Publicado Julio 12, 20177 años PRÓLOGO Diciembre 2001. Una moto se desliza a gran velocidad sobre la nieve de la vasta Siberia. La estrecha pista entre la maraña de árboles pronto deja paso a un mar blanco. Una gruesa chaqueta le resguarda de las inclemencias climáticas, llegándole a cubrir casi todo el protector de la cabeza. Los copos que caen sobre el casco del conductor le dificultan la visión, aunque no haya nada para mirar. Lleva más de cinco meses haciendo el mismo trayecto y cree que podría hacerlo casi con los ojos cerrados. Reduce la velocidad y detiene la moto frente a una pequeña edificación de acero, medio oculta en la nieve. El frío es intenso y se dirige con premura a la puerta, donde un teclado numérico le demanda un código de doce dígitos. Echa un vistazo alrededor pero no ve más que una inmensidad blanca, fusionando el cielo con la tierra. Al introducir la clave, la puerta se abre con un leve zumbido que queda ahogado por el fuerte viento. El interior es un rectángulo de seis por cuatro metros, con un teclado embebido en una de las paredes de aluminio. Pulsa un nuevo código, esta vez más corto, y toda la sala vibra, iniciando el descenso hacia el interior de la tierra. Quince pisos, casi cincuenta metros bajo la nieve de Siberia. Cuando el ascensor se abre le recibe un amplio laboratorio, lleno de mesas con tubos de ensayo, cables y herramientas quirúrgicas. En la pared del fondo, una pantalla enorme proyecta vídeos de grandes estrellas del fútbol: Yashin, Pelé, Maradona, Cruyff, Di Stefano, Platini, Zidane, Shevchenko, Ronaldo… A pocos metros de distancia, dos cunas metálicas sostienen a dos bebés a más de metro y medio de altura. Están recubiertos de cables que controlan las constantes vitales y otros que conectan con sus pequeños cerebros. Además, una vía profana el brazo derecho que cada niño. El hombre se acerca y los mira con compasión. ─Buenos días, Sergei ─dice una voz a su espalda. ─Hola, Víctor. ¿Todo bien? ─Sin novedades. El recién llegado se despoja de la ropa de abrigo, mientras el otro se coloca una bata blanca y empieza a trastear probetas y matraces. Sergei se acerca a las mesas de pruebas, ataviado ya con su sempiterno uniforme militar. Observa al doctor trabajar unos instantes y éste se incomoda al ver la pistola tan cerca. Llevan más de ciento cincuenta días trabajando juntos en el laboratorio oculto y se consideran casi amigos, pero Víctor no soporta las armas. El militar se aparta y vuelve a acercarse a las cunas. En la pantalla se está reproduciendo el gol de Maradona a Inglaterra en el Mundial del 86. Uno de los bebés parece sonreír. Tienen apenas seis meses de edad, casi lo que llevan ellos trabajando allí. Las dudas vuelven a asaltarle pero su fidelidad al ejército logra apartarlas de su cabeza. Pasea entre los niños, sin dejar de mirarlos. Uno de ellos le alza una manita. Sonríe, estira un poco el dedo, aunque lo retira al instante. Sabe que no puede tocarlos. Son órdenes. Sólo puede hacerlo Víctor. ─¿Por qué niños? ¿Por qué fútbol si es una operación militar? ─le pregunta al doctor volviendo a acercarse a él. ─Ni idea, Sergei. Sé lo mismo que tú. ─¿Pero…? ─Ya sabes las órdenes. Tú haces tu trabajo y yo el mío, sin preguntas. El militar empieza a dar vueltas entre las mesas, observado atentamente por el doctor. Éste piensa que es demasiado joven aún, pero sabe que es fiel a los suyos. Por el contrario, su voluntad se resquebraja día a día, como un lago helado al llegar al final del invierno. ¿Está bien lo que están haciendo con esos niños? No puede estarlo de ninguna manera, pero todo es por un bien global. Por el bien de Rusia. O eso le han dicho…
Julio 12, 20177 años Autor BIENVENIDA ¡Bienvenidos, compañeros! Aquí estoy con otra nueva historia, que llevaré conjunta a la del Inter de Milán. Con tiempo libre ahora, veo más factible llevar dos historias a la vez. La aventura italiana está centrada en lo deportivo y ésta se basará en la trama. La trama girará en torno a dos hermanos gemelos y las aventuras y desventuras que les vayan sucediendo, tanto en el FM como en mi maltrecha cabeza. Los he creado con el editor, con parámetros de chico maravilla y a ver hasta dónde llegan. No dirigiré ningún club, la historia sólo se centrará en ellos e intentaré que el seguimiento sea lo más exhaustivo que pueda. Es posible que se escape algún dato pero trataré de que sean los mínimos. Sin más, os dejo con los hermanos Serchenko y sus vidas futbolísticas, o no... ¡Saludos!
