Jump to content

Zona de Difusión Científica ma non troppo

Featured Replies

El hace 18 minutos, elsenior dijo:

No, porque no hace falta "contar" para hacer operaciones con números.

Para sumar 500.000, no tengo que contar hasta 500.000. Simplemente escribo "500.000" y listo. Lo mismo con el infinito.

Infinito no es sinónimo de "máximo".

Hay un infinito de números naturales (1, 2, 3, 4...) y un infinito de números primos (2, 3, 5, 7...). ¿Son la misma cantidad o hay más de uno que del otro? Esa es la pregunta del artículo y la responde con operaciones matemáticas, sin necesidad de contar infinitos (algo imposible de hacer).

Lo de Maximo , me refiero a que es de un Inicio a un Maximo No conocido xD  Era por poner un ejemplo :P 

Y como vas a ver la cantidad de algo  sin conocer el limite xD  Es como si dices (volvemos a las manzanas :D) Cuantas manzanas hay en el Universo? Pues quizas puedas saber cuantas hay en el Planeta Tierra , pero no sabes si hay mas manzanas en otros planetas. Por lo tanto , no puedes saber la cantidad ni contar ni nah...

 

Asi que , locuras varias que no sirven para nada :D 

El hace 4 horas, Se7enTop dijo:

Lo de Maximo , me refiero a que es de un Inicio a un Maximo No conocido xD  Era por poner un ejemplo :P 

Y como vas a ver la cantidad de algo  sin conocer el limite xD  Es como si dices (volvemos a las manzanas :D) Cuantas manzanas hay en el Universo? Pues quizas puedas saber cuantas hay en el Planeta Tierra , pero no sabes si hay mas manzanas en otros planetas. Por lo tanto , no puedes saber la cantidad ni contar ni nah...

 

Asi que , locuras varias que no sirven para nada :D 

Primero, si la materia en el universo es finita, entonces hay una cantidad de manzanas finita. No importa si el número de manzanas en el universo es muy, muy, muy grande: sigue siendo finito.

Los límites de nuestro conocimiento no tienen nada que ver con lo infinito.

Vuelvo a lo mismo: el concepto de infinito es eso, un concepto, que no tiene por qué tener un correlato en la realidad empírica.

Y repito: nadie está hablando de "contar un infinito", ni de "sumar infinitos" ni de "fumarse la filosofía del infinito". El artículo define el infinito, explica por qué hay varios infinitos y pasa a demostrar que hay infinitos más grandes que otros. Fin. Es un juegüito matemático (útil, aunque usted no lo crea, con posibles aplicaciones en informática), no un tratado de física.

  • 2 meses más tarde...
  • Autor

El Nobel de Física fue para quienes confirmaron una predicción de Einstein

"Un Universo lleno de música"

Tres estadounidenses recibieron el reconocimiento por haber confirmado una predicción del autor de la Teoría de la relatividad: la existencia de ondas gravitacionales, una revolución que nos acerca al corazón del Big Bang y al origen del universo. Un siglo después de que Albert Einstein enunciara los principios de estas ondas, los astrofísicos Rainer Weiss (85 años), Barry Barish (81) y Kip Thorne (77) volvieron a "sacudir el mundo", según Göran Hansson, secretario general de la Academia de Ciencias.

nobel-fisica-2017.jpg?itok=Gs85SKF_

 Las ondas gravitacionales son el resultado de violentos eventos galácticos, como el choque de agujeros negros o la explosión de estrellas masivas, y pueden revelar eventos que ocurrieron millones de años atrás. La primera detección directa de ondas gravitacionales tuvo lugar en septiembre de 2015 en el LIGO (Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser, en español) donde trabajaban los tres laureados.

El hallazgo, divulgado en febrero de 2016, fue celebrado como la culminación de décadas de investigación. En 1984, Thorne y Weiss crearon el LIGO en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), que ha recibido 18 premios Nobel desde la creación del galardón en 1901. Barish se unió a ellos en 1994 y ayudó a finalizar el proyecto del observatorio, donde hoy en día colaboran más de 1000 investigadores de 20 países.

