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Respuestas destacadas

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ASALTAMOS LA REGIÓN FLAMENCA

Otra vez

Mientras continuamos apretando las salidas de los infieles (Güler, Rüdiger, Alaba, Mendy y Brahim) y de un Lucas Vázquez que ha pedido salir, viajamos a tierras flamencas para jugar un partido amistoso (será para ellos) contra el Anderlecht.

Salimos al campo con Courtois, Carvajal, Militao, Rodrygo (si, de central), Fran Garcia; Camavinga, Tchouameni; Valverde, Bellingham, Vini; Mbappé. En la primera parte ya íbamos ganando 0-2 antes del minuto veinte con doblete de Bellingham y al descanso nos fuimos con un 0-3 gracias a un gol de Carvajal que se incorporaba al ataque y sorprendía (cómo en Breda) a los flamencos.

En el descanso cambiamos todo el once, jugando con: Lunin; Fortea, Vallejo, Pablo Ramón y Edgar Pujol; Ceballos, Modric; Endrick, Bellingham (el único sin recambio hasta nuevos fichajes), Jeremy de León; Enzo Alves (si, el hijo de Marcelo con catorce años debuta por ser un BUEN CRISTIANO).

La segunda parte fue una toma de contacto con muchos de los muchachos que hemos subido del filial, por lo que el Anderlecht logró recortar el marcador con un 1-3 que sería, a la postre, el resultado final del partido.

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ADIÓS A ALGUNOS INFIELES Y HOLA ALGUNOS CRISTIANOS

Mientras continuamos con la pretemporada (cayendo por 5-3 contra el Union SG -clicar aquí- en un partido lleno de errores por nuestra parte y con el estreno goleador de Enzo Alves, hijo de Marcelo), la plantilla comienza a aligerarse de algunos de los infieles que habíamos colocado en el mercado. El primero en salir ha sido Alaba, protestante convencido, rumbo a Liverpool por 21.5M€. El segundo, el día después, ha sido Ferland Mendy cedido, con compra obligatoria, al PSG por un montante que llegará a los 25M€.

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Rüdiger también estaba cerca de irse a Liverpool, pero declaró que el contrato ofrecido por el equipo pérfido no era satisfactorio y decidió rechazarlo, pero por suerte llegó el Bayern de Múnich para poner 27M€ sobre la mesa y llevarse al "alemán" a su país. Brahim y Güler siguen en la búsqueda de equipo para irse traspasados (o con cesión y compra obligatoria).

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Añadir que Raúl Asencio ha salido del club por problemas internos y casi regalado (87.000€) y Lucas Vázquez, un buen cristiano, ha logrado engañar al PSG para hacerse con sus servicios (nos deja 5M€ que llegarán la próxima temporada por su cesión).

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Abrimos el capítulo de llegadas con la contratación de Antonio Silva, procedente del Benfica, para el centro de la zaga que estaba huérfana tras la salida de Alaba y la de Rüdiger. El portugués llega por 45M€, que podrían convertirse en 57M€ si se cumplen ciertas cláusulas, y un salario de 7.91M€.

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También cazamos en Portugal a Rodrigo Mora del Porto por 3M€ y un salario de 1.5M€. Es un jugador de 16 años para el que tenemos planes de ser el mediapunta reserva para suplir a Bellingham cuándo sea necesario. Además tiene un potencial enorme que esperamos que explote, convirtiéndose así en un jugador muy válido para la plantilla.

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Continuamos sumando nombres a la causa blanca con el fichaje de Bardghji, que llega al club por un montante de 20M€ y un sueldo de 2.08M€. Espero que sea un jugador que de buen revulsivo a la banda derecha que, por ahora, es propiedad de Federico Valverde. Su llegada abre un nuevo capítulo: ¿qué hacemos con Rodrygo? ¿Intentamos que sea suplente de Vinicius? ¿Buscamos una salida?

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Continuando con los fichajes, sumamos nuevo nombre al centro del campo mientras decidimos que hacer con Ceballos y/o Modric. El nuevo, y flamente, fichaje es Martin Baturina procedente del Dinamo de Zagreb por 10M€ y un salario de 2.08M€. La intención es que parte desde el banquillo para relevar a Camavinga o Tchouameni cuándo sea necesario. Se esperan grandes cosas de él, además de ser croata (condición NECESARIA para levantar una Champions en el Real Madrid).

