Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 4 – Den Wacker kennenlernen (Capítulo 4 – Conociendo al Wacker) Teil 24 – Die Realität des Schutzes (Parte 24 – La Realidad del Lodo) En Tivoli Neu, Innsbruck, Austria. El reloj marcaba las 12:45 de la tarde. El silencio había vuelto a caer sobre la oficina principal después de la dispersión del nuevo cuerpo técnico. Matthias Schall, con su campera verde del Wacker y el pantalón negro de entrenamiento, se sintió de inmediato más en sintonía con el ambiente que buscaba imponer. Hizo un gesto hacia Martin Brusch, el Director Deportivo recién nombrado, indicándole que lo siguiera. —Herr Brusch, caminaremos hacia su oficina. Me gustaría que me ponga al día sobre las instalaciones —comenzó Matthias, su tono era inquisitivo—. Primero, cuénteme del Tivoli Neu y después el resto. Quiero la realidad. ¿Qué tiene este club que merezca el nombre de "infraestructura de élite" y qué es, francamente, chatarra? Brusch, con una carpeta bajo el brazo, se mostró visiblemente más relajado ahora que la presentación formal había terminado. El Director Deportivo tenía el rostro curtido de quien ha pasado años lidiando con presupuestos ajustados, una figura austera que contrastaba con la ambición desbordada de Matthias. —Por supuesto, Herr Schall —respondió Brusch, ajustándose las gafas mientras ambos caminaban por el pasillo. La zona de oficinas era funcional pero se sentía vacía, como si la gloria se hubiera llevado hasta el mobiliario—. Mi oficina está al final. Le advierto: la realidad en quinta división es dura, pero el Wacker tiene algunos activos que otras estructuras regionales envidiarían. Ambos llegaron a un despacho pequeño, pero con una vista funcional a las gradas del estadio. Brusch se sentó en su escritorio, haciendo un gesto a Matthias para que tomara asiento frente a él. —Comencemos con lo que nos mantiene en pie —dijo Brusch, abriendo su carpeta y extrayendo un mapa esquemático de las instalaciones. Luego, alzó la vista y comenzó a explicar, con un claro orgullo regional: —Mire, Matthias, el Tivoli Neu —ahora llamado Tivoli Stadion Tirol— es ese estadio moderno que tenemos en Innsbruck desde el año 2000, cuando reemplazó al viejo Tivoli-Stadion. Lo construyeron para darle a la ciudad un espacio deportivo de primera, y vaya que lo lograron: es la casa del Wacker Innsbruck, del WSG Tirol y hasta de los Raiders de fútbol americano. Su capacidad normal es de 16,008 espectadores, pero ¿sabe qué? Para la Eurocopa 2008, lo ampliaron hasta los 30,000 asientos. Aquí jugaron tres partidos de ese torneo, ¡incluyendo el de España, que luego ganó el campeonato! También ha sido sede de la Copa Mundial de Fútbol Americano y de conciertos, así que no es solo fútbol. Forma parte del complejo OlympiaWorld, que incluye otras instalaciones deportivas, y está a solo 20 minutos caminando del centro. Es un orgullo para Innsbruck, porque une historia, deporte y eventos internacionales. ¿Te imaginas la vibra de esos días de Eurocopa? ¡Pura energía tirolesa! Martin Brusch dejó que el peso de ese recuerdo flotara en el aire por un momento, antes de volver a la realidad de la Hypo Tirol Liga. —Ese es el teatro, Herr Schall. Un teatro que alquilamos. La verdadera base de operaciones, y el corazón de lo que podemos construir, está en la Sportanlage Wiesengasse. Matthias se inclinó sobre el mapa esquemático de las instalaciones que Brusch había desplegado. —Hábleme de Wiesengasse. Es donde entrenan el primer equipo y las reservas, ¿correcto? Brusch asintió con una expresión que era mitad orgullo, mitad resignación. —Correcto. Wiesengasse es donde pasará la mayor parte de su tiempo. Es nuestro complejo principal, aunque no lo parezca. Consiste en varios campos. El Platz A es el campo de césped natural, el principal. Es funcional y lo mantenemos con un esfuerzo enorme, pero está lejos de ser la superficie de élite que usted conoce. La realidad es que la Wiesengasse está saturada. Es una instalación municipal que compartimos con otros clubes de Innsbruck, y su calidad es el mínimo aceptable. Brusch, percibiendo la desaprobación de Matthias, se apresuró a cambiar el enfoque hacia lo positivo: —En contraste con el uso del campo, las instalaciones corporativas son normales ahora. Fueron de otro nivel en nuestros grandes tiempos, claro, pero son funcionales. Sin embargo, no todo es mediocre. Las instalaciones de entrenamiento son magníficas si las comparamos con el resto de la Hypo Tirol Liga. Y en cuanto a la base... Las del juvenil son espléndidas, con preparación de los mismos adecuadas y una política de contratación por encima de la media. Hemos logrado mantener los estándares de la academia pese a la caída del primer equipo, y esa es nuestra mayor inversión. Matthias alzó una ceja, una sonrisa tenue apareciendo en su rostro. Era la primera chispa real de entusiasmo que el Director Deportivo le había provocado. —Creo que muchos de los equipos de la Bundesliga austriaca envidiarían lo que tenemos —dijo Matthias, no como una pregunta, sino como una declaración de estrategia. Él veía potencial donde Brusch solo veía limitaciones. —En el papel, sí —admitió Martin Brusch, volviendo a la cautela—. La estructura juvenil sigue siendo nuestro diamante en bruto. Pero, Herr Schall, la diferencia entre las instalaciones de entrenamiento del primer equipo y las de la élite de Europa es abismal. La oficina del primer equipo está en el Tivoli Neu, pero los vestuarios, los gimnasios y la zona médica están en Wiesengasse. Es una división que dificulta la logística. Matthias se puso de pie, su expresión era ahora de fría determinación. La chatarra, el lodo, era el punto de partida que él necesitaba para su leyenda.
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