La primera observación directa de las ondas gravitacionales fue el resultado del choque de dos agujeros negros ocurrido a unos 1300 millones de años luz de distancia. "Aunque la señal era extremadamente débil cuando llegó a la Tierra, ya prometía una revolución en la astrofísica. Las ondas gravitacionales son una forma completamente nueva de seguir los eventos más violentos en el espacio y probar los límites de nuestro conocimiento", dijo la Academia Sueca.

En una entrevista publicada en la página web de los Premios Nobel, Thorne aseguró que este descubrimiento permitirá que los científicos vean "un enorme número de cosas" en las próximas décadas. "Veremos cómo chocan estrellas de neutrones, cómo se destruyen, veremos agujeros negros destruyendo estrellas de neutrones, veremos estrellas de neutrones giratorias, púlsares (...) Exploraremos básicamente el nacimiento del universo", destacó.

Las ondas gravitaciones son minúsculas y casi indetectables, ya que interactúan de forma muy débil con la materia y viajan a través del universo a la velocidad de la luz, sin que nada las detenga.

Las ondas afectaron la dimensión de los aparatos de detección en una diezmilésima parte del núcleo de un átomo de hidrógeno. Desde 2015 esas enigmáticas ondas han sido detectadas tres veces más: dos por el LIGO, y una por el detector Virgo situado en el Observatorio Gravitacional Europeo (EGO), en la ciudad italiana de Cascina.

"Einstein estaba convencido de que nunca sería posible medirlos", afirmó el comité Nobel. "El logro del proyecto LIGO fue utilizar un par de gigantescos interferómetros láser para medir un cambio miles de veces menor que el núcleo de un átomo, mientras las ondas gravitacionales atravesaban la Tierra", añadió.

Los agujeros negros no emiten luz, y sólo pueden ser observados mediante las ondas que surgen cuando éstos chocan y fusionan de forma violenta, ofreciendo a los científicos una manera de estudiarlos. "Si pudiéramos oír todas las ondas y no sólo las más fuertes, el universo entero estaría lleno de música, como pájaros gorjeando en un bosque, con más ruido aquí y menos allá", explicó la Academia de Ciencias.

Rainer Weiss recibirá la mitad del premio de nueve millones de coronas suecas (unos 940.000 euros, 1,1 millones de dólares), mientras que Barry Barish y Kip Thorne se reparten en partes iguales la otra mitad. "Es realmente maravilloso. Esto lo considero sobre todo como algo que reconoce el trabajo de cerca de 1000 personas", declaró Weiss poco después de que se anunciara el premio. "Nos llevó mucho tiempo (...) dos meses (...) convencernos de que habíamos visto [algo] que venía de fuera y era realmente una onda gravitacional", agregó. 

Thorne confesó que esperaba que el hallazgo recibiera el Nobel algún día. "No esperaba recibirlo personalmente, esperaba que lo recibieran todos los colaboradores (...) que diseñaron, construyeron y perfeccionaron el detector de ondas gravitacionales que hizo (posible) el descubrimiento", declaró.

  • Autor

Relacionado con la nota anterior:

28 de junio de 2017

Por sus hallazgos, ingresará a la Academia de Ciencias de EE.UU. en 2018

La cazadora argentina de ondas gravitacionales

La prestigiosa física Gabriela González, quien participó en el proyecto LIGO, que hoy obtuvo el Nobel de Física, cuenta qué son las “olas del universo”, anticipadas por Albert Einstein en 1915 y que prevén un mapa de descubrimientos astronómicos sin precedentes. Además, opina sobre el retroceso del sistema científico local, un espacio recortado que “no brinda posibilidades”.

na22fo01_22.jpg?itok=SzPuuHff

Gabriela González fue portavoz y coordinó durante seis años un equipo de mil especialistas, que trabajó en las detecciones de ondas gravitacionales efectuadas desde el proyecto LIGO (Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser, por sus siglas en inglés). Egresada de la Universidad Nacional de Córdoba y actual profesora en el departamento de física y astronomía de la Universidad de Louisiana, fue reconocida en 2016 como una de los diez científicos más destacados del mundo por la revista académica Nature. Además, a partir de 2018 formará parte de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, institución de máximo prestigio internacional a la que recientemente ingresó el bioquímico –también cordobés– Gabriel Rabinovich. 

Para comprender qué son las ondas gravitacionales es necesario regresar en el tiempo unos 100 años, cuando Einstein desarrollaba la Teoría de la Relatividad General.

