Todo lo publicado por John Smith
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El día que Football Manager dejó de parecer Football Manager
Hace muchos años que juego Football Manager, y para mí siempre fue más que un juego. Es una especie de ritual, una costumbre que mezcla paciencia, estrategia y emoción. Uno no solo dirige un club: arma historias, se encariña con jugadores que inventa el propio juego, sufre eliminaciones absurdas y celebra títulos como si fueran reales. Por eso, cada nueva versión siempre la espero con ganas, pero también con cierto miedo. Con el Football Manager 2026 me pasa algo raro. Por un lado, el salto técnico es innegable. El nuevo motor gráfico —el tan anunciado cambio a Unity— le da otra vida a los partidos. Se ven mejor, los movimientos son más naturales, y por momentos el fútbol parece más “vivo” que nunca. Pero al mismo tiempo, siento que algo de la esencia del juego se diluyó, y que en el intento de modernizarse se perdió parte del vínculo que muchos tenemos con la saga. La nueva interfaz, por ejemplo, me dejó una sensación ambigua. Es más moderna, más limpia, pero también más fría. Cuesta encontrar cosas que antes estaban donde uno las esperaba. Es como si me hubieran cambiado de oficina sin avisar: la mesa está más ordenada, pero no encuentro mis papeles. Football Manager siempre tuvo esa lógica interna que te hacía sentir “en casa”, aunque fuera compleja. Ahora parece un lugar nuevo, prolijo, pero un poco ajeno. Y eso no es un detalle menor. Porque en este tipo de juegos el vínculo emocional pesa tanto como las novedades técnicas. Uno no juega FM por los gráficos, sino por la continuidad: esa sensación de que, aunque cambien los jugadores o los torneos, uno sigue siendo el mismo DT que empezó hace mas de veinte años. Romper con esa continuidad genera una especie de distancia, un extrañamiento que te saca del clima. Siento que el estudio quiso dar un salto fuerte, necesario quizás, pero sin medir bien lo que significaba para la comunidad. Innovar está perfecto, pero hay una línea muy fina entre mejorar y cambiar por cambiar. A veces se confunde evolución con ruptura. Y cuando una marca, o un juego, se construye sobre una historia tan larga, cualquier cambio que no respete esa historia se siente como una pérdida. No me molesta que el motor de los partidos evolucione —eso siempre suma—, pero la interfaz, los menús, las rutinas, eran parte de la identidad del juego. Formaban parte de su lenguaje, de su memoria. En el fondo, uno no abría Football Manager para ver algo nuevo, sino para volver a un lugar familiar y seguir escribiendo la historia que había empezado. Hoy, con la versión 2026, el desafío es justamente ese: cómo seguir innovando sin perder el alma. Porque si el cambio técnico termina alejando a los que lo jugaron toda la vida, el riesgo es grande. Football Manager no se sostiene solo por sus sistemas o algoritmos, sino por la relación emocional que cada jugador construyó con él. Lo mismo, por el momento, lo sigo jugando. Pero cada vez se siente más como si fuera el último día. Estoy a un paso de pedir el reembolso. Algo parecido me pasó con la serie Civilization y también con PES: juegos que amé durante años y que, con el tiempo, se fueron alejando de lo que eran hasta que dejé de jugarlos. Terminé volviendo a las versiones viejas, y después, simplemente, los olvidé. No me gustaría que Football Manager siguiera ese mismo camino. Tengo la amarga sensación de que mi querido FM perdió el sentido de lo que era, donde la gracia de cada versión nueva estaba en esas pequeñas adiciones que valían oro, detalles que fortalecían esa dependencia casi personal que uno tenía con el juego. Hoy, en cambio, parece que en el intento de reinventarse, se olvidó de su mayor logro: hacernos sentir que cada nueva temporada era una continuación de nuestra propia historia.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Zwischenspiel 1 – Zwischen Exzellenz und Unvollkommenheit (Interludio 1. "Entre la Excelencia y la Imperfección”) En algún lugar de Argentina. Cuando uno comienza a escribir una historia, distintas sensaciones aparecen. No es una elección consciente, sino una fuerza que se impone. Se siente una descarga de adrenalina que me arrastra, que me lleva a escribir más y más partes de forma compulsiva, reclamando espacio entre mis obligaciones diarias, entre consultas médicas y deberes de padre. Es el impulso que sentí con el café tibio en la mano y que ahora, frente a la pantalla, se convierte en un torrente narrativo. Pero a esa euforia inicial la sigue, inevitablemente, una sensación constante de imperfección. Una duda persistente y corrosiva que me hace sentir que lo escrito, con todo y su esfuerzo y sus giros dramáticos, no refleja fielmente la idea original. Me detengo, corrijo, y me veo en la necesidad de ser preciso con la información histórica y táctica, y al mismo tiempo, poéticamente coherente con el relato épico que quiero construir. La coherencia narrativa se convierte en una obsesión. Matthias Schall, el estratega de esta crónica, acaba de tomar una decisión de cirujano: rechazar la emoción por la disciplina. Ha ignorado el llamamiento de la sangre en Viena, en favor de una visión a largo plazo. La trama avanza sin titubear, pero es justo en este momento que mi pluma encontró su primer gran escollo en la creación del relato. La ilusión de la inminente llegada del FM26 había sido, al principio, la chispa original que motivó esta narrativa, prometiendo un lienzo virgen y nuevo para la aventura de Matthias. Sin embargo, siento ahora que esa versión no está lista para acompañar la complejidad de esta crónica. En principio, la frustración por no poder usar el nuevo escenario fue grande, casi como una derrota virtual. Pero, después de la desilusión inicial, he decidido volver al FM24. Lejos de terminar siendo un problema, este retorno a un terreno conocido me ha permitido, hasta cierto punto, ayudar a seguir construyendo la historia con la misma trama y personajes. Un líder que exige precisión debe ser guiado por un narrador que la posea. Este pequeño desvío en el mundo real, esta imperfección técnica del software de simulación, se convierte en la justificación de la precisión estratégica del personaje. Lejos de desanimarme, mi ritmo —pausado, reflexivo, equilibrando la medicina, el fútbol amateur y el tiempo familiar— me tiene cada vez más motivado a continuar con esta aventura literaria. Así que, para pena (o fortuna) de los lectores, tendrán que seguir soportándome en esta travesía de auto-descubrimiento y estrategia. A estas alturas de la historia, con Matthias ya en camino a un destino aún secreto, me pregunto: ¿Es esta realmente una historia de Football Manager? Aún no se conoce el equipo, ni se ha jugado un solo partido en el campo virtual. La respuesta, lo intuyo, es que tal vez esta historia no sea solo sobre el fútbol simulado. Quizás sea, ante todo, la historia de cómo construyo una historia, un personaje, un escenario, un drama. La trama, la construcción del relato, es más importante que lo que pase en el campo de juego de una computadora, más allá de que ambas cosas estén inexorablemente ligadas. Sin el Football Manager, esta historia, con sus pasiones y sus dilemas, simplemente no existiría. La prueba ha sido superada. El corazón de la historia ha encontrado un nuevo ritmo. El cronista, feliz de seguir en esta aventura, solo puede afirmar que el nuevo capítulo está listo.
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Me acabo de pasar el juego: dos decadas aqui.
