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El Eterno Retorno

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"Vamos a suponer que cierto día o cierta noche un demonio se introdujera furtivamente en la soledad más profunda y te dijera:/Esta vida tal como tú la vives y las has vivido tendrás que vivirla todavía otra vez y aún innumerables veces; y se te repetirá cada dolor, cada placer y cada pensamiento, cada suspiro y todo lo indeciblemente grande y pequeño de la vida" 

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"...además todo se repetirá en el mismo orden y sucesión... Y hasta esta araña y este claro de luna entre los árboles y lo mismo este instante y yo mismo"... 


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"....El eterno reloj de arena de la existencia dará la vuelta siempre de nuevo, y tú con él corpúsculo de polvo..." 

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"...O puede que hayas tenido alguna vez la vivencia de un instante prodigioso en el que responderías: /¡tú eres un dios y nunca oí nada más divino!/ Si aquel pensamiento llegase a apoderarse de ti, te transformaría como tú eres y acaso te aplastaría. En todo tu obrar, a cada cosa y a cada paso, se impondría como la carga más pesada la pregunta: /¿quieres que se repita esto otra vez y aun innumerables veces?/...".

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PREFACIO

 

"Primero cayó occidente. La crisis económica azotó con fuerza los últimos meses de la presidencia de Reagan. Familias enteras lo perdieron todo e incluso mucha gente adinerada entró en quiebra. Para muchos fue el fin del sueño americano. Los lujos, los millones, las mansiones y los coches de colección. Todo se fue desmoronando como un caminó hecho por fichas de dominó puestas en vertical al que se le ha dado un ligero golpe. Estados Unidos había vendido su alma al dinero y este lo había corrompido todo. En un afán de lucha siniestra contra el que creían el enemigo, el gobierno americano olvidó enfrentar los problemas que carcomían su civilización. La caída de la Bolsa de Nueva York fue la más grande jamás registrada. Lo del 29' había sido un juego de niños en comparación.  Pronto la enfermedad comenzó a devorarse las economías de sus aliados en Europa, Asia y Latinoamérica. Era el fin de la historia. Occidente había perdido. Su cosmovisión, su modo de vida, había perdido. Era la caída de un imperio. 

 

Después cayó oriente. La Unión Soviética respiraba tranquila con la crisis americana y olvidó. No volvió a mirar los supermercados vacíos, el hambre y la miseria que devastaban campos y ciudades por igual. Olvidó su origen, el porqué de su nacimiento. Los soviets, como los llamaban, comenzaron una revolución. Las guerras en las naciones satélites soviéticas comenzaron como una llamarada explosiva. No hubo bomberos. Yugoslavia, destruída, fue el aviso del fin. El mundo comenzaba a caer en un oscurantismo peligroso. No había dioses en los que creer. Habían muerto y dejado a la intemperie sus dos grandes creaciones. La Guerra Fría había puesto al universo en una carrera hacia la nada, un espectáculo circense para la risa de unas deidades que debían haber muerto hace mucho tiempo. En sólo un lustro, el caos se asomó a las puertas del destino y la gente de la fiesta trató de ignorarlo. La fiesta de la insignificancia.

 

Al borde del abismo estábamos. La paz llegó por las maniobras de un grupo de líderes sin más agenda que evitar el fin de la historia. Y la evitaron. Reconstruyeron sobre los pedazos rotos y muertos los reyes aparecieron los cortesanos. Las federaciones transnacionales, los movimientos humanísticos y las políticas sociales tomaron la bandera del progreso. Y aquí estamos. Los dos dinosaurios siguen existiendo. Uno, el de las barras y las estrellas, sobrevive con dignidad en busca del sentido de su existencia. El otro, el de la hoz y el martillo, siguió unido para tratar de ser fuerte, pero lo de antes acabó. El Muro de Berlín fue destruido en abril de 1999 como paradigma de la muerte de las superpotencias. Si estas ya no eran sino sombras del pasado no había razón para que existiera la cortina que evitaba que se miraran frente a frente. 

 

No hay dioses, se han ido. Se fueron cuando la noche caía, en el crepúsculo. Y no cayó porque el hombre se levantó, miró al cielo y no vio nada. Sobrevivimos al Ragnarok."

 

__________________________________________________________________________

 

Viena, 1999

 

- ¿No estás muy lejos de casa?

 

K. miró al viejo con condescendencia absoluta. Lo miró como se mira un cervatillo en la pradera, a sabiendas que la naturaleza cruel le encontrará la muerta en las fauces de una fiera. Tocaba un violín subido en una pequeña tarima de color cartón a las afueras de un café pequeño y bohemio. Tenía un vaso de aluminio en el que la gente distraída depositaba centavos de cuando en vez. K. no lo necesitaba. Bastaba una observación ligera para darse cuenta de la finura de su ropa de apariencia maltrecha y, con un poco más de detalle, uno alcanzaba a avisar de las maneras burguesas del violinista. Se notaba que había bebido de la mejor educación posible que podría darse en el mundo en el que había crecido. Su cabello azabache caía insolente al ritmo de la melodía que tocaba en ese momento, que, a diferencia de los mendigos violinistas que atestaban la ciudad, no era una sinfonía clásica hartamente conocida por el público. La de K. era una pieza de sonidos rimbombantes y complejos, pero a los que les faltaba el toque típico de las grandes composiciones del siglo XIX. Lo suyo tenía un deje moderno e indescifrable para el escucha. El viejo simplemente lo miraba taciturno. En su mirada, sin embargo, había un gesto suplicante que no iba acorde al abrigo de piel que portaba denotando una riqueza considerable.

