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Historia interactiva FMSite

Historia Interactiva FMSite - Capítulo 2, Votación 2 25 votos

  1. 1. ¿Qué efecto tiene sobre ti el extraño brebaje verde brillante que has bebido en la discoteca?

    • Estás perdiendo a pasos agigantados tu memoria a largo plazo. ¡Ni siquiera recuerdas tu nombre!
      0
    • Una perversa voz empieza a susurrarte ideas siniestras dentro de tu cabeza. ¿Qué demonios? ¡Esto te va a volver loco!
    • Te inunda una irrefrenable y abultada erección que sólo te permite pensar una y otra vez en sexo.
    • Te das cuenta de que progresivamente te encuentras mucho más ágil, despierto, perspicaz, inteligente. Joder, ¡si estás mejor que nunca!
    • Decides revisar la extraña presión en tus pies y notas que se han escamado y tus uñas se van convirtiendo de a poco en garras. (sugerencia de @panda_666)
    • Notas un extraño vacío y al tocarte la entrepierna descubres que tu testículo izquierdo ha desaparecido. ¿Pero dónde se ha metido? (sugerencia de @Analpa1997)
    • Muy poco a poco aprecias que tu cuerpo está perdiendo sensibilidad, volviéndote inmune al frío/calor, dolor/placer y otras sensaciones. (sugerencia de @panda_666)

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Respuestas destacadas

Publicado

Hola a todos,

Se me ha ocurrido una idea que creo que puede ser divertida :) En realidad, se la voy a copiar a un usuario de Twitter (@hematocritico, "Legends of Hemato"), que básicamente está inventándose una historia a base de hacer encuestas a sus seguidores. ¿Cómo funcionaría esto? Pues bien, en este hilo vamos a contar alguna historia (estamos en la zona de ocio, nada que ver con las historias de partidas del FM), pero yo no tengo decidido absolutamente nada de cómo será: ni su temática, ni cuándo terminará, ni qué personajes saldrán, nada. Seréis vosotros los que iréis votando las diferentes opciones en una encuesta para decidir qué rumbo tomará nuestra aventura: algo así como un videojuego social o una historia interactiva. En mi papel de narrador, intentaré dar algo de coherencia a lo que vaya surgiendo, moderaré el hilo e idearé algunas de las opciones, pero atentos porque... Además de votar, también podéis sugerir nuevas opciones para que otros voten. Eso sí, tendréis que ser rápidos ya que las encuestas en este foro sólo permiten 15 opciones distintas y, vaya, si tardáis mucho perderéis votantes xD La idea es que cada varios días (dependiendo de mi disponibilidad y de la gente que participe) haya una actualización y poco a poco la historia vaya cogiendo forma. ¿Con qué nos sorprenderá la comunidad FMSite? No lo sé, pero tengo la sensación de que podemos pasar un buen rato :D 

EDIT: Si os suscribís al hilo para recibir notificaciones, cada vez que haya una nueva pregunta perderéis la suscripción al mismo porque es necesario "reiniciar" el tema para volver a activar la encuesta. Si no queréis perderos ni un detalle de la aventura lo mejor es que visitéis periódicamente el hilo, que está ubicado en la Zona Ocio (o en mi firma también tenéis un enlace). 

 

Normas del Juego

- Si una vez cerrada la encuesta hay empate entre varias opciones, se usará la norma del "Voto de Oro", según la cual el siguiente voto que deshaga el empate concluye la encuesta (ningún voto posterior será válido). Si nadie aparece para dar el voto de oro durante un plazo de tiempo razonable, se realizará una segunda vuelta con únicamente las opciones que han empatado.

- Sólo se acepta una sugerencia por usuario en cada pregunta. ¡Pensad bien lo que proponéis! 

- Las sugerencias se aceptan por orden de posteo hasta completar el máximo de 15 opciones por encuesta. Me reservo el derecho a rechazar algunas sugerencias (por parecido con otras opciones, trolleo máximo, etc.).

 

 

Índice de la Historia

- CAPÍTULO 1: Un Amargo Reencuentro. Enlace. Sinopsis. 

- CAPÍTULO 2: ¿¿?? Enlace. Sinopsis.

 

 

 

  • Autor

CAPÍTULO 1: UN AMARGO REENCUENTRO

 

         Te despiertas una mañana cualquiera en tu casa, un par de horas más tarde de lo que te marcaba el despertador. Te haces un café, te sientas con tu portátil y mientras desayunas chequeas tu correo. Se supone que deberías estar realizando unas tareas que tienes pendientes, pero acabas navegando por FMSite durante un buen rato. Cuando te cansas de leer diferentes hilos, terminas pensando que tu vida últimamente es realmente aburrida. Necesitas un cambio, algo que rompa la rutina. ¿Por qué la vida no tiene nada que ver con lo que cuentan las películas o las novelas?

         Justo en ese momento, alguien llama en tu puerta. La verdad es que no esperabas a nadie y te pones un poco nervioso mientras te acercas apresuradamente a abrir. Delante tuya te encuentras con…

     

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         Ups. Mal rollo. Muy mal rollo. Desde luego, no es el sueño que has tenido esta noche (y por el cual no te has levantado cuando sonó el despertador) en el que un hada mágica llamaba a tu puerta para satisfacer tus deseos sexuales. No, en absoluto. La realidad era que delante tuya están dos fornidos policías de mediana edad. Con una mirada rápida ves que van totalmente equipados: pistola, porras, esposas… Desde luego, estos no son los típicos “inofensivos” policías locales. Pero lo que más te llama la atención de todo es su semblante: totalmente serio. Aquí, definitivamente, ha pasado algo.

         Tragas saliva y con un hilo de voz eres capaz de preguntar:

         - “¿Sí? ¿Qué desean?”

