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Respuestas destacadas

@Dambia Y dónde tiene la tilde? xD

Hoy arranca el torneo de fútbol 5 en el club, para juntar plata. Estoy en la organización y nada, espero que salga todo en orden. En un ratito ya me voy así terminamos de poner la cancha bien y todo.

@Eliseo típico torneo que pudre algún equipo armando la hecatombe, la debacle total xD.

Espero que no, suerte!

@Andy10 Totalmente, por suerte no juego xD

Zorionak (con el acento en el medio :biggreen) @hellacopter y @Asiorcajo !!!

Que tetrico el video xD xD Pero me quedo mas claro aun.

Editado por Dambia

Yo acentuaba en la "a" así que me vino bien la aclaración ;)

Yo estaba viendo un video de Luzuvlogs que es un vasco de youtube y en un video que le hicieron para su cumpleaños uno lo saludo diciendo "zorionak" y acentuo en la o y quede descolocado :biggreen Por eso me vino la duda. Ahora me voy a poner a leer las reglas de acentuacion del euskera asi no me equivoco mas :biggreen :biggreen

Encontre esto y no entendi un carajo. Como acentuas una palabra en dos silabas distintas? :blink: Es muy dificil xD

Editado por Dambia

@Dambia La verdad es que nunca lo había pensado, pero ese efecto supongo que es por las terminaciones que se le añaden a las palabras, que vienen a sustituir a lo que son las preposiciones en español.

Un saludo!

Hella, acentuado en la o no suena tan a joda :biggreen

Tremenda columna del grán Andrés Reyes en Brecha. (Cabe aclarar que Reyes ha escrito -a mi entender- el mejor libro de la historia de Nacional, y es columnista del club en dicho semanario)

Ni bien el pasado domingo Peñarol anotó el cuarto gol, las 40 mil personas presentes en el Centenario comprendieron que se venía algo histórico. Hubo quienes fantasearon con una generala propiciada por jugadores de Nacional que derivara en expulsiones masivas y frenara así la goleada, pero se temió por el carácter de reincidentes de varios de los futbolistas presentes sobre el policromo césped. Otros temían un 7 a 0. Otros fantaseaban con una remontada espectacular con cuatro goles del Morro García y uno de Benegas. Pero lo cierto es que la cuenta se detuvo en cinco.

Diga que entre la amistad de Pacheco con Recoba, y el insaciable apetito goleador de Estoyanoff, el sexto gol carbonero nunca llegó, y no fueron pocos los hinchas tricolores que –con las pocas energías que les vienen quedando– suspiraron de alivio. Al menos la directiva de Ache no será recordada también por eso.
En la actitud ante la derrota se explica buena parte de las diferencias históricas entre ambas instituciones.1 No me refiero a la nueva “moda” instaurada por las barras de, ante un partido importante que ya no se puede ganar, ponerse a alentar enajenadamente. Eso no es apoyo al equipo sino intención de demostrarle al otro que uno “tiene aguante y no abandona”, algo propio del discurso de las barrabravas del siglo xxi y apoyado por el resto. Capaz que después vamos a apretarlos a la práctica y a recordarles que “esto es Nacional”, pero si van perdiendo un clásico 5 a 0, ahí sí, los alentamos a más no poder.

Así razonan las barras de hoy. No sólo la de Nacional, claro está. La de Peñarol –que quizás tenga menos empacho a la hora de cantar el clásico “que se vayan todos” o hasta de tirarles proyectiles a sus propios jugadores– actuará igual cuando le toque.

Usted me dirá: “Prefiero que alienten y no que puteen o tiren piedras”. Y estaré de acuerdo. Pero creo que en ocasiones como las del pasado domingo lo más justo sería el silencio. Agachar la cabeza, callarse, tirarse en la cama, estar tres o cuatro días sin revisar el Facebook o escuchar la radio, y pensar en el futuro.
Al menos así pienso yo, que nací en 1976.

Un poco de historia. Allá por 1973, coincidiendo casi con la llegada de Fernando Morena a Peñarol, el retiro de Luis Artime de Nacional y el inicio de la dictadura, los carboneros comenzaron a perfilar una clara supremacía sobre su tradicional rival, que se extendió hasta 1997. Los números no nos dejan mentir: en ese lapso Peñarol conquistó 14 campeonatos uruguayos, contra cuatro de Nacional.

Los hinchas tricolores que forjamos nuestras almas en esos años somos diferentes de los más veteranos y de los que llegaron después. Del mismo modo que los niños de la era Tabárez han crecido en la época de la celeste “potencia del fútbol mundial” –y acaso ni se imaginan lo que es juntar un álbum en el que no está Uruguay–, los niños y adolescentes hinchas de Nacional del siglo xxi se acostumbraron a ganar, tal como les pasó en su momento a los hinchas de Peñarol que hoy rondan los 40 años.
No podemos culparlos: entre 1998 y el presente la tendencia se revirtió y marca un 9 a 4 a favor de los albos. Más aun: desde ese entonces Nacional no sabe lo que es estar más de dos años sin salir campeón, mientras que en la otra vereda han sabido estar siete sin dar vuelta alguna. Es así que estos hinchas tricolores pos 97 se desesperan ante las primeras adversidades, de un modo incomprensible para quienes nos criamos viendo atajar a Velichco (que nunca se comió cinco en un clásico, vale acotar).
Los malos momentos tienen eso: te enseñan a valorar y recordar mucho más las victorias (cuando llegan) y a redimensionar las derrotas.

Un poco de memoria. Por eso los hinchas de Nacional que vivieron buena parte de esa época oscura (tanto para Nacional como para el país2) necesitan mucho más que un par de años alejados del título de campeón o un año fuera de la Copa para sentirse miserables, para sentir que los oscuros años setenta o noventa han vuelto para quedarse.
Incluso muchos hinchas de Peñarol, que en buena ley festejaron la victoria, lo hicieron con mesura, porque tienen presente el recuerdo de varias humillaciones clásicas recientes (clásicos perdidos de atrás, clásicos perdidos con tres goles de un futbolista con físico de ascensorista, clásicos perdidos con goles del Morro, etcétera), y porque saben que el resultado del domingo no fue fruto de una conducción directriz brillante o de un momento futbolístico idílico, sino de factores menos manejables, tales como el desenfoque del equipo rival y hasta el azar.

Detrás de esta goleada histórica carbonera hay un estilo de conducción que por momentos pareció burlarse del hincha, que hizo de su independencia del poder de Casal su bandera, hasta que vio que el costo era demasiado alto y decidió cambiar de postura sin avisar.3
Por eso mi respeto para los hinchas de Peñarol que esta noche decidirán pagar su entrada y no hacer la fantochada de mostrarle los cinco dedos al boletero para entrar gratis.
Porque tienen memoria, y saben que de los cinco dedos, en un par de semanas, puede quedar sólo el del medio.

1. Sin ánimo de entrar en polémicas, el jugador de Peñarol es más de pudrirla cuando las cosas van mal que el de Nacional. Pero con una observación: generalmente los carboneros esperan a que el partido termine, en deportivo gesto. Y ahí sí: te cagan a piñas.
2. También para El País. Al menos para el suplemento deportivo.
3. El costo era no volver a salir campeón nunca más y verse obligado a ceder el poder a la oposición, dado que a falta de un proyecto de juveniles claro (el promedio de jugadores ascendidos con éxito es de dos por década), el único camino es contratar jugadores ya formados, y si estás en buenas relaciones con Casal esos jugadores serán mejores.

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