 

- Vuelve, Pierre. Tus padres no querrían esto.

 

- Ya no me llamo Pierre, viejo. Soy K. 

 

¿Qué podría querer el viejo de K? ¿Por qué le pedía que volviera? El viejo era un adinerado empresario francés que había adoptado a K. muchos años atrás, cuando todavía era Pierre, al enamorarse de su madre. K. era un soviet exiliado. O eso siempre decía. Nació en Moscú pero nunca conoció la capital. Siendo un bebé de brazos su padre, perseguido por la KGB, se fue a Francia con su madre, una mujer austríaca de belleza formidable. Su padre, portador de su mismo nombre, Pierre Bezhukov, fue asesinado años más tarde en esa misma Francia que los había adoptado. Meses más tarde, la madre de K. se iría a vivir a una de las mansiones del viejo y K. fue criado como si fuese uno de sus hijos, con todos los lujos y facilidades que su fortuna podría darles. Pero eso ya estaba tan enterrado como la madre K. Eliza había muerto dos años atrás y K. se había ido de la casa y de Francia el mismo día. ¿Qué necesidad tenía el viejo de buscarlo durante tanto tiempo? ¿Por qué había ido él mismo hasta Viena, a ese pequeño café, a suplicarle a K. que volviese a París con él? K. había huido a Viena en busca de algo que no había encontrado. Tenía veinte años solamente y miraba al mundo con la arrogancia con la que sólo lo miran quienes aún no conocen la tristeza. ¿No la conocía K.? ¿Había algo más triste que la muerte temprana de los padres? K. no lo sabía y por eso se había ido: quería conocer la tristeza.

 

Editado por Cumberbatch

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Prólogo

 

Bienvenidos a esta historia. Para los que estuvieron al tanto de lo hecho en “Vientos del Este”, esto les sonará familiar. La historia parte de una Base de Datos que nos trae el mundo como si El Muro de Berlín nunca hubiese caído además de algunas otras modificaciones hechas por mi. Esta vez voy más allá. Se trata de una realidad alternativa en la que la sucesión de eventos es muy parecida hasta cierto punto de la historia, pero a partir de este todo cambia. En lugar del fin del comunismo, es el fin de occidente lo que ocurre en 1989. Una crisis económica que desata muchos cambios políticos y económicos. Yugoslavia, Checoslovaquia, la Unión Soviética y Alemania Oriental siguen existiendo a modo de federaciones dentro de la gran federación de estados europeos (Unión Europea) Esto, a nivel fútbol, implica que dichas selecciones siguen existiendo y, de hecho, nunca cesaron de existir. 

 

El fútbol no fue inmune a los cambios que vivimos políticamente. Ir a mucha profundidad en esto hubiera significado un proceso de edición inmenso e inacabable así que sólo he editado los eventos que me han parecido interesantes a nivel narrativo. Para resumir, esto es lo que ha pasado:

 

1) Ya que El Muro nunca cayó, las selecciones citadas anteriormente siguieron existiendo y participando en Eurocopas y Mundiales. 

 

2)La Copa de Europa nunca cambió su formato a la competición que tenemos actualmente. La siguieron jugando sólo los campeones.

 

3) La Ley Bosman existió. En 1996 se decretó y funcionó en gran medida hasta 2006. Los países lationamericanos, ahora bajo mandatos, digamos, ¿socialistas?, y ante el reclamo de las federaciones de fútbol, que ven como las selecciones fracasan en los mundiales de 2002 y 2006, deciden cerrar los traspasos de futbolistas a Europa. Para 2015 la situación se hace insostenible para todos y la FIFA, tras ganar una batalla legal, decide que Europa vuelva al sistema Pre-Bosman de sólo tres extranjeros contando a los jugadores del continente.

 

4) La línea del tiempo hizo reset y muchos eventos cambiaron. Por ejemplo, en 1989, Johan Cruyff fue despedido del FC Barcelona y aterrizó en el Inter de Milán, cambiando el panorama europeo y, en términos FM, muchas reputaciones.

 

Apéndice

 

En adelanto, una lista con los cambios principales en términos de historia. Cualquier otra cosa que deseen saber así o a nivel narrativo (Aunque las iré contando en post especiales), nada más es que me las pidan.

 

Mundial


 

Spoiler

 

1954: Hungría campeón, Alemania Federal subcampeón, Austria tercer puesto.

1978: Holanda campeón, Brasil subcampeón, Argentina tercer puesto.