         El policía de la derecha toma aire y contesta:

 

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         - “¿Es aquí para la fiesta de disfraces?”

         - “¿Qué?”, dices, perplejo.

         - “Tío, ¡que si es aquí la fiesta de disfraces!”, te espeta el policía de la izquierda, más alto y con marcado acento andaluz.

 

         En cuanto ves a los “serios” policías partirse la caja ante tu pálida cara de susto, comprendes la situación.

 

         - “Joder, ¡menudo acojone que me ha entrado! Pensaba que me habían denunciado o que me ibais a arrestar o algo”

         - “Te lo dije, Iván, ¡el disfraz está de puta madre!”, dijo el andaluz a su compañero.

         - “Pero ese uniforme, parece realmente auténtico. ¿Dónde lo habéis conseguido?”, preguntas, intrigado.

         - “Es que mi primo es policía y nos ha prestado algo de material”, dijo el tal Iván con una amplia sonrisa en su cara.

 

         Sin darte cuenta, comienzas una charla informal con los dos chicos, que parecen no conocer la zona y haberse perdido en busca de la fiesta.

 

         - “Pues como podéis ver aquí estoy yo solo, en pijama y tomándome un café. De fiesta tienen bien poco”, les comentas.

 

         Ellos te enseñan la dirección y efectivamente buscaban el piso 50, 5ºA, de la misma calle en la que vives; pero les haces ver que han tomado la indicación mal.

        

         - “Este es el portal 50-B, seguramente la fiesta será en el portal 50-A, que está cruzando ese patio”, explicas señalando a través de un ventanuco.

          

         Pero la pareja de “policías” te mira, perpleja, y con cara de no saber orientarse ni con cuatro GPS. Te han caído bien, así que sin pensártelo dos veces coges tus llaves y decides acompañarlos para asegurarte de que esta vez no asusten a ningún otro vecino.

         Por el camino te cuentan que habían venido a la ciudad unos cuantos días a ver un concierto y un amigo les había comentado que un conocido suyo organizaba esta fiesta de disfraces, con entrada libre a todo el que quisiera asistir.

 

         - “No nos han dicho mucho de este tipo, pero al parecer es bastante rico y mi amigo me ha dicho que es cojonudo, aunque algo rarillo. Desde luego, hace unas fiestas que son un desfase: 24 horas al día; all-day, all-night. ¡Y justo cuadra cuando venimos aquí! ¡Somos gente con estrella!”

 

         Te extraña mucho no haber oído nunca nada de estas fiestas, que vives a cuatro pasos, pero lo de las 24 horas explica que estos estén en pleno mediodía buscando dónde salir.

 

         - “Aquí es, 50-A. ¡Pasadlo bien, muchachos!”, les dices mientras te despides agitando la mano.

         - “Jo, tío, ¡eres cojonudo! ¿Por qué no te vienes con nosotros a la fiesta? Así ya conocemos a alguien. Venga, que seguro que nos lo vamos a pasar dabuti”, te sugiera el que se llama Iván.

 

         ¿Una fiesta, ahora?

 

         - “No sé yo, son las 12 de la mañana y estoy en pijama. ¡Ni siquiera tengo un disfraz!”

         - “Estás en pijama y sin afeitar. ¡Tienes unas pintas perfectas para una fiesta de disfraces! Con la excusa del pijama seguro que te llevas a alguna tía a la cama”, decía el andaluz entre carcajadas con su amigo.

 

         La situación es un poco extraña, pero puede que sea el cambio que necesitabas. Una fiesta ahora despejaría tu mente y oye, si te aburres siempre puedes irte, que vives al lado. Desde luego no te ibas a arruinar en taxis. ¿Qué haces?

 

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         - “Come on, Barbie, let's go party! Ah-ah-ah-yeah!”, contestas cantando a grito pelado mientras tus compañeros se mondan de la risa con tu cambio súbito de actitud.

         - “¡Ahí te queremos ver, on fire! ¡Venga, allá vamos!”, comentaba Iván mientras marcaba el 5ºA en el interfono.

 

         A continuación, sonó una voz grave que decía: “Bienvenidos”; y la puerta se abrió automáticamente de par en par. Los tres entráis con paso ligero y enseguida os percatáis de que aquella no era una casa normal: no había buzones, no había escalares y todo estaba relumbrantemente nuevo. Al fondo de la galería, únicamente un amplio ascensor esperaba. Os agolpáis en el interior del ascensor y marcas el botón con una flecha ascendente. Tras un breve lapso aparecéis no en el típico corredor de una comunidad de vecinos, sino en una estancia increíblemente amplia y llena de gente charlando. Estáis ojipláticos, maravillados, observando a vuestro alrededor, cuando un hombre vestido de mayordomo se os acerca y dice:

        

         - “Bienvenidos de todo corazón a la fiesta del Señor K, aseguró con una amplia sonrisa. “Podéis moveros libremente por las estancias y serviros de cualquier servicio que se preste en ellas. Todo es gratis. ¿Necesitáis guardar algo en recepción?”.

 

         Los tres negáis con la cabeza y os adentráis a descubrir aquel lugar cuales niños asilvestrados en un parque de atracciones. No era difícil deducir que el tal Señor K había comprado el edificio entero (que por fuera tenía una apariencia de lo más ordinaria) y lo había renovado por completo con el único fin de diseñar la sala de fiestas más espectacular que se pueda imaginar. Y es que la recepción era el lugar más corriente de todos: rápidamente descubrís subiendo y bajando escaleras que también había allí una sala recreativa (os echáis unas partidillas rápidas, pero enseguida queréis avanzar), una piscina climatizada (lástima no tener bañador, quizás más tarde), un karaoke (eso mejor borrachos) y diversas salas estilo pub con diferente música y mobiliario con el fin de adaptarse a cualquier tipo de gusto. Después de pasar un buen rato dando vueltas os detenéis en una zona tranquila con música chillout y, como todo es absolutamente gratis, aprovecháis para empinaros todo tipo de cócteles caros que normalmente no imaginaríais ni probar.

