Capítulo 29. Dos menos 30 de abril de 2025 El mes de abril ha sido el peor en Dudestii Vechi, con diferencia. Empezó con un empate frente al Roberto Ziduri en su campo. El partido empezó regulero, con un gol encajado antes de los 20 minutos de juego. Sin embargo, estábamos bien en el campo y empatamos rápido por medio del de siempre, Andrei Carabas (MPC, 24 años). Llegando al descanso, trenzábamos bien las jugadas y creábamos peligro, y así llegó el segundo gol gracias a un penalti clamoroso que nos hicieron cuando ya estábamos en boca de gol. Al volver del descanso, la película cambió y el Roberto salió mucho más fuerte, empatándonos en el 66. Pero de nuevo controlamos el tempo del juego y llegando al final del partido marcamos el tercero, aunque no valió de nada porque una carajada hizo que nos empataran, y así hasta el final del partido. Tres días después jugamos en casa en partido de semifinales de la Copa Timis, contra el Giarmata de Liga 4. Resumiendo muy rápido el partido, fuimos arrolladores y les cascamos 5 goles, recibiendo solo el del honor. No hubo rival. De esta manera pasamos a la final para jugarla contra el AS VHP Padureni, líder actualmente de su grupo en la Liga V. No debería ser un problema, pero quién sabe. La panda de borrachos que deben ser igual hasta nos ponen problemas. El siguiente fue el de nuevo de liga, esta vez en casa, contra el CS Ghiroda, que para sorpresa mí, nos puso en problemas durante todo el partido, y aunque nos adelantamos en la primera parte, persistieron y finalmente nos empataron a solo tres minutos del final. Nuestros rivales parecían tenernos cogidos la medida, y los puntos que teníamos de ventaja hasta ahora, cada vez eran menos. Días después, a mitad de mes, pasó lo inevitable, y más conociéndome... Se presentaron en el taller, sin llamar, sin avisar, como si aquel lugar fuera suyo. Radu y Lucian. Yo ya estaba harto de escucharles y cada vez costaba más no hacer nada. Radu hablaba mientras se acercaba. Lucian daba vueltas por el taller como un perro esperando atacar a su presa. - Ilie, Ilie, Ilie, creo que aún no has entendido como van las cosas... Esto va de que nosotros mandamos. Y cuando alguien la caga o habla con quien no debe, lo paga. ¿Sabes lo que pasa con los traidores, Ilie? -dijo Radu. - Se corta el problema de raíz -remató Lucian. - Mira -dije conteniéndome. Yo no he hecho nada raro. Si alguien tiene dudas, que venga él, el jefe, a hablar conmigo. - ¿El jefe? -Radu se rió-. ¿Tú crees que Ionuț tiene tiempo para tratar con gusanos? Se acercó. Demasiado. Noté el filo de su cuchillo antes de verlo. No lo había sacado del todo, pero quería que lo viera. - Sabemos lo de Francia y luego lo de España -dijo Radu. Sus palabras estaban envenenadas-. Constantin, Sorin, Cristian Ionel... Ellos o no están, o están entre rejas... Pero tú… tú aquí sigues... - ¿Y qué se supone que tengo que decir? ¿Que fue mi culpa? - Solo tienes que cerrar la boca y pagar por ser un traidor -empezó a decir Lucian. Entonces, el cable se me cruzó. Muy cruzado. Mi brazo se movió rápidamente. Agarré la llave inglesa que tenía a medio metro. Pesada, larga y oxidada, pero efectiva. El primer golpe fue seco. En la sien de Radu. Su cabeza giró como un muñeco y cayó a plomo. No estaba muerto, pero su mirada dejó de ser de víbora, era de cordero degollado. Lucian vino directo, pero me pude apartar a tiempo tirándole la llave y huyendo entre los tractores. Finalmente me alcanzó, me tiró al suelo y empezó a estrangularme. Veía sus ojos ensangrentados, como si llevara tiempo deseando matarme. Yo traté de zafarme, pero no tenía su fuerza. Intenté alcanzar cualquier cosa con la que poder defenderme y palpé un destornillador. La tensión de Lucian cesó al momento de clavarle el destornillador en la cabeza varias veces. Me levanté y fui hacia Radu, que estaba jadeando medio consciente. Me miraba como si no entendiera lo que pasaba. - Os dije que me dejarais en paz -le susurré. El golpe final no fue por rabia, fue por necesidad. Estuve dos horas encerrado en el taller. Cerré persianas. Apagué luces. Fumé sin parar. Pensé en mil cosas. Pero sobre todo, en cómo deshacerme de dos cuerpos sin que el pueblo lo notara y sin que Vasil se enterara. Tuve que actuar rápido. Con ayuda de un gato hidráulico y mantas de grasa, los envolví. Esa misma noche, salí por la vieja carretera del este, con el coche en el que vinieron ellos. Hay un canal de riego abandonado a unos 20 minutos. Unas piedras, un poco de peso, y el agua turbia hace el resto. El coche lo quemé. No soy un asesino. No quería esto, pero ya no hay vuelta atrás. Los partidos que vinieron luego, no fueron fáciles de digerir, ambos fuera de casa. Ambos contra los dos equipos que para mi, son los más potentes. El ACB Ineu, segundo en la clasificación, y el Dumbravita. El partido contra el Dumbravita fue un tostón de mucho cuidado. 14 disparos entre los dos equipos, muchas faltas, mucha posesión absurda, mucha mierda. El caso, nos ganaron 2-1, más por demérito nuestro (por arrastrarnos en el campo) que por mérito suyo. La última jornada del mes nos obligaba a ganar si queríamos mantener cierta ventaja, porque de no hacerlo, se podían poner a solo dos puntos. Salimos más espabilados, con ganas de tener el balón y ser incisivos, sobretodo por bandas, buscando centros o balones a la frontal para los que llegan de segunda línea. Así fue como llegó nuestro gol, aunque nos duró muy poco la alegría porque a los cinco minutos nos empataron. Antes del descanso fallamos un penalti, cosa que también hicieron ellos llegando al final del partido. Cuando estábamos “celebrando” el empate, nos marcaron y nos quedamos con cara de tontos y con el culo apretado de cara al próximo mes. Ahora nos vienen los últimos tres partidos de liga, que nos enfrentan a Pecica (6º), Roberto Ziduri (4º) (otra vez) y CS Ghiroda (5º) (también de nuevo). Lo bueno, dos partidos son en casa, y mantenemos dos puntos de ventaja. Lo malo, que estamos en racha negativa, los chavales los veo alicaidos y yo estoy mentalmente en la mierda.
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