1982: Francia campeón, Italia subcampeón, Alemania Federal tercer puesto.

1990: Italia campeón, Alemania Federal subcampeón, Colombia tercer puesto.

1998: Brasil campeón, Francia subcampeón, Holanda tercer puesto.

2002: España campeón, Inglaterra subcampeón, Turquía tercer puesto.

2006: Italia campeón, Francia subcampeón, Portugal tercer puesto.

2010: Argentina campeón, Brasil subcampeón, Uruguay tercer puesto.

2014: Argentina campeón, Francia subcampeón, Colombia tercer puesto.

 

 

Eurocopa


 

Spoiler

 

1992: Yugoslavia campeón, Alemania Federal subcampeón

1996: Inglaterra campeón, Checoslovaquia subcampeón

2008: España campeón, Unión Soviética subcampeón

2012: Portugal campeón, Italia subcampeón

 

 

Copa de Europa


 

Spoiler

 

1969: Manchester campeón, Ajax subcampeón

1970: Milan campeón, Celtic subcampeón

1977: BMG campeón, Liverpool subcampeón

1992: Inter campeón, Benfica subcampeón

1993: Inter campeón, Marsella subcampeón

1994: Deportivo campeón, Milan subcampeón

1997: Milan campeón, Juventus subcampeón

2000: Real Madrid campeón, Lazio subcampeón

2001: Bayern campeón, Deportivo subcampeón

2002: Real Madrid campeón, Bayern subcampeón

2003: Juventus campeón, Valencia subcampeón

2004: Porto campeón, Lyon subcampeón

2005: Milan campeón, Arsenal subcampeón

2006: Chelsea campeón, Barcelona subcampeón

2007: Roma campeón, Chelsea subcampeón

2008: Manchester campeón, Barcelona subcampeón

2011: Real Madrid campeón, Chelsea subcampeón

2012: Dortmund campeón, Manchester subcampeón

2013: Juventus campeón, Dortmund subcampeón

2014: Real Madrid campeón, Bayern subcampeón

 

 

Ballon D'Or

 

Spoiler

 

1969: Rivera, Best, Muller

1982: Platini, Giresse, Boniek

1992: Van Basten, Stoichkov (Inter), Bergkamp (Inter)

1993: Baggio, Bergkamp (Inter), Cantona

1996: Bebeto, Ronaldo, Shearer

1998: Ronaldo, Zidane, Raúl

2001: Raúl, Owen, Khan

2002: Zidane, Raúl, Roberto Carlos

2003: Nedved, Henry, Aimar

2005: Ronaldinho, Lampard, Kaká (Sao Paulo)

2007: Kaka (Sao Paulo), Cristiano, Totti

2011: Messi, Cristiano, Neymar (Santos)

2012: Messi, Cristiano, Neymar (Santos)

2014: Messi, Cristiano, Falcao (River Plate)

 

 

 

Editado por Cumberbatch

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ÍNDICE

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NOTA DEL AUTOR

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Bienvenidos a una nueva historia. Como ven, hay muchas cosas extrañas e inusuales que para mi resultan muy atractivas de contar y supongo resultan igualmente interesantes de leer. La historia funcionará de la siguiente forma:

Parto de la premisa de que quiero una partida larga. Quiero vivir toda una carrera como entrenador, que es algo que nunca he hecho y que me llama un montón la atención. Por tanto, y dada la naturaleza del inicio, la historia se contará en un estilo mixto entre la MLB y las historias  más tradicionales. Empezamos en un club que hay que, prácticamente, armar desde las cenizas. Para darles una idea, he copiado la información financiera del RB Leipzig y la he puesto en el Racing de Paris. Ese es el dinero que hay. Reputación de 2500 eso sí.

Además, hay que decir que habrá varios tipos de post. Una especie de ucronía contada por una voz omnisciente; post deportivos contados desde la perspectiva del entrenador; posts deportivos contado nuevamente por una voz omnisciente; y efemérides varias.

La estética visual de la historia está en autodescubrimiento.

 

 

Editado por Cumberbatch

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ACTO I | Último Tango en París

 

 

París, 2014

 

- A mi padre lo mató la KGB hace casi treinta años. Lo mataron porque pensaba distinto. Porque creía que el hombre soviético bajo la dictadura comunista era un esclavo y él creía que la naturaleza del hombre no era serlo. Porque creía en las libertades y porque tenía una moral distinta. Disidente. Mi padre era un gran hombre: inteligente, sagaz, dulce y guerrero. Encarnaba los valores humanos más deseados y era un formidable hombre de fútbol. Fue el entrenador soviético más grande que existió y nunca dejaron que lo fuese. Otros estaban ahí para dar buena imagen al régimen. Creían en un fútbol de máquinas y en las máquinas se refugiaban para todo. No eran tan buenos como nos los vendieron y por eso siempre perdimos. No sé si mi padre hubiera ganado, pero por lo menos hubiéramos jugado al olvidado fútbol del este.  