 

         - “Esto es una pasada”, dice el policía andaluz, que a todo esto se llamaba Jorge, “¿pero dónde narices está la fiesta de verdad?”.

        

         El camarero escucha la pregunta y contesta:

         - “Si buscáis la discoteca, está en la planta baja, únicamente tenéis que bajar escaleras hasta encontrarla”.

         - “¡Vamos que lo petamos!”, dijo Iván mientras se largaba prácticamente corriendo hacia las escaleras.

 

         Jorge y tú os despedís tranquilamente del camarero dándole las gracias y finalmente alcanzáis la planta baja, en la que la música ensordecía un enorme hall abarrotado de gente. Nada más llegar os encontráis con Iván haciendo el “helicóptero” semidesnudo: mejor dejarlo a su aire. La verdad es que estás eufórico, la bebida empezaba a hacer efecto y encima estaban poniendo uno de tus temazos preferidos, así que había que darlo todo. Bailas con todo el mundo durante largo rato, sin hacerle ascos a nadie, aunque obviamente tienes predilección por arrimar cacho a todo ente femenino en edad fértil que se te acerque. Incluso, durante un momento consigues enganchar a una rubia cañón, que estaba tremenda, y ya os estabais liando cuando de repente se gira y se va detrás de un tipo narigón que bailaba desenfrenado en el centro de la pista. “¿Qué coño tendrá ese para llevárselas a todas?”, piensas. Con la decepción de no poder consumar tu calentón te diriges a la barra, donde sirven gratis un brebaje verde brillante de extraña procedencia, pero te lo tomas de un trago sin preguntarte ni qué es.

         Sentado, algo aturdido por la música atronadora, alcanzas a tener dos brillantes pensamientos. 1) Haces siglos que no ves ni a Jorge ni a Iván. 2) Te estás meando vivo. Intentas preguntarle a la gente dónde está el baño, pero la música está tan alta que únicamente consigues como respuesta un beso en la boca de una especie de travesti. Al final, decides hallarlo por tu propia cuenta y subes las primeras escaleras que ves. Arriba, sorprendentemente no te encuentras con nadie y todo está en un silencio sepulcral (se ve que las diferentes salas están insonorizadas). A tu alrededor, tienes un pasillo con varias puertas y, sin pensártelo dos veces, abres la segunda puerta a tu izquierda y…

 

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       Enfrente tuya se encuentra un cuarto, más o menos normal, que podría pertenecer a cualquier hotel de gama media. “¡Claro!”, piensas para tus adentros, “seguramente esta estancia entera contenga espacios para que la gente que pase más de un día en la fiesta pueda dormir. Bueno, dormir… O lo que surja, ¿no?”. Estabas buscando los baños con la mirada cuando, de repente, una femenina risita ahogada te muestra que no estás solo en la habitación. Alzas la vista y en una esquina, sobre una cama totalmente deshecha, distingues la silueta de una chica que parece ir disfrazada de enfermera… Aunque tampoco es que tenga mucha ropa como para indicarte eso, pero las cruces rojas en estos casos son inequívocas. Ella se ha dado cuenta de tu entrada y se yergue para preguntarte:

 

         - “¿Y tú de qué narices vas disfrazado?”, mientras hace un notable esfuerzo por contenerse la risa.

         - “No sé, ¿de dormilón?”, respondes con una amplia sonrisa, intentando resultar agradable a la nueva fémina.

         - “Jajajajajaja, jajajajajaja”, ella estalla a carcajadas y, aunque no dudas de tu gran sentido del humor, quizás la cosa no era para tanto. Al principio, compartes la risa con ella, pero después te das cuenta de que no puede parar. “De dormilón, dice, qué tío, jajajajajaja, jajajajajaja”.

 

         Vale, está chica está completamente borracha, o vete a saber lo qué, nada fuera de lo normal y tampoco nada de lo que preocuparse hasta que sus tremendas carcajadas se detienen en seco y empieza a retorcerse sobre sí misma en una clara mueca de dolor.

 

         - “¿Estás bien? ¿Qué te pasa?”

         - “Me… Duele…”, dice en un hilo de voz.

 

         Decides acercarte para socorrerla y, cuando estás a un par de metros te das cuenta de que su cara te es plenamente familiar. ¿Tanto habías bebido como para no haberte percatado desde un principio? ¡Aquella era tu ex-novia! Sí, esa que hace tres años te echó de su casa y de su vida en una de sus innumerables histerias, provocándote una depresión de caballo que te hizo tener que acudir a terapia psicológica e incluso cambiar de trabajo y de ciudad.

 

         - “¡Tú, qué demonios!”, exclamas.

 

         Al verte de cerca, ella también parece reconocerte, ya que su mirada se vuelve mucho más directa, mientras susurra para sí: “Ah, tú…”.

 

         - “¿Qué narices estás haciendo aquí?”, le espetas.

         - “¿Tan poco te alegras de verme?”, dice en un tono un tanto divertido, aunque aún algo afectado por el dolor anterior. “No me dirás que no estoy mona con mi disfraz...”.

         - “¿Mona? ¿Será posible? A ver si te enteras, que me has arruinado la puta vida. Que me has hecho pasar mis peores años, que he tenido que cambiar de trabajo, de ciudad, pasar por terapia… Y cuando empiezo a estar mejor no me puede pasar otra cosa que encontrarme contigo en la primera fiesta a la que acudo en años. ¡Me cago en…!”

         - “Oh, pobrecito...”, dice ella, compadeciéndose.

