Capítulo 23 – El último pase Ficha del partido Comenzabamos la lucha por el ascenso recibiendo al Grindavik, que nos había ganado en los dos partidos de liga regular. Tuvimos una gran ocasión al poco de comenzar el encuentro, con un gol anulado a Ingimar Arnar Kristjánsson a los 9 minutos de partido por un dudoso fuera de juego, y hasta el descanso el duelo apenas tuvo ocasiones por ninguno de los dos equipos. Tras la reanudación, de nuevo Ingimar Arnar Kristjánsson veía como le anulaban otro gol por fuera de juego, y aunque fuimos muy superiores, no conseguimos romper la defensa visitante y el 0-0 inicial quedó como marcador definitivo, dejando todo por decidir para el partido de vuelta Ficha del partido Una semana después, disputabamos el encuentro de vuelta de semifinales de play-off de ascenso. Como en la ida, salimos dominando, y en el 18 una gran internada de Aron Ingi Magnússon la remataba al fondo de las mallas Kristófer Kristjánsson, poniendonos por delante en el marcador. Pasada la media hora de juego, otra internada del extremo, idéntica a la del primer gol, la cabeceaba Ýmir Már Geirsson al fondo de las mallas, para irnos al descanso con una clara ventaja. Tras la reanudación, seguimos dominando, aunque con el paso de los minutos los locales comenzaron a encerrarnos en nuestro área, hasta que en una contra Elvar Máni Guðmundsson sentenciaba con el definitivo 3-0 Alineaciones - Ficha del partido Nuestro rival en la final por el ascenso iba a ser el Leiknir, que había arrasado al Grótta en semifinales por un global de 5-1. Salimos al campo dispuestos a dominar, y a los 10 minutos de juego Ingimar Arnar Kristjánsson nos adelantaba tras un gran pase interior de Kristófer Kristjánsson. Con mínima ventaja llegabamos al descanso, y tras la reanudación merecíamos sentenciar, hasta que una roja directa a Nikola Kristinn Stojanovic, que solo llevaba un cuarto de hora sobre el cesped, espoleó a los locales, que igualaban en el 93 con un disparo lejano de Brynjar Hlöðvers para llevar el partido a la prórroga. En el tiempo extra, emergió la figura del juvenil Birkir Már Sigurbergsson, que a sus 17 años se echó el equipo a la espalda, asistiendo a Viktor Smári Elmarsson para que hiciera el 1-2 casi al final de la primera parte de la prórroga, y después sentenciando el partido con un misil desde 30 metros que sentenciaba el partido con el definitivo 1-3 y nos daba el ascenso a la Pepsideild La sala de prensa estaba aún llena de ecos. El ascenso a la Pepsideild había sido oficial apenas unas horas antes, y los abrazos, los cánticos y las lágrimas seguían flotando en el aire como polvo de celebración. Pero en medio de todo ese ruido, hubo un silencio que pesó más que cualquier ovación. Sigurður Marinó Kristjánsson, el más veterano del equipo, pidió la palabra. Se puso de pie con esa calma que siempre lo ha definido. No necesitó micrófono. Su voz, grave y serena, bastó para que todos callaran. —He jugado en campos de tierra, en estadios vacíos, en noches de nieve y en tardes de gloria. He visto pasar generaciones, entrenadores, sistemas. Pero hoy, con el Bor de vuelta en la Pepsideild, siento que mi camino ha llegado a su final. No hubo dramatismo. No hubo lágrimas. Solo verdad. Sigurður ha sido mucho más que un jugador. Ha sido el eje invisible que sostiene un vestuario. El que llega primero y se va el último. El que no grita, pero al que todos escuchan. El que sabe cuándo hablar… y cuándo simplemente estar. Recuerdo cuando llegué a Akureyri. Él fue el primero en estrecharme la mano. Me dijo: “Aquí no se viene a enseñar. Se viene a aprender juntos.” Y eso hizo. Me enseñó sin querer, sin alardes. Con cada entrada limpia, con cada charla en el túnel, con cada gesto hacia los más jóvenes. Hoy, mientras el equipo celebra el ascenso, él se despide. No con tristeza, sino con gratitud. Se va como se juegan los buenos partidos: sin ruido, pero dejando huella. Al final de su discurso, se giró hacia mí. —Gracias por dejarme terminar aquí —dijo. Y yo, que tantas veces he tenido palabras para todos, solo pude asentir. Porque hay cosas que no se dicen. Se sienten.
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