 

K. siempre había soñado con dar ese discurso. Su padre había sido un entrenador de fútbol amateur al que, en la época del régimen comunista, nunca le dejaron dirigir un equipo profesional. Dadas las circunstancias, el padre de K. decidió canalizar su energía hacia la academia. Escribió ensayos, artículos e incluso libros sobre lo que el llamó "el fútbol del este". En ellos vertió todo cuanto sabía y pensaba no sólo sobre el fútbol, sino sobre el hombre soviético y las penurias tanto de dicho fútbol como de ese hombre bajo el comunismo. K., que se consideraba soviético aunque no hablaba muy bien el ruso y no sabía escribirlo, adoraba a su padre más por la idea de la fatalidad que rodea su ausencia que por lo que vivió con él. Fue un joven rebelde, tanto así que a los diecisiete años, cuando murió su madre y se quedó sólo con su padrastro, un rico empresario parisino, se fugó de la casa y tardó dos años completos en volver y sólo lo hizo porque el padrastro, a quien K. llamaba "El Viejo", lo fue buscar personalmente al café vienés en el que se paraba tocar el violín. Para secarse de su vida parisina, K. se había ido a la ciudad en la que sus padres se conocieron a tocar una pieza furiosa y melancólica afuera del café que su madre le había contado era en el que trabajaba antes de Pierre Bezhukov le robara el corazón. Lo hacía porque se sentía culpable de no sentir tristeza ante su orfandad. Tampoco es que sintiese rabia. De hecho, sintió decepción. Había vivido casi toda su vida en una mansión con todos los lujos y comodidades deseables, pero K. nunca sintió apego por nada ni nadie que no fuese su padre y todo lo que lo rodeaba. Fue por eso que volvió a París.

 

Ese día que El Viejo fue a buscarlo K. no pensaba volver. Lo hizo porque su padrastro le hizo una oferta que no podía rechazar. Se había conocido con su madre en uno de los torneos infantiles en los que Pierre Bezhukov entrenaba. El hijo mayor de El Viejo hacía parte del equipo contrario al de su padre y El Viejo había ido a verlo jugar. Le gustaba el fútbol, mucho, y sabía de la pasión que despertaba en K. Sus dos hijos no tenían interés alguno en el deporte salvo que este se practicase en Saint Tropez al lado de una súper modelo. Por ello El Viejo había desarrollado una suerte de predilección hacia K. que al chico nunca le interesó. Hasta ese día. El Viejo le contó de que su sueño era revivir el antiguo proyecto de Jean Luc Lagàdere con el Racing de París. Que había intentado comprárselo a Lagàrdere entonces y que contaba con que su padre fuese el entrenador de aquel equipo. Para El Viejo, Pierre Bezhukov era una especie de enlace con el fútbol con el que había crecido, con el que soñaba. Su meta era que el Racing de París se convirtiese en el gran equipo de Francia a través de ese estilo de juego que añoraba de su niñez. Lagàrdere nunca le vendió el equipo y luego sobrevino la crisis y la muerte de Bezhukov. Pero nunca se había olvidado de aquello. Fue entonces que pensó en K, quien en su búsqueda del padre perdido, había devorado todo cuanto había escrito Bezhukov y se había convertido en un espectro de él. Se había entrenador para pensar y creer en todo en lo que su padre creía y se sabía la teoría con comas y puntos. Si K. quería, podría llevar a cabo la fantasía de El Viejo y la de su padre a la vez. Y se lo propuso así: si decidía volver a casa, estudiar y cultivarse para ser el entrenador del Racing de París, llegado el momento El Viejo rescataría al club de las catacumbas del fútbol francés y le daría la dirección del equipo a K. El chico aceptó enseguida.

 

Y el día llegó.

 

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SERVET, K LIMT Y EL SUEÑO DEL COLOMBES

Antoine Donnarieix

SOFOOT.COM

Hace veinticinco años supimos las últimas noticias del Racing Club de París en el fútbol profesional francés. Hace poco menos de un año supimos que Henry Servet, el mítico empresario parisino, había adquirido el club tal y como lo había querido ya en los tiempos de Jean Luc Lagàrdere y que planeaba regresarlo al profesionalismo. Hoy se ha anunciado que Servet ha cumplido. La próxima temporada el Racing, que vuelve a llamarse Racing de París tras varios cambios de denominación en las dos últimas décadas, adquirió una plaza en la tercera división francesa y que a partir de ahí remará su camino hasta la élite del fútbol francés con el soporte de la multimillonaria fortuna de Servet detrás.

UN ASUNTO DE FAMILIA

También trascendió el nombre del nuevo entrenador. El hijastro de Servet, Gustav K Limt (Sí, como el pintor), se estrenará como entrenador y será el encargado de llevar los designios del club parisino. K Limt tiene treinta y un años, nació en Moscú, pero se crió toda la vida en París. Su padre es el reconocido entrenador del fútbol soviético amateur, Pierre Bezhukov y, aunque K Limt decidió adoptar el nombre del famoso pintor austríaco, se dice que su ideario futbolístico es el mismo que el del finado Bezhukov: fútbol ofensivo, técnico y creativo.