Bueno apuntado al jamón y al vicio también desde hace mas de 20 años, por los 21, sigo sin recibir el jamón, saludos viejos colegas
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capítulo 2. "La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 14 – Die Ablehnung und die Wahl (Parte 14 – El Rechazo y la Elección) En el departamento de Leopoldstadt, Viena, Austria. Matthias se quedó petrificado frente al teléfono. La llamada entrante, con el nombre de Ralf Muhr, no era una simple oferta; era el eco directo del legado de su abuelo en el Admira. Era el destino, al fin, presentándose de forma tangible en el corazón de Viena. Daniel y Fernando lo observaban con una mezcla palpable de pavor y expectación. Respirando hondo, Matthias deslizó el dedo en la pantalla. Su voz profesional, entrenada para la calma, se esforzó en enmascarar el tumulto de su corazón y el temblor ligero en sus manos. —Matthias Schall, dígame. —Herr Schall, guten Tag. Soy Ralf Muhr, el secretario técnico del FC Admira Wacker Mödling. Disculpe la intromisión a estas horas, pero su nombre ha revolucionado nuestra dirección. Matthias se apartó unos pasos, el sonido de su propia historia resonando, casi gritando, en el auricular. —En absoluto, Herr Muhr. Conozco su reputación y el prestigio de su cantera. Es un honor. Ralf Muhr, con un tono serio y directo, fue al grano. El Admira, club de gloria pasada y cantera prolífica, se hundía en la Segunda División y necesitaba un nuevo líder con visión a largo plazo. —Buscamos un Mánager del Primer Equipo con control total. No solo un táctico, sino el arquitecto que reestructure toda nuestra filosofía. Hemos estudiado su trabajo en Sudamérica. Su reputación como estratega y formador, sumada a su linaje familiar... permítame decirle, Herr Schall, que no puede ser una simple coincidencia. Matthias respiró profundamente, procesando la magnitud de la oferta y la conexión histórica que lo ataba. —Herr Muhr —respondió Matthias, su voz ganando una firmeza inesperada—. Conozco muy bien el pasado glorioso del Admira, honrado por mi abuelo Anton Schall. Y conozco su presente: sé que el club atraviesa dificultades económicas con algunas deudas, pero también sé que cuentan con un plantel de primer nivel, lo que los convierte en uno de los dos máximos candidatos al ascenso en la Segunda División. Y lo más importante, su cantera es de élite. Al otro lado, Muhr rió, un sonido seco que intentaba relajar la tensión. —Lo veo más informado que nuestra propia directiva. Por el alma de tu abuelo, por todo lo que dices sobre la cantera y el potencial del plantel, no hay duda. Este debe ser tu destino. Matthias cerró los ojos por un instante. La presión de la sangre familiar era inmensa, un peso histórico que tiraba de él. Pero su misión, el proyecto de su padre, era más frío y estratégico que la emoción. Abrió los ojos, tenía una resolución clara. —Herr Muhr, me duele en el alma rechazar esta propuesta. Es un honor inmenso. Pero la necesidad de éxito inmediato que implica ser uno de los máximos candidatos al ascenso, junto con la delicada situación económica del club, crean una ecuación volátil. Son barreras infranqueables para el proyecto que tengo en mente. Necesito tiempo, libertad y un terreno estable para experimentar. Necesito un laboratorio, no un campo de batalla con el reloj de la deuda en contra. El silencio al otro lado fue sepulcral, reflejando la sorpresa total de Muhr. Matthias agradeció sinceramente el llamado y, con una profunda tristeza en la voz, se despidió de la conexión histórica que acababa de cortar. Colgó el teléfono. Daniel, con la boca abierta por el asombro, articuló, casi sin aliento: —¿Rechazaste al Admira Wacker? ¿Al Admira de tu abuelo? Matthias asintió, su mirada fija en la pantalla oscura del móvil, que ya no vibraba. El rechazo era la prueba de su compromiso con la estrategia. Fernando, procesando la audacia y la disciplina de su líder, afirmó con una sonrisa tensa: —Entonces, supongo que es cuestión de seguir buscando nuestro destino entre los gigantes dormidos. Matthias se giró, su rostro iluminado por una sonrisa que era mitad alivio, mitad visión. Sus ojos verdes brillaban con un nuevo conocimiento. —No. Al repasar la historia del Admira, la respuesta no estaba allí, sino en el filtro que creamos. Rechacé una opción que no encajaba, pero encontré el verdadero club que se amolda a nuestro molde. La búsqueda terminó, muchachos. Ya tengo elegido el club. Preparen sus mochilas.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
El destino esta a pocos pasos por fin compañero Lineker , pero como veras en el próximo capitulo no sera el Admira Wacker, era lo mas lógico acorde a la historia de Matthias, pero el es un personaje complejo y sus decisiones acompañan esa personalidad. Sin dudas que el club de su abuelo Toni tenia todo, pero nuestro manager tiene otro futuro en mente, saludos.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capítulo 2. "La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 13 – Der Ruf des Admira (Parte 13 – El Llamado del Admira) En el departamento de Leopoldstadt, Viena, Austria. El apartamento en Leopoldstadt, que había sido refugio, se había transformado en un búnker de análisis, un centro de operaciones de alta intensidad. Los tres hombres estaban inmersos en una vorágine de datos. Fernando tecleaba furiosamente en su notebook, comparando estructuras de canteras, presupuestos y antecedentes históricos. Daniel revisaba informes financieros y la estabilidad de las directivas en la región alpina, con dos teléfonos móviles pegados a la oreja, susurrando en un español disimulado. Matthias, el estratega, no se movía de su silla frente al mapa; analizaba la geografía, buscando un club que no solo cumpliera con los requisitos, sino que resonara con su espíritu. Durante el día, Daniel y Fernando habían ejercido un filtro riguroso y silencioso. Habían recibido y rechazado llamadas del Grasshopper Club Zúrich suizo, del Bayer Leverkusen alemán y del Austria Viena austríaco. Eran propuestas de la élite, las que el rumor de la ORF había activado, pero fueron desestimadas sin llegar siquiera a los oídos de Matthias. Sabían que ese tipo de clubes no eran el target buscado por el mánager. Su misión no era la fama instantánea, sino el "laboratorio" con gran cantera y prestigio sin la presión inmediata del éxito. El nuevo filtro, ajustado a la audacia de Matthias, comenzaba a depurar las opciones: —Tengo un filtro aplicado —dijo Fernando, sin levantar la vista de su pantalla—. Busqué clubes de Segunda División o inferiores, nunca de primera división, pero con instalaciones y estructura juvenil por encima de la media. Ubicados en la Europa Central Alpina (Alemania, Austria, Suiza), que no hayan ganado la liga principal en la última década, pero que sumen más de cinco títulos nacionales entre liga y copa principal. El resultado, Matthias, nos deja solo algunos nombres. Buscamos gigantes dormidos con cantera distinguida. Matthias asintió, reconociendo el acierto del filtro. Iba a ordenar a Daniel que comenzara la lectura de esa breve lista de "gigantes dormidos", cuando un sonido inesperado interrumpió la concentración. El tono de llamada del teléfono de Matthias resonó en el pequeño apartamento. En la pantalla se iluminó un nombre que hizo que Daniel y Fernando contuvieran el aliento: Ralf Muhr. Ralf Muhr, secretario técnico de la famosa cantera de Austria y actual director del FC Admira Wacker Mödling. El Admira, el mismo club donde el abuelo de Matthias, Toni Schall, se había convertido en leyenda. La coincidencia era demasiado poderosa para ser ignorada. El destino, disfrazado de llamada telefónica, acababa de forzar la mano de Matthias. La búsqueda, de repente, parecía haber terminado. Matthias se levantó, el sobre de su padre latiendo simbólicamente en su mochila, y miró a sus dos amigos con una expresión que era mitad sorpresa, mitad inevitabilidad.