Julio 12, 20177 años Que tal amigo camarada? Una nueva historia, apunta que seguiremos las andanzas de dos gemelos rusos no? Interesante Que curioso ver como cualquier proyecto o escenario nuevo en el que nos encontremos con bebes recién nacidos siendo "dirigidos" hacia un destino marcado ya sea con motivos políticos, bélicos o en este caso futbolísticos siempre nos invita a pensar de primeras en la Unión Soviética y esta amplia franja de países Ya PioPio con su Artyon Vasiliy lo entendió de esta manera y es que es una cultura tan opaca y que en muchos casos conocemos sólo a grandes rasgos que se presta a la perfección para estos escenarios. Parece que todo apunta a que con algún tipo de artilugio soviético se modificó genéticamente a los gemelos Serchenko para que adquirieran y replicaran las características de los grandes jugadores de la historia del fútbol, aunque si uno sale con una mezcla de las capacidades de Yashin y Pelé por ejemplo puede ser algo raro Nada, esperaremos para conocer el destino de los gemelos Sarchenko, sus posiciones sobre el campo, el equipo en el que arrancan (que si son rusos imagino que el CSKA por eso del ejército) y como se resuelve, además de sus carreras profesionales, ese aspecto intrigante que es una trama que parece que tiene un fin militar más que el simplemente futbolístico. Mucha suerte y saludos!! Como no, pillo asiento preferente, una mantita y un café bien caliente que a saber el frio que va a hacer en esta historia Editado Julio 12, 20177 años por Mapashito
Julio 13, 20177 años Hay gente loca y tambien estas vos amigo jajaja Aca seguiremos a los gemelos entonces
Julio 14, 20177 años Autor @Mapashito ¡Bienvenido, camarada! No sé por qué, pero todo lo relacionado con secretos silenciados, proyectos ocultos y demás siempre están relacionados con la Unión Soviética o países de Europa del este. Quizás tengas razón y el motivo sean sus culturas cerradas y nuestra falta de conocimiento sobre las mismas. Pero siempre viene bien para tejer alguna trama. Sí, vamos a seguir las andanzas de dos gemelos obligados en cierto modo a jugar al fútbol. No te adelanto más. Lo cierto es que una mezcla de Yashin y Pelé sería como raro. Un Pelé ruso. Vamos, Eduard Streltsov. No vas mal encaminado en cuanto a la relación del CSKA y el ejército, pero dejemos sorpresas para próximos capítulos. En un par de ellos, conocerás a los chavales y sus destinos iniciales. ¡Saludos! @pepecastor69 ¡Bienvenido, camarada! Prefiero la palabra desequilibrado y hay muchos como yo. ¡Saludos!
Julio 14, 20177 años Autor CAPÍTULO 1 Junio 2016. Sergei circula entre los verdes bosques de Siberia, casi pasea con su moto de montaña. La nieve ya se fue y puede ver el paisaje que le ha maravillado. Lo observa todo con el detenimiento que el trote del vehículo le permite. Los pájaros abandonan los gigantes abetos a su paso, como si presintieran el miedo que lleva en el cuerpo. Sabe que algo pasa. Las órdenes eran breves pero concisas. Un simple mensaje de texto en el móvil: “Debes llegar al laboratorio antes que Víctor”. Casi quince años llegando después del médico. Deja atrás los grandes signos de interrogación en su mente y disfruta del aire puro de la madrugada siberiana. Ha salido antes de tiempo para disfrutar del paseo y para evitar llegar tarde, pues nunca se había preguntado a qué hora solía llegar Víctor al trabajo. Tras la media hora de paseo llega frente a la edificación de acero, que oculta el ascensor a las entrañas de la tierra. El nerviosismo crece proporcionalmente al descenso. Cuando las puertas se abren al laboratorio lo primero que le sorprende es ver el gigante monitor apagado. Era una de las grandes premisas del proyecto: mantenerlo siempre encendido. Las imágenes de los grandes futbolistas de la historia, a los que se habían sumado con los años los Messi, Cristiano, Özil, Buffon, Ibrahimovic, etc…, siempre llenaban las retinas de los niños. Al menos mientras él estaba allí. La señal de alarma de su cabeza se enciende al instante. Los niños… Se acerca a grandes zancadas a los dos sillones ergonómicos de piel negra. Están vacíos. No puede ser. Como un poseso empieza a buscar por todo el laboratorio. Todo está intacto, igual que cuando se fue ayer. Sólo faltan los niños y el doctor. De repente el miedo deja paso a otra sensación: angustia. En su cabeza empiezan a formarse de forma muy clara las directrices del proyecto. Sobre todo una. La prioritaria. Sabe lo que tiene que hacer