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Bienvenidos a "La Biblioteca", el pequeño rincón donde los foreros de FMSite verán publicados sus textos, poemas, artículos,relatos,etc... Podréis ir viendo los diferentes textos a partir de un índice que iremos engordando a medida que la zona cezca. Aquí también tendreis enlace directo a los diferentes retos y concursos que iremos organizando, y los textos ganadores o que tengan la calidad suficiente, también se incluirán en este índice.

Sin más, pasen, lean y disfruten.


Índice


Un saludo. Xabi




Creo que se podrían añadir los relatos del primero y segundo torneo de relatos, para ir llenando.

Os adjunto un texto que escribí tras unos problemas personales, que pueden ser adivinados claramente leyéndolo.

Borde

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De ser sincero a ser borde hay una extraña y fina línea que se suele pasar muy a menudo. Muchas veces la sobrepasamos sin darnos cuenta y, si lo hacemos luego, pedimos perdón. Otras veces lo hacemos voluntariamente y sin marcha atrás. Qué cuesta pensar un poquito, no sólo en el ombligo de uno, sino en el otro, en el receptor del mensaje que damos. Qué cuesta dejar de ser egocéntrico... y encima de una forma narcisista y usando el "yo estoy bien, tú estás mal" provocado por una voluntad de venganza. Hipócrita y borde, mezcla explosiva, mejor alejarse.

Cuidar el significado de cada palabra, de cada frase que decimos, ponerse enla piel de la persona que recibe cada oración de nuestra boca, es importante en esta vida. No lo digo por el hecho de quedar bien, sino por preocuparse un mínimo por los sentimientos ajenos. ¿Tanto cuesta tener un poquito de amabilidad?

Hay maneras y maneras de decir las cosas. De una manera pueden ser una crítica constructiva y ayudar a la persona a mejorar, y otras pueden ser dardos envenenados que minan el autoestima y la moral del humano en cuestión.

Sólo pido eso.

  • 3 meses más tarde...

Bueno, parece que esto se murió, pero seguro que es postear algo y aparecer los Juayer y compañía a reactivar esto. Ahora que tengo internet fijo y seguro colaboraré más por la zona. Dejo el último artículo de mi blog.

Hank, corazón de león.

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Mil y un pensamientos pasaban por la cabeza de Hank Gathers la mañana del cuatro de marzo de 1990. Su equipo, el de la Universidad de Loyola Marymount (LMU), disputaba esa misma tarde el campeonato de la Conferencia de la Costa Oeste (WCC Tournament), que de ganarlo daría paso al NCAA Tournament. Era un encuentro de vital importancia, quizás el más importante que Hank había tenido ante sí a lo largo de toda su carrera como jugador de baloncesto.

Desde que naciera el once de febrero de 1967 en Filadelfia, su vida había estado ceñida al baloncesto. Llegado el instituto, él y su mejor amigo, Bo Kimble, arrasaron en el estado de Pensilvania y llamaron poderosamente la atención de varios ojeadores de prestigiosas universidades. Fue la de Carolina del Sur (USC) la que se hiciera con los servicios de la pareja de jugadores. Sin embargo, el despido del entrenador Stan Morrison, principal aval en el reclutamiento de los dos jóvenes, motivó el traspaso a inicios de la temporada 86-87 que incluyó a Gathers y Kimbel y que les mandó a Loyola, donde conocerían la gloria… y la mayor de las tristezas.

La LMU era una universidad con bastante prestigio baloncestístico en el país, pero siempre había sido criticada o, de una manera u otra, infravalorada por el hecho de que disputaba una sección de la NCAA en la que apenas tenía rivales, algo que luego se notaba en las comparecencias del equipo en los torneos finales, donde pecaban de confianza. Sin embargo, la temporada de 1988-1989 daría un giro absoluto a aquella creencia tradicionalista. Sí, es difícil borrar una idea arraigada con el paso de los años, pero si alguien era capaz de hacerlo era Hank Gathers.

Sus poco más de dos metros y su agilidad a la par que un físico esculpido por el mismísimo Miguel Ángel le hacían un jugador temible, indefendible. Muchos le auguraban un futuro excelso en la NBA. Más de uno le tenía, incluso, como el sucesor de un Michael Jordan que no había explotado aún. Pero también Hank estaba lejos de haberlo hecho. Uno de los mejores jugadores universitarios del momento y All-American. Aquella temporada firmó números que quedaron para la historia al ser el primer jugador en liderar los apartados estadísticos de puntos y rebotes. Acabó con 32,7 puntos y 13,7 rebotes por noche, ayudado por el planteamiento ofensivo del entrenador Paul Westhead, principal artífice del éxito de Loyola. Kimble, por su parte, acababa la temporada con 35,3 puntos y 7 rebotes. Aquellos dos chicos de Filadelfia formaban, sin lugar a dudas, la pareja más temible de la historia del baloncesto.

El verano de 1989 transcurrió tranquila y lentamente. Surgieron varios rumores sobre los posibles saltos de Gathers y Kimble a la NBA, y a pesar de que contaban con una increíble imagen entre los ojeadores de la liga, ambos decidieron quedarse con los Lions al menos una temporada más. El sueño de la Final Four de la NCAA, de la March Madness, de ese “Last Dance”, estaba vigente aún en los dos. Y cuando se proponían algo, lo conseguían.