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capítulo 2. "La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 12 – Die Alpen-Strategie (Parte 12 – La Estrategia Alpina) En el departamento de Leopoldstadt, Viena, Austria. El silencio denso que siguió al editorial de Peter Hackmair en la ORF se rompió con la pregunta de Daniel Iril, cargada de expectación: —¿Viena, Matthias? ¿Es aquí donde empezamos? El rumor nos ha puesto en la pole position de la Bundesliga austríaca. Matthias se apoyó en el respaldo de la silla, el eco de la voz de Hackmair aún zumbando en sus oídos. El rumor mediático había simplificado dramáticamente su compleja misión. Viena, la ciudad natal de su padre y abuelo, era el punto de partida emocional, pero ¿el profesional? —Espera, Daniel —respondió Matthias, con la voz templada y reflexiva—. Creo que nos estamos equivocando de prioridad. La carta de Karl me puso una misión, sí, pero no un mapa exacto. La ciudad, el país, incluso el club, no es lo más importante en este momento. Lo crucial es el proyecto. Necesito un club que entienda mi filosofía, que valore el proceso sobre el resultado inmediato, que me permita construir algo sólido y duradero con mi filosofía de juego. Fernando Pino, siempre más pragmático, se acercó al mapa colgado en la pared que mostraba la región centroeuropea. El mapa estaba marcado con círculos en Múnich, Salzburgo y Zúrich. —El mercado aquí está activado, eso es un hecho. Pero si firmas con el Rapid o el Austria Viena, tienes atención inmediata y una presión imposible. —Atención inmediata y una presión imposible —replicó Matthias, negando con la cabeza—. Si firmo en Viena, se esperará que repita el Wunderteam con mi abuelo en el bolsillo. No necesito una presión sentimental; necesito un lugar donde mi expertise como estratega sea la base, no mi apellido. Daniel asintió, comprendiendo la lógica del estratega. —Necesitas un club que te dé tiempo. Y eso es raro en la Bundesliga austríaca. Austria es el homenaje, pero la oportunidad profesional pura podría estar en otra parte de la región alpina. ¿Qué tipo de club buscamos? Fernando tomó el relevo de Daniel con urgencia. Su mente, habituada a desarmar sistemas en la computadora, quería desarmar esta elección. —Matthias, la prensa te está dando opciones en tres países: Austria, Suiza y Alemania. El nivel de presión y las expectativas son totalmente distintas en cada uno. En Múnich buscas un gigante, en Zúrich una estabilidad económica, y aquí, en Viena, buscas la nostalgia. Pero si el club no es lo importante, sino lo que haremos en él... Luego, Fernando, con su habitual curiosidad táctica, se inclinó sobre la mesa, buscando la definición del sueño de su líder: —¿Y cuáles serán las bases de nuestro proyecto, Matthias? Matthias respiró hondo, delineando la visión que lo había obsesionado durante meses en Argentina. —Las bases son claras: tengo un sistema táctico innovador que quiero desarrollar sin interferencias. Buscamos un club con la flexibilidad total para hacerlo, que tenga una gran cantera para trabajar con jugadores jóvenes y maleables. Debe tener prestigio y fama nacional, haber sido exitoso en el pasado, sí, para atraer talentos. Pero al mismo tiempo... no debe tener la presión inmediata del éxito. Debe permitirnos ser un laboratorio. Daniel frunció el ceño, cruzándose de brazos. —Matthias, estás pidiendo la cuadratura del círculo. Es una tarea increíblemente difícil, juntar todas esas cualidades en un solo club. Fernando sonrió, un brillo de conocimiento en sus ojos. —Puede que no tanto. Tenemos contactos sólidos, Matthias. Hay tres clubes importantes que han preguntado por tu situación: uno de Múnich, uno de Viena y otro de Zúrich. No podemos nombrarlos aún, pero son de la élite en sus respectivos países y están cerca de acercarnos ofertas formales para el banquillo. Matthias se levantó, dando unos pasos por el pequeño living de Leopoldstadt. La mención de las grandes ligas no lo entusiasmó como esperaban. —No estoy seguro si un equipo de Primera División sería lo ideal. La élite te da fama, pero te quita margen de error. Quiero libertad de trabajar, de crear, de soñar. Necesito un laboratorio, no un circo mediático. Piensen más allá de la élite inmediata. Daniel y Fernando se miraron, asimilando la audaz visión de su líder. El joven estratega argentino-austríaco no buscaba el camino fácil, sino el más puro para honrar la promesa. La Europa Central Alpina esperaba el desenlace, pero primero, debían encontrar ese club que funcionara como la arcilla perfecta para moldear el legado de Matthias Schall..
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capítulo 2. "La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 11 – Das Wunder-Manager Gerücht (Parte 11 – El rumor del Mánager Prodigioso) En el departamento de Leopoldstadt, Viena, Austria. El departamento en Leopoldstadt se había transformado en un cuartel general. Matthias, Daniel y Fernando estaban sentados alrededor de una mesa cubierta de post-its y diagramas tácticos, con la televisión encendida a bajo volumen. Las opciones se reducían a tres países: Alemania (por la solidez de la liga), Suiza (por el precedente de Toni Schall en Basilea) y, por supuesto, Austria, el lugar de nacimiento. La tensión de la decisión se mezclaba con el aroma a café fuerte. —Tenemos la base de datos completa de los equipos austríacos —decía Fernando, moviendo un cursor sobre una tabla de la Bundesliga—, pero si queremos un proyecto con impacto global, necesitamos... Un golpe seco en la mesa interrumpió la frase. Daniel, con los ojos clavados en la pantalla del ORF Sport, se inclinó hacia adelante y subió el volumen de golpe. La voz profunda de un locutor resonó en la sala, y en la pantalla apareció un primer plano del rostro de Matthias durante su época con la Selección Argentina. En el zócalo de la televisión, un titular en letras góticas y dramáticas se desplegó: "Der junge argentinische Wunder-Manager ist in Österreich gelandet" (El joven mánager prodigioso argentino ha aterrizado en Austria). Los tres se quedaron helados. La voz que se escuchaba era inconfundible; el exjugador y ahora analista de la ORF, Peter Hackmair, había tomado el centro de la escena para su editorial. Hackmair, con una seriedad académica que no dejaba lugar a dudas, comenzó a desgranar la historia. "El nombre es Matthias Schall. Aunque nacido en Argentina, sus raíces son inconfundibles: nieto del legendario Anton 'Toni' Schall del Wunderteam y campeón de Copa con el Basel. Matthias, con solo 35 años, viene de ser pieza clave en el cuerpo técnico de la Selección Argentina, campeona del mundo. Su currículum es tan extraordinario como su apellido es histórico en Viena." La voz de Hackmair se elevó, especulando con la certeza de un oráculo: "No ha venido de vacaciones. Ha venido a trabajar. Con su linaje y su expertise táctica, nuestra Bundesliga Austríaca sería el campo ideal para que este joven prodigio retome el legado familiar. Se espera que algún equipo de primer nivel, tal vez de Viena o del Oeste, haya movido ya sus fichas." Matthias se sintió expuesto, su misión privada convertida en un titular europeo. Daniel y Fernando intercambiaron una mirada de asombro y comprensión. El anonimato había terminado. La Europa Central Alpina ya lo había fichado sin una sola llamada. La televisión se apagó. El silencio de la Leopoldstadt fue roto por Daniel: "¿Viena, Matthias? ¿Es aquí donde empezamos?" Matthias sonrió, un destello de desafío en sus ojos verdes. "El rumor ya está aquí, y eso es bueno. Pero Karl me pidió que volviera a la Europa Central Alpina. No especificó el equipo. Ahora, todos en Austria creen que estoy aquí, pero... "¿Y si el destino final no es Austria?" Fernando se levantó, entendiendo el juego de ajedrez: "Entonces, la prensa vienesa tendrá que seguir la conexión a Múnich... o a Zúrich." Matthias asintió, recogiendo los diagramas de la mesa. La elección había pasado de ser una promesa íntima a un movimiento estratégico. El misterio se había instalado en el corazón de Europa Central, un tablero de ajedrez donde el joven estratega argentino-austríaco estaba a punto de mover su primera ficha.