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Te sigo desde ya, me parece muy curiosa la idea de la inquisición madridista, veremos qué tal va con el paso del tiempo. Buenos fichajes los de Silva, Mora, Bardghji y Baturina para suplir las bajas de los infieles. Aunque lo que más me gustó de momento fue ese partido en el que jugó Rodrygo de central, si señor, inventando como el Padre Bordalás, así me gusta jajaja. Suerte.

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@Trasgu

Bienvenido a la historia, amigo ovetense. La he tenido parada casi un año, la verdad. Temas médicos personales me han tenido apartado, pero ya volvemos (aunque sin recuperación) a intentar hacer algo en esta historia. Los fichajes son los que son, siempre gente devota que vaya a aportar al equipo.

Sobre lo de Rodrygo de central, te voy a contar un secreto: fue un error mío a la hora de colocar a los jugadores 😁

Gracias por pasar y comentar.

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CAPÍTULO 2:

SOMBRAS EN EL BERNABÉU

La llegada de mediados de agosto llegó con una inesperada niebla que envolvió el Santiago Bernabéu cómo si fuese un sudario de su nueva piel de acero. Una niebla danzando alrededor del coliseo madridista, envolviéndolo todo y dando una imagen siniestra con una niebla inaudita en un mes de agosto.

Tomás de Torquemada, el inquisidor resucitado ahora al mando del Real Madrid, permanecía en su despacho, contemplando un crucifijo colgado de la pared. La pretemporada había sido un éxito, salvo algún tropiezo puntual, consiguiente victorias contra equipos europeos con un fútbol feroz y disciplinado que parecía bendecido por una fuerza superior. Sin embargo, tras cada gol, cada pase perfecto, latía en el corazón de Torquemada su misión secreta: purificar la plantilla, forjando un equipo de cristianos devotos que no solo dominara La Liga, sino que redimiera almas en el proceso.

Las ventas habían sido ejecutadas con una precisión quirúrgica, como si fuesen edictos de la antigua Inquisición: David Alaba, el austríaco cuya fe protestante le habían llevado a perderse en una vida de lujos modernos, fue transferido al Liverpool por 21.5M€, una suma que Torquemada consideró un justo castigo para un club pérfido cómo el inglés.

Ferland Mendy, el lateral francés de raíces senegalesas y con devoción para con el Islam, partió al PSG por 25M€. Con su salida, un apagón general tuvo lugar en Francia, lo que Torquemada consideró un aviso de Dios a los siempre tibios franceses por contratar a un infiel.

Antonio Rüdiger, el alemán musulmán, fue enviado al Bayern de Múnich por 27M€, un traspaso que fue rápido y ejecutado de una forma excelsa que pareció ser orquestado por una mano invisible que acompañó al club a liberarse de uno de los más devotos de la religión del infiel.

Raúl Asencio, canterano canario cuya tibieza espiritual no pasó desapercibida por Tomás de Torquemada, fue despachado al Estoril por unos míseros 87.000€, un acto que Torquemada justificaba cómo limpieza necesaria. Al igual que, su ya excompañero, Lucas Vázquez. El gallego, de lealtad dividida entre sus propios intereses y los del club, siguió a Mendy al PSG por 5M€. Tras la salida de Lucas, un viento helado en pleno Agosto dejó lluvia y granizo en el Curtis, pueblo de nacimiento de Lucas. Para Torquemada fue otra señal de Dios, castigando a un pueblo gallego por engendrar a un jugador de ese pírrico nivel.

Aún quedaban por salir varios jugadores, entre ellos Güler y Brahim. Sobre el primero no había dudas de su lealtad al turco, pero no llegaban las ofertas para darle salida aunque tenía muchos clubs detrás de él. Sobre el segundo, aún había dudas de su lealtad religiosa, pero su salida era inminente por sus raíces marroquíes y su juramento para jugar con la selección africana.