en caso de la desaparición de los niños, sea por el motivo que sea. Empieza a temblar, contra natura. Saca instintivamente su vieja Makarov del cinto pero se ve incapaz de apuntar siquiera. Echa la vista en todas direcciones, hasta que sus ojos se centran en las cámaras web que penden del techo. Se había acostumbrado tanto a ellas que ni siquiera recordaba que existían. Pero ahora las ve, hasta cinco esferas oscuras repartidas por todo el laboratorio. Las siente clavadas en él. Le observan. El mensaje de texto. Ya lo saben, es una prueba, la prueba definitiva de su fidelidad. ─¿Qué ha pasado, Sergei? ─pregunta una voz a su espalda. El militar se da la vuelta sobresaltado y apunta con la pistola a la cara de Víctor. El doctor. Su amigo. ─¡Eh! ¡Aparta eso de mi cara! ¿Qué ocurre? ─El médico se preocupa al ver el rostro de su compañero, desencajado, como si no estuviera allí con él. Sergei no reacciona, tan sólo busca soluciones alternativas en su cabeza. Mientras tanto, el doctor revisa los sillones de piel, donde hace unas horas descansaban plácidamente los dos adolescentes. No entiende nada. Nadie sabía de sus actividades, sólo el ejército. ¿Quién ha podido secuestrar a los chavales? ─Víctor, apártate de ahí… Cuando el médico se da la vuelta observa que Sergei sigue apuntándole con la pistola. Ni siquiera ha reconocido su voz, es fría y distante, nada que ver con la calidez habitual del militar. Las dudas parecen haber desaparecido de sus ojos, que ahora son dos agujeros oscuros de determinación. El protocolo era claro. En sus manos dejaron la responsabilidad de un gran proyecto, siente el peso pero no puede permitirse dudar. La mano ha dejado de temblar y el pulso mantiene el arma firme, entre los ojos de Víctor. El protocolo era claro. Primer paso: acabar con el doctor… ─Amigo, baja el arma y hablemos ─trata el médico de devolver a la realidad al militar. ─No puedo… ─Soy yo, Víctor, tu amigo. ¡Por el amor de Dios, llevamos juntos aquí abajo quince años! ─No puedo, amigo… ─El fiel soldado siente cómo las lágrimas acuden a sus ojos pero amartilla la Makarov. ─Por favor, hazlo por mis hijos… ─El médico se arrodilla y suplica piedad con sus ojos. ─Todo lo que hago, lo hago por Rusia, Víctor ─dice convencido, mientras tensa el dedo sobre el gatillo. Los dos amigos dejan resbalar la angustia por sus mejillas. Ambos sollozan con la mirada clavada uno en el otro. Recuerdan buenos momentos, risas, también tristezas y alguna disputa, aunque pocas. Han sido casi quince años de convivencia diaria. Se conocen mejor que sus respectivas parejas, mejor que sus familias, de las que saben ya hasta el más mínimo entresijo. ─Sergei, te han metido toda esa mierda en la cabeza. No les hagas caso, esto no es por Rusia. Sólo hay en juego el dinero. Siempre es el dinero. Tú y yo siempre seremos unos simples subordinados, mientras otros vivirán de nuestro sudor. ─No puedo, Víctor… ─Pero el pulso le vuelve a temblar, primero ligeramente, luego de forma más visible. ─Sí que puedes. Rusia no está aquí, en este laboratorio, sólo estamos los dos. Tú y tu amigo ─El doctor se levanta, viendo la vacilación del soldado. ─No te muevas… ─Las lágrimas nublan los ojos de Sergei y los cierra con fuerza, como si así pudiera borrar todas las órdenes grabadas en su cabeza. ─Por favor, amigo… ─El médico da un paso más al frente. ─No te acerques, Víctor… ─advierte el militar después de abrir los ojos. Mira al techo y vuelve a ver las cámaras clavadas en él. La luz verde parpadea en ellas y dice: Te estamos vigilando. ─Por fa… El estruendo seca las palabras del médico. Un cuerpo cae inerte al suelo, con los ojos aún suplicando al cielo. Un poco por encima de ellos, un agujero oscuro mancilla el centro de la frente, mientras un hilo se sangre brota de él. ─Lo siento… Sergei susurra la sincera disculpa, al tiempo que observa el cuerpo sin vida de su amigo. Sabe que no tenía que haberlo hecho, pero es exactamente lo que debía hacer. Se odia, odia a Rusia. La odia del mismo modo en que la ama. Deja caer el arma al suelo y mira con arrogancia a las cámaras que nunca dejan de vigilar. El protocolo era claro. Primer paso, acabar con el doctor; segundo paso, destruir el laboratorio… Con los ojos anegados en lágrimas coge un extintor y golpea todo lo que está a su alcance. El gran monitor queda inservible, el equipo de vídeo queda reducido a pedazos, los vasos de precipitados estallan, los matraces se hacen añicos… Cuando ha vaciado toda la