Quizá el vulgo ignorante desprecia y abomina de la genial interfaz del Miles del mismo modo en que la sublime obra de Van Gogh era desdeñada por la tosquedad de sus contemporáneos. Cuando las generaciones venideras contemplen las altísimas excelencias de la interfaz de Miles, seremos entonces nosotros los que resultaremos censurados por la atrofia rústica de nuestro gusto. Bueno ya más en serio, creo que estamos exagerando un pelín. Yo poco a poco me voy haciendo con todo ello, e incluso cogiéndole gusto. Los fallos que tiene creo que más pronto que tarde se irán puliendo, y nos quedará la base de un juego sobre el que los añadidos que sigan en ediciones venideras quizá alcancen a tocar los cielos.
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