         - “¿Pobrecito? ¿Eso es lo que tienes que decirme después de todo?”, tu enfado va en aumento en cada segundo, tienes ganas de pegarle a la pared y, para colmo, tu ex decide volver a estallar en carcajadas. “Esto es insufrible. Vete a tomar por…”

 

         Y justo cuando ibas a largar el improperio, ella de nuevo se retuerce sobre sí misma mientras suelta un chillido de dolor. Asustado, te inclinas sobre la cama y envuelves su cuerpo con tus brazos.

 

         - “¿Qué te duele? ¿María? ¿María?.

 

         Mueves su cabeza para hacer que reaccione, pero tiene los ojos totalmente en blanco, la cara pálida y su cuerpo empieza a convulsionar. Esto es más grave de lo que parecía. No sabes qué hacer y lo único que se te ocurre es abrazarla bien fuerte para evitar que se haga daño mientras su cuerpo inerte tiembla cual terremoto. Tras unos segundos, el movimiento cesa y buscas su mirada. Dios mío, parece que vuelve en sí.

 

         - “¿María, estás bien? ¿Estás bien?”.

 

         El color vuelve poco a inundar su rostro y ella te mira ausentemente, con el gesto perdido.

 

         - “¿Estás bien?”, repites, por enésima vez.

         - “Estoy… Caliente”, contesta ella en un murmullo casi imperceptible.

         - “¿Tienes fiebre?”, dices mientras pones su mano en su frente para tomarle la temperatura, cual madre preocupada.

         - “No, no… No ese tipo de caliente… ”. Hace una pausa, casi no puede ni hablar, pero continúa. Te acuerdas… De las cosas… Que... ¿Me hacías?”, te susurra, acercándose a tu oído, mientras su mano se abre paso entre tus piernas. Estás increíblemente asustado, y aún perdura algo de tu enfado, pero esa frase definitivamente te ha provocado una erección.

         - “Alíviame… Alíviame…”, te implora ella poniendo esa expresión que tú conoces perfectamente... 

 

         Tu mente es un auténtico lío, está a punto de explotar. ¿Qué carajo se supone que tienes que hacer?

 

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         Mientras te debates entre tus pensamientos, tu mirada se cruza una vez más con la de María. Y no puedes evitar decirte a ti mismo: “Esta chica está preciosa”. Como si leyera tus pensamientos, se levanta levemente de la cama y acerca su cara a la tuya. Tienes un nudo en la cabeza, y en el corazón, pero en ese instante sólo puedes pensar en complacer a esos ojos suplicantes; así que te acercas y la besas dulcemente en la boca. Inmediatamente, todas tus dudas se aclaran: no quieres hacer nada que conlleve separarte de esos labios. Lentamente, caes con ella hacia la cama, mientras la sigues besando con profusión. En un instante en el que paráis para tomar aliento, le acaricias suavemente la cara. “Oh, Dios, cuánto te he echado de menos”, dices casi entre lágrimas, poseído por algún estúpido arranque romántico del que te arrepientes enseguida.

         Por si acaso, ella te manda callar con un leve “psss…”, mientras coge la mano con la que la estabas acariciando las mejillas y la conduce hacia su minifalda de enfermera sexy para tu total regocijo. “Alíviame”, te susurra una vez más, mientras buscas sus zonas íntimas con tus dedos. “¡Esto está terriblemente húmedo!”, piensas mientras tocas la empapada tela de sus braguitas. En el momento en el que aprietas, buscando sus zonas sensitivas, María empieza a gemir en alto y a retorcerse. Su cara es todo un poema. De nuevo su mano te guía y empuja la tuya ya por dentro de su ropa interior. “Dentro, dentro”, te implora. La verdad, tú estabas pensando en ir metiendo otra cosa, pero decides satisfacerla e introduces dos de tus dedos en sus cavidades.

         En el mismo momento en el que lo haces, todo su cuerpo empieza a temblar y estremecerse de una forma increíble. “¡Sí, sí!”, grita ella con todas tus energías. ¿Qué le pasa a esta chica? Cuando erais novios no mostraba este mismo entusiasmo… La situación es algo sospechosa, pero tú continúas moviendo tus dedos hacia dentro y hacia fuera con agilidad, también procurando acariciar sus paredes internas: ¿dónde estará ese dichoso punto? Ya te estabas empezando a cansar del espectáculo y le ibas a pedir que te aliviara ella un poco a ti, cuando de repente notas que has dado en el clavo. Al tocar su zona más sensitiva con tus dedos, María empieza a agitarse con violencia y te aprieta con tanta fuerza que te hace daño en el brazo. Al principio te sientes orgulloso de tus habilidades en la cama, pero enseguida notas que la cosa se te está yendo de las manos (nunca mejor dicho). Los ojos de María vuelven a estar tremendamente en blanco y su cuerpo empieza a convulsionar otra vez, quizás más violentamente aún.

         “¿María, estás bien?”, preguntas preocupado; pero ella ya no responde y sus gemidos no sabes si son de extremo placer o de algún profundo dolor. Dejas tus dedos quietos pero sus convulsiones continúan con cada vez más intensidad aunque tú no hagas nada. Conmocionado, intentas sujetarla lo mejor posible mientras te lamentas tu decisión: “Madre mía, ¿qué le he hecho a esta chica? ¿En qué lío me he metido esta vez?”.

 

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         Las convulsiones de tu ex-novia no paran y cada vez son más violentas. El pánico y la impotencia inundan todo tu ser. Sea lo que sea, lo que está pasando es algo muy serio y podría tener secuelas irreversibles, incluso la muerte. Mientras la sujetas tan firmemente como te es posible, intentas darle ánimos para que luche contra la enfermedad que la oprime:

 

         - “Aguanta, María, tú puedes. Eres muy fuerte, lo supe desde el momento en el que te conocí”. Pero tus palabras parece que la agitan aún más; algo terrible está a punto de suceder. “¡No! ¡No te vayas, no me dejes otra vez! ¡María, no de esta forma! ¡Haría cualquier cosa por ti! ¡Cualquier cosa!”, terminas gritando, casi enloquecido.