Servet y K Limt tendrán que trabajar arduamente en el verano. El club cuenta con una cantidad reducida de jugadores y de personal en las áreas administrativas y deportivos. Prácticamente, tendrán que organizar una estructura totalmente nueva de cara a competir en el Championnat National. La inversión será cuantiosa, pero Servet avisó a los medios que será un proyecto paciente y con objetivos realistas a corto, medio y largo plazo. 

 

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RACING CLUB DE PARÍS: ENTRESIJOS DEL PROYECTO

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París es una ciudad singular. El fútbol en Francia es popular casi desde su concepción, pero, salvo en la década de los 30s, la ciudad no tuvo un equipo en la élite del fútbol francés hasta bien entrada la década de 1970. París era territorio inhóspito para el fútbol. Una ciudad que tenía otras aficiones y que, de repente, tuvo dos equipos relativamente nuevos luchando por un espacio en la vida parisina, el Paris Saint Germain y el Racing Matra. La historia es conocida: el primero triunfó y hoy reina no sólo en París sino en el fútbol francés, y el segundo fracasó. Hasta hoy, que ha vuelto. París es una de las grandes capitales del mundo y, como New York, Londres, Buenos Aires, Madrid o Roma, tiene la capacidad para albergar dos equipos de fútbol en el primer plano. El Racing de París vuelve por eso. Y no para ser el segundo. Queremos ser el mejor equipo de París, de Francia, de Europa. Del mundo. En adelanto, las llaves del proyecto.

#UNEQUIPEPOURPARIS

Las líneas maestras del proyecto están escritas a fuego en los estatutos del club. El Racing de París realizará una inversión mayúscula, sí, pero eso no debe desviarnos de la realidad: actualmente somos el candidato número uno al descenso en el Championnat National. Y eso cambiará poco o nada más allá de la inversión. Somos un club nuevo, con dinero, pero sin reputación y con un historial de fracasos a cuestas que hará difícil que la gente nos crea. Que los jugadores nos crean. La misión del club es convertirse en el equipo número uno de París. El PSG tiene tanto o más dinero que nosotros y tiene cuarenta años de historia de ventaja. Debemos conquistar seguidores y eso sólo se logra con un proyecto que genere ilusión y no hay nada más ilusionante que los jóvenes.

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Gérard Houllier (3/9/1947), el hombre que le dio su primera liga al Paris Saint Germain y que se encargó de cultivar la última gran generación de fútbol francés desde las academias y los banquillos. Houllier será el director deportivo del club. En conversación con Servet y K Limt será quién tome las decisiones deportivos más importantes. Un hombre de fútbol que sabe lo vital que son los jóvenes dentro de un proyecto futbolístico a largo plazo, que conoce el fútbol parisino y las academias francesas, que nos da caché y credibilidad ante el mundo y que pregona un estilo de juego que caza bien con las preferencias del presidente y el entrenador. 

Nasser Larguet (6/11/1951) ocupará el cargo de Jefe de Desarrollo de Juveniles. Casi treinta años dando guerra en las academias del fútbol francés. Todo un veterano que conoce todo el fútbol juvenil francófono. Queremos convertir la academia del club en la mejor del país. Tomará tiempo, recursos y trabajo y Larguet es el hombre perfecto para ello.

Tanto Houllier como Larguet contarán, por ahora, con un equipo de dos ojeadores que crecerá al ritmo del club. El iraní Mogi Bayat (24/6/1974) y el francés Gilles Rouillon (27/12/1955) tienen la experiencia que queremos en el campo.

Queremos reclutar el mayor talento parisino y francés. Formar un equipo de jóvenes que creen una identidad. Que el Racing de París se convierta en un club reconocible desde su apuesta futbolistíca.

Asimismo, se invertirá en una mejorar las instalaciones de entrenamiento del primer equipo y juvenil mediante una apuesta de 35 millones de euros en una nueva ciudad deportiva* que esperamos esté lista en los próximos años.

Editado por Cumberbatch

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EL PRECIO DE UNA AMBICIÓN

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Dicen los sabios que todo hombre debe ser consciente de sus propias limitaciones. Interesante consejo, difícil de llevar a cabo, y a menudo nunca seguido por los más exitosos miembros de la sociedad. El hombre, llegado a cierto punto de éxito, debe perder un poco la noción de la realidad y querer siempre más. No dejarse amedrentar por la altura a la que uno se encuentra. Es por eso que todos los hombres más exitosos han basado ese éxito en elegir paciente y mesuradamente su siguiente objetivo. El fútbol, desde luego, no es ajeno a esta manera de pensar. Miremos a Guardiola. Miremos a Mourinho, a Happel, a Guttmann

Eso en los banquillos. En el palco la cosa se complica y las velocidades son, si cabe, más altas. Un buen ejemplo lo tenemos en Steve Ross, el multimillonario yanqui dueño de Warner Communications, un hombre que estuvo en la cresta de la ola hasta que sus sueños se hicieron demasiado grandes. Cuando lo había conseguido todo a nivel empresarial, soñó con hacer de un pequeño equipo amateur de New York el mejor del mundo. Soñó con fichar a Pelé, soñó con traer a los mejores del globo, soñó con hacer crecer una selva –futbolística- en terreno yermo, soñó con ganar campeonatos y ser célebre en el mundo entero, soñó con una Copa del Mundo en Estados Unidos y, eventualmente, de tanto soñar, destruyó toda su obra. En el mismo caso nos encontramos a Jean-Luc Lagardere, un hombre que, como Ross, tuvo al mundo empresarial de su país a sus pies y soñó a lo grande intentando construír un gigante futbolístico en una de las capitales del mundo.

