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Monterrey, 23 de Julio de 2015

Son las nueve de la noche y Touré está en su escritorio. Durante los primeros años de su carrera va a aprender por las malas sobre lo tóxico del fútbol. Cinco días antes había debutado como entrenador profesional. Era la primera fecha del torneo Apertura 2015 y el rival era Pachuca. Perdieron. Desde entonces, los medios de comunicación se habían echado encima del novato y de su férreo defensor, Luis Miguel Salvador. Eran las nueve de la noche y José Touré observa con algo de dolor una tertulia deportiva en la TV. Hablan sobre él y ya hasta la tienen reemplazo. José Luis Trejo parece zumbar en el los oídos del presidente y si no encamina el rumbo pronto la depredadora campaña en su contra podría tener resultados. Touré es un ganador. Odia perder como uno puede odiar una patada en los testículos. Le duele. Incluso cuando juegan bien. Sobre todo cuando juegan bien. Y ahí estaba, adolorido, pensando en el Necaxa, su próximo rival, aunque esta vez por Copa MX.

Días antes del debut ante Pachuca, Touré ya tenía en mente cual sería el once inicial, salvo una posición. Pablo Barrera y Felipe Sifuentes eran baja por lesión, pequeñas molestias que no comprometían más que ese primer partido en el caso del extremo, una lesión que lo sacaba de la temporada para el defensa, Celso Borges estaba con Costa Rica y David Cabrera e Hiram Mier seguían de gira con la selección mexicana. <<Casi dos meses fuera. Casi dos meses fuera y sin pretemporada>>, se oía decir al Mali por los pasillos del club. Mier era importante en sus planes, un gran central, internacional y que acompañaría muy bien a Medina, pero su ausencia no le preocupaba tanto. Severo Meza, Ricardo Osorio y Luis Rodríguez, incluso Darvin Chávez y Efraín Velarde podrían cubrirle más que bien. Por Borges iba a jugar Cardozo, que lo haría bien como mediocampista por dentro con Touré y contaba con calidad para superar líneas desde su regate. El verdadero problema era Cabrera. Había sido una de sus peticiones expresas, un futbolista equilibrado y que poseía un pase de calidad. Su sistema necesitaba pasadores y ante Pachuca, uno de los rivales más complicados del campeonato, no iba a tener a ninguno de sus especialistas. Los reemplazantes no era contrastados. Alejandro García y Félix Rodríguez, suplentes naturales de Diarra y Cabrera, todavía no contaban con toda su confianza; Ricardo Osorio no había jugado bien como mediocampista en pretemporada y la opción más ofensiva, César De La Peña, era un futbolista de puro desequilibrio, demasiado riesgo para empezar. En el último minuto se decidió por Rodríguez, el mejor técnicamente de los cuatro. Fue un acierto.

El once que salió ese día a jugar en el Estadio Tecnológico fue el siguiente: Orozco; Meza, Medina, Luis Rodríguez, Velarde; Félix Rodríguez, Neri Cardozo, Mahamadou Diarra; Dorlan Pabón, Gerardo Moreno, Edwin Cardona. Touré defiende que se trataba de 4-3-3, que para la época era como le gustaba alinear a sus equipos. <<Nunca fui de la escuela holandesa-catalana, aunque obviamente me fascinaron sus grandes equipos. Mi 4-3-3 era muy francés, muy latino. Y era 4-3-3. Había cuatro defensas, tres medios y tres puntas.>>, dice cuando le pregunto. En pretemporada se había parado en esa misma disposición, aunque se dibujaban posiciones más normales, más diáfanas. En esta versión, que se mantendría a lo largo de la temporada, la posición de partida de los suyos era menos académica. Por momentos parecía un 3-4-3, y algunos dirían que en Rayados no jugaban delanteros. El partido en sí fue igualado. Lo que Touré plantaba funcionaba y Monterrey colaba ocasiones una tras otra. Su trío de mediocampistas llamaba la atención. Normalmente, cuando hay un mediocampo de tres, hay dos opciones más o menos básicas: dos interiores escoltados por un mediocentro ó dos pivotes detrás de un mediocampista más ofensivo. Rayados se configuraba de forma distinta: Diarrá y Rodríguez, a priori los dos pivotes, no estaban detrás de Cardozo sino que cada uno se ubicaba a su lado, muchas veces a la misma altura. Cardozo empezaba en el círculo central. <<Siempre quise que ese mediocampista ofensivo tuviese muchísimo espacio y mucha libertad para pisar los dos campos. Si lo escoraba a un lado le reducía su zona de influencia y si ponía a los dos pivotes por detrás, le robaba espacio que era muy importante, el de la base de la jugada>>. La sentencia no sólo tenía sentido sino que era posible verlo en el campo. Cardozo recibía en la teórica zona de pivote izquierdo en la base de la jugada, comandaba la transición ofensiva, y terminaba las jugadas casi en la punta derecha del campo, cerca de Pabón, extremo derecho. Pachuca no lo controlaba. El dominio era rayado.

Empezaría ganando Pachuca con un gol de penalti. A la salida de un tiro de esquina, Luis Rodríguez empujó a Ayoví a la vista del árbitro y el lanzamiento penal fue decretado. 0-1 tras un error individual. Touré mantuvo la calma y confió en su plan de juego. Creó ocasiones, pero el portero rival estuvo estupendo. Tuvo que esperar hasta el 56' para empatar. Una anticipación en mediocampo de Medina que recogió Cardona. Edwin, uno de los salvados por Touré pues en sus primeros seis meses como rayado fue una total decepción, buscó de forma automática al extremo derecho con un pase largo. Pabó controló, esperó, amagó y pasó al medio donde llegaba Gerardo Moreno... gol. Tres futbolistas que la pasada campaña no habían figurado por lesión (Medina), mal rendimiento (Cardona) y por descartado (Moreno), se apuntaban al primer gol del nuevo curso. Que lo anotara Moreno sólo podía ser considerado justicia poética. O eso pensaba el entrenador. Dos minutos después, Mahamadou Diarra pasaba mal una pelota a su portero y Cvitanich se aprovechaba para anotar el 1-2 definitivo. Otro error individual. En rueda de prensa, Touré lo defendería recordando el error de Toninho Cerezo en el mundial 82' y tanto él como su compatriota serían objeto de burla durante semanas.

Touré trató de darlo vuelta. Primero sacó a Rodríguez, que tenía amarilla, poniendo a Velarde de central izquierdo y a Arellano, un extremo muy rápido, pero poco técnico, de carrilero izquierdo. Velarde había llegado por sorpresa varias veces, mas no había logrado resolver. Arellano, un jugador más claro en ofensiva, debía aprovechar mejor esas situaciones. No lo hizo y poco a poco fue desapareciendo de las alineaciones. Con Touré tenías que rendir sí o sí para jugar. El segundo cambio fue más ofensivo: José Valencia entró por Neri Cardozo, pasando Moreno y Cardona a gestionar el medio campo y Valencia a sumar su velocidad y potencia como opción de pase. En principio jugó por dentro, pero no cuajó y Touré lo intercambió de posición con Pabón, quedando este de '9' y Valencia de extremo, logrando que Pachuca reculara. Touré olió sangre y sacó a Diarra, dejando a Rodríguez como pivote único detrás de todos y metió un doble extremo en cada banda: Arellano y Chelo Delgado por izquierda, Medina y Valencia por derecha. El gol estuvo cerca y no entró. Su bautismo fue saldado con derrota.

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