 

         Súbitamente, sus convulsiones se detienen y, justo cuando intentas comprobar con horror si había fallecido entre tus brazos, una risa aguda y nerviosa te punza los oídos como el cuchillo más afilado. “Cualquier cosa, desde el momento en el que te conocí, jijijijiji”, dice ella, divertida, mientras te dirige una sonrisa burlona. ¿Qué está pasando?, te preguntas, pero enseguida te das cuenta cuando la ves incorporarse, arreglarse su minifalda de enfermera sexy y dirigirse a ti con dureza:

 

         - “La verdad, nunca has dejado de hacer el ridículo. Por un momento me dejé llevar y pensé que podría pasar un buen rato contigo, pero veo que sigues siendo un total pringado. ¿En serio creías que tus deditos eran capaces de provocar eso, jajaja? No sabes lo que me alegro de haberte dejado fuera de mi vida”.

 

         Estás en shock. Totalmente. Aquellas palabras resonaron en tu interior con la fuerza de una bomba nuclear y borraron cualquier atisbo de emoción. Estás paralizado en la cama mientras ella termina de levantarse y de arreglarse.

 

         - “Bueno, si te vas a quedar ahí pasmado mejor me voy a buscar algún hombre de verdad. ¿Sabes? En esta fiesta me han dicho que hay unos cuantos”.

 

         Escuchas sus tacones golpear el suelo mientras avanza hacia la puerta y justo en ese momento la sangre vuelve a correr por tus venas. Rabia. Impotencia. Humillación. Dolor. Así te ha hecho sentir siempre esta víbora endiablada, histérica, malvada, tarada, inhumana. ¿Cómo has podido volver a caer en sus redes una vez más? ¿No estabas ya sobre aviso? Pero no era momento de lamentaciones, lo único que buscabas era devolvérsela. Hacerle sentir aunque sea una mínima parte de la destrucción que ella se ha encargado de traer a tu vida. Así que como un resorte te levantas y corres hacia la puerta, poniendo la mano sobre el picaporte antes de que ella pudiera hacerlo.

 

         - “No, tú no te vas a ningún sitio”, dices con una voz ronca que sale desde tus adentros más profundos.

 

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         - “¿Qué vas a hacer ahora? ¿Pegarme? ¿Esa es tu forma de dominar a las mujeres?”, te dice ella socarrona, burlándose de tu iniciativa.

         - “No, al contrario, siéntate. Tengo que decirte algo”.

 

         Ella da un par de pasos atrás y busca una silla sobre la que posa su trasero para después cruzar sus piernas al más puro estilo Sharon Stone. Inagotable, continúa intentando mostrar su superioridad, como dejando bien claro que no tienes nada que hacer aquí.

 

         - “Si vas a enseñarme tu pollita no hace falta que lo hagas. Por desgracia me acuerdo de ella”.

         - “No, no es nada de eso. Escúchame. Sólo quiero contarte algo que no te he contado hasta ahora porque no quería herir tus sentimientos”.

         - “¡Qué sorpresa! No hace falta que continúes, ya me imaginaba yo que tú tendrías el par de braguitas que perdí tras nuestra ruptura”.

         - “Por Dios, María, estoy intentando decirte algo en serio. Y lo hago porque creo que necesitas oírlo. No puedes seguir con esa actitud, intentando quedar por encima de la gente, menospreciando siempre y…”.

         - “Bla, bla, bla, bla…”, dice ella en tono fastidiado, cortándote la palabra.

 

         A continuación te quedas en silencio. Dudas por un momento, pero, no, ha llegado la hora de admitirlo. Ella misma se lo ha buscado y no vas a tener segundas consideraciones por el daño que le pueda causar. Tragas saliva, notas la adrenalina y el corazón que te palpita con fuerza. Ya no hay marcha atrás posible y las palabras salen de tu boca, secas y con fuerza:

 

          - Me he acostado con tu hermana. Varias veces. Mientras estábamos juntos”.

 

         La reacción de María no podía ser otra: echarse a reír y seguir jugando su rol de dominatrix.

 

         - “Jajaja, ¿en serio eso es todo a lo que alcanza tu imaginación? Ya te gustaría a ti, ya…”.

         - “Que no, que es verdad, te lo juro. Puedes preguntárselo a ella”.

         - “No hace falta, ya sé que es una tontería tuya, mejor me largo y te dejo con tus fantasías”.

         - “Que no, te lo demostraré. Sé por ejemplo que tiene esa cicatriz en la nalga izquierda”.

         - “Muy bien, me acabas de demostrar que espiabas a mi hermana en la ducha o mientras se cambiaba. Todo un éxito para tus hazañas sexuales, ¿no?”.

 

         Estás a punto de tirar la toalla, esta chica es invencible y siempre tiene una respuesta para todo, hay que ver cómo le encanta quedarse con la última palabra… Podría reventar antes que cerrar el pico. Ya se estaba levantando de su asiento cuando se te ocurre otra forma de convencerla de que lo que le cuentas es verídico.

 

         - “Espera, ¿te acuerdas de aquella noche después de tu graduación? ¿En la que cogiste el pedo del siglo?”.

         - “Sí, sí”.

         - “Tuvimos que acompañarte a casa porque estabas bastante mal y te dejamos tirada en la cama. Justamente entonces ella misma me pidió que tuviéramos sexo allí, ¡delante tuya! Al principio me pareció demasiado arriesgado pero terminamos haciéndolo en la propia cama, contigo a apenas unos centímetros. Y la muy condenada no se contuvo ni un pelo, chilló y disfrutó como una loca. Estoy seguro de que tienes que recordar algo de eso, estaba realmente amedrentado porque abriste los ojos varias veces, pero a la mañana siguiente no te acordabas de absolutamente nada”.