Decía Hank en una entrevista al prestigioso programa Today Show, acompañado obviamente por su amigo Bo Kimble, que su mejor virtud en la cancha era su “corazón de león”. Quizás este factor fuese el que motivase una de sus actuaciones más memorables, cuando con sus limitados dos metros firmó 42 puntos y 18 rebotes ante una estrella en ciernes pero un físico ya impotente de nombre Shaquille O’Neal. Fuese o no fuese ese el factor en aquellas memorables actuaciones, sí lo fue en la noche del sábado nueve de diciembre de 1989. Su corazón de león parecía haber perdido algo de fuelle.

En aquel partido ante la UCSB, Gathers cayó desplomado al parquet de la cancha de Loyola para sorpresa de todos. El rumor se fue haciendo poco a poco más fuerte en las gradas. El banquillo de los leones hacía tiempo que estaba vacío, y todos los presentes se amontonaban alrededor de Hank mientras Westhead y su ayudante intentaban dejarle espacio para respirar. La recuperación fue lenta, pero las pruebas eficaces; tenía taquicardia. El latido de su corazón era anormal y los médicos le recetaron medicamentos contra la arritmia.

Dos semanas después, Hank Gathers ya estaba jugando. El nivel de su baloncesto aún no era el propio de él, pero los aficionados aguardaban esperanzados la vuelta del corazón de león mientras se maravillaban con las acciones de Bo Kimble. Pero Hank era el único que sabía lo que ocurría de verdad; los medicamentos afectaban a su juego. Sin comunicárselo a nadie, ni tan siquiera a su mejor amigo, en el que quizás fuese el único acto desleal y oscuro que cometiese en toda su vida, Hank dejó de tomar la medicación.

El baloncesto de los Lions era cada vez mejor. Los problemas cardiacos de Hank Gathers parecían ya lejanos y la afición de Loyola ansiaba retos mayores. Las apuestas universitarias colocaban a la universidad como una de las mejores ocho del país. Era, sin lugar a dudas, el año de Loyola.

Llegada a la mañana del domingo cuatro de marzo de 1990. Gathers volvía a tener una grandiosa oportunidad de seguir labrándose un nombre en el baloncesto. La LMU se enfrentaba a la universidad de Portland por la WCC. Ya en el pabellón de los lions, que presentaba una estampa aterradora para el equipo visitante, Hank entró en la cancha acompañado de su amigo Bo tras un calentamiento rutinario. Gathers, con sus dos metros, ganó el salto inicial dándole la posesión a los suyos. De manera pronta, Loyola comandaba el electrónico cómodamente. La afición disfrutaba del juego de su equipo y, sin ningún tipo de dudas, las mieles de la March Madness sabían más dulces que nunca. Los dos chavales de Filadelfia se aliaron para mantener la renta favorable. Gathers tuvo una de sus crisis anotadoras y logró ocho puntos consecutivos en menos de un minuto. Era el tan conocido “Hank and Bo Show”.

Un lejano pase de Bo que atraviesa toda la pista alcanza las manos de Gathers, que sin botar el balón se cuelga salvajemente del aro. Al aterrizar hace temblar todo el pabellón. Los cimientos se tambalean pero a los aficionados, extasiados, les da igual. Magia pura y dura. Los lions ganaban 25-13 cuando aún faltaban 13:34 minutos para el final de la primera parte. Y fue entonces.

Repentinamente, Gathers cae desplomado al parquet. La estampa se repite. Pero esta vez el jugador no se recupera; su cuerpo no le responde y falla en su intento de levantarse. La grada calla. En esta ocasión no hay rumor alguno. Alguien presagiaba aquello. Alguien que se tuvo que maldecir como maldijeron todos al destino aquella tarde de domingo. Un jugador de Portland intenta levantarle echándole una mano, pero Hank hace tiempo que no puede más que ver lo que acontece en su alrededor sin intervenir.

Los acontecimientos ocurren a la velocidad de la luz… a la velocidad de una vida. El desfibrilador, colocado precisamente para él en aquel pabellón, le mantiene unos cuantos minutos con vida. La ambulancia llega sólo siete minutos después del colapso. Las convulsiones habían cesado. Pasada menos de media hora, los médicos acuden a la sala de espera donde los integrantes de la plantilla de Loyola y la familia Gathers se mantenían reunidos en silencio. La noticia es la peor posible.

Todos lloran desconsoladamente. El entrenador Westhead es el único que intenta aguantar sus lágrimas, pues en sus hombros descansan las cabezas de dos de sus jugadores y compañeros de Gathers, el autoproclamado hombre más fuerte de América. En una esquina yacía Bo Kimble. Había asientos libres, pero prefería el suelo. Quizás por el recuerdo de las canchas pavimentadas de Filadelfia y de las tardes que pasaba descansando entre mano a mano y partidillo siempre con Hank. Ahora ya no estaba.

Hank Gathers falleció debido a una anomalía cardiaca, más precisamente cardiomiopatía. El partido suspendido fue declarado como victoria para LMU. Esa misma temporada, Bo Kimble tiraría todos sus tiros libres a una mano y con la zurda, como hacía su mejor amigo. El equipo quedaría eliminado en la Final Eight de la NCAA tras eliminar a varios gigantes del baloncesto colegial.

Sin su gigante. Sin uno de los mejores jugadores universitarios de la historia del baloncesto. Aquel domingo, el corazón de león de Hank perdió todo su pelaje y quedó desnudo.

Aquí el original.

Grande Pio, está genial.

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