PRÓLOGO
Hola, mi nombre es Ramazan Kizil. Soy un refugiado kurdo establecido en Suecia.
Todavía, después de tanto años sigo añorando la tierra en la que nací, crecí y a la que no he dejado de amar durante todo este tiempo. Yo no quería marcharme de allí y abandonar mis raíces pero no me quedó otra alternativa que huir de allí. El régimen de Saddam Hussein nos estaba masacrando, a base de detenciones, torturas, ejecuciones e incluso armas químicas. Nuestro único crimen era ser kurdos, la nación sin estado más grande del mundo, un pueblo de más de treinta millones de parias, cuya identidad es perseguida y reprimida por no entrar en el molde de lo que tiene que ser un turco, un árabe o un iraní. Somos el verso suelto de Oriente Medio.
Con mucho dolor en mi corazón y la angustia por saber qué sería de los míos, atravesé la frontera con Turquía y desde allí logré llegar a Suecia con el estatus de refugiados, al igual que muchos de mis compatriotas llegados desde los confines de nuestra patria, Kurdistán, cuyo suelo ha sido desmembrado en cuatro partes que no han logrado encajar en los países que cuyas fronteras son los cortes palpitantes de un cuerpo descuartizado: Turquía, Irán, Siria e Iraq. Solo en este último hemos logrado crear un lugar donde ser nosotros mismos, sin sufrir persecución, cárcel o destierro. Me establecí en Borlänge, en la provincia de Dalarna y junto a ocho refugiados kurdos más, fundamos el Dalkurd FF.
El club tomó el blanco, el rojo y el verde de la bandera de su pueblo para su equipación. Respecto a la nomenclatura del conjunto, aunaron el nombre de la región donde se había constituido la formación, Dalarna, y el de la nación de la que provenían sus raíces. Empezamos siendo un equipo de regional, pero entramos en la historia del fútbol sueco al conseguir siete ascensos en trece años, cinco de ellos de manera consecutiva. A pesar de tantos éxitos, nos estamos planteando trasladar el equipo a una ciudad más grande porque el Ayuntamiento no nos ayuda. El otro club histórico de la ciudad, el IK Brage, se lleva todas las ayudas, y los suecos de Börlange tampoco animan al Dalkurd. En realidad el club tiene más seguidores cuando juega fuera de casa, porque en las grandes ciudades hay más kurdos. Cuando vamos a Estocolmo o a Göteborg, vienen cinco mil o seis mil personas a animarnos. En casa llegamos a mil con suerte. Esto no significa que la identidad de nuestro club sea étnica: tenemos gente de aquí que nos apoyan porque defienden la lucha de los kurdos.. Hay más suecos que kurdos en las grada. Sin olvidar que nuestra plantilla está conformada por más de una decena de nacionalidades distintas. Pero donde más corean nuestro nombre es en Kurdistan donde nuestros seguidores compiten en numero con los del equipos de la talla del Real Madrid o el Barça.
Somos ambiciosos y nuestro objetivo es que el primer equipo dispute competiciones europeas para luchar por ser reconocidos como un país a través del fútbol. Queremos dar a conocer el nombre de nuestro país por Europa. Para ello debemos crecer en todos los aspectos para consolidarnos en la élite del fútbol sueco ahora que hemos logrado el ascenso. Fue en esta tesitura cuando recibí con consternación la noticia de la enfermedad de nuestro flamante nuevo entrenador, el bosnio Azrudin Valentić, por lo que teníamos que buscar a alguien que ocupase su lugar. Por suerte, los hermanos Sarkat y Kawa Junad, dos empresarios kurdos del mundo de la comunicación que vieron el potencial del club haciéndose con el 49% de las acciones, fueron quienes sugirieron el candidato idóneo.
¿Qué mejor que un kurdo para dirigir a un club cuya ambición es ondear la bandera kurda por toda Europa?