Para reforzar al equipo, Torquemada había supervisado fichajes que parecían guiados por una visión divina. Antonio Silva, el central portugués del Benfica, llegó con una cruz tatuada en el brazo, jurando lealtad a la fe católica. Rodrigo mora, el mediapunta del Oporto, cuya familia devota había peregrinado a Fátima, deslumbraba con su visión de juego, como si cada pase fuera una ofrenda al Señor. Ronny Bardghji, el sueco de raíces kurdas pero bautizado en Conpenhague, aportaba un talento explosivo que Torquemada veía como un don celestial. Por último, Martin Baturina, el corata del Dinamo de Zagreb, un centrocampista con fe católica-ortodoxa, completaba la nueva hermandad. En una ceremonia secreta en el hipogeo del Santiago Bernabéu, los cuatro fichajes firmaron su contrato en un relicario antiguo, sus nombres inscritos junto a unas runas latinas que brillaban con un fulgor sobrenatural.

Durante el entrenamiento nocturno, con La Liga apunto de comenzar, el equipo practicaba tácticas inspiradas en las Cruzadas: defensas sólidas como fortalezas de Tierra Santa, ataques liderados por Bellingham que cortaban como espadas templarias. Vinicius Júnior driblaba con una furia que parecía alimentada por el temor al nuevo entrenador. Estamos jugando bien... pero este tipo no es normal, pensaba más de un jugador. Luka Módric, devoto y silencioso, se persignaba antes de cada pase, pero incluso el había notado algo extraño: durante un partido amistoso, un rival no cristiano falló un penalti tras un destello cegador en el cielo, como si una mano invisible hubiera desviado el balón.

Aquella noche, tras el entrenamiento, Torquemada regresó al hipogeo del Bernabéu dónde el relicario que había encontrado días antes, en una visita junto al presidente Florentino Pérez - el cuál guardaba infinitos secretos-, vibraba con un zumbido inquietante. Al abrirlo, un antiguo mapa de Madrid se desplegó, marcando puntos que antes no aparecían: iglesias olvidadas, puntos de fe. Torquemada pensó en esos traspasos tan bien saldados, en unos partidos resueltos de formas divinas... justo antes de encontrar una nota al lado del mapa que, hasta entonces, le había pasado desapercibida. Notó que estaba escrita en tinta roja... no, no era tinta, era sangre y aún estaba húmeda. La nota rezaba: La herejía se esconde entre los fieles. Purifica o el fuego te reclamará. ¿De quién hablaba esa nota? ¿Jugadores aparentemente devotos que no lo eran? ¿Acaso aquellos que portaban la cruz en su cuello eran traidores a la fe? Torquemada cerró el relicario y volvió sobre sus pasos hacía su despacho, tocando su el crucifijo que portaba en su cuello con sus dedos mientras en su cabeza resonaba una frase que no parecía provenir de él mismo: Torquemada, ¿eres un cazador o una presa?

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UN ÚLTIMO FICHAJE

A LA ESPERA DE MÁS SALIDAS

El Real Madrid CF oficializa un nuevo fichaje para el primer equipo. Se trata de Kaiky, central brasileño de 19 años, procedente del Almería a cambio de 12.25M€ y un sueldo de 1.76M€ por cinco temporadas. Se trata de un central que viene a ocupar el puesto de recambio, ya que las salidas de Pablo Ramón y Jesús Vallejo están muy cerca. Si acaban saliendo los dos, no se descarta buscar la cesión de un cuarto central mientras esperamos la recuperación de Joan Martínez, actualmente lesionado para nueve/diez meses.

Kaiky Fernandes Melo, llega al Real Madrid después de una única temporada en Almería tras ser fichado del Santos por 8.25M€. Una trayectoria meteórica para el jugador de metro ochenta y seis de altura y setenta y seis kilos de peso. Es un jugador que si evoluciona según lo esperado, puede llegar a ser un jugador bueno para la LaLiga (3.5/4 estrellas de valoración potencial). El jugador encajará de maravilla en la plantilla dada su condición de cristiano católico. Le gusta jugar y marcar de muy cerca al rival, con un juego aéreo más que decente y una lealtad digna de un apóstol de Nuestro Señor.

