La agonía del Exeter, continúa.La lluvia fina caía sobre Shrewsbury, un presagio sombrío para el Exeter City y Alasdair Guarani Campbell. El New Meadow era un hervidero, con los aficionados locales apretando desde el primer minuto. El Shrewsbury, necesitado de puntos para salir de la zona de descenso, salió con una intensidad que arrolló al Exeter en los primeros instantes. Un inicio fatal y la chispa del empate. Apenas habían transcurrido tres minutos cuando la fatalidad volvió a golpear al Exeter. Un córner, un rechazo infantil al medio, y un mediocentro del Shrewsbury, que conectó un bombazo que se coló en el ángulo de Sinilaso. El 1-0 era un mazazo, pero a diferencia de partidos anteriores, el equipo no bajó los brazos. La reacción fue casi inmediata. Seis minutos después, una jugada brillante entre Muskwe y Aitchison encontró a Kite al borde de la medialuna, quien de primera clavó un golazo para el 1-1. El Exeter parecía tomar las riendas, dominando el balón y generando oportunidades. Sin embargo, la baja estatura de Cox como referencia en el área frustraba los centros, llevando a Alasdair a ordenar pases rasos. El puñal de Udoh y el ocaso de un partido. Pero el destino tenía otro golpe preparado. A los 26 minutos, un centro inocente desde la banda se convirtió en el preludio del desastre. Sinilaso, hasta entonces seguro, cometió un blooper de principiante, saliendo mal y dejando el arco a merced del temible Daniel Udoh. El delantero, con un testazo, puso el 2-1 para el local. En ese instante, Alasdair, impresionado por la capacidad de Udoh, ordenó a su Director Deportivo que lo investigara, viendo en él el tipo de delantero que necesitaba para el futuro del Exeter. A partir de ese momento, el Exeter entró en un declive irrefrenable. Alasdair pidió más mentalidad ofensiva, pases largos y dinamismo, pero nada funcionaba. Los cambios en el segundo tiempo tampoco surtieron efecto. Lo más cercano al empate fue un tiro libre de Cox que se estrelló en el travesaño, un grito ahogado de esperanza. Lecciones de amarga verdad. La derrota dejó pocos puntos positivos: el buen manejo de balón y la visión de Aitchison, y el nuevo rol de Kite, que lo hizo más preciso. Pero los puntos a mejorar eran innumerables. La cabeza de los jugadores era el problema principal: descoordinación, malos pases y errores costosos que se repetían partido tras partido. Alasdair salió cabizbajo de Shrewsbury, la mirada perdida en la noche. Si lograba el milagro de resistir los nueve partidos restantes, la reconstrucción sería infinita. Una cosa era segura: apenas llegara a su departamento, su prioridad sería la computadora. No para analizar el partido, sino para revisar los informes de sus scouts. Con estos jugadores, Alasdair sabía que no podría hacer patria.