A comienzos de la década de los 80 el fútbol francés florecía a la luz de una nueva generación de brillantes jugadores que hacían soñar a los seguidores bleus con reverdecer los laureles de Raymond Kopa y Just Fontaine. El Saint Ettiene dominador de la década anterior comenzaba un, en aquel momento, imperceptible declive en su poderío y ciudades como Marsella o Burdeos volvían poco a poco a tomar un papel preponderante en el fútbol galo. No París. Nunca París. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial la capital francesa no disfrutaba de un buen club de fútbol. Hacía poco más de una década que el Paris Saint Germain había sido creado y, aunque su ascenso al máximo nivel del fútbol francés fue fulgurante, su vitrina seguía vacía.

Por aquellos momentos, Lagardere estaba en el punto máximo de su poder. Se había labrado un nombre en los años 60 como ingeniero de Matra y en competiciones automovilísticas como las 24 Horas de Le Mans y la Fórmula 1. En los 70 amplió su radio de influencia siendo miembro de un importante grupo de pensamiento francés – la Fundación Saint Simon-, y a inicios de los 80 Matra había crecido en sus horizontes hasta ser una empresa de referencia en el mundo de la aeronáutica y la defensa militar –misiles, básicamente-. No contento con esto, Lagardere se hizo con el grupo editorial Hachete, lo cual suponía que publicaciones de tanto calado internacional como Elle o Car & Drivertambién pasaban a sus manos. ¿Hemos dicho que estaba casado con una modelo brasileña y era poseedor de una afamada cuadra de caballos de carreras de categoría internacional? Pues también.

Lagardere era un Napoleón vencedor de Austerlitz. ¿A qué podía tener miedo? ¿Qué podía resistírsele? Así que decidió afrontar el reto de crear lo que parecía imposible: un gigante europeo del fútbol en París.

Su objetivo fue reflotar el casi extinto Racing Club de Paris, un club que había sido célebre en los años 30, iniciado su descenso a los infiernos a mediados de los 60 y que en los ochenta estaba sumido en el más absoluto de los anonimatos. Un equipo que apenas sobrevivía en las categorías más modestas del fútbol francés. El poderío y las influencias de Lagardere le llevaron a intentar fusionarlo con el Paris FC, un equipo creado a finales de los 60 para servir de matriz al futuro Paris Saint Germain, pero que por circunstancias –problemas con los políticos parisinos y el dueño del Parc des Princes- acabó escindiéndose del PSG poco después de su creación. Así pues, con más dificultades de las previstas, Lagardere tuvo su nuevo club: la historia, los colores y la distinción del Racing parisino y la plaza en segunda división del Paris FC. Un engendro que vestía una de las camisetas más bonitas que ha visto el fútbol europeo. El siguiente paso fue conseguir un estadio con glamour y enjundia, a la altura del club. Y al poco tiempo el Racing estaba jugando en el histórico Olímpico de Colombes, sede de unas Olimpiadas, de una final del Mundial y de algunos de los más míticos partidos de Copa de Europa de la historia -desempates de eliminatorias Real Madrid vs Juventus y Benfica vs Ajax-, además del rodaje de la famosa Evasión o Victoria. La gran Uruguay de Nasazzi y Scarone, la Italia de Pozzo y Meazza, el doctor Sarosi, Leónidas y Eusebio –perlas negras-, Pelé, Di Stefano y Puskas, Cruyff y su Fútbol Total… todos habían corrido en el césped de Colombes. Glamour.

Con el equipo aún en Segunda y tratando de ascender, Lagardere ficha a su primera gran figura merced al dinero de Matra. El argelino Rabah Madjer, que venía de destacar en el Mundial 82, se convierte en la estrella del equipo y su gran reclamo mediático. El rendimiento no es el más adecuado. Madjer, a pesar de su innegable calidad, muy superior a cualquier jugador de segunda división, no se encuentra cómodo, es apaleado a menudo por sus marcadores y está más centrado en la selección argelina que en el propio club. Aún así, marca 20 goles, el equipo asciende y completa una actuación muy buena en Copa, eliminando a tres equipos de Primera. El objetivo estaba conseguido: el Racing era club de D1.