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CAPÍTULO 3:

LA VÍSPERA DEL ACTO DE FE

El atardecer de agosto teñía el cielo de Madrid con un rojo profético, como si el firmamento mismo anunciara un juicio inminente. En la ciudad deportiva de Valdebebas, el último entrenamiento antes del primer partido de Liga contra el CD Leganés se desarrollaba bajo una atmósfera cargada de electricidad mística. Tomás de Torquemada, con su chándal blanco ahora salpicado de tierra sagrada del campo de entrenamiento, dirigía la sesión con la severidad de un sermón dominical. Los jugadores, exhaustos pero imbuídos de una energía sobrenatural, repetían jugadas que parecían creadas por ángeles: pases precisos de Martin Baturina, regates endiablados de Vinícius, y centros milimétricos de Rodrigo Mora, el mediapunta portugués cuya visión de juego evocaba profecías cumplidas.

Pero entre las sombras alargadas de los focos, el misterio se filtraba como humo de incienso. Durante una pausa, Torquemada reunió al equipo en un círculo bajo el centro del campo. “Hermanos de Cristo”, entonó con voz que resonaba como un eco dentro de una iglesia, “mañana no jugamos por puntos, sino por almas. El Leganés, equipo con infieles y herejes modernos, será nuestro primer auto de fe fuera de nuestro feudo. Recordad: solo la fe pura nos elevará a la gloria eterna”. Sus ojos escrutaban cada rostro, deteniéndose en Rodrygo, cuyo sudor parecía ocultar un secreto más profundo. Luka Modrić asentía devotamente, mientras Antonio Silva y Ronny Bardghji se persignaban, pero un murmullo de inquietud se extendía entre los más jóvenes que habían sido llamados del Real Madrid Castilla para completar el entrenamiento.

Fue entonces cuando el canterano infiel se reveló. Se llamaba Marvel, un prometedor central de la cantera. Durante el entrenamiento, Torquemada lo había observado: sus pases vacilantes, su mirada evasiva al cruzarse en un corte, como si temiera pisar suelo consagrado. En la charla, mientras Torquemada hablaba de la Cruzada contra el pecado, Marvel se apartó sutilmente, toqueteando un colgante oculto bajo su camiseta –no una cruz, sino un símbolo islámico, heredado de su abuela marroquí. “Tú, muchacho”, rugió Torquemada, señalándolo con un dedo que parecía extenderse como una sombra viviente. “Profesión de fe, o revela tu herejía”. Marvel palideció, balbuceando: “Yo… no creo en nada de esto. Mi familia es… diferente”. El aire se espesó; una ráfaga de viento helado azotó el campo, apagando las luces por un instante. Cuando volvieron, Marvel yacía en el suelo, convulsionando como poseído, sus ojos en blanco murmurando en árabe antiguo. Los jugadores retrocedieron horrorizados. Torquemada, sin temblarle ni un solo pelo, colocó el relicario sobre su pecho –el mismo que vibraba con runas latinas en el hipogeo del Santiago Bernabéu–. Un fulgor azul emanó, y Marvel se calmó, pero su mirada ahora era vacía. “Lleváoslo”, ordenó el inquisidor. “Mañana, si no se redime, será transferido… o algo peor”. Nadie preguntó qué significaba “peor”; las sombras del campo parecían susurrar respuestas prohibidas.

Mientras el equipo se dispersaba, Florentino Pérez apareció en las gradas, su silueta recortada contra los focos como un patriarca bíblico. El presidente del Real Madrid, siempre impecable en su traje a medida, observaba con una sonrisa enigmática que no llegaba a sus ojos –ojos que, en ese momento, parecieron brillar con un resplandor interno, como si contuvieran estrellas antiguas. Torquemada se acercó, sintiendo una presencia abrumadora, casi divina. “Maestro Pérez”, saludó con reverencia, “las purgas avanzan. Mañana, la victoria será nuestra”. Florentino colocó una mano en su hombro, un gesto que transmitió un calor sobrenatural, como si tocara el fuego del Espíritu Santo. “Tomás, has hecho bien”, respondió con voz suave pero resonante, como un eco de montes sagrados. “Pero recuerda: no todo es hoguera y espada. Hay misterios mayores en juego”. Sus palabras colgaban en el aire, cargadas de un secreto que Torquemada no podía descifrar. ¿Por qué Pérez parecía saber de antemano cada venta, cada fichaje? ¿Y esa aura que lo rodeaba, invisible pero palpable, como si no fuera un mero mortal, sino un enviado celestial disfrazado de magnate? El inquisidor inclinó la cabeza, pero una duda se instaló en su alma: ¿era Pérez un aliado… o el verdadero arquitecto de su resurrección?

