Capítulo 34. Cambios y más cambios 30 de julio de 2025 Cambios y más cambios. En mi vida, en el vestuario, en la puta ciudad. Uno ya no sabe si está ascendiendo como entrenador o descendiendo en la escala de la dignidad. Pero bueno, aquí estamos. Al menos mi cama no chirría y no me despierto con el sonido de los tractores pasando por la calle al amanecer. La pretemporada arrancó y, con ella, llegaron nuevos rostros. El primero en aparecer por la puerta del vestuario fue Eliezer Tapé. Portero de Costa de Marfil. 27 años. 50.000 lereles por él. Jugaba en la superfabulosa y archiconocida liga de Etiopía, esa cantera de talentos que tiene a Europa en vilo. Llegó sonriendo su primer día. Yo no. Pero bueno, tiene manos, es alto, salta bien... Veremos si para algo más que Thierry Graça, cuya excentricidad me ponía de los nervios, y que se ha ido a un equipo moldavo, dejando en nuestras arcas 55.000 euros. Luego, Roberto Rosales. Sí, ese Rosales. El venezolano. Lateral derecho con más kilómetros que la furgoneta de Asen. 36 años. Libre. Dice que quiere retirarse con honor. Aun así, entrena como un chaval. Algo queda bajo ese caparazón de veteranía. El tercero fue Mihai Bordeianu. Toda una vida en la máxima categoría. Rumano, mediocentro, rompepiernas. Cara de pocos amigos y cuello de toro bravo español. En el campo es todo mala leche. Vino libre, a precio de saldo, y parece que quiere dejarse el hígado en cada balón dividido. Me gusta, así que no le dije nada, claro, no quiero que se confíe. Igual que han venido, otros se han marchado, bien porque me sobraban a mí, bien porque se querían ir. En resumen, y contando al portero de antes, se han ido 7 jugadores, que son estos... Daniel Virtej, DFC, 27 años, rumbo a Moldavia, 145k. Para mí no tiene suficiente calidad, y exigía ser titular. Gabriel Stefan, MEI, 29 años, rumbo a Moldavia, 67k. No entra en la táctica que tengo prevista, en la que no vamos a jugar con extremos en banda. Nacho Heras, Polivalente en zona de ataque, 28 años, rumbo a España, cedido. Sueldo alto, exigencia de muchos minutos y sobrepoblación de jugadores arriba. Rober Sierra, MEC defensivo, 29 años, rumbo a España, 73k (pueden ser 100k). No estaba contento con mi llegada y más tirria le he cogido yo. Puerta. Simone Caramalau, DFC, 26 años, rumbo a Bulgaria, 58k. Otro con la calidad justa y con una personalidad caprichosa que puede ser un polvorín en el vestuario. Lazito y a rodar. Tsvetelin Chunchukov, DLC, 30 años, rumbo a Moldavia, 72k (pueden ser 125k). Su cara me da grima, básicamente. Luego está la pretemporada. Todo bien... casi. Porque claro, mi primer partido al frente del equipo fue una mierda pinchada en un palo. Perdimos 3-0. Contra el Újbuda de segunda división búlgara. Yo fui con ilusión y ellos nos cascaron tres goles. Así empezó mi andadura en el glorioso Steaua. A partir de ahí, ganamos todo. Sudando, pero todo. Contra equipos peores principalmente. A los chavales les costó pillarme con tanto grito y mala leche. A mí me costó pillarles la motivación. Pero con el tiempo, las cosas fueron encajando. Me llamó la atención que tras el partido contra el Litex, el presidente me llamó a su despacho. No para despedirme, no. Para hablarme de “valores”. Me dijo: - Dumitrescu, aquí somos un club militar. Usted ha encajado ocho goles. ¿Me explica cómo? - Han sido nueve, señor presidente. - ¿Nueve? ¡Peor me lo pone! Eso aquí no puede pasar. Aquí la disciplina es ley. Nueve goles en cinco partidos es una ofensa a la patria. No supe si reírme o cuadrarme. Así que cuando acabó un su monólogo semi amenazador me fui. En solo tres días empezaría la liga, una liga que tiene equipos distribuidos por toda la geografía rumana y que implicará viajes largos, aunque con mucho más confort que los que hacíamos en el Pobeda. No me quiero ni imaginar como va a ser su temporada en el autobús de mala muerte conducido por Asen... Por último, comentar que sorprendentemente la selección de Rumanía sub-19 se ha proclamado campeona de Europa, relevando a Hungría, que ganó el pasado año. Destacable en este sentido que Matei Marin ha jugado en todos los partidos excepto en la final frente a Inglaterra, apareciendo como sustituto en el Dream Team de la competición.
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