No duró mucho la alegría. El ambicioso Lagardere cambió Colombes por el Parc des Princes, a pesar de que tenía que compartirlo con un PSG que venía de ganar sus primeros títulos y jugaba un fútbol muy atractivo gracias a la presencia de estrellas como Luis Fernandez, Safet Sufic, Dominque Rocheteau o Mustapha Dahleb. El estadio, consecuentemente, estuvo semivacío durante casi todo el año y el equipo realizó una temporada lamentable que lo devuelve a Segunda. Esto fue algo que no desalentó al muchimillonario, que cerró las contrataciones de un delantero goleador, el zaireño Eugene Kabongo –proveniente del fútbol belga- y ni más ni menos que el líbero de la selección nacional campeona de Europa: Maxime Bossis, una institución del fútbol francés que dejaba su Nantes para jugar en la segunda categoría del fútbol galo. Además, se le une Philippe Mahut, otro internacional francés, semifinalista de la Copa del Mundo de 1982. Toko, Thys, Polaniok y Umpierrez completan un apartado de fichajes muy potente para un cuadro que ni mucho menos estaba en la élite. 

La temporada será un éxito casi total: Kabongo roza la treintena de goles y el Racing supera a un Saint Ettiene que ya había sufrido su primer descenso, para ascender a la D1. Pero las gradas seguían vacías, en parte porque ese año 85-86, en Primera, el PSG entrenado por Gerard Houllier se consagra campeón francés por primera vez en su historia, prácticamente arrasando y jugando un atractivo fútbol. Lagardere asume que el reto de ser no ya el mejor equipo de Francia, sino el primero de París va a ser muy duro, y decide poner todo el potencial económico que tiene a su disposición para lograr el objetivo. Matra, que había estado presente como sponsor desde el inicio de la aventura, toma el nombre del club: Paris Matra Racing. Como si fuese un equipo de carreras de coches, ambiente que Monsieur Lagardere conoce a la perfección.

Los refuerzos de la plantilla son lujosos: uno de los mejores porteros del campeonato francés, Pascal Olmeta –Bastia-, otro defensa internacional francés como Thierry Tusseau –Girondins- o el técnico jugador marroquí, muy destacado en el Mundial 86, Aziz Bouderbala; futbolistas que formarán el armazón del equipo. No obstante, las grandes figuras son el extremo internacional alemán del Colonia, Pierre Littbarski, uno de los jugadores más hábiles de los años 80, y el mejor jugador de América, capitán de la selección uruguaya campeona continental y líder del River Plate campeón mundial Enzo Francescoli. “El Príncipe” se convertirá en la principal atracción del equipo, por fama internacional y por rendimiento en el campo. Sin embargo, el hombre del que más se habla ese verano es Luis Fernandez. El centrocampista nacido en Tarifa, miembro del Carré Magique de la selección francesa, destacadísimo en Mexico 86, y capitán del rival PSG se cambia de acera y asume los galones de llevar al Racing a grandes cotas.

Por fin Lagardere había creado su gran equipo y por fin el club conseguía atraer la atención de los parisinos, registrando buenas entradas en su estadio del Parc des Princes. Esta vez el que no respondió fue el conjunto en el campo, registrando una muy pobre decimotercera posición. La temporada, no podía ser de otra manera, fue decepcionante y mediocre, con un Luis Fernández lesionado, un Littbarski que jamás se adaptó a la vida parisina y que apenas dejó gotas de su suprema calidad, y un Francescoli que disputa un gran campeonato, marcando 14 goles, pero que no fueron suficientes.

Al año siguiente, el magnate francés sigue reforzando al equipo, convencido de que con tiempo y dinero el objetivo debía llegar. Littbarski ya no está, ha regresado a Colonia tras fracasar, y en su lugar se ficha a un joven y prometedor defensor internacional holandés, Sonny Silooy. Se busca asentar al equipo defensivamente para que los buenos jugadores de arriba decidan. En el banquillo, y este sí es un golpe de efecto que recordará a los posteriores Abramovich o PSG actual, se ficha a un campeón europeo. El técnico de moda, Artur Jorge, recién ganada la Copa de Europa en Viena ante el Bayern, ficha por el Racing. No consigue, sin embargo, llevarse con él a Futre, su hombre de confianza. El equipo funciona y pasa bastantes jornadas entre los tres primeros de la clasificación, pero un horrendo final de año, con 7 u 8 partidos sin conocer la victoria, le hacen bajar al séptimo puesto. Suficiente, al menos, para quedar por delante del PSG y entrar en Europa.