Aquella noche, en el hipogeo del Santiago Bernabéu, Torquemada abrió el relicario una vez más. El antiguo mapa de Madrid se iluminó con nuevos trazos: líneas que conectaban a Marvel con una red oculta de “infieles” en la cantera, y un punto central en la oficina de Pérez. La nota en sangre ahora decía: “El Hijo vela, pero la traición acecha. Purifica antes del alba”. Un crujido en la oscuridad lo hizo girar: una figura encapuchada, cerca de él, susurraba en latín antiguo. ¿Era un fantasma de la Inquisición, o un mensajero de Pérez?.

Mañana, en Leganés no solo se vería fútbol; se presenciaría un ritual donde fe y fútbol se fundían en un enigma eterno. ¿Ganaría el Real Madrid… o se desataría el apocalipsis?

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SEPTIEMBRE DE 2025

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Hermanos en la fe y guardianes del sagrado escudo merengue, en este mes de agosto del año de Nuestro Señor 2023, el Real Madrid, bajo mi custodia espiritual y táctica, ha iniciado su cruzada en la Liga con la fuerza de los ejércitos celestiales. Con la plantilla purificada y los nuevos soldados de la fe –Antonio Silva, Rodio Mora, Ronny Bardghji, Martin Baturina y Kaiky– integrados en nuestra sagrada hermandad, hemos librado tres batallas en el campo, todas resueltas con victorias que resuenan como cánticos en la catedral del Bernabéu. He aquí el relato de nuestras gestas, donde el balón se convierte en instrumento de redención:

CD Leganés 0 - 3 Real Madrid
En la primera contienda, frente a los humildes pero trabajadores jugadores del Leganés, nuestro ejército mostró la disciplina de los caballeros templarios. Aurélien Tchouaméni, con un cabezazo que hendió el aire como espada bendita, abrió el marcador. Kylian Mbappé, cuya velocidad parece un don del Espíritu Santo, marcó el segundo con un disparo que atravesó las defensas infieles. Vinícius Júnior, portador de la llama de la fe, selló la victoria con un regate endiablado y un gol que resonó como un salmo. Tres puntos, tres goles, ninguna herejía tolerada.

Real Madrid 6 - 0 Real Betis
En el Bernabéu, ante los verdiblancos de Sevilla, desatamos un auto de fe futbolístico. Jude Bellingham, inglés de corazón puro, abrió la senda con un gol de media distancia que pareció guiado por ángeles. Mbappé, como un arcángel en el área, castigó tres veces a los herejes béticos, sus goles destellando como relámpagos divinos. Dani Carvajal, lateral de acero y devoción, añadió un tanto con un remate que evocó las murallas de Jerusalén. Vinícius, nuevamente, cerró la masacre con un gol que danzó entre los defensas como un exorcismo. Seis tantos, una purga gloriosa, y el Bernabéu vibrando como un coro celestial.

Real Madrid 4 - 0 Alavés
En nuestra tercera cruzada, el Alavés sucumbió ante nuestra santa formación. Mbappé, incansable apóstol del gol, abrió el marcador con la precisión de un cirujano inquisitorial. Martin Baturina, el croata de fe ortodoxa, marcó su primer tanto con un disparo que pareció bendecido por los santos de Zagreb. Federico Valverde, uruguayo de espíritu indomable, añadió un gol que resonó como un trueno en la llanura vasca. Finalmente, Ronny Bardghji, cerró la cuenta con un remate que selló nuestra supremacía. Cuatro goles, cuatro proclamas de fe, y una victoria que purifica el camino hacia la Liga.

Hemos sumado nueve puntos en tres batallas, con trece goles a favor y ninguno en contra, prueba de que la fe pura fortalece nuestras defensas y afila nuestras espadas. Sin embargo, hermanos, no debemos caer en la complacencia. Las sombras de la herejía aún acechan, y mi relicario susurra advertencias de traiciones ocultas. Liga sea nuestro campo de cruzada, y que cada partido sea un paso hacia la salvación eterna.