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Hola Lineker, gracias por pasar de nuevo por acá, Matthias no tiene claro su idea, si tiene una hemeroteca en su cabeza con todo lo que ha estudiado de táctica y un deseo profundo de hacer una revolución al respecto si es que a esta altura aun queda lugar en el mundo para innovaciones. Con respecto a Pep, en sus primeros tiempos del Barca si apostaba al Tiki-Taka acorde a la herencia del Barca que como bien dices después tomo la furia roja, fue en Bayern Munich y después en el Manchester City donde la posesión asfixiante paso a ser parte de su libreto. Sobre el club de Matthias, aun nos falta terminar el capitulo 2 por lo cual creo que tendremos algunas entregas, pinta aburrido? tal vez, necesario? para mi si, en fin, saludos.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capítulo 2. "La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 10 – Das Wiedersehen in der Leopoldstadt (Parte 10 – El reencuentro en Leopoldstadt) En el departamento de Leopoldstadt, Viena, Austria. El motor del Lufthansa rugió por última vez y Matthias sintió el suave golpe de las ruedas sobre la pista. Había llegado a la capital imperial. Viena. La tierra de su abuelo Toni, el lugar donde Karl Schall había nacido antes de que la guerra y la migración lo arrancaran todo. Era el paso lógico, el homenaje inicial a su herencia paterna, aunque sus raíces se extendían aún más: su madre era del Tirol, y la abuela Helga provenía de Salzburgo, ambas regiones ancladas en los Alpes. Al cruzar la zona de arribos, la ansiedad del viaje se disipó con una bocanada de familiaridad y acento cordobés. Allí estaban, con sus brazos abiertos y la sonrisa ancha: Daniel Iril y Fernando Pino, sus hermanos de promoción de la ATFA (Asociación Técnicos de Fútbol Argentino). El abrazo fue largo y necesario, un ancla argentina en medio de la frialdad centroeuropea. El reencuentro, en ese momento de luto y transición, era más que un alivio; era una inyección de vida. Los amigos lo llevaron a su departamento en el Distrito 2 de Viena, Leopoldstadt, un barrio que respiraba historia y el aroma a café y a Prater, cerca de donde la psique humana fue analizada por Freud. Daniel y Fernando le ofrecieron más que una cama: le ofrecieron un refugio profesional. Ambos se encontraban en un impasse después de haber trabajado bajo el mando de Markus Schopp en el cuerpo técnico del LASK Linz. Estaban parados, con la experiencia caliente y la sed de volver a dirigir intacta. Mientras desempacaba, Matthias comprendió la sincronicidad del destino. La frustración y la misión lo habían traído hasta aquí, donde dos mentes brillantes y afines lo esperaban. La idea, hasta entonces vaga, de formar un cuerpo técnico propio, cobró una solidez inesperada. Daniel aportaba la seriedad en la planificación; Fernando, la chispa de la táctica sudamericana. Para despejar la mente y reconectar, decidieron caminar por el centro. Las luces de la tarde los guiaron hasta el impresionante Rathausplatz, la plaza frente al imponente Ayuntamiento de Viena. Mientras el trío conversaba sobre fútbol, sistemas de juego y la urgencia de Matthias por empezar a trabajar, el joven Schall sintió cómo el entorno austríaco comenzaba a fundirse con su ambición argentina. El silencio de las altas cumbres, que tanto había extrañado su padre, parecía susurrarle desde las murallas históricas de la ciudad. La pregunta flotaba en el aire denso y antiguo del departamento vienés: ¿Podría Viena ser el destino definitivo de Matthias? ¿Debía buscar trabajo en la capital austríaca, donde el recuerdo de Toni Schall aún era fuerte, o usarla solo como base para luego migrar a las montañas, como insinuaba la carta de Karl? Y crucialmente, ¿podrían Daniel y Fernando ser los compañeros ideales para cumplir la promesa del legado? Matthias miró por la ventana. Sabía que la herencia lo había traído a este punto, pero la decisión final era suya. La primera etapa europea había terminado. Viena era el punto de partida; la misión de Toni Schall, el motor. Solo faltaba encontrar el equipo y el país que lo llevaran a la cima de la Europa Central Alpina.
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Bienvenido Trasgu a la historia de Matthias, me alegra que te agrade, creo que todos queremos conocer el destino, pero para ser sincero aun no esta decidido, dependerá del curso que siga la historia y que decida finalmente si lo haré con la ultima versión o no, por lo pronto la trama debe seguir su curso y nos faltan aun personajes por conocer, saludos.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capitulo 2. "La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 9 – Die Obsession des Strategen (Parte 9 – La obsesión del estratega) En el aeropuerto de Frankfurt, Alemania. El aeropuerto de Frankfurt era un hervidero de idiomas y destinos, un laberinto de cristal y acero. Matthias se sentó en una de las zonas de espera más tranquilas, dejando que la marea humana fluyera a su alrededor. El ajetreo no era distracción; era el escenario perfecto para su ritual. Sacó su notebook y, con la urgencia del que recupera un tiempo perdido, se sumergió en su universo privado: la obsesión por la táctica. La espera se había convertido en un aula bajo las luces frías de la terminal alemana, donde el tiempo se medía en conceptos futbolísticos, no en horas. Para Matthias, la estrategia no era una moda pasajera, sino una profunda genealogía futbolística, una línea de tiempo que comenzaba justo donde la vida de su abuelo Toni había florecido: en la Escuela Danubiana. El fútbol de pases cortos, de movimientos constantes y de triangulaciones que forjó el Wunderteam de Hugo Meisl tenía sus raíces directas en las ideas seminales de Jimmy Hogan y la visión pionera del "paso y va" impulsada por Willie Maley y John Madden. El fútbol, comprendió Matthias mientras sus dedos volaban sobre el teclado, siempre había sido un problema de geometría, de ocupación de espacios y de movimiento perpetuo, y su abuelo, Toni Schall, había sido parte de su primera gran solución como delantero. Pero su mente analítica no se detenía en el pasado glorioso. Se movía a través de los años, estudiando las transformaciones profundas que dieron forma al juego moderno. Analizaba con detalle el rigor defensivo y posicional del WM de Herbert Chapman en el Arsenal de los años 30, contrastándolo con la sofisticación ofensiva de Gusztáv Sebes y sus Magiares Mágicos que, con su fútbol flexible y sin delanteros fijos, sentaron las bases para el siguiente gran quiebre. Luego venía la revolución total de Rinus Michels y Johan Cruyff en Holanda y Barcelona, trazando la línea evolutiva hasta la perfección moderna del Tiki-taka de Pep Guardiola, el maestro de la posesión asfixiante. Cada video, cada movimiento de un central saliendo, cada compleja triangulación en el mediocampo, era una lección que anotaba con frenesí en sus esquemas digitales. La gran virtud de su formación, sin embargo, provenía de la escuela sudamericana, de su amada Argentina. Había estudiado con profunda admiración a técnicos influyentes como Menotti y Bielsa, quienes habían tomado la elegancia europea y la habían adaptado a la intensidad y la malicia criolla. Pero, crucialmente, había trabajado mano a mano, día a día, con Lionel Scaloni y Matías Manna en el entorno de máxima exigencia de la Selección Argentina. De esa experiencia directa y reciente aprendió a priorizar la posesión con propósito, la presión alta sincronizada y, lo más importante, a fomentar la libertad creativa de los jugadores estrella dentro de un sistema rígido. Matthias no quería ser una copia de un manual táctico. Su ambición era ser una síntesis, un curador de la historia del juego. Su obsesión radicaba en sacar lo mejor de todos esos estilos, uniendo el rigor táctico centroeuropeo de su sangre con la pasión y la viveza argentina de su formación. El destino, al arrebatarle el corazón de jugador con la miocarditis, le había regalado el cerebro de estratega; el dolor de la pérdida de Karl se transformaba ahora en un motor analítico incesante. Cerró la notebook con un chasquido. La conexión a Viena estaba por embarcar. El conocimiento que había acumulado, el legado de su abuelo y la promesa a su padre ya no eran un peso; eran el mapa detallado de su nueva vida. Ya no era solo un videoanalista; era un director técnico con una misión histórica. El primer paso estaba dado; solo faltaba saber qué club de la Europa Central Alpina lo llevaría a la cima.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni
Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 2 – Die Suche nach dem neuen europäischen Ziel (Capitulo 2. - La búsqueda del nuevo objetivo europeo) Teil 8 – Der Schatten des Wunderteams (Parte 8 – La sombra del Wunderteam) En el aeropuerto de Ezeiza, Argentina. Matthias se movía con una eficiencia helada por la terminal de Ezeiza. Los grandes ventanales del aeropuerto reflejaban el cielo gris de la mañana porteña, contrastando con el calor de la promesa europea. Tenía un pasaje de Lufthansa a Frankfurt y una conexión reservada a su destino final, cuya identidad aún mantenía en secreto. Se despidió de Ángeles con la mirada cargada de futuro. Ella entendía que la urgencia de este viaje no era solo geográfica, sino ancestral; la culminación de tres generaciones que buscaban cerrar un círculo trunco. Mientras esperaba el llamado al embarque, el peso del sobre de Karl, guardado ahora en su mochila de mano, se hizo inmenso. No era solo el legado de su padre; era la sombra gloriosa y trágica de su abuelo, Anton "Toni" Franz Johann Schall. Matthias cerró los ojos y, en la penumbra del aeropuerto, vio aparecer la Viena de los años 30. Allí brillaba Toni, un delantero letal y polifuncional, una figura clave del Admira de Viena que dominó el fútbol austríaco de la época. Toni no se limitaba a una posición; jugaba como delantero centro, extremo, e incluso terminó su carrera desempeñándose como defensor, un rasgo de inteligencia y versatilidad táctica que Matthias siempre había admirado en secreto en su estudio del fútbol histórico. En Admira, Toni se convirtió en el máximo goleador histórico del club, estableciendo récords que perduraron en el tiempo. Toni Schall no fue un jugador cualquiera; fue una estrella. Integró el legendario Wunderteam (Equipo Maravilla), la Selección Austríaca que asombró al mundo con su estilo de juego basado en el passing game y la técnica depurada en la década de 1930. Su velocidad endiablada, su inteligencia para el ataque y su capacidad de definición lo convirtieron en uno de los futbolistas austríacos más grandes de la historia. El pináculo de esa gloria llegó con su participación en la Copa Mundial de la FIFA de 1934 en Italia, donde el Wunderteam alcanzó las semifinales. Matthias sintió el orgullo en el pecho al recordar a su abuelo, el hombre que no conoció, dueño de un legado de excelencia europea que la guerra interrumpió. Pero la visión se tornó sombría, trayendo el eco de la carta de Karl. Después de colgar los botines, Toni se trasladó a Suiza para dirigir al FC Basel, al que llevó a ganar la Copa Suiza en la temporada 1946-47. Era un nuevo comienzo, una prueba de que el talento trascendía la cancha. Pero, al igual que su nieto décadas después, Toni padecía una rara enfermedad cardíaca que lo acechaba silenciosamente. En agosto de 1947, a sus 40 años, la misma pasión que lo había elevado lo traicionó: Toni Schall murió repentinamente durante un entrenamiento en el campo de fútbol de Basilea. La frustración de Matthias por su miocarditis, la injusticia de su carrera truncada a los 17, se duplicaba con el recuerdo de la trágica vida de Toni. El abuelo y el nieto, ambos predestinados a la gloria futbolística, vencidos por sus corazones. Matthias comprendió que el destino de Toni se había sellado en el campo y que Karl, al ser arrancado de su legado por la guerra, había heredado esa misma pena. El altavoz anunció el embarque del vuelo de Lufthansa. Matthias, con el peso de la historia familiar y la promesa incumplida de dos generaciones sobre sus hombros, abrió los ojos. Era hora de dejar la sombra del Wunderteam en el pasado y escribir su propio capítulo en la tierra de sus ancestros. El primer destino europeo lo esperaba.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 7 – Der Neue Horizont (Parte 7 – El Nuevo Horizonte) En algún lugar de Bariloche, en algún lugar de Buenos Aires, Argentina. El aire de Bariloche aún olía a nieve y a luto cuando Matthias, al día siguiente del sepelio, se preparó para partir. La casa familiar, ahora sin la presencia tutelar de Karl, se sentía inmensa y vacía. Se despidió de Ingrid y Lara con un abrazo eterno, sosteniendo su dolor por ellos. "Nos vemos pronto", les dijo, y en el tono de su voz no había promesa de un viaje corto, sino la premonición de un reencuentro en circunstancias totalmente nuevas. No era una despedida; era un hasta luego a la vida que conocían. Al llegar a Buenos Aires, la calidez de su hogar fue un bálsamo. Ángeles, su compañera de vida de treinta años, lo recibió con la empatía silenciosa de quien ama y comprende. Ella era el ancla de su presente: médica brillante, con una carrera consolidada como Medical Science Liaison en la industria farmacéutica. Mientras compartían un café, Matthias le mostró la carta, explicándole el peso del legado, el "llamado" de su abuelo Toni, la promesa incumplida de Karl y la necesidad imperiosa de emigrar a Europa. Ángeles no solo vio el dolor en sus ojos, sino también la luz de una nueva misión; la aventura se presentaba como la única cura posible. Ángeles lo escuchó sin juicio. Su trabajo en una multinacional hacía que la mudanza fuera logísticamente viable; su amor por Matthias hizo que la decisión fuera emocionalmente sencilla. Si él necesitaba sanar y encontrar un nuevo propósito en la tierra de sus ancestros, ella lo acompañaría sin dudar. El destino, al arrebatarle a Karl, les había dado un nuevo mapa. Más tarde, en la frialdad de una videollamada, Matthias se despidió del entorno que le había devuelto la dignidad: la Scaloneta. La conversación con Lionel Scaloni y Matías Manna fue dura, un acto de profunda honestidad. Les explicó la miocarditis, la frustración, y ahora, el peso ineludible de la herencia familiar. Para el cuerpo técnico, Matthias era una pieza invaluable; su profesionalismo, su conocimiento de las bases de Boca y su ojo clínico como analista se extrañarían profundamente. La separación fue difícil para ambas partes, un momento cargado de respeto y una tristeza compartida, conscientes del enorme talento que perdían. Dejar su puesto de videoanalista en la Selección Argentina, campeona del mundo, era un sacrificio profesional enorme, un desgarro necesario. La necesidad de cumplir con Karl era mayor que cualquier medalla o cualquier gloria pasada. El fútbol ya no era solo un trabajo; era una deuda familiar. La decisión estaba tomada, la ruta hacia el Atlántico marcada, pero los interrogantes eran inmensos y formaban un horizonte de posibilidades. ¿A qué país de la vieja Europa debían dirigirse? ¿Sería el orden y la tradición futbolística de Alemania el lugar para empezar su carrera como DT? ¿O el silencio y la seguridad financiera de Suiza les ofrecerían el refugio necesario? ¿O quizás debía ser la misma Austria, el lugar de nacimiento de Karl y su abuelo, el destino primario para honrar la petición de su padre? Y más importante aún: ¿Cuál sería su trabajo? Como exjugador, director técnico y videoanalista de élite, ¿dónde y cómo conseguiría Matthias que el fútbol volviera a correr por sus venas, cumpliendo al mismo tiempo el pedido de su padre y el deseo trunco de su abuelo Toni? El pasado estaba sellado. Matthias, "Der Tödliche", miró a Ángeles con una mezcla de miedo y resolución. El vacío dejado por su padre sería reemplazado por la aventura que esperaba. Esta primera etapa de la historia se cerraba sobre Argentina. El juego del legado, en Europa, estaba a punto de comenzar.