IntroducciónMi fascinación por el fútbol y el simulador "Football Manager" ha sido la chispa para esta historia. Lo que tienes en tus manos no es un manual de juego, sino una novela ficticia que explora el vertiginoso mundo del fútbol a través de los ojos de Matías Gese, un mánager cuya vida se entrelaza con cada partido, cada decisión y cada sueño de gloria. Prepárate para sumergirte en los vestuarios, las canchas y los dilemas de un deporte que es mucho más que un juego. Esta es la historia de Matías Gese, un viaje donde la estrategia y la pasión chocan en la búsqueda incesante de la victoria. “De la costa del lago al mundo”Nací en Villa Rumipal, un rincón de Córdoba donde el lago Embalse te abraza y el fútbol es más que un deporte: es una religión silenciosa que se vive en cada potrero, en cada patio de escuela. Desde que tengo memoria, mi vida giró alrededor de una pelota. No importaba si era de cuero, de trapo o una botella de plástico: el caso era patear y sentir esa conexión única entre el pie y el balón. Mi primer amor futbolístico fue el Club Náutico Rumipal. Allí me crié, desde las inferiores hasta jugar en la Primera local. El olor a tierra recién regada, el poco césped del Ángel Audisio recién cortado, el sonido de la pelota, el grito de gol de mis amigos… eso era mi mundo. Jugué hasta los 22, con la ilusión intacta de llegar a algo más, pero el destino tenía otros planes para mis botines. Fue a esa edad, con la madurez que te da entender que la vida profesional en el campo se escurre, cuando sentí el llamado de mi otra pasión del otro lado de la linea de cal . Siempre fui de analizar el juego, de desmenuzar las tácticas, de entender por qué un pase o un movimiento podían cambiarlo todo. Así que, sin dudarlo, me lancé a estudiar. Primero para ser analista técnico, luego para convertirme en entrenador de fútbol. Horas y horas leyendo libros, viendo partidos, dibujando esquemas, con la convicción de que mi lugar en este deporte estaba en la pizarra, no en el círculo central. Mi experiencia la forjé allí mismo, en el Club Náutico Rumipal, entrenando a las categorías de infantiles, sintiendo la responsabilidad de formar a los pibes que venían detrás. A los 26 años inicié mis estudios y obtuve mi Licencia Nacional C. La Licencia B la completé a los 29 años y, finalmente, logré la tan ansiada Licencia Nacional A en 2023. Sentía que tenía las herramientas, pero me faltaba el escenario. “No todo pasa en el campo de juego”Mientras el fútbol llenaba mis días, mi vida también se enriquecía fuera del campo. En marzo de 2016, Lucía entró en mi vida, y desde ese momento, todo tomó un nuevo sentido. Ella, con su luz y su apoyo incondicional, se convirtió en mi principal pilar. Juntos construimos una familia. En mayo de 2017, en Córdoba capital, nació Ainhoa. Fue ella quien me impulsó a estudiar las licencias para dedicarme de lleno a mi sueño. Criada entre muñecas, mascotas y mis libros de tácticas. En 2024 llegó Lorenzo para completar nuestra familia de cuatro. Esto solo aceleró nuestro deseo de emigrar. Argentina, nuestro lugar en el mundo, era tan hermosa como desafiante para alguien como yo que quería abrirse paso en el mundo del fútbol. Nuestro horizonte estaba del otro lado del “charco”: en Alicante vivía la mamá de Lucía y cuatro de sus hermanos. El futuro de la familia estaba allí. Primero, trabajar para mejorar nuestra situación económica, y mientras tanto, intentar seguir persiguiendo ese sueño que había comenzado en 2012 en Villa Rumipal, dirigiendo las inferiores de mi club, pasando por equipos de Primera de nivel amateur en Córdoba capital, incluso trabajando en el fútbol base del Club Atlético Talleres de Córdoba. Epílogo del Prólogo: Que ruede la pelotaEl fútbol es pasión, locura, entrega. Es barro en los botines y sueños en la mirada. Es creer cuando nadie cree. Es dejar tu tierra, tu gente, tus certezas, para ir detrás de una pelota que siempre corre más rápido que uno. Esta historia que comienza no es solo mía: es de mi familia, de mis amigos, de todos los que alguna vez jugaron descalzos soñando con estadios llenos. A partir de ahora, este diario será mi bitácora. Mes a mes, les contaré cómo se construye (o se derrumba) un sueño en el fútbol . Con goles, con lágrimas, con abrazos, con puteadas también. Porque si algo aprendí en Villa Rumipal es que como dijo el Diego, la pelota no se mancha. Y mientras ruede, yo voy a seguir creyendo. — Matías Gese, Alicante, junio de 2025 “De ver al Hércules, a ser el Hércules”El fútbol, siempre abriendo puertas y haciendo más amena la llegada de cualquier argentino al país que sea en el globo terráqueo... esta vez me tocó a mí. En un partido entre algunos argentinos que conocí en Alicante y otros españoles que estaban disponibles para jugar, conocí a Paco Peña, quien se desempeñaba como director deportivo del Hércules CF. Después de días de charlas y reuniones, el club me ofreció un cargo como asistente de desarrollo juvenil. El 1 de noviembre de 2024 conseguí un puesto en las divisiones inferiores del Hércules CF, haciéndome cargo de las categorías Sub-14 y Sub-16. Para mí, era un paso fundamental. Volver a "oler el césped", aunque fuera con las categorías de base, era como volver a respirar. En el Hércules pude aplicar todo lo que había aprendido: desde la planificación de entrenamientos hasta el análisis de vídeo. Me involucré a fondo, con esa pasión que me caracteriza. Recuerdo los fines de semana viendo partidos de los juveniles y de los cadetes, analizando cada jugada, imaginando escenarios. Mientras tanto, por las noches, el Football Manager era mi laboratorio, mi campo de pruebas virtual, donde mis ideas tácticas tomaban forma sin las presiones del mundo real. Un Apunte Familiar (por Lucía)Matías siempre dice que soy su cable a tierra, yo digo que él es mi “loco lindo" por el fútbol. Cuando me propuso la idea de venir a España, no lo dudé ni un segundo. Sabía lo que el fútbol significaba para él; lo lleva en la sangre desde que lo conozco. Dejar Córdoba, a nuestras familias, fue duro. Sobre todo por Ainhoa, que tenía siete años, y por lo pequeño que era Lorenzo, con solo dos meses cuando partimos el 3 de septiembre de 2024. Recuerdo las despedidas en el aeropuerto, las lágrimas y la promesa de volver pronto. Pero la ilusión de Mati era contagiosa. Siempre decía que en España encontraría el lugar para desarrollar todo su potencial como entrenador, y yo confiaba plenamente en él. Alicante nos ha recibido maravillosamente. El clima es distinto, pero el sol nos recuerda a casa. Los primeros meses fueron de adaptación: buscando colegio para Ainhoa, una guardería para Lorenzo, y acostumbrándonos a una cultura nueva, aunque tan cercana a la nuestra. Ver a Matías feliz en el Hércules, volcado en su trabajo con los chicos de la cantera, era una alegría para mí. Llegaba a casa y me contaba cada detalle de los entrenamientos, de las promesas que veía, de sus ideas tácticas. Sabía que su mente de entrenador nunca paraba, incluso cuando estábamos en el parque con los niños. Lo veía horas frente a la compu, con ese juego de fútbol (el “Football Manager”, como él le dice), y a veces me reía, pero siempre supe que para él no era solo un juego. Era una forma de seguir aprendiendo, de crecer.
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