Por la fe, por el Real Madrid, por la gloria de Dios.
Tomás de Torquemada, Inquisidor y Entrenador

  • Autor

FIN DEL MERCADO DE FICHAJES

ÚLTIMOS MOVIMIENTOS EN LA SANTA IGLESIA BLANCA

Hermanos en la fe y guardianes del sagrado escudo del Real Madrid, en este mes de septiembre del año de Nuestro Señor 2023, nuestro templo futbolístico ha proseguido su cruzada de purificación, fortaleciendo la hermandad con nuevos soldados de la fe y desterrando a aquellos cuya alma no resplandece con la luz de Cristo. Bajo mi vigilancia, el Real Madrid ha ejecutado movimientos que resuenan como decretos divinos, asegurando que nuestro ejército esté listo para la batalla santa de la Liga. He aquí el relato de las recientes entradas y salidas, selladas bajo la mirada del Altísimo y que dan carpetazo al mercado veraniego de fichajes.

Nuevo Soldado de la Fe

El Real Madrid ha abierto sus puertas a un nuevo jugador, cuya devoción y talento refuerzan nuestra sagrada misión:

  • Cristhian Mosquera, procedente del Valencia, aporta no solo su destreza como central, sino una piedad inquebrantable, heredada de una familia que honra la cruz. Su llegada es una señal de que el cielo bendice nuestro camino. El Real Madrid ha pagado 30M€ por el jugador al Valencia CF y pagará, al jugador, 6.5M€ por cada uno de los cinco años de contrato que ha firmado el jugador.

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Ambos, junto a los ya consagrados Antonio Silva, Rodrigo Mora, Ronny Bardghji, Martin Baturina y Kaiky, ha jurado lealtad en el relicario secreto bajo el Bernabéu, sellando su compromiso con sangre y oración. Sus nombre resuena en las catacumbas como eco de los mártires.

Los Desterrados

La purga de los impuros continúa con mano firme, y cuatro almas han sido apartadas de nuestro sagrado templo, enviadas a tierras lejanas para que reflexionen o perezcan en su tibieza:

  • Brahim Díaz, cuya fe vacilante y susurros heréticos no podían ser tolerados, ha sido cedido al Bayer Leverkusen. El equipo alemán pagará 5.8M€ por la cesión y, si se clasifican para Champions League, abonará 14.5M€ más. Que los fríos vientos germanos purifiquen el alma de Brahim o confirmen su condena.

  • Arda Güler, el joven turco cuyo talento no compensaba su ambigüedad espiritual, ha sido enviado en cesión al FC Augsburgo a cambio de 1M€. Que encuentre allí la luz o se pierda en las sombras.

  • Jesús Vallejo, defensor de corazón débil, aunque puro de corazón, ha sido desterrado temporalmente al AS Monaco a cambio de 1M€. Que las riquezas monegascas no lo aparten del camino recto.

  • Pablo Ramón, el canterano, devoto pero falto de calidad aunque exigente para pedir minutos de juego, ha sido cedido al CD Leganés a cambio de 38.500€. Que su exilio en las afueras de Madrid le enseñe humildad.

Estas salidas, sumadas a las previas de Alaba, Rüdiger, Mendy, Asencio y Lucas Vázquez, son un testimonio de nuestra determinación: no habrá lugar para la tibieza en esta cruzada. Cada traspaso, cada cesión, parece guiado por una mano invisible, como si el mismo Florentino Pérez, con su mirada que destella como las estrellas del firmamento, supiera más de lo que revela. ¿Es él un mero mortal, o un enviado del Altísimo que orquesta esta purificación?

Un Camino de Gloria

Con estos movimientos, el Real Madrid se alza como un faro de fe y poder. Nuestra plantilla, ahora más pura, está lista para enfrentar la Liga con la fuerza de las legiones celestiales. Pero las sombras aún acechan: susurros en las catacumbas, runas que brillan en la noche, y un relicario que murmura advertencias de traiciones futuras. Que los nuevos fieles demuestren su valía, y que los desterrados encuentren redención o juicio final.