–La teoría por la que Albert Einstein se hizo más famoso –que no es la misma por la que recibió el Premio Nobel– es la Teoría de la Relatividad General, que explica el funcionamiento de la gravedad. Argumenta que las masas no se atraen por intermedio fuerzas instantáneas (señalado en la histórica explicación de Newton) sino porque todos formamos parte de una “tela” a la que denominamos espacio-tiempo. Se trata de una especie de “grilla” tridimensional –el espacio– que comprende distancias, que en cada uno de sus puntos posee un “reloj” –tiempo–. Esa tela se deforma con las masas, de manera que no es una grilla totalmente rígida. 

Esas deformaciones a las que ustedes refieren como “arrugas”…

–Sí, las otras masas advierten esta curvatura de espacio-tiempo y continúan su rumbo por vías más sencillas. Ello explica, por ejemplo, que la Tierra gire en torno al Sol así como la desviación de la órbita de Mercurio. En efecto, con esta nueva explicación sobre la gravedad, la curvatura del espacio-tiempo hace que las masas se muevan según esa curvatura. Se trata de ondas gravitacionales que llevan energía hacia el resto del universo. Es como cuando se arroja una piedra a una laguna y se observa que las ondas se esparcen por el medio. 

Algo así propuso Einstein en 1915.

–Sí, y como si fuera poco, al año siguiente publicó un artículo prediciendo los efectos de las ondas gravitacionales, con un cálculo en que la energía emitida era tan pequeña que todos pensaban que nunca iba a llegar a medirse. Se encontraba en la búsqueda de un efecto que pudiera calcularse y que de esta manera lograra comprobar su teoría. 

¿Tuvieron que pasar 100 años para que pudiera ser comprobado por su equipo? 

–En realidad, se desarrollaron muchísimas discusiones. En los sesenta, un profesor de la Universidad de Maryland (EEUU) diseñó un artefacto para medirlas mediante barras de aluminio que pesaban una tonelada y vibraban ante el pasaje de ondas. Como afirmó que las había percibido, muchos concluyeron que en definitiva podían medirse y se construyeron, aunque sin demasiada suerte, muchos detectores. En los setenta, comenzaron las mediciones de distancia con láseres a través de interferómetros: instrumentos ópticos que emplean la interferencia de las ondas de luz para medir con gran precisión longitudes de onda de la misma luz. Por aquella época, se descubrió un sistema binario de estrellas de neutrones en nuestra galaxia. De hecho, un grupo de científicos logró demostrar de qué manera sus órbitas decaían ya que se estaban acercando por la emisión de ondas gravitacionales, exactamente como lo predecía Einstein.    

Así que por aquella época ya existía una prueba rotunda de su existencia.

–Sí. Russell Hulse y Joseph Taylor recibieron el Premio Nobel en 1993 por este trabajo. Así que en realidad nadie dudaba de la existencia de las ondas.

Entonces, ¿por qué son tan importantes sus investigaciones desde el proyecto LIGO?

–Porque era necesario comprobar esa predicción de una manera más acabada, a través de observaciones directas. Nuestro objetivo no es solo medir ondas gravitacionales sino también utilizarlas para hacer astronomía. Nos permiten abrir una cantidad inmensa de nuevos interrogantes y nuevas respuestas.

Por ello es que las detecciones anticipan “un mundo astronómico totalmente distinto”...

–Precisamente, las ondas gravitacionales constituyen un efecto totalmente distinto, pues se producen por toda la masa en movimiento. En efecto, algunos fenómenos que no emiten luz –y no emiten ondas electromagnéticas– pueden generar ondas gravitacionales como los agujeros negros. Nos gusta pensar que los observatorios de ondas gravitacionales complementan a los de ondas electromagnéticas, así como el oído actúa respecto a los ojos. 

Ya que mencionó a los sentidos, ahora es posible “oír el universo”.

–El espectro de frecuencia de nuestros detectores es muy similar a los niveles alcanzados por los oídos humanos. Si ubicamos estas señales en un parlante podemos escucharlas porque pueden convertirse en ondas de sonido. De esta manera, es posible escuchar al universo. 

¿Cómo marcha el registro de detecciones?