 

         María de repente reacciona. Frunce el ceño y contempla el suelo con gesto serio mientras murmura para sí: “No, no puede ser, eso no fue más que un sueño…”. Viendo a tu enemigo tocado, decides aprovechar para dar una última estocada:

 

         - “Creo que fue algo sexual, el morbo, no sé. Nos dejamos llevar… Además que, en la comparación, ella está francamente buena. Y es mucho mejor en la cama”.

 

         Tu última frase era un “tocado y hundido” en toda regla. Cualquier otro habría ganado ya la batalla, pero esta chica estaba dispuesta a todo antes que vender su piel. De repente, un destello brilló en su mirada y, ágilmente, sacó de una de sus medias blancas una brillante cuchilla: ¿es eso una navaja? Casi sin que tuvieras tiempo para darte cuenta de la situación ella te empuja contra la pared y eleva el arma hacia tu cuello.

 

         - “Cerdos hijos de puta. Debería degollarte aquí mismo.

 

         En otra situación quizás hubieras pensado que aquello era una bonita dramatización, pero conoces lo suficiente bien a tu ex como para saber que está tarada y que es capaz de absolutamente cualquier cosa. Además, sus siguientes frías palabras no te calmaron ni un ápice:

 

         - “Piénsalo bien, estamos en el lugar perfecto para encubrir un asesinato. Te encierro aquí y tardarían días en encontrar tú cadáver. Por entonces podría haber sido absolutamente cualquier persona, nada les podría llevar hacia mí.”

 

         Tragas saliva. Mierda. De alguna forma hay que convencerla de dar marcha atrás:

 

         - “María, deja ya este espectáculo. Tú y yo sabemos que todo esto es una coraza, una mentira. Quieres humillarme, maltratarme y hasta matarme porque no eres capaz de admitir tus sentimientos. Sé que me has querido, sé que me has necesitado, sé que te importo. Necesitas a alguien a tu lado por mucho que lo sigas negando e intentando dar la apariencia de ser alguien que no eres”.

 

         Pero tu monólogo no hace ningún efecto, ella se acerca aún más y a cada palabra que pronuncia a continuación empieza a clavar el objeto punzante un poco más en tu cuello.

 

         - “No… Me… Importas… Una… Mierda…”

 

         Te ha atravesado la piel y estás a punto de lanzar un desesperado grito de socorro cuando…

 

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         Escucháis girarse el picaporte de la puerta: alguien quiere entrar. Tu querida ex-novia retira en un acto reflejo la cuchilla de tu cuello, ¡gracias a Dios!; y enseguida se abalanza sobre ti, como fingiendo que os estáis liando en aquella esquina del cuarto para no extrañar al intruso. No obstante, la puerta ya casi está abierta de par en par y el desconocido se hace de rogar, ¿por qué no entra? Tu ex, siempre al mando de la situación, da un par de pasos hacia atrás para observar el umbral de la puerta: “¿Qué coño?”, dice, mientras hace un gesto para que te acerques. Y en cuanto lo ves no puedes evitar soltar un grito de horror:

 

         - “¡Jorgeee, no! ¿Qué te ha pasado?”.

 

         Porque sí, uno de tus compañeros “policías”, el andaluz y más alto, estaba de rodillas inclinado hacia el suelo sobre un enorme charco de sangre. “A.. yuda…”, farfullaba de forma casi inteligible.

 

         - “¿Y tú de qué mierda conoces a este tipo?”, te interroga inmediatamente María.

         - “Ha venido conmigo a la fiesta, pero ahora no hay tiempo para explicaciones. ¡Ayúdame!”, le espetas mientras intentas subir a Jorge a la cama del cuarto.

 

         Enseguida os dais cuenta de lo que le pasa: una herida de bala en toda la boca del estómago, esto pinta fatal. María sin decirte nada corre al baño a buscar algo con lo que pararle la hemorragia; qué raro un acto de humanidad por su parte, pero hasta los peores villanos tienen un poco de empatía. Mientras estáis a solas, tu compañero policía intenta comunicarse contigo:

 

         - “Escúchame… Estábamos… De incógnito, pero… Somos policías de verdad… Pasan cosas… Muy extrañas… Aquí”. Acercas tu oído a su cara para distinguir las cada vez más débiles palabras. “Es… Peligroso… Pero tienes que… Darle la llave… A Iván”. Mientras murmura estas últimas palabras te das cuenta de que Jorge abre su puño izquierdo y en él una pequeña llave dorada reluce con gran esplendor. ¿Quizás por eso le habían disparado?

 

         María aparece con un montón de vendas pero tan sólo le da tiempo a escuchar la repetición de las últimas palabras del policía: “La llave… A Iván… La llave…”. A continuación, Jorge dejó caer definitivamente su cabeza sobre la cama y en sus ojos sólo cabe el vacío. Es cierto que lo conocías desde apenas algunas horas y que, en el fondo, aquel policía era un total extraño para ti, pero nunca nadie había muerto en tus brazos y aquella escena te conmovió sobremanera. Con lágrimas en los ojos, recoges la llave dorada de tu compañero y abrazas su cuerpo inerte por última vez. “Cumpliré tu última voluntad, compañero”, dices, con voz entrecortada.

         Pero un chasquido interrumpe aquel momento dramático. Tantas películas de acción te hacen reconocer instantáneamente el sonido: un arma recargando.

 

         - “Vaya, parece que esta no es de juguete. Tu amigo sabía de sobra lo que le esperaba aquí”, dice María mientras te apunta con la pistola de Jorge, que había aprovechado para coger mientras te debatías en sentimentalismos poco prácticos. “Venga, no te hagas pipí encima. Lo nuestro me temo que va a tener que esperar. A este tipo le acaban de pegar un tiro y esto es peligroso. Cuéntame todo lo que sabes, ¡pero ya!”.