Por la fe, por el Real Madrid, por la gloria eterna.
Tomás de Torquemada, Inquisidor y Entrenador

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Capítulo 4

Susurros del Relicario

Septiembre se desplegaba en Madrid como un velo de enigmas entretejidos, con el Real Madrid encaramado en la cima de la Liga gracias a las victorias aplastantes de agosto –un 3-0 al Leganés, un 6-0 al Betis y un 4-0 al Alavés–, frutos de una plantilla purificada bajo el mando de Tomás de Torquemada. Los fichajes divinos –Antonio Silva, Rodrigo Mora, Ronny Bardghji, Martin Baturina, Kaiky Fernandes y Cristhian Mosquera– habían reforzado las filas con devotos inquebrantables, mientras las salidas implacables de Alaba al Liverpool, Rüdiger al Bayern, Mendy y Vázquez al PSG, Asensio al Estoril, y las cesiones de Brahim Díaz al Leverkusen, Arda Güler al Augsburgo, Vallejo al Mónaco y Pablo Ramón al Leganés, habían erradicado las sombras de herejía. Pero más allá de los triunfos y las ventas, el verdadero pulso de la cruzada latía en los misterios que se enredaban como raíces antiguas bajo el Bernabéu.

Torquemada, en las profundidades de su despacho en Valdebebas, sostenía el relicario de plata, cuya cruz grabada con “Fides et Ignis” vibraba con un pulso irregular, como un corazón latiendo en la oscuridad. Las runas latinas se iluminaban intermitentemente, proyectando sombras danzantes en las paredes, y el mapa oculto dentro trazaba conexiones invisibles: líneas que unían las salidas de los infieles con iglesias olvidadas de Madrid, y un punto central, pulsante, en la oficina de Florentino Pérez. “¿Qué secreto guardas, presidente?”, murmuraba el inquisidor, con sus ojos ardientes fijos en la nada. Las ventas habían sido demasiado oportunas, las cesiones demasiado precisas, como si una voluntad superior las hubiera dictado. Y Florentino… ah, Florentino. Su presencia era un enigma envuelto en carisma mundano: una sonrisa que calmaba tormentas, una mirada que penetraba almas, un toque que transmitía un calor etéreo, casi divino.

Aquella noche, bajo un cielo estrellado que parecía observar con malicia, Torquemada descendió al hipogeo del Bernabéu, un laberinto de túneles que olían a tierra húmeda y a incienso quemado siglos atrás. El relicario lo guiaba, su fulgor azul guiando sus pasos como una estrella polar. Allí, entre muros grabados con símbolos inquisitoriales, encontró la figura encapuchada por fin: no un fantasma etéreo, sino una silueta corpórea que se materializó de las sombras. “Maestro”, susurró la voz, ronca y reverente, “la purga avanza, pero el Hijo vela en silencio”. Torquemada alzó el relicario, iluminando el rostro bajo la capucha: era un antiguo monje, o eso parecía, con ojos que reflejaban hogueras pasadas. “Habla”, exigió el inquisidor. “Florentino no es hombre común. Su resurrección –la tuya– fue orquestada por él. Es el Enviado, el Hijo de Dios encarnado en magnate, probando tu fe antes del Juicio Final. Las salidas de herejes, los fichajes de fieles… todo es su plan para un nuevo Reino en el fútbol y las almas”. El monje extendió una mano marchita, revelando un pergamino: nombres de jugadores aún en la plantilla, marcados con cruces rojas, y uno dorado: Pérez. “Pero traidores acechan. Ceballos y Rodrygo juran lealtad, pero sus sombras susurran dudas. Purifica, o el fuego te consumirá a ti también”.

Un escalofrío recorrió a Torquemada. ¿Era Florentino el Mesías disfrazado, enviando milagros a través de contratos y goles? Recordó su llegada: la resurrección en las nieblas del pasado, el chándal blanco materializándose, y Florentino recibiéndolo con esa aura de luz contenida. En una reunión secreta días atrás, el presidente había colocado una mano en su hombro durante una discusión sobre las cesiones de Güler y Vallejo. “Tomás, la fe mueve montañas… y mercados”, había dicho, y en ese instante, una visión fugaz había asaltado al inquisidor: Florentino en una cruz invisible, rodeado de ángeles con escudos del Madrid. ¿Aliado supremo o tentación del Adversario? El relicario ardía en su palma, confirmando la revelación del monje, pero también advirtiendo de un peligro inminente: una traición en el hipogeo.