–Operamos dos observatorios en EE.UU., pero también contamos con otros instrumentos alrededor del mundo con los que colaboramos (Italia). Entre septiembre de 2015 y enero de 2016 tuvimos el primer proceso de análisis de datos, y la realidad es que no esperábamos contar con las primeras detecciones, porque los detectores aún no funcionan con la sensibilidad que buscamos. Tienen un potencial que les permitiría ser entre dos y tres veces más precisos de lo que son ahora. Entre septiembre y diciembre pudimos comprobar que existen muchos más agujeros negros de los pensados y realizamos dos detecciones de ondas. Luego, a fines de 2016 comenzamos a tomar datos nuevamente que nos permitieron afirmar la existencia de una nueva onda gravitacional, localizada el 4 de enero de 2017 .En la actualidad, seguimos analizando datos y buscamos mejorar la sensibilidad de los instrumentos. El objetivo, entonces, no será observar agujeros negros sino también estrellas de neutrones, presentes en galaxias más lejanas. Sería un fenómeno inigualable poder observar alguna de estas colisiones que originan el nacimiento de agujeros negros. 

¿Cómo fue cursar física en los ochenta?

–Fue muy fuerte, tanto desde lo intelectual como desde lo emocional. En la Universidad Nacional de Córdoba logré aprender que había más preguntas que respuestas, de hecho, eso fue lo que después me empujó a querer investigar. Y, por otra parte, ingresé en plena reapertura democrática, con un movimiento estudiantil que se reorganizaba para tomar vigor de nuevo. Me apasionaba involucrarme, tanto que fui presidenta de un centro de estudiantes. 

¿De qué manera una joven curiosa y militante, un día, se convirtió en una de las científicas más importantes del mundo?

–Nunca hice las cosas de manera planeada. Cuando me recibí, me enamoré de otro físico –Jorge Pullin– con quien finalmente me casé. Ambos estudiábamos Teoría de la Relatividad y en 1989 continuamos nuestras investigaciones en la Universidad de Siracusa en EEUU. La verdad es que el primer año de estadía me costó muchísimo: por el idioma, las amistades, la comida, la cultura. Luego me acostumbré y conocí a personas fantásticas de todo el mundo. 

¿Y las ondas gravitacionales? ¿Cuándo llegan?

–Por aquella época armé un proyecto de verano y me introduje de lleno en el campo de la física experimental. Así el espacio-tiempo, que desde mi perspectiva siempre había sido una expresión matemática bellísima, pronto se transformaba en algo a lo que era posible acceder.

Hasta marzo pasado, coordinaba el proyecto LIGO en el que participan más de mil científicos que provienen de todas partes del mundo. ¿Cómo se hace?

–Constituimos una organización “exótica” en el campo de la ciencia porque es democrática y los participantes votan por su vocero. Es un trabajo que toma muchísimo tiempo, tenemos un equipo de más de mil personas que provienen de 15 países distintos, aunque la mitad son de EEUU. Cada grupo realiza un aporte intelectual novedoso y potenciamos la colaboración. 

Al ingresar a la Academia de Ciencias de Estados Unidos forma parte de un grupo selecto. ¿Qué se siente en este reconocimiento? 

–Me honra muchísimo, se trata de una institución con historia a la que el Gobierno estadounidense observa con respeto. Por ello, conserva bastante influencia en la producción de informes y artículos sobre temas científicos. Este es un reconocimiento, a través mío, al trabajo colectivo de toda la gente que participó en la detección.

¿Cómo analiza las brechas de género en el campo científico? 

–En los últimos 50 años, el número de mujeres ha aumentado, sin embargo, hay tres áreas en que este cambio se ha resistido y apenas roza el 20 por ciento del total de los científicos: Física, Ciencias de la Computación e Ingeniería. La ciencia está hecha por humanos, es social y, en efecto, siempre existen posibilidades de discriminación. En física, el estereotipo es el del genio, una etiqueta que hace muchísimo daño y que además no concuerda con la realidad. No hace falta ser un iluminado sino dedicar muchas horas de trabajo y esfuerzo. Los científicos somos personas que trabajamos duro, como cualquier otro profesional.

En Argentina, los investigadores afrontan serios problemas y desde el Conicet se afirma una “grave crisis presupuestaria”. ¿Cómo cree que se hace ciencia en el país? 