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 6 – Der Ruf des Erbes (Parte 6 – El llamado de la herencia) En algún lugar de Bariloche, Argentina. Matthias empujó la puerta de la casa, el viento frío colándose por la rendija. Ingrid y Lara lo esperaban en la sala, sus rostros marcados por la misma desolación que él sentía. Los abrazó con fuerza, un abrazo de naufragios aferrándose en la tormenta, y les entregó las bolsas de chocolates. Las vio retirarse hacia las habitaciones, el susurro de sus voces amortiguado por la madera, preparándose para el sepelio de Karl. El chocolate era un puente efímero hacia la normalidad, un bálsamo que no curaba, pero aliviaba. La casa quedó en silencio, un silencio denso y expectante. Matthias se dirigió al sillón junto a la ventana, el mismo donde su padre solía sentarse a leer. Sacó el sobre de su abrigo. La caligrafía de Karl, tan firme en la memoria, ahora parecía temblorosa en sus dedos. Respiró hondo, sintiendo el peso de un legado, de una despedida postergada. El tiempo de las evasiones y los recuerdos había terminado. Era el momento. Abrió la carta. Las primeras palabras fueron un golpe al alma, una caricia desde el más allá: "Mein lieber Der Tödliche," Matthias sintió un nudo en la garganta. Su apodo de niño, su nombre secreto con Karl, el mortal que ya no corría. La carta continuaba, con la voz serena de su padre resonando en su mente: "Sabía que este momento llegaría, Matthias. Tú y yo compartimos una conexión más profunda de lo que imaginas. Una vez, hace mucho tiempo, cuando yo tenía apenas dos años, mi padre, tu abuelo Toni, también se fue de este mundo de manera repentina, a sus 47 años. Él me dejó una carta, muy parecida a esta. En ella me pedía que, sin importar lo que pasara, nunca abandonara el sueño de unir mi vida al fútbol, que siguiera su legado." Karl narraba la imposibilidad de cumplir esa promesa. "Las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, el caos de una Europa destrozada, obligaron a tu abuela, Helga, mi madre, a emigrar. Fue una travesía dura, sin retorno, que nos trajo a esta Patagonia que tanto amo. Pero el sueño de Toni, aquel llamado al fútbol, se perdió entre las montañas y los años, una promesa que no pude cumplir." El papel se arrugaba levemente en las manos de Matthias. La tristeza de su padre, una tristeza silenciosa que él solo ahora comprendía, emanaba de cada línea. "Por eso, hijo, siempre necesité que tú lo hicieras. Que tú, mi Der Tödliche, retomaras aquello que el destino nos negó. Te pido que nunca abandones el sueño de triunfar en el fútbol. Quizás no puedas hacerlo como jugador, tu corazón lo decidió así, pero puedes hacerlo desde la dirección, desde la estrategia. Tienes el talento, la disciplina y la resiliencia." La última frase era un susurro desde el pasado y una orden para el futuro, marcando la misión de su vida. "Y hay algo más, Matthias. Te pido que vuelvas a Europa Central, a los países alpinos. A la región donde el legado de Toni y Helga se perdió y se debe recuperar. Cumple el pedido de tu abuelo, ese sueño que la guerra me robó, el que yo no pude honrar. Yo no pude hacerlo, pero tú sí puedes. Es tu turno de llevar nuestro nombre de vuelta a la élite del fútbol europeo." Matthias terminó de leer. La carta no era solo una despedida; era un mapa, un propósito renovado, un puente entre tres generaciones unidas por el fútbol y un legado trunco. El peso del sobre en sus manos se transformó en la ligereza de una nueva dirección. Se levantó del sillón, con la mirada fija en la nevada que cubría Bariloche, sabiendo que su destino ya no era solo suyo, sino el eco de un llamado familiar que venía de muy lejos, de una Europa Central Alpina que lo esperaba para reclamar su herencia.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 5 – Der neue Anker (Parte 5 – La nueva Ancla) En algún lugar de Bariloche, Argentina. Matthias se detuvo frente al portón de hierro forjado de la casa familiar. El aroma a leña quemada y pino era el mismo de su infancia, pero ahora se mezclaba con el olor acre de la pérdida. Una fina y tenue nevada comenzaba a caer, suspendiendo el tiempo sobre el barrio. En una mano sostenía la bolsa de papel de la chocolatería; en la otra, el sobre cerrado de Karl, un objeto cargado de silencios y promesas. Se había permitido el tiempo necesario para recordar, para que la resiliencia emergiera de las profundidades. El camino desde la miocarditis había sido largo y sinuoso. El fútbol, el amor de su vida, se le había cerrado en la cara con un portazo médico. Pero la frustración no se convirtió en amargura gracias a un apoyo incondicional: su familia. Karl Schall fue su ancla. Su padre no lo obligó a volver a Bariloche; en cambio, lo animó a permanecer cerca del césped, aunque fuera del otro lado de la línea de cal. Boca Juniors le extendió una mano, ofreciéndole un puesto humilde como ayudante en la Décima División. Era un consuelo, una manera de seguir apostando por el fútbol, de sublimar el jugador que nunca pudo ser. Los años siguientes fueron una carrera de fondo lejos de los flashes. El ex "Der Tödliche" colgó los botines y se puso a estudiar. A los veintiún años se recibió de Profesor de Educación Física y, cuatro años después, a los veinticinco, obtuvo el título de Director Técnico. Se sumergió en las categorías inferiores de Boca, subiendo escalones invisibles: segundo entrenador en Novena, Octava y Séptima. Mientras sus excompañeros Ángel Di María y Sergio Agüero conquistaban Europa y se preparaban para la selección mayor, Matthias construía su propio camino de éxito silencioso, basado en la pizarra y la formación. La recompensa a su perseverancia llegó en 2017. Con apenas veintiocho años, su nombre resonó en Ezeiza. Matías Manna, hombre de confianza de Lionel Scaloni, lo convocó para ser parte del equipo de videoanalistas de la Selección Argentina. El joven cuya carrera había sido truncada por un fallo cardíaco estaba de vuelta en la Albiceleste, contribuyendo a la leyenda de la Scaloneta. Ese fue su triunfo personal. Había canalizado la frustración de no jugar, transformándola en una mente analítica capaz de desarmar rivales y optimizar estrategias. Los mensajes de aliento de Di María y Agüero eran un recordatorio constante de que, aunque su camino fue diferente, su espíritu seguía siendo el de un campeón. El éxito actual de la Selección era también, en parte, el éxito de su superación personal, un legado que Karl había aplaudido con orgullo hasta el último de sus días. Matthias respiró el aire frío. Había completado el círculo de sus recuerdos, entendido el trayecto que lo llevó de la cancha de Bariloche al banquillo de la Selección. Ya no había más excusas, ni treguas. Ahora sí, había llegado el momento de abrir la carta. El momento de enfrentar la última voluntad de su padre y, por fin, entender el nuevo destino que lo aguardaba.