Volvió a ganarle la partida Hoeness a Klopp, en el duelo alemán de banquillos. El West Ham cierra su magnífica temporada con la consecución de un título, la FA Cup. Seguramente no sea la competición en la que más ha brillado, pero la final que se ha marcado bien vale un premio. Presionó, robó y jugó mejor que un Liverpool sin ideas y menos fuerzas. El calendario de final de campaña ha sido nefasto, dejando a los Reds muy cansados después de medirse al Milán en Europa League. Llega junio y la Eurocopa y la Copa América priman sobre el resto. Una pena, pues el encuentro estuvo claramente marcado por la falta de fuerzas de los de Klopp. Aun así, no se le debe restar mérito a los Hammers, que hicieron lo que tenían que hacer y ponen el broche de oro a un curso excelente, con un Baturina MVP de la final y seguramente el mejor fichaje del West Ham en tiempo. Como si Klopp ya supiera que la gasolina de sus jugadores era demasiado justa, el Liverpool salió a morder y buscar ponerse en ventaja cuanto antes. Y casi lo consigue. Córner para los Reds, el West Ham vuelve a caer como ante el City en una jugada de estrategia con pase a la frontal del área y el disparo de Diogo Jota bate a Areola. Pero Sancet se encontraba justo delante del portero, tapando la visión del francés y el tanto se anulaba por fuera de juego. Fue lo que duró la efervescencia de los de Klopp. A los diez minutos se llevarían un golpe del que no se levantarían. Buena conducción de Baturina, pase sobre la carrera de Gerónimo Rivera y el argentino aprovecha la pasividad defensiva para marcar de tiro cruzado. El decorado del partido cambiaba por completo. El Liverpool tenía que ir a remolque y en muchas acciones se veía que no tenían ritmo para cambiar el sino del partido. Hoeness lo leyó bien, buscó presionar a su rival y tener más balón cuando recuperaran. Los Hammers se hicieron con el partido con facilidad. Tuvieron el segundo en varias ocasiones, como las de Kudus o Danny Ings, pero la más clara volvió a ser para el argentino Rivera, que obligó a Kelleher a volar para despejar a córner. Poco o nada en ataque del Liverpool, con el balón parado como gran aliado y un Tsimikas que lo probaba siempre en las faltas directas sin fortuna. Areola tuvo poco trabajo pero estuvo concentrado para atajar las que fueron a puerta. El paso por vestuarios le sentó bien a los Reds, que volvieron a salir en tromba en la segunda mitad y Luis Díaz estuvo a punto de empatar, aunque se topó con una gran mano de Areola. Pero como ocurriera en el primer acto, poco a poco se pasó el arreón y el West Ham volvió a mandar. Andaba Jovic calentando para entrar, cuando Baturina se sacó de la manga una gran jugada individual y dejó solo a Danny Ings para que marcara el segundo. Fiesta Hammer en las gradas de Wembley, ahora viendo el título más cerca. ¿El Liverpool? Tocado y hundido. Darwin Núñez y Mac Allister dieron algo de energía a los Reds, pero no la suficiente. Ninguno de los canteranos del banquillo entró y muchos se preguntaban por qué Klopp dejó en la grada a Szoboszlai. En cambio las sustituciones de Hoeness ayudaban y mejoraban al equipo, dando más consistencia y peligro. Bowen salió juguetón, buscando su gol, y también más tarde Jovic, que lo tuvo en sus botas. Gran pase al espacio de Edson Álvarez para dejar solo en el mano a mano al serbio, que pica el balón con clase por encima de Kelleher, pero se topa con el poste. Buscó el Liverpool a la desesperada un gol que le metiera en el partido y el encuentro se tornó en un correcalles, con ocasiones en ambas áreas y muchos espacios. En el intercambio volvió a salir victorioso el West Ham. Gran jugada individual de Bowen, disparo al palo pero el delantero inglés está atento para cazar su propio rechace. No quedó tiempo para más y los Hammers alzaban la FA Cup al cielo de Londres en el mítico Wembley. Un gran triunfo, para coronar una gran temporada.