–En Argentina, la ciencia ha progresado muchísimo, sobre todo durante las últimas décadas. A la distancia, me había entusiasmado al observar cómo se desarrollaban planes de largo plazo. La planificación en ciencia y educación resulta fundamental, por ello, siempre fue tan importante la mantención de cierta continuidad porque los cambios drásticos son nocivos. Me entristeció el conflicto con los investigadores de Conicet y, en general, los ajustes presupuestarios en ciencia,sobre todo por la falta de diálogo. Además, es deprimente pensar –por ejemplo– en las chicas que actualmente cursan el colegio secundario: ¿quién se arriesgará a ser científica tras observar las condiciones de un sistema local que no brinda posibilidades?

  • 5 semanas más tarde...
  • Autor

Hallan una cámara secreta del tamaño de un avión de 200 pasajeros debajo de la pirámide de Keops

Otra sorpresa que guardaba el faraón

El descubrimiento se produjo bombardeando la pirámide con partículas cósmicas. La cámara está completamente cerrada y se mantiene intacta desde su construcción, hace 4500 años. Los investigadores no pudieron determinar el papel de ese gran vacío.

El gran vacío denominaron a la cámara que se encuentra debajo del centro de la pirámide de Keops. 

Una enorme cámara del tamaño de un Boeing 737/800 para 200 pasajeros fue hallada debajo de la pirámide de Keops, en el valle de Giza, Egipto, después de descansar cubierta por piedras durante 4500 años. A la adrenalina que supone el hallazgo se debe agregar el éxito del proyecto que utilizó el bombardeo de partículas cósmicas, llamadas muones. Es el caso donde el hallazgo resulta tan sorprendente como el método utilizado.

La cavidad es “tan grande” como “un avión de 200 plazas en el corazón de la pirámide”, declaró Mehdi Tayubi, codirector del proyecto ScanPyramids que hizo el hallazgo.

El equipo está formado por investigadores egipcios, franceses, canadienses y japoneses, y escruta desde finales de 2015 el interior de la pirámide utilizando tecnología puntera no invasiva, que permite ver a través de ella para descubrir posibles huecos o estructuras internas desconocidas. El objetivo es aprender un poco más sobre la construcción de las pirámides, que siempre ha estado rodeada de misterio.

El monumento, de 139 metros de alto y 230 de ancho, se sitúa en la meseta de Guiza, en las afueras de El Cairo, junto a la Gran Esfinge y las pirámides de Kefrén y Micerino.

“Hay numerosas teorías sobre la existencia de posibles cámaras secretas en la pirámide. Si las juntáramos todas, ¡obtendríamos un queso gruyere!”, bromeó Tayubi. “Pero ninguna de ellas predecía la existencia de algo tan grande”, añadió.

Según el estudio publicado en Nature, el “big void” (el gran vacío), como los científicos denominan al hallazgo, mide al menos 30 metros de largo y tiene características similares a las de la gran galería, la mayor sala conocida de la pirámide. La cavidad se encuentra a unos 40 o 50 metros de la cámara de la reina, en el mismo centro del monumento. “El gran vacío está totalmente cerrado, no se ha tocado nada desde la construcción de la pirámide. Es un descubrimiento muy emocionante”, dijo Kunihiro Morishima, de la Universidad de Nagoya en Japón, socio de la misión ScanPyramids.

Para encontrar este “bonito regalo”, escondido desde el reinado del faraón Keops, los científicos recurrieron a unas partículas cósmicas, los llamados muones.

Cuando estas partículas elementales, creadas en la alta atmósfera por rayos cósmicos, entran en contacto con la materia, frenan hasta detenerse.

Los investigadores miden por tanto la cantidad de muones que recuperan detrás de un objeto sondado. Si comprueban un excedente en algún lugar, significa que los muones atravesaron menos materia, esto es, un vacío. 

“Esta tecnología no es nueva, pero los instrumentos son hoy más precisos y más robustos. Pueden sobrevivir a las condiciones del de- sierto egipcio”, explica Sébastien Procureur, un científico francés que se unió al proyecto en 2016.  

Para evitar las polémicas, la existencia de la cavidad fue confirmada por tres técnicas diferentes de detección con muones, realizadas por la universidad de Nagoya, el laboratorio de investigación japonés Kek y el francés CEA. 

El secreto revelado este jueves plantea nuevas preguntas sobre la pirámide: ¿por qué existe esa cavidad? ¿Hay algo dentro? “No podemos saber si el vacío contiene artefactos porque serían demasiado pequeños para ser detectados por ese tipo de técnica”, indicó Morishima, coautor del estudio. 

