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25 de Mayo de 1977. Roma


El Olímpico estaba a rebosar. Las dos aficiones vociferaban al unísono y las gradas presentaban un colorido difícil de traducir hoy en palabras.

Sobre el césped, se estaba viendo el mejor espectáculo posible. Dos de los mejores equipos del continente, quizá los dos mejores en ese momento, se batían el cobre con talento y garra para conseguir el mayor trofeo posible del fútbol europeo de clubes.


Bonhof dio el primer aviso al poste izquierdo de Ray Clemence, pero no fue hasta el min. 28 cuando el marcador dejó de ostentar aquel inmerecido 0-0. Terry McDermott anotaba, con un gol inapelable, un duro golpe al equipo del alemán Uddo Lattek que, desde el banquillo, bajaba la mirada incrédulo ante semejante mala suerte.


La segunda parte empezó igual. Intercambiándose golpes con precisión, osadía y ambición.

Por fin, en el min. 52, el pequeño talento danés Allan Simonsen empataba con un soberbio tiro a la escuadra y todo parecía que podía cambiar. Todo era posible. Y se propusieron soñar.


Aquella generación de futbolistas formó quizá uno de los mejores once titulares de la historia del fútbol bávaro y, seguramente, de la historia del fútbol europeo;
Berti Vögts, Rainer Bonhof, Uli Stielike, Allan Simonsen
y como punta de lanza el siempre temible
Jupp Heynckes
.

Todo parecía al alcance de la mano.

Pero los Reds de
Bob Paisley
y
Keegan
, no eran el mejor rival posible en estas situaciones. Y máxime cuando ya, años atrás, les habían arrebatado otra final, esta vez de la Copa de la UEFA (1973).


Echaron al equipo arriba y lo intentaron con ahínco, pero unas veces la mala fortuna y otras el gran portero rival Ray Clemence, frenaron las ansias de remontada del equipo alemán.


Un viejo lema del fútbol dice que si perdonas, lo pagas. Y así fue como el Liverpool remató un disputado partido con dos goles de
Tommy Smith
y
Phil Neal
en los minutos finales, llevándose el trofeo a Inglaterra y dejando la sombra de la derrota y tristeza a un equipo, el
Borussia Mönchengladbach
y a una ciudad pequeña y casi desconocida para el continente futbolístico, que se había acostumbrado a vivir y disfrutar de las alturas.


Aquel año ganarían la Bundeslisga – por última vez en su historia- e incluso uno de sus mejores jugadores, el grandísimo extremo danés
se alzaría como Balón de Oro.

Pero nunca tuvieron otra oportunidad igual y nunca pudieron resarcirse de aquella funesta noche.

En el 1979 curaron una herida europea ganando una Copa de la UEFA , pero el equipo nunca volvió a ser el mismo.

Luego vendría el éxodo de jugadores importantes y la sensación de vértigo al llegar tan arriba, ante la que el equipo cayó irremediablemente en la penumbra y soledad de un campo lleno de gritos y euforia, esclavos y nostálgicos ya, de otros tiempos.


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Aquel día, no prestaste atención a la televisión. Tenías 5 años y tus padres estaban preocupados por otros menesteres. Tocaba mudanza en casa de los Andersson y en pocos días, toda tu vida iba a dar un vuelco de 180 grados.

Sin saberlo todavía, ajeno a todas esas cosas que los mayores hacen y deciden sin tenerle en cuenta a uno, por mucho que esto afecte a su vida, jugabas al fútbol con tus amigos en los verdes campos que hay cerca de Borgeby Castle.

Con toda la ilusión que se puede tener a los 5 años, intentabas emular a tu padre, también futbolista y nombrado aquel año
un premio que un diario nacional otorgaba cada año al mejor futbolista sueco. Le admirabas y por él querías ser el mejor sobre el campo de fútbol y convertirte en el mejor jugador sueco de todos los tiempos.


Allí cerca de los pétreos muros de Borgeby Castle no había 52.000 espectadores viéndoos jugar, pero lo hacíais con la misma intensidad e ilusión con la que hubieras jugado aquella final, de haber podido hacerlo y como, muchos años más tarde, tendrías oportunidad de hacer.


Sin presagiar nada – eras tan solo un rubio y contundente propósito de futbolista-, no sabías que, con el tiempo, tu destino con aquel equipo bávaro, se cruzaría y entrelazaría, como los eslabones de una cadena de adn, uniendo vuestros caminos en varias ocasiones y dando forma a eso que llaman en la vida, las segundas oportunidades.


Algo, que por desgracia, no todos podemos o sabemos aprovechar.




