No vino a triunfar. Tampoco a vengarse de como el fútbol le rompió un sueño. Solo para intentar salir adelante ante tanta adversidad. Tal vez enseñarle al mundo que desde el barro también se puede jugar al fútbol de posesión, con dignidad y con inteligencia. Que no hace falta ser un gigante para hacer jugar bien a los pequeños. Que la pureza, incluso en la derrota, sigue siendo una forma de victoria. INTRODUCCIÓN A LA PARTIDABienvenidos a esta nueva historia. Este no es un reto de dominar Europa con fichajes millonarios ni de coleccionar trofeos en vitrinas doradas. Será la historia de Baran Akyürek, un entrenador que no quiere ensuciarse con la soberbia de los grandes. Su voluntad: mantener la pureza del fútbol aún en los contextos más turbios. Nuestro protagonista tiene una ética muy marcada: no dirige por la fama sino por la gloria. Cree que esa es la única manera de “mejorar el juego” es revertir una tendencia que domina el ambiente del fútbol. La desigualdad entre los clubes. La concentración de recursos de los poderosos saca a relucir lo más injusto de nuestra sociedad y uno de los grandes problemas de este deporte. Por eso un desafío constante será el enfoque contracultural del entrenador a la hora de optar por dirigir clubes pequeños o medianos, lejos de los clubes más poderosos de cada país. Seguiremos los pasos de Baran Akyürek por toda Europa. Tendrá el objetivo de construir una carrera desde el fondo de Turquía que le permita hacerse un nombre como director técnico en su país. El siguiente desafío será dar el salto a otra liga europea en donde pueda construir reputación. Para conseguir eso, establecí una serie de reglas para mantener esta narrativa viva y desafiante: REGLAS Y OBJETIVOS DE LA CARRERA DE BARAN AKYÜREK NADA DE GIGANTES - No puedo dirigir clubes que históricamente dominan sus ligas. Buscaremos solo equipos de perfil medio o bajo, incluso si están en primera división. Busco contextos de dificultad estructural que necesiten un empujón de un buen entrenador o la reconstrucción de un proyecto. ASCENSO PAULATINO POR LIGAS - El objetivo es pasar por al menos seis ligas europeas diferentes y lograr salir campeón. El orden propuesto (puede haber desvíos si hay ofertas interesantes): Turquía, Países Bajos/Bélgica, Francia, España, Alemania, Italia, Inglaterra. CORTA Y AL PIE - Debe mantenerse una idea de fútbol de posesión aún siendo flexibles con el esquema táctico. Además tendrá que saber explotar recursos escasos, priorizar perfiles técnicos, versátiles y con lectura táctica. SUEÑOS BAJOS LA LLUVIA - La carrera de Akyürek pretende al autor abordar diferentes partidas que aún no conté en una misma historia. Por eso el entrenador turco tendrá tres clubes (FC Nantes, Hamburgo SV y Wolverhampton Wanderers) como objetivos en su trayectoria que deseará dirigir algún día. Todos cumplen con los criterios de elección de clubes. ASCENSO DE LOS OTOMANOS - La idea es intentar que durante la partida se desarrollen y proliferen futbolistas de origen turco dentro de los clubes que dirige Akyürek. Además el entrenador tendrá una tendencia a incorporar jugadores nacidos en los siguientes países que fueron parte del Imperio Otomano: Turquía, Grecia, Bulgaria, Serbia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Croacia, Eslovenia, Macedonia del Note, Albania, Kosovo, Rumania, Moldavia, Hungría, Ucrania, Chipre, Siria, Irak, Líbano, Israel, Palestina, Jordania, Aarabia Saudita, Yemen, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar, Bahréin, Armenia, Georgia, Egipto, Túnez, Libia y Argelia. CONQUISTAR CADA RINCÓN DE EUROPA - El principal objetivo de la partida es llenar el palmarés con los títulos de liga en Alemania, España, Francia, Inglaterra, Italia y Turquía. Una vez conquistado cada uno de estos torneos Baran regresará a su país de origen y buscará ganar la Champions League con un club turco. AY-YILDIZHLAR - Si la trayectoria de Akyürek ha conseguido los títulos de liga en Alemania, España, Francia, Inglaterra, Italia y Turquía se habilitará la opción de hacerse cargo de la selección turca. El objetivo en este caso será confirmar su apodo de las estrellas crecientes y lograr títulos con el seleccionado turco. Si la selección turca ya ha ganado un título a nivel europeo o mundial antes de la oferta, este objetivo queda anulado.
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