Los investigadores tampoco tienen información sobre el papel de ese vacío. Podría ser “una sucesión de cámaras contiguas, un enorme pasillo horizontal, una segunda gran galería... Hay muchas hipótesis posibles”, reconoció Tayubi. 

Lo que sí está claro es que será complicado alcanzar el “gran vacío”. “Pensamos en modos de investigación bastante ligeros, no destructores”, explicó el codirector de la misión. 

“El CNRS [Centro Nacional para la Investigación Científica] y el Inria [Instituto Nacional de Investigación en Informática y Automática] se unieron a nosotros el año pasado para estudiar un nuevo tipo de robot que pueda pasar por agujeros muy pequeños”, añadió. Por ahora, los únicos que lograron pasar son los muones

  • 2 semanas más tarde...
  • Autor

Descubren un exoplaneta cercano con condiciones para que haya vida

Un equipo de científicos de todo el mundo, del que participó Rodrigo Díaz, del Conicet, descubrió a Ross 128b, un planeta a “sólo” once años luz del Sistema Solar, de tamaño y temperatura superficial similares a las terrestres.

Un equipo de científicos de distintos países, entre los que estuvo Rodrigo Díaz, investigador del Conicet, descubrió el mundo templado más cercano a la Tierra orbitando una estrella tranquila, en el que es posible que haya agua líquida y, por lo tanto, vida. El exoplaneta, Ross 128b, está a sólo once años luz del Sistema Solar (en términos astrofísicos, eso es muy cerca). Según lo publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, la temperatura superficial y las dimensiones de este planeta podrían ser parecidas a las de la Tierra, informó el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés).

Ross 128b es el cuerpo más cercano a la Tierra que orbita en torno de una estrella enana roja inactiva (no emite las letales llamaradas de radiación ultravioleta y de rayos X que sí emiten las mayoría de las enanas rojas). Esta característica, a priori, aumentaría las probabilidades de que Ross 128b pudiera albergar vida. Las primeras estimaciones sugieren que el exoplaneta recibe sólo 1,38 más radiación que nuestra Tierra, por lo que su temperatura podría oscilar entre los -60 y los 20ºC, que es compatible con la existencia de agua líquida.

Los especialistas utilizaron una herramienta denominada HARPS (en inglés High Accuracy Radial velocity Planet Searcher, buscador de alta precisión por velocidad radial), que es una especie de cazador de planetas instalado en el Observatorio La Silla de Chile. Si bien Ross 128b se encuentra a once años luz de la Tierra, se mueve hacia ella y se espera que se convierta en la vecina estelar más cercana en tan solo 79.000 años (un parpadeo en términos cósmicos).

Ross 128b orbita veinte veces más cerca de su estrella que la distancia a la que la Tierra lo hace del Sol. A pesar de esa proximidad, se calcula que su temperatura de equilibrio se encuentran entre -60 y 20° C, gracias a la naturaleza débil y fría de su pequeña estrella enana roja, que tiene poco más que la mitad de la temperatura superficial del Sol, y recibe sólo 1,38 veces más radiación que la Tierra. Pero no se sabe qué proporción de esta energía es absorbida por el planeta y qué proporción es reflejada al espacio. En función de si absorbe más o menos energía, el planeta podría ser un infierno o ser habitable.

El nuevo planeta se encuentra a 7,3 millones de kilómetros de la superficie de su estrella. Si alguien viviera en Ross 128 b, vería en el cielo una estrella enorme, aunque poco brillante. Tiene una masa un 35 por ciento mayor que la de la Tierra pero es lo bastante pequeño para tener una superficie sólida en la que podría desarrollarse actividad biológica. Su diámetro exacto no se determinó, ya que el planeta no se observó directamente sino que su existencia se postuló a partir del efecto de su gravedad sobre la estrella.

Los astrónomos están detectando cada vez más exoplanetas templados y, la próxima etapa, será estudiar con más detalle sus atmósferas,  y su química a la búsqueda de biomarcadores, como el oxígeno.