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10 de Agosto de 2005. Malmo


Han pasado muchos años ya de aquellos momentos en Borgeby Castle. Sobre el césped no tienes la misma energía ni los mismos años que hace 10 años, cuando te enfundaste por primera vez la camiseta de tu equipo del alma, el Malmö FF.

Volviste a casa en busca de un retiro futbolístico y con la intención de volver al lado de tu padre, orgulloso por tu laureada carrera como profesional.


Pero en ese fatídico minuto 15 de la primera parte, ante un FC Thun que batallaba duro en la Previa de la Champions League, tu rodilla dijo basta y caíste al suelo roto por el dolor.

Con la mano adherida a tu maltrecha rodilla, llorabas porque sabías que aquello era el final. El final no sólo de aquel partido, sino de tu carrera como futbolista. Ya no tendría sentido volver a vestirse de corto si no podías demostrar coraje sobre el campo, sino podías batallar con todas tus fuerzas por cada balón dividido.

Tu rodilla no pudo más y te sentiste morir allí, sobre aquel campo mojado y lejano.


________________________________________________________________________________


Te habías convertido en un buen futbolista, un buen jugador de equipo. Un líder serio y eficaz en todo vestuario que habías pisado. Pasaste por grandes clubes de ligas europeas, obtuviste ligas y el mayor premio de equipo que se pueda tener ( la Champions League), e incluso conseguiste en dos ocasiones el premio Guldbollen ( 1995 y 2001), revalidando aquel premio legendario que ostentara tu padre.


Todo aquello ya no valía nada o formaba parte de un pasado demasiado lejano. Con aquella rodilla maltrecha y tu retirada del fútbol profesional como colofón de tu carrera futbolística, sólo te quedaba desistir, hacer tabula rasa en tu vida o, continuar, del modo que fuera, sintiendo cercano el olor de un campo de fútbol, de sus emociones, de sus sinrazones.

Animado por tu padre, te preparaste a fondo para sacar el carné de entrenador y te propusiste afrontar de pie, tu futuro y tu renovada ilusión.


Ni por un momento pensaste que, un viejo conocido, un club alemán en el que pasaste 6 años como profesional, plagados de buenos partidos, incluso con algunos goles ( 10 en total en 6 años, actuando como defensa) y que pasaba en estos momentos por horas bajas, iba a otorgarte tu primera opción, quizá la mejor posible, para resarcirte.

Aquel viejo equipo teutón vivía, como tú, de momentos de gloria del pasado y buscaba desesperadamente la senda de viejos laureles perdidos. Aquel equipo, del que formaste parte en un momento de crecimiento como futbolista, te pedía amablemente que le acompañaras en aquel reto de hacer valer, por fin, una segunda oportunidad.


Al fin y al cabo, todos tenemos derecho a perecer en el intento.


Lao Tse dijo, “El valor de un acto se juzga por su oportunidad.”


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Como siempre Viggo, nadie puede igualar tus prólogos. Suerte en el (supongo) Moenchengladbach, del cual estoy orgulloso ser una de las pocas personas que puede escribir su nombre sin leerlo en otro lado (gracias abuelos austríacos) ;)

Se nota lo bueno que eres en esto, te seguire en esta, tremenda intro que hiciste, suerte ahi en Alemania creo, saludos.

me sumo ;)

como dijeron todos, genial la intro :o

mucha suerte

saludos!!

Suerte con el Borussia Mönchengladbach, pinta muy bien esta historia. Saludos!

Es un gusto tener por estos lares de vuelta amigo Viggo, espero que puedas triunfar en el Borussia Mönchengladbach y esa final de infarto se vuelva a repetir ;)

  • Autor


” Todo comienzo tiene su encanto.”
J.W.Goethe.


A mi madre, por siempre.

Para I, la tentación bávara



En el centro de un pequeño lugar del mundo...


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25 de Junio de 2007. Moenchengladbach

Existe una pequeña cafetería regentada desde hace 35 años por el mismo hombre, el cual heredó el negocio de su padre y así sucesivamente tras tres generaciones de camareros y hosteleros de cuna y vocación, en una familia que abandonó, en el siglo pasado, el pico y pala de la mina por la barra de un bar.

Es una pequeña cafetería de apenas seis metros cuadrados pero que bien merecida tiene una gran fama en toda la ciudad, principalmente por su excelente cerveza tostada y su famosa tarta de queso casera.

Durante buena parte del día, su pequeña terraza permanece repleta de clientes habituales y casuales y ofrece una excelente vista, desde su rezagada posición bajo el amparo de los soportales, de una de los principales plazas de la ciudad que vive, según el momento del día, en constante paradoja de frenesí y tranquilidad.


