Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Zwischenspiel 5 – Die Unaufhaltsame Essenz (“Interludio 5 – La Esencia Imparable”) En algún lugar de Argentina. Estoy de nuevo en Buenos Aires. Otra vez en la vorágine profesional, preparándome para la presentación de un nuevo producto, esta vez centrado en el tratamiento de la Diabetes y la Obesidad. El ritmo es frenético, las corbatas ajustadas, las salas llenas de gente importante y un ambiente de alta presión. Y, sin embargo, entre diapositivas y briefings, mi mente se escapa. Se escapa a los Alpes, a la Quinta División de Austria, a un vestuario que huele a sudor. Han pasado 56 días desde que Matthias Schall comenzó su aventura. Cincuenta y seis días de tiempo real dedicados a la construcción de esta historia: un Prólogo, cuatro Interludios, siete Capítulos con un total de 49 Partes. Cifras que, puestas en perspectiva, demuestran la dedicación, la pasión inyectada en cada renglón. Nuestro personaje y su tridente han sumado la complejidad de llevar las selecciones juveniles del fútbol austriaco. En la práctica, esto implica gestionar tres equipos en el Wacker (el B, el C y el primer equipo) y, al mismo tiempo, dirigir la filosofía de las siete selecciones del país. Para mí, como autor, el peso narrativo de llevar tres equipos en uno y seis de las siete selecciones debería ser engorroso, tedioso o, cuanto menos, desgastante. Pero nada de eso está pasando. Existe una paradoja maravillosa en este proceso. Por un lado, sueño con jugar muchas temporadas, con que el tiempo pase rápido para ver a Matthias lograr su proyecto nacional y al Wacker ascender a la Bundesliga. Pero, al mismo tiempo, deseo exactamente lo contrario. Me gusta disfrutar cada momento, cada giro narrativo, cada victoria ajustada que me obliga a escribir con más detalle. Hoy, mientras estoy aquí, a miles de kilómetros, siento la sensación ambigua de que quiero disfrutar este momento de mi profesión —la recompensa de años de esfuerzo—, pero al mismo tiempo, desearía volver rápidamente a mi Patagonia. Solo para seguir avanzando con la historia, para ver qué sucede en el próximo partido. El llamado de la creación es poderoso. La trama, por su parte, nos ha dado un buen recordatorio de la realidad. Por momentos, al inicio, parecía que todo sería un trámite. Que nuestro Wacker y su manager wunderkind (niño maravilla) arrasarían sin obstáculos. Pero por suerte, nuestro querido Football Manager nos pone atentos cuando pensamos que todo transcurre de maravillas. La rutina de la liga nos ha entregado las primeras dificultades: el empate inesperado en casa ha sido una bofetada de humildad necesaria, justo antes de continuar con la Rueda I y comenzar el Capítulo 8. Lo cierto es que la historia ha vuelto a generar un nuevo debate familiar. Esta vez no fue con mi señora, sino con mis hijos. Uno de ellos, motivado por mi pasión, se bajó el FM26 en su consola y, de paso, leyó mis historias. Notó que tal vez esta sea donde menos seguidores e interacciones he tenido en estos 21 años de escribir Managers. Su pregunta obvia fue: ¿Por qué sigues escribiendo? Mi respuesta fue certera, inmediata e innegociable: Escribo para mí, para ser feliz. Lo demás, los seguidores, las interacciones, las métricas de vanidad, son solo un condimento. La esencia está en lo que me hace sentir a mí, personalmente, cuando publico cada post. Para que se entienda, es como si fuera un diario personal a la antigua, el de tapa dura con elástico, pero con la diferencia de que decidí dejar el candado abierto para que otros puedan leerlo si lo desean. Mi motivación es el acto de escribir en sí mismo. Y mientras esa esencia sea imparable, la historia de Matthias Schall continuará.
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