 

         Atropelladamente, le cuentas toda tu historia a María: los “falsos” policías, el señor K, la fiesta, y ahora la sorprendente revelación de la llave.

 

         - “Entiendo. Como siempre eres un pringado que no te enteras ni de la mitad. Venga, tenemos que largarnos de aquí. Tú primero”, te dice María siempre apuntándote con el arma.

         - “Y tú, ¿sabes algo? ¿Pero a dónde vamos?, preguntas, inquieto.

 

         Tu ex resopla. Y mientras agita juguetonamente la pistola te contesta:

 

 

Spoiler

 

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         - “Vamos a ver al señor K. ¿Sabes que ahora trabajo para él? Seguro que me va a dar un aumento cuando le entregues esa bonita llave que tienes en la mano”.

 

         Te quedas a cuadros: ¿María trabajando para este rico y misterioso señor? Y, sobre todo, ¿qué clase de trabajo? :o Bueno, por lo menos eso explica su presencia en esta extraña fiesta, aunque no aclara para nada por qué había decidido pasar este rato “entrañable” contigo. Seguramente eso haya sido iniciativa propia. 

 

         - “¿Para el señor K? ¿Pero quién es? ¿Por qué organiza esta fiesta? ¿Para qué sirve esta llave? ¿Qué demonios está pasando, María?”, le preguntas inquieto, con el tono más preocupado posible, esperando despertar el lado compasivo del que antaño fue tu ser más querido.

         - “Chico, ¿ves esta pistola? Sí, me imagino. ¿Sabes quién la tiene en la mano? Sí, yo, ¡muy bien! Así que me temo que aquí la única que hace preguntas es una servidora”, afirma ella mientras te da una patadita y señala la puerta con un gesto de su cabeza. “Venga, andando. Tú primero, vete por delante algunos metros. Como intentes escapar te pego un tiro en la pierna. ¿Sabías que he estado practicando mi puntería? ¡Se me da muy bien!”.

 

         Alucinas, pero no tienes más remedio que cumplir sus órdenes. Ella te guía con sus palabras y te lleva hacia una puerta extraña, que parece una salida de emergencias o algo así. La abres esperando una salida de aquel edificio singular y un tanto siniestro, pero te encuentras con nada más que unas escaleras, blancas y asépticas. María te ordena que bajes sin miedo. Un piso, otro piso, otro más, ¿otro? Calculas que a estas alturas ya estarás claramente por debajo del nivel del suelo. ¿Cómo es posible que una estructura de este calibre pase totalmente desapercibida en la superficie?

         Este tipo de pensamientos pueblan tu mente cuando te das cuenta de que una persona está subiendo las escaleras justo enfrente de ti. Desde lejos no lo reconoces, pero enseguida te das cuenta: ¡Iván! Así es, el compañero “policía” con el que entraste a la fiesta, ese al que Jorge dijo en su agonía que le tenías que entregar la llave dorada, aparecía descamisado y subiendo los escalones con cierto aire despreocupado. Aprietas tu puño y te das cuenta de que aún tienes la llave contigo. María estaba unos metros alejada, aún en el piso superior, por lo que estarías fuera de su alcance visual durante unos instantes. Era el momento perfecto para intentar algo con la colaboración de tu compañero… ¿O quizás no? Porque María iba armada y no estaba para bromitas, especialmente provenientes de tu persona. Un único paso en falso puede acarrear consecuencias fatales...

 

Spoiler

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         Tragas saliva. En apenas un instante te dejas llevar por una corazonada y decides perpetrar un rápido plan con Iván. Nada más entrar en contacto visual con él haces la señal de silencio con tu mano a la vez que con la cabeza indicas hacia arriba, desde donde María te vigila arma en mano. Iván asiente y aprovechas también para mostrarle la reluciente llave dorada que guardas en tu puño, a lo que el policía contesta con una marcada expresión de sorpresa. Los dos os cruzáis sin deciros nada, como si fuerais completos desconocidos, pero la tensión del momento se palpa en el ambiente y tú estás en plena taquicardia.

         En cuanto Iván llega al nivel de tu ex esta esconde ligeramente la pistola y comienza a interrogarlo:

 

         - “¿Y tú qué narices haces aquí? ¿No te has dado cuenta de que esta es una zona restringida?”.

         - “Ey, tía… Relaja la raja. Sólo estaba buscando los baños, así de tranquis, pero ya veo que aquí sólo hay putas escalaras… Y, claro está, una preciosura como tú…”.

 

         Flipas, al parecer Iván es policía, pero bien le podrían dar un Oscar por esta interpretación de colgado random con sonrisa bobalicona.

 

         - “Anda, simplemente sube unos cuantos pisos y sal por donde has entrado”, sentencia María con una mueca de asco mientras se desentiende y baja las escalares convencida de que aquel borracho perdido no podía constituir ninguna amenaza.

 

         Pero se equivocaba. Iván se acerca súbitamente desde atrás y la empuja con fuerza y precisión cuando se encontraba en una posición de desequilibrio, por lo que tu ex termina rodando escalaras abajo sin poder frenar en ningún momento. Ocho escalones más abajo cae finalmente en el mismo rellano en el que tú estás situado, con un tremendo “cataplum” y varios “cracks”. Enseguida notas que el golpe en la cabeza le abre una brecha por la que empieza a correr la sangre y estás seguro que mínimo se ha partido un par de huesos. Instintivamente te acercas preocupado para apreciar la gravedad de sus heridas, pero lo único que distingues es el hilo de voz que sale de sus labios: tu nombre, eso es lo que farfulla repetidas veces en medio de la conmoción del golpe. Quizás… ¿te estaba rogando ayuda? ¿A ti?