Pese al optimismo, Rodrigo Díaz, investigador adjunto del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio, que participó del descubrimiento, prefiere ser prudente: “La temperatura de equilibrio de un planeta se puede calcular de forma medianamente fácil y brinda cierta información general sobre la radiación que recibe. No obstante, es mucho más complicado desarrollar un modelo que permita conocer a ciencia cierta la temperatura de la superficie del planeta dado que esto depende de otros detalles. Sólo así podríamos confirmar que es efectivamente habitable. Por lo que sabemos, estaría justo en el límite”.

  • 4 semanas más tarde...
  • Autor

Dos planetas descubiertos por la NASA mediante la inteligencia artificial

La máquina que aprendió a buscar

Uno pertenece a un sistema de ocho planetas, similar al solar. Es un 30 por ciento más grande que la Tierra, con una temperatura de 430 grados. El otro forma parte de un sistema de seis planetas. Ambos fueron encontrados con la ayuda del aprendizaje automático de Google.

Comparación entre el sistema solar recién descubierto y el que alberga a la Tierra.

Comparación entre el sistema solar recién descubierto y el que alberga a la Tierra

Por primera vez la NASA descubrió dos exoplanetas por medio de la inteligencia artificial. El primer exoplaneta hallado, Kepler-90i, es un treinta por ciento más grande que la Tierra y su temperatura supera los 430 grados. Además, es el octavo exoplaneta descubierto que gira alrededor de la estrella Kepler-90, lo que significa el primer sistema solar de ocho planetas conocido por fuera del nuestro. El segundo descubrimiento fue el Kepler-80g, de un sistema de seis exoplanetas “extremadamente estables”. Ambos fueron encontrados con la ayuda del aprendizaje automático de Google.

Los descubrimientos se realizaron con tecnología de la NASA y su telescopio espacial Kepler, sumado a la inteligencia artificial desarrollada por la empresa multinacional Google. Según explicó la agencia norteamericana espacial, los investigadores Christopher Shallue y Andrew Vanderburg enseñaron al telescopio identificar a los planetas que giran alrededor de estrellas lejanas. Para ello se inspiraron en el aprendizaje automático: un mecanismo para enseñar a los ordenadores a reconocer patrones y es especialmente útil para procesar grandes cantidades de datos. Así, el telescopio Kepler distinguió, en las fotografías reveladas, los patrones causados por planetas reales de los provocados por otros objetos como manchas estelares y estrellas binarias.

El resultado fue, por un lado, el descubrimiento del Kepler-90i. Este exoplaneta (el prefijo “exo” es por localizarse por fuera del sistema solar) fue detectado a través de los datos del telescopio espacial Kepler que reveló las señales de tránsito débiles de un octavo exoplaneta que planeta que orbita alrededor de Kepler-90, una estrella en la constelación de Draco. Así, el sistema solar Kepler-90 quedó configurado del mismo modo que el nuestro: ocho planetas agrupados en una estrella. “El sistema de estrella Kepler-90 es como una mini versión de nuestro sistema solar. Hay planetas pequeños adentro y grandes planetas afuera, pero todo está agrupado mucho más cerca”, explicó Vanderburg.

El Kepler-90i posee un tamaño treinta por ciento mayor que la Tierra y tarda 14 días en realizar una órbita completa alrededor de su estrella Kepler-90. Su temperatura superficial promedio, según indicaron en conferencia de prensa, excede los 430 grados, similar al calor del planeta Mercurio. 

Pero las novedades que dio el sistema diseñado por los dos investigadores de la Nasa no finalizó allí. En el sistema Kepler-80 hallaron un sexto exoplaneta, denominado Kepler-80g, que tiene el mismo tamaño que la Tierra. En ese sistema solar, según afirmaron desde la Nasa, los exoplanetas  forman “una cadena resonante”, donde los planetas se bloquean por su gravedad mutua en una danza orbital rítmica. El resultado es un “sistema extremadamente estable”, informaron en la conferencia de prensa.

“Los dos hallazgos muestran que nuestros datos serán un tesoro disponible para los investigadores innovadores en los próximos años”, afirmó Paul Hert, director de la división de astrofísica de la NASA en Washington.

https://www.pagina12.com.ar/82784-la-maquina-que-aprendio-a-buscar

  • 2 semanas más tarde...

Increíble recreación de las condiciones que dieron pie a la creación del planeta como lo conocemos y su evolución. Da que pensar.