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 4 – Der Geschmack der Resilienz (Parte 4 – El sabor de la Resiliencia) En algún lugar de Bariloche, Argentina. Matthias se levantó de la mesa del café, la taza vacía y el sobre de su padre aún intacto, guardado celosamente. Cruzó la calle y se dirigió a una conocida chocolatería artesanal. El chocolate, sabía, serviría como una distracción temporal, un pequeño acto de amor para mitigar el dolor denso y frío de la ausencia de Karl en Ingrid y Lara. Al salir, la tristeza aún lo envolvía, pero bajo ella, como una roca que emerge de la marea baja, sintió algo inquebrantable: la resiliencia. No era resignación; era la dureza adquirida a base de disciplina, la misma que le había enseñado el fútbol a lo largo de los años. Esa sensación de firmeza convocó un nuevo flashback. Se vio a sí mismo a los dieciséis años. Su éxito había sido meteórico. Después de brillar en Rosario Central, llegó el llamado que lo cambió todo: Boca Juniors lo fichaba en 2005. El paso a La Boca fue un salto al vacío lleno de presión. Alfio "Coco" Basile le dio el espaldarazo para entrenar con los grandes, solo para enfrentar el duro traspié con la llegada de Ricardo La Volpe, quien, sin miramientos, lo bajó a Quinta División. Matthias sobrevivió a ese descenso. El revés fue superado por el éxito en las selecciones. Había sido convocado a la Sub-17 y luego a la Sub-20 para el Sudamericano de Paraguay en 2007, donde fue subcampeón junto a su amigo Ángel Di María. Ese mismo año, Miguel Ángel Russo le permitió debutar en Primera División jugando amistosos con Boca. Todo se alineaba, la cima estaba cerca. La culminación llegó con la convocatoria para el Mundial Sub-20, el pináculo de la juventud. Allí volvería a compartir cancha con Di María y Sergio Agüero, en un torneo donde la Albiceleste finalmente se consagraría campeona. La gloria estaba garantizada; su futuro, escrito con letras de oro. Pero el destino, como un árbitro caprichoso y cruel, levantó la bandera del offside cuando Matthias estaba a punto de marcar el gol de su vida. Un mes antes de viajar, llegó el diagnóstico helado: miocarditis. El corazón que lo había llevado de la Patagonia a la élite, el órgano que latía al ritmo de la Bombonera y del himno nacional, estaba fallando. Se vio obligado a dejar el fútbol. Vio el Mundial por televisión. Vio a sus amigos levantar la copa que él debió sostener. Ese momento fue la verdadera muerte de su juventud, un final abrupto y brutal a los diecisiete años. Mientras caminaba por la calle Mitre de Bariloche, con los chocolates en las manos, Matthias sintió la dolorosa analogía entre ambos finales. La miocarditis había sido la muerte de su sueño; la pérdida de Karl era la muerte de su ancla. En ambos casos, el final había sido rápido, inesperado e irreversible, dejándole una sensación de injusticia y un vacío insondable. El recuerdo de esa frustración juvenil no mitigaba el dolor de su presente, sino que lo intensificaba, dejando claro que su tristeza actual no era solo por Karl, sino por todo lo que su corazón le había arrebatado. El joven Der Tödliche, el "Mortal" que se creía invencible en la cancha, había sido vencido por su propio cuerpo, dejándole una herida que solo ahora, a sus 35 años, y con la pérdida de su padre, podía dimensionar completamente. El tiempo de la evasión había terminado. La carta debía contener la respuesta, la única vía para que Matthias encontrara una nueva pasión que le permitiera volver a sentirse completo, una estrategia para canalizar al jugador que nunca pudo ser. Era hora de volver a casa.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 3 – Die Jahre des Wachstums (Parte 3 – Los años del crecimiento) En algún lugar de Bariloche, Argentina. Matthias Schall no estaba preparado para abrir la carta. La llevaba consigo, doblada con cuidado dentro del bolsillo de su abrigo, pero algo en su interior le pedía tiempo. Sentado en una mesa del centro de Bariloche, con una taza de café humeante entre las manos, dejaba que el murmullo de la ciudad y el aire frío de la montaña le devolvieran fragmentos de su pasado. Era necesario —casi vital— recordar antes de comprender. El vapor del café le nublaba por momentos los lentes, y entre ese velo surgían imágenes nítidas: una cancha de tierra, el cielo patagónico abierto como una promesa, y la voz de su padre alentándolo desde la línea. Tenía doce años cuando Karl decidió enviarlo a vivir con su tío Otto a Comodoro Rivadavia. El plan era claro: permitirle jugar en el Comisión de Actividades Infantiles, el club que en la Patagonia moldeaba talentos con la misma dureza que el viento golpea los acantilados. Otto, un hombre de manos curtidas por el trabajo petrolero, lo recibió junto a su esposa Erika y sus primos con una calidez que mitigó el golpe del desarraigo. Aun así, las primeras semanas fueron duras. Matthias extrañaba el olor de los pinos, la vista del Nahuel Huapi, el tono pausado de la voz de su madre. Pero cada tarde, cuando salía a entrenar con la camiseta celeste y blanca de la CAI, algo dentro suyo encontraba un sentido. Las visitas quincenales de Karl eran el combustible que mantenía viva su llama. Llegaba siempre con un bolso pequeño, los ojos cansados y una sonrisa contenida. Observaba los partidos desde la tribuna, en silencio, y luego lo abrazaba con una mezcla de orgullo y nostalgia. Juntos recorrían el puerto, comían pescado frito mirando el mar, y hablaban del futuro con una esperanza que ambos fingían creer inquebrantable. El crecimiento de Matthias fue meteórico. Su velocidad y desequilibrio lo convirtieron en figura. A los catorce años, Rosario Central lo convocó para sumarse a sus divisiones juveniles. Aquel cambio fue otro salto al vacío, pero esta vez el miedo se transformó en hambre. Rosario lo recibió con su ruido, su fútbol y su pasión desbordante. En las inferiores del club canalla conoció a Ángel Di María, un chico flaco, eléctrico, con quien compartió largas horas de entrenamiento, risas y sueños en el predio de Arroyo Seco. Forjaron una amistad sincera, nacida del sacrificio y la soledad compartida. A veces, cuando se quedaban pateando a oscuras después de la práctica, Matthias pensaba que aquella conexión era lo más parecido a tener un hermano lejos de casa. Su talento lo llevó a vestir la camiseta de la Selección Argentina Sub-15, donde coincidió con Sergio “Kun” Agüero. Eran diferentes dentro y fuera de la cancha, pero el respeto mutuo se transformó pronto en complicidad. Compartieron goles, bromas y horas de concentración en Paraguay, donde la albiceleste terminó en el tercer lugar del torneo. Cada logro era una promesa cumplida, pero también un recordatorio del sacrificio detrás. Matthias aprendía a vivir lejos, a crecer rápido, a contener las lágrimas cuando las luces del estadio se apagaban. Aquella etapa marcó su espíritu: la disciplina de la CAI, la pasión de Rosario, el honor de la celeste y blanca. Todo eso lo había moldeado antes de siquiera imaginar qué decía la carta que llevaba consigo. Ahora, frente al ventanal del café, observando el reflejo del lago y las montañas, Matthias comprendía que cada paso lo había traído hasta ese instante. A veces, para entender el presente, era necesario volver al niño que alguna vez fue, al joven que soñó con ser futbolista y al hombre que aún no se animaba a abrir las palabras que su padre le había dejado.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 2 – Der Platz der Erinnerungen (Parte 2. El lugar de los recuerdos) En algún lugar de Bariloche, Argentina. La carta permanecía sobre la mesa, intacta, como si respirara por sí sola. Matthias la observó un instante más, pero no estaba listo. El silencio de la casa se volvió denso, y decidió salir antes de que el peso de la ausencia lo aplastara. Tomó su campera, bajó los escalones de madera y dejó que el aire frío de Bariloche le mordiera el rostro. Caminó sin rumbo fijo, siguiendo el impulso de sus pasos hasta que, casi sin darse cuenta, se encontró en la Ruta 40, frente al portón oxidado del Estadio Teófilo Teodoro Knell. El cartel de Alas Argentinas colgaba torcido, golpeado por el viento, pero para Matthias seguía siendo un símbolo sagrado. Empujó la reja con un leve chirrido y entró. El olor a pasto húmedo y a tierra revuelta lo envolvió al instante. El campo estaba vacío, pero su mente se llenó de voces, risas, gritos de aliento y el eco lejano de una pelota golpeando el travesaño. Caminó hasta el centro del campo. Desde allí, el lago Nahuel Huapi brillaba a lo lejos, reflejando los últimos tonos anaranjados del atardecer, y las montañas dibujaban sombras azules sobre el horizonte. El viento traía consigo el eco de viejos inviernos y veranos interminables. Recordó su primer entrenamiento, cuando tenía apenas ocho años. Los botines le quedaban grandes y el corazón, más grande aún. El entrenador gritaba su nombre, y Karl, su padre, observaba desde la tribuna con una sonrisa que ahora dolía recordar. Matthias