Es un día de finales de Junio, precioso, luminoso como pocos, y pese a lo temprano de la hora, el sol comienza a calentar con fuerza sobre la piedra, reblandeciendo los ánimos de la retahíla de turistas que deambulan madrugadores por la plaza, disparando sus flashes o curioseando por el gran número de tiendas que se andan montando por derredor.

Pero, ajeno a aquella algarabía, sentado en la terraza de aquel bar, tu permaneces callado y atento a una conversación que te tiene, irremediablemente atrapado, en aquel lugar.


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Estáis sentados lánguidamente en la terraza y charláis animadamente, mientras tú remueves sin pausa la cucharilla en el café que apenas has empezado.

Pareces absorto, lejos de aquel lugar, pero tu rostro reacciona con atención cuando esa frase, llena de sentido, estalla en tus oídos como una anunciación divina...


“ No es una elección la que te ofrezco Patrick. Es un tómalo o tómalo. Pienso....mejor dicho...Quiero....dejar claro que tú eres la persona indicada para llevar esto acabo. Conoces la ciudad, a la gente, sabes cómo es el aire que se respira, lo que se ha vivido en este lugar, incluso has jugado en este equipo..... Fue tu equipo, tu ciudad, tu gente... Te marchaste para crecer como futbolista pero has vuelto porque aquí está tu lugar. Eres un romántico, maldita sea...”
continuaba diciéndote tu acompañante.


La idea de considerarte un romántico, en el sentido literal de la palabra, te mudó en sonrisa la expresión taciturna de la cara.
“ Malditos políticos, son todos iguales.”
-pensaste entre dientes.


“El equipo es el que es.
– continuó-.
Hay talento, tenemos una plantilla amplia y, no te voy a engañar, hay muchas posibilidades de ascender, pero no exigencias. Nuestro objetivo es conseguir el ascenso, pero nos falta ese plus para mantenernos ahí arriba. Pero ahora, tú tienes tabula rasa para hacer y deshacer a tu antojo. Tú decides a quién se ficha, a quién se da la baja, cómo se juega, co....”

“Eso lo dices ahora, Rolf, pero luego todos sois iguales. A las primeras de cambio, a la puta calle, sin paciencia ni, sobretodo, inteligencia”
le interrumpiste tú bruscamente.


“Y? ¿Qué tienes que perder? Volver a tu casa en Suecia? Lamentarte por las ocasiones perdidas? O hacer lo que realmente te gusta? Te estoy dando en bandeja una oportunidad Patrick... de esas que se dan poco en la vida.”


“ No sé Rolf. No sé que decirte. Y Jos? ¿Qué vais a hacer con él?

“ Acaso estoy hablando de Jos? Estoy hablando contigo. El otro es mi problema. Y no el tuyo.”
- resopla mientras se echa un trago de su café.

“Patrick, eres perfectamente capaz de echar esto adelante. Tu manera de entender este mundo, tus ideas, tu forma de trabajar, conoces y te manejas bien en un vestuario, ...Eres un líder!. Te ofrezco la posibilidad de poder ponerlo en práctica, mucho más allá de tus charlas en el bar, de tus cursos o de tus dichosos garabatos en servilletas”.


Con el rabillo del ojo, echaste una mirada a la servilleta garabateada con símbolos minúsculos y flechas con la que habías estado desdibujando pensamientos, mientras le esperabas en aquel lugar.

“Será Hijoputa”
pensaste.


“A mi manera Rolf”
dijiste tajante.

“A tu manera Patrick”

“Sin intromisiones, ni tuya ni del mismísimo ejército!”

“ Tal cual!.”
- afirmó tajante.


Bajas la mirada. No estás seguro. Quieres lanzarte al vacío, pero algo te frena.

Pero no es el miedo. Nunca fue el miedo.

Es el reto. El reto de lograr un sueño.


Las oportunidades son para los valientes y optimistas....

Pero y si todo se gira y no sale como esperas? Y si no estás aun preparado?...

“Y si Ostias!”
Te dijiste para adentro.


En un impulso, levantaste la mano y se la ofreciste.


“Habemus entrenador, Rolf”

“Habemus, Habemus....
- dijo con tono sarcástico-
”Tira para aquí maldito sueco”
Te proclamó tu acompañante antes de levantarse y darte un sonoro abrazo.


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Te voy a mirar con lupa lo que haces con mi "querido" M'gladbach.

Recuerdo, de niño, los veranos en que llegaban a España mi familia (emigrantes en Alemania) y mi primo me contaba maravillas de aquel glorioso Gladbach, desde entonces siempre fui del Borussia.

así que ándate con ojito, que ...

muchisima suerte con el gladbach y a devolverles a primera crack... tienes buenos jugadores para conseguirlo asi k no creo k te cueste demasiado

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