Mientras ascendía de las profundidades, Torquemada sintió ojos sobre él. En las gradas vacías del Bernabéu, una silueta observaba: Florentino, solo, con las manos cruzadas en oración. El presidente giró la cabeza, y por un segundo, su rostro se transfiguró –barba etérea, ojos infinitos–, antes de volver a la normalidad. “Ven, Tomás”, llamó con voz que resonaba como un edicto celestial. “Hay misterios que solo los elegidos pueden desentrañar”. El inquisidor se acercó, el relicario latiendo en sincronía con su corazón. La trama se cerraba como una tenaza mística: ¿aceptaría Torquemada su rol en el plan divino de Florentino Pérez, o desataría una inquisición contra el mismísimo Hijo? Las sombras del Bernabéu susurraban respuestas, pero el velo del misterio aún no se rasgaba.

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Edicto de Purificación: Juicio a Dani Ceballos y sentencia sobre Brahim Díaz

Hermanos en la fe, guardianes del sagrado escudo del Real Madrid, en este mes de septiembre del año de Nuestro Señor 2023, nuestra cruzada por la pureza espiritual de la plantilla enfrenta nuevas pruebas que requieren la mano firme de la justicia divina. Bajo mi custodia, el Real Madrid permanece como un baluarte de la verdadera fe, fortalecido por los victoriosos combates de agosto –triunfos gloriosos de 3-0 ante el Leganés, 6-0 contra el Betis y 4-0 sobre el Alavés– y por la llegada de los fieles Antonio Silva, Rodrigo Mora, Ronny Bardghji, Martin Baturina, Kaiky Fernandes Melo y Cristhian Mosquera. Sin embargo, las sombras de la herejía persisten, y hoy anuncio dos juicios que sacuden los cimientos de nuestro templo futbolístico.

El Caso de Dani Ceballos: Apartado por Amistades Impuras

Dani Ceballos, centrocampista de talento sevillano, ha sido hallado culpable de un pecado grave: mantener amistades con infieles que profesan la religión del Corán, una afrenta a la sagrada hermandad que forjamos en el Bernabéu. Durante una inspección de su conducta, guiada por las visiones del relicario de plata que guarda los secretos de nuestra cruzada, se descubrieron pruebas de sus vínculos con herejes fuera del campo. Sus risas compartidas, sus mensajes profanos, resonaron como traiciones en las catacumbas del estadio. En un entrenamiento reciente, mientras los fieles como Luka Modrić y Vinícius Júnior elevaban plegarias con cada pase, Ceballos titubeaba, sus ojos esquivando la cruz que preside nuestro campo.

Por ello, proclamo su apartamiento inmediato de la plantilla. No pisará más el césped sagrado hasta que se someta a un acto de contrición pública, jure lealtad absoluta a la fe cristiana y rompa todo lazo con los infieles. Su destino pende de un hilo: la redención o el destierro definitivo. Que este edicto sirva de advertencia a todos: en el Real Madrid, la pureza no admite fisuras.

La Sentencia de Brahim Díaz: Condenado a la Venta

Brahim Díaz, cuya alma ya estaba bajo escrutinio por sus rezos ocultos, ha sellado su suerte al elegir representar a la selección de Marruecos, tierra de infieles, sobre la España cristiana que lo acogió. Este acto de deslealtad, descubierto tras su cesión al Bayer Leverkusen, confirma su corazón dividido. El relicario, que brilla con runas bajo el Bernabéu, ha dictado su veredicto: Brahim será vendido el próximo verano, en el mercado de 2024, como un hereje expulsado del templo. Su talento, aunque brillante, no puede redimir su traición a la fe que juró defender. Que su salida sea una ofrenda al Altísimo, y que su precio en el mercado purgue los pecados de su elección.

Un Llamado a la Vigilancia

Estas decisiones, iluminadas por la verdad del relicario y la guía del presidente Florentino Pérez –cuya mirada parece contener el fulgor de los cielos–, son un paso más en nuestra cruzada. La plantilla, purificada con las salidas de Alaba, Rüdiger, Mendy, Vázquez, Asensio, Güler, Vallejo y Ramón, y fortalecida por los nuevos apóstoles, debe permanecer vigilante. Las sombras susurran en el hipogeo, y el Enviado, nuestro presidente, observa cada paso. Que Ceballos busque la redención, que Brahim enfrente su juicio, y que el Real Madrid continúe su marcha hacia la gloria eterna.

Por la fe, por el Real Madrid, por la voluntad de Dios.

Tomás de Torquemada, Inquisidor y Entrenador

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