se vio a sí mismo corriendo por la banda, el balón pegado al pie, dejando atrás a los rivales. Jugaba de extremo, rápido, escurridizo, con esa mezcla de instinto y alegría que solo tienen los niños. Cada vez que marcaba un gol, levantaba la vista hacia su padre, buscando su aprobación. “Der Tödliche”, le decía Karl entre risas. “El mortal.” Así lo había bautizado después de un clásico contra Cruz del Sur, cuando Matthias había marcado tres goles en la cancha embarrada y se había ido a dormir con las medias todavía llenas de barro y orgullo. El apodo quedó para siempre, como una marca secreta entre ellos. Matthias sonrió al recordarlo, pero la sonrisa se quebró rápido. Se sentó en el borde del área, mirando hacia el lago. El viento movía la red del arco, como si el tiempo siguiera jugando un partido que él ya no podía disputar. Sacó el sobre de su bolsillo. Lo sostuvo un momento, sintiendo el temblor en los dedos, pero volvió a guardarlo. No era el momento. Aún no. El sol se escondió detrás de las montañas, y el estadio quedó envuelto en un silencio casi reverente. Matthias respiró hondo y levantó la vista al cielo. Por primera vez en días, no lloró. Solo dejó que el aire helado le recordara que estaba vivo, que aún tenía un camino por delante, aunque no supiera cuál. Mientras salía de la cancha, una brisa suave levantó polvo del suelo. Por un instante, creyó escuchar la voz de su padre en la distancia, llamándolo como cuando era niño. Matthias se detuvo, miró atrás, y luego siguió caminando hacia la oscuridad, con la carta en el bolsillo y el peso de una historia que recién empezaba.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) Kapitel 1 – Matthias Schall (Capitulo 1. Matthias Schall) Teil 1 – Der Brief des Vaters (Parte 1. La carta del padre) En algún lugar de Argentina. El teléfono sonó temprano en la mañana. Matthias Schall, todavía medio adormilado, vio en la pantalla el número de su madre. Un presentimiento extraño lo invadió mientras contestaba. —Matthias… —la voz de Ingrid, rota por el llanto, apenas se escuchaba—. Es tu padre… ha fallecido. El mundo pareció detenerse. No hubo ruido, solo el silencio pesado del departamento en Buenos Aires, y el eco de la noticia que le rompía el pecho. Karl Schall, su padre, su referente, su conexión directa con la historia familiar, ya no estaba. Tomó el primer vuelo a Bariloche. El viaje fue largo, gris y silencioso. Miraba por la ventanilla los lagos y montañas, recordando los veranos de su infancia, cuando corría detrás de la pelota con su padre en los pastos de la ciudad, escuchando sus consejos y su pasión por el fútbol. Nunca había sentido tanta mezcla de vacío y nostalgia. Al llegar a la casa familiar, el olor a madera húmeda y a leña recién encendida lo recibió. Su madre, Ingrid, lo abrazó con fuerza, sosteniendo entre las manos un pañuelo empapado en lágrimas. Lara, su hermana menor, se acercó con los ojos rojos y la respiración entrecortada. —Ven, Matthias —dijo Ingrid—. Antes de que te vayas, tu padre quería que tuvieras esto. Le entregaron un sobre cerrado, con la caligrafía firme y elegante de Karl Schall. Matthias lo sostuvo entre sus manos, sintiendo el peso de cada palabra sin siquiera abrirlo. La carta parecía latir con la memoria de su padre, con todos los años de consejos, risas, advertencias y amor silencioso. Se sentó en el sillón junto a la ventana, dejando que la luz tenue del atardecer iluminara el papel en sus manos. La nieve comenzaba a caer suavemente sobre los techos de Bariloche, y Matthias sintió un nudo en la garganta. Sabía que sus experiencias, sus viajes y aprendizajes, ahora tenían un nuevo significado. Todo su pasado y sus decisiones previas parecían conducirlo hacia un único punto. El sobre cerrado en sus manos era más que papel: era un puente hacia algo que él aún no comprendía del todo, una responsabilidad y un llamado que debía responder. Ingrid y Lara se sentaron a su lado, en silencio. No hacían falta palabras; la carta de Karl ya hablaba por sí misma, aunque todavía nadie más la hubiera leído. Matthias respiró hondo, sintiendo cómo el peso de la pérdida y de la promesa contenida en ese sobre empezaba a marcar el inicio de un camino inevitable. Afueras, la nieve cubría las calles y el lago reflejaba un cielo gris plomizo. Matthias cerró los ojos, sabiendo que algo estaba a punto de cambiar para siempre.
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Die Geschichte von Matthias - Der Enkel des Kleinen Toni (La historia de Matthias - El nieto del pequeño Toni) 0 - Vorwort. Die Geschichte von Matthias (0 - Prólogo. La historia de Matthias) En algún lugar de Argentina. Me desperté esta mañana mientras me preparaba para ir a trabajar, con el café aún tibio en la mano, y sentí que tenía que contar una historia. Era un impulso que no podía ignorar, una urgencia que se había vuelto casi obsesión. Al mismo tiempo, mi señora me recordaba con una mezcla de paciencia y reproche que tenía demasiadas tareas y obligaciones acumuladas. Sin embargo, aquel deseo insistente no se apagaba; me llamaba, reclamando atención. Hay cosas que uno no puede dejar de hacer, aunque la vida esté llena de compromisos. Para algunos, es trabajar; para otros, estudiar; para mí, siempre fue el fútbol. No como espectador, sino como jugador: correr detrás de la pelota tres veces por semana, sentir el césped bajo los pies, escuchar los gritos de los amigos y las risas que acompañan cada gol. Tengo 48 años, soy médico, y gran parte de mi tiempo está dedicada a cuidar a otros, a tomar decisiones que importan, a poner todo mi conocimiento al servicio de la vida. Pero cuando el silbato final suena en la cancha de fútbol amateur, algo en mí se libera y me recuerda que todavía hay espacio para la alegría simple, para la pasión pura. Soy padre de tres hijos, y cada uno de ellos me obliga a aprender nuevamente cómo mirar el mundo, cómo escuchar con atención y cómo compartir momentos sin prisas. El fútbol con ellos no es solo un juego: es un lenguaje secreto, una forma de conexión que no se desgasta con los años. Pero hay otra pasión que acompaña mis días y mis noches: Football Manager. Allí, en ese mundo virtual, puedo explorar tácticas, entrenar jóvenes promesas, planear ascensos imposibles, sufrir derrotas y celebrar victorias como si fueran reales. Cada partida es un universo que me permite soñar despierto, experimentar la emoción del fútbol sin restricciones, y también reflexionar sobre liderazgo, paciencia y resiliencia. A lo largo de los años, he escrito historias: algunas largas, otras cortas, algunas leídas por muchos, otras guardadas solo para mí. Cada una ha sido una manera de vivir otras vidas, recorrer destinos de forma imaginaria, descubrir personajes y equipos, rescatar hechos históricos y explorar emociones que la rutina cotidiana no siempre permite. Pero hoy siento que necesito contar algo distinto, algo más profundo. Tal vez sea la última historia que escriba. Tal vez no. Pero sé que necesito hacerlo para sentirme pleno, para mantener esa chispa de felicidad que se enciende cada vez que combino la pasión, la creatividad y la nostalgia. Contar esta historia es una forma de reconciliarme con el tiempo, con mis recuerdos y con los sueños que aún quiero alcanzar. Escribirla no es solo un acto de diversión o entretenimiento. Es un acto de rebeldía frente a un mundo que puede volverse gris a diario, una manera de reclamar tiempo y espacio propios, de desafiar la monotonía y las obligaciones que insisten en acallar la imaginación. Es una necesidad, un ritual que me recuerda quién soy, qué me importa y por qué sigo corriendo detrás de una pelota, ya sea en la vida real o en un campo imaginario. Porque al final, contar historias es también un juego: exige estrategia, imaginación, paciencia y corazón. Y mientras haya historias que contar, mientras haya mundos que crear, seguiré haciéndolo. Porque eso me mantiene vivo, me mantiene pleno y me mantiene feliz. Bienvenidos a la historia de Matthias.