 

         - “¿Pero qué coño haces? Tenemos que salir de aquí corriendo. ¡Es peligroso!”, te grita Iván ante tu habitual actitud de pasmado. Dudas por un instante, no conoces al policía de prácticamente nada y vas a dejar atrás con severas heridas a una persona con la que has compartido tu vida durante años. Lamentablemente, llegas a la conclusión de que es demasiado tarde para dar marcha atrás, tanto en esta decisión como en vuestra tormentosa relación; así que enérgicamente subes las escaleras. ¿Qué pasa en este lugar que todo el mundo con el que te cruzas termina mal?

 

         Deshacéis el camino y enseguida volvéis a la estancia de los cuartos, en la que Iván continúa corriendo de un lado a otro, trazando a veces vueltas en círculos. Durante un momento sospechas que te estás tomando el pelo y paras para tragar aliento:

 

         - “¿Pero a dónde vamos?”, le preguntas.

         - “Al único sitio seguro de este antro. Pero antes tenemos que despistar a las cámaras de seguridad”, te contesta Iván señalando hacia arriba.

 

         ¿Dónde? Piensas durante un segundo, pero no tardas en darte cuenta de que, camufladamente, pequeños bultos en las esquinas de las paredes podrían ser perfectamente dispositivos de vigilancia. ¿En serio, qué está pasando en este sitio? Al fin, cuando ya estás sudando y las piernas casi no te responden, Iván entra rápidamente en uno de los cuartos. Allí aminora el paso y te dice que cierres la puerta con discreción.

 

         - “Ahora dime: ¿de dónde has sacado esa llave? ¿Tienes alguna idea de para qué sirve?”, te dice el policía con semblante serio.

         - “Me la ha dado Jorge, dijo que erais policías y que debía entregártela”.

         - “Si eso es verdad, ¿por qué no me la ha dado él mismo?”.

 

         En ese instante pasa sobre tu cabeza como un rayo la escena del último aliento de tu compañero.

 

         - “Le dispararon en el estómago. Que te diera la llave fueron sus últimas palabras antes de morir delante de mis narices”.

 

         Iván abre los ojos como platos y se lleva las manos a la cabeza mientras murmura para sí: “No, no, no, no”. Abatido, se sienta en la cama más cercana y las lágrimas comienzan a rodar por sus ojos. No sabes qué hacer, te sientes muy incómodo y el propio policía intenta explicar la situación:

 

         - “Perdona que reaccione así. Éramos… Más que compañeros. Se levanta y, más calmado, te explica: “Somos los únicos que hemos superado las duras pruebas para convertirnos en agentes de campo de la Policía Secreta Española. Pasábamos mucho tiempo fuera, en misiones…”.

         - “Para el carro. ¿Policía secreta española? ¿Eso existe?”, preguntas sorprendido de que haya presupuesto como para más que los típicos policías nacionales.

         - “Sí, claro, en todos los países hay una. Pero aquí, amigo, no estamos solos. Lo que se está cociendo en este sitio es muy grande”.

         - “¿Pero qué pasa? ¿Quién es el señor K? ¿Qué se esconde tras esta fiesta?”.

         - “Siento mucho haberte metido en este lío. Pensé que levantaríamos menos sospechas si no entrábamos solos en la fiesta y has terminado involucrado en el fuego cruzado. Supongo que ahora no hay marcha atrás. Eres uno de los nuestros.

         - “Los… ¿Nuestros?”.

         - “Sí, el Cuerpo de Investigación Secreta Internacional o CISI”, afirma Iván mientras se acerca a la puerta del baño. En ese instante recuerdas que te estás meando vivo y tu vejiga está a punto de explotar.

         - “No, déjame ir al baño a mí primero, me estoy meando”, dices mientras corres hacia la puerta y giras el picaporte.

         - “Jajaja, el único problema es que eso no es un baño. Son nuestros cuarteles generales.

         - “¿Qué?”, exclamas mientras abres la puerta envuelto en gran expectación.

 

 

CONTINUARÁ...

 

Enlace al Siguiente Capítulo

Veamos que sale de esto ;)xD 

  • Autor
El Just now, Maestro dijo:

Veamos que sale de esto ;)xD 

¡Animaos a proponer opciones! Que yo he dejado algunas en el tintero para dejaros espacio :P Además que esta primera decisión es importante, puede marcar el resto de la historia :unsure2: 

El hada ligera de ropas, por supuesto xD 

En un acto de frikismo, "Un completo desconocido que afirma ser usuario de FMSite ".

Aunque la 2º y las ultimas 2 opciones va bien igual.

____

Comentario off-the-record.

Lo de "Un completo desconocido que afirma ser usuario de FMSite" me paso. @El_Eban, viejo usuario de FMSite estudiaba Arquitectura en mi misma facultad, es un año mas grande. Estaba esperando para dar un final de Historia y me saluda alguien y me dice "Soy El_Eban de FMSite".

La ligera de ropa, tienta mucho, pero mejor un poco de acción.

Este es un foro de maricones, ya lo sabía  aaxcvb_th.jpg

  • Autor
El hace 5 minutos, KokoKevin dijo:

Este es un foro de maricones, ya lo sabía  aaxcvb_th.jpg

Estoy completamente seguro de que en la historia habrá sexo tarde o temprano. Lo que no sé es en cuál de sus formas :unsure2: xD 

El hace 8 minutos, karma23 dijo:

Estoy completamente seguro de que en la historia habrá sexo tarde o temprano. Lo que no sé es en cuál de sus formas :unsure2: xD 

Un turco gay, es lo único que le faltaba a este foro :facepalm: 

El hace 6 minutos, KokoKevin dijo:

Un turco gay, es lo único que le faltaba a este foro :facepalm: 

No seria la primera relacion homo-foril que hay en FMSite.

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