Esto espoleó a Lagardere, que pasó otro verano de pasión tirando de billetera y aumentando el fondo de armario de su ya potente equipo con nombres como los jóvenes David Ginolá, Bruno Germain, Vincent Guerin, Bernard Casoni o el internacional uruguayo Ruben Paz. A pesar del esfuerzo económico y del plantillón con el que contaba, la marcha del equipo es desastrosa y Artur Jorge abandona a mitad de temporada, sustituído por el ex internacional francés René Hausser, que se las arregla para salvar in extremis al club. Este pobre resultado acabó con la paciencia del poderoso mecenas francés, que dejó de inyectar dinero al Racing. Sin sus millones, también desertan muchas de las estrellas, entre ellas Francescoli, Fernandez o Tusseau. El club queda reducido a una colección de jóvenes futbolistas con mucho futuro pero escaso presente y el proyecto, simplemente, se derrumba a pesar de llegar a la final de Copa –eliminando al Marsella-, que perderán ante el Montpellier de Carlos Valderrama. Curiosamente, muchos de sus miembros, encontrarán la gloria en el otro equipo de París y cumplirán allí su sueño de ser campeones. Estamos hablando de Artur Jorge, Ginolá o Guerin. Germain o Casoni formarán parte de otro proyecto faraónico, el de Bernard Tapie en Marsella, de tan agridulce recuerdo. Son Tapie y Jean Michel Aulas en Lyon los dos magnates que, a la sombra de Matra, van creando la estructura de dos equipos que serán tiránicos en el fútbol francés.

Tras la aventura de Lagardere, el Racing quedó abandonado a su suerte, refundado, con cambios de nombre y descensos varios. Hoy, solo sus preciosos colores, manchados en el barro de las catacumbas del fútbol galo, hacen recordar el sueño que una vez tuvo Paris amparada por la ambición de un hombre que no supo conocer sus límites.

*texto de Sergio Vilariño para ecosdelbalón.

 

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París, 2015
 
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Nunca me gustó París. No conocí hasta muy tarde otra ciudad, pero nunca sentí pasión por sus calles, por sus monumentos, por su gente. Siempre la sentí ajena. Pero aquí estoy, tratando de dar vida a un club moribundo que transporta a París a una época de arte y glamour verdaderos. El Racing  de París. El Racing de France. El Racing de Colombes. El Racing de Matra. Tantos nombres y ninguna identidad. Un escudo que no significa nada. Una historia detrás de la que avergonzarse. El Racing es eso. Un nombre sin rostro que bien podría ser de cualquier otro lado y no de París. Pero aquí está. Al final de este cuento, de ser exitoso, tanto el club como yo nos habremos convertido en parte de París... o viceversa.
 
El club, como tal, es sólo un caparazón vacío. Está hueco. Hay un puñado de futbolistas, casi todos amateurs, que saben que no seguirán mucho tiempo con nosotros si las cosas salen bien. Les hemos prometido que, por lo menos esta primera temporada, tendrán la oportunidad de seguir en el club, así sea para rellenar la plantilla reserva y juvenil. Hay un par que no están del todo mal. Tienen planta y corazón y eso en el fútbol no es suficiente, pero sí es mucho. A todos les hemos dado contratos que les permitan, por lo menos este año, tener la tranquilidad de poder jugar al fútbol sin pensar que tienen que comer en la casa. Henry ha pensado en todo. No era para menos. Más de treinta años alimentando una ambición debían de servir para algo. Ha llegado Houllier y algún otro más. Se me ha dicho que este año me preocupe sólo por entrenar. Que ya llegarán los jugadores y que el momento de inmiscuirme más en los designios del club también. Que no importa si no asciendo esta temporada. Este año es de transición, de montar unas bases. Les hice caso. Quieren que el club esté lleno de jugadores jóvenes. No me disgusta, pero dejé claro que necesitaré de jugadores experimentados mientras no podamos acceder a los mejores juveniles. Dijeron que tenía razón. Claro que la tengo.
 
Hoy es el primer día de trabajo. Llamé personalmente a todos los jugadores. Les conté de mis ideas, de su situación y les pedí tranquilidad y que disfrutaran al máximo de este proyecto. Los más viejos saben que será su último vagón en la historia. Los más jóvenes que si lo hacen bien tendrán la oportunidad de quedarse más tiempo y vivir algo fantástico. Houllier tendrá que darme un equipo nuevo. No sólo de futbolistas. No conozco ni tengo la confianza suficiente con nadie para que haga parte de mi cuerpo técnico. Siempre he sido un lobo solitario. Mi padre también lo era un poco. Decía que eso de los grupos de trabajo era para los esclavos como Lobanovsky. No sé si tenga razón. Al crecer me di cuenta que muchas de las cosas en las que él creía no eran ciertas y que otras estaban por ver. Si esto hubiera llegado algunos años atrás me hubiera rehusado a compartir banquillo con alguien que no fuese uno de mis dirigidos. He cambiado. Las aventuras suelen ser mejores cuando se está acompañado. Aunque sea por uno mismo.
 
Me preguntaron qué jugadores quería. No supe qué decir. Nunca he prestado demasiado atención al fútbol francés. Siempre lo he visto como un trámite. Mi meta está en casa. Soy un soviet, después de todo. Nunca quise ser nada más que eso. Houllier me prestó su videoteca. No tiene mucho de jugadores de hoy, pero me dijo que debía aprender el fútbol francés. Pasé los últimos meses viendo a Fontaine y a Kopa; a Platini y Giresse; a Zidane y Henry. Me gustó el Nantes. También otros equipos. Pero el Nantes sobre todo. Me hablaron de Pedretti. También de Anelka. Dije que sí, que daba igual. Que quería buenos futbolistas. Con que fueran buenos bastaba.
 
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