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Capítulo 1. 16/08/2013

Nunca fui un prodigio con el balón en los pies. Nunca se me terminó de dar bien estudiar. Simplemente estudiaba lo que me gustaba, y era aquello que se me daba bien. Siempre vi el mundo de una forma diferente a la del resto, aunque en ciertas ocasiones, no distaba mucho del cánon social aceptado, o mejor dicho, actual. A pesar de todo, las diferentes situaciones en mi vida me hicieron cambiar,en algunos aspectos para bien, en otros para mal. Nunca quise hacer daño, pero muchas veces lo hice. Nunca quise que me lo hiciesen, no obstante, recibí mucho.

Llegó un punto en mi vida en que cerré del todo muchas puertas. Decidí que había venido a este mundo para algo. Quería ser eterno, y siendo un simple camarero como era, no iba a llegar muy lejos, no al menos donde quería. Probablemente el momento en el que tomé la decisión no era el más idóneo, pero el tiempo ha acabado dándome la razón al tomarlo.

Lo recuerdo como si fuese ayer. 16 de agosto de 2013. Era viernes y me había pedido el fin de semana libre, aprovechando el festivo del 15. Hacía casi un año que lo había dejado con mi primera y única novia. Desde entonces prácticamente no había levantado cabeza y no sabía hacia donde reconducir aquella vida que me dejaba una y otra vez desamparado. El único halo de esperanza que me quedaba era una pequeña apuesta por Internet que me había reportado un buen puñado de billetes de 500, Con ellos, a parte de tapar agujeros de casa y comprarme algún que otro capricho, me dió un colchón para independizarme y ayudar a mi padre a abrir un negocio del que vivir.

Decidí que aquel fin de semana tenía que ser especial. Con mis ahorros monté una fiesta a gran escala, con la que conseguir además algo de beneficio. Por la mañana invité a almorzar a un pequeño grupo de amigos. A mediodía invité a una comida a otro grupillo de amigos. Y la cena. La cena fue apoteósica. Más de 60 personas reunidas. corría la sangría, el vino y la cerveza. cayó algún que otro chupito antes de acabar la cena. Y tras los cafés, comenzaron las copas. Habíamos alquilado una pequeña villa a unos 20 minutos de Valencia. Piscina, una gran sala, una terraza enorme. Un equipo de camareros de más de 35 personas y hasta 4 cabinas con dj's. El aforo que había logrado era de más de 3000 personas, y se colgó el cartel de no hay entrada. Cuando llegamos nosotros la fiesta acababa de empezar, pero la diversión comenzó entonces. Se sucedían los temas, de todos los estilos que te puedas imaginar. Mucho alcohol, alguna que otra droga y gente. Pero ante todo estaban ellos. Mis amigos que me respaldaban y a todos ellos les debía esto.

Pero fue una persona la que me hizo sentirme realmente especial. Sentirme de nuevo vivo, diferente. Grande. La que me hizo vivir un momento eterno.La conocía desde hacía poco. Nuestra relación no había ido más allá de dos o tres noches de fiesta y alguna que otra cerveza vespertina, amén de trabajar terraza con terraza. Pero era una chica que realmente me atraía.

Está coladita por ti, capullo.

Lo dudo mucho Lucía. Sabes tan bien como yo que está lejos de mi alcance.

¿Has visto cómo te mira?

Sonreí. En el fondo tenía razón, pero a la vez miedo. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto, y no quería que nada me impidiese disfrutar de esta noche.

Los compromisos con todo el mundo no paraban de sucederse. Que si una foto con vosotros, que si nos tomamos una copa, que si una foto con aquellos, un chupito con aquel, otro con aquella, gente que ni recordaba conocer que me saludaba. En fin, una puta locura, como se suele decir. Y la fiesta seguía alargándose.

Y fue entonces cuando ella se acercó a mi. Se congeló el tiempo y todo, todo cambió por momentos. La realidad y mis alucinaciones convivieron por unos instantes hasta el punto de no distinguir ficción de realidad.

¿Ya me toca cari? Dijo sonriente.

Sonreí y la cogí por la cintura para bailar. Ella se apartó. Mal empezamos. Pensé.

Ven, que quiero darte mi regalo de cumpleaños.

Su sonrisa picarona me mataba. Era algo que no podía soportar. Invitaba a una locura sucia y morbosa de la que nunca querría huir, pero al mismo tiempo era dulce y alentadora.Su estilo, tirando más hacia un rollo indie gafapastil, no dejaba de ser sexy, muy sexy, y su peinado, pelo liso, negro como el azufre, resaltaban su esbelta pero menuda figura.

Estábamos solos, alejados de todo, con la música sonando a lo lejos. La Villa era bastante grande, por lo que no fue difícil encontrar un lugar apartado. Yo estaba encendido, pletórico. Nervioso. A ella le brillaban los ojos.

¿Tan apartados? Aquí no hay nadie que pueda ver mi regalo ni hacernos una foto.

Y me besó.

Tal vez prefieras hacer esto aquí, tranquilamente. Relajado. Dijo ella.

Tal vez...

Y continuó la fiesta.

Desde que te conocí me atrajiste, pero no puedo tener una relación. No ahora.

No te pido eso. Dije yo sonriente. Sólo quiero disfrutar. Nada más. Y la volví a besar.

Volvimos con el resto del grupo y disfrutamos. Justo lo que pedí. Disfruté con todos mis amigos, y disfruté con ella. Fundidos en abrazos de pasión y gozo nos desinibimos definitivamente. A la mañana siguiente la debacle.

Iván. Vuelvo a Córdoba. Mi familia me necesita allí, y me han pedido que vuelva. Lo siento. Te dije que ahora no podía empezar una relación, pero que me encantaría. Ésta es la razón. Pensaba decírtelo a la cara. Pero no podía. No quería dejarte un sabor tan agrío. Discúlpame. Persigue tus sueños, porque sé que los alcanzarás. Yo tengo dos, y los dos se quedan en Valencia. Te quiere, Paula.

Una nota. Una simple nota que cambió mi vida.

Con los claros efectos del alcohol latentes en mi cuerpo, llamé al bar y dejé mi trabajo. Empezaba una nueva vida.

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