 

  • Autor

Parece ser que las condiciones necesarias para la creación de vida no son nada raras en el Universo, pero para lo que llamamos vida inteligente, es muchísimo más complicado.

  • 2 semanas más tarde...
  • Autor

Medio millón de años

Arqueólogos israelíes hallaron cerca de la ciudad de Jaljulia herramientas de piedra sílex de más de medio millón de años que “permitirán trazar el comportamiento de los antecesores prehistóricos” del hombre. “El descubrimiento es increíble, tanto por el estado de preservación de las piezas como por sus implicaciones en nuestra comprensión de esa antigua cultura material”, dijo la directora de la excavación, Maayán Shemer, de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Shemer indicó que “se aprecia una gran variedad tecnológica” en los artefactos hallados, y que las investigaciones que realizan junto a la Universidad de Tel Aviv “ayudarán a entender mejor el período en el que el Homo Erectus habitaba aquellas tierras”.

  • 2 meses más tarde...
  • Autor

Juan Martín Maldacena recibió la prestigiosa Medalla Lorentz

Un físico argentino en la puerta del Nobel

baldacena_0.jpg?itok=XJ5IW-dA

El físico argentino Juan Martín Maldacena fue galardonado ayer con la Medalla Lorentz por "su innovador trabajo en física teórica en las últimas dos décadas" y su gran contribución a la comprensión de la física cuántica de los agujeros negros.

La Medalla que otorga la la Real Academia Neerlandesa de las Artes y las Ciencias desde 1925 cada cuatro años es en memoria de Hendrik Antoon Lorentz (1853-1928), considerado padre de la física teórica en los Países Bajos. Muchos de los premiados con la Medalla Lorentz resultaron luego ganadores del Premio Nobel.

Nacido en Argentina en 1968, Maldacena comenzó su carrera académica en la Universidad de Buenos Aires y el Instituto Balseiro -Universidad de Cuyo-, en Bariloche. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Princeton, y continuó su investigación en Rutgers y Harvard. Desde 2001 es profesor en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, consigna la Real Academia.

La "Conjetura Maldacena” propone "una relación fundamental entre las dos teorías más importantes de la física moderna: la teoría cuántica de campos y la gravedad cuántica", en 1997.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Nota del 22 de mayo de 2005

La banda sonora del universo

 Por Federico Kukso

Como metáfora potente, la música siempre tuvo las puertas abiertas en la ciencia. Están, por ejemplo, la “música de las esferas” de Pitágoras y las “armonías celestiales” de Kepler. Por supuesto, esa cualidad musical de la realidad no es ajena en el caso de la teoría de cuerdas (string theory), que desde el nombre anuncia su fuerza sonora. Hasta las convenciones, en este campo, tienen algo de musical. Un paper de Maldacena publicado en 1997 causó tanta conmoción que los 350 físicos teóricos que asistieron a un congreso en Santa Bárbara, California, sacudieron su formalismo y comenzaron a bailar de alegría al son del hit de por entonces, “La Macarena”, cambiando el estribillo y la letra de la canción que desde entonces se conoce –entre los físicos– como “La Maldacena”.

En las 700 mil y pico de horas que dura una vida larga, los constituyentes de la materia exponen al mundo su indiferencia: los átomos, en efecto, son partículas ciegas que además de no estar vivas no saben ni se preocupan por el organismo o persona del cual forman parte. Lo mismo entonces se podría decir de las cuerdas, anónimas pero necesarias, sin las cuales no habría agua ni soles ni tierra donde apoyar los pies, o ninguna de las demás cosas que hacen al universo tan placenteramente material. Y aun así, y a pesar de ser tantas, pasan desapercibidas. Su tamaño tampoco ayuda: un protón, por ejemplo, es tan pequeño que el punto de tinta de esta “j” puede contener unos 500 mil millones de ellos. De existir, las cuerdas serían millones de veces más pequeñas que eso: medirían algo así como 10’-33 centímetros de largo. Mejor dicho: si un átomo tuviera el tamaño del sistema solar, una cuerda sería tan grande como una palmera. Lo cual demuestra que para algunas personas lo infinitesimalmente pequeño puede ser inmensamente importante.

Archivado

Este hilo está archivado y por tanto cerrado a incorporar nuevas respuestas.

viendo esta sección 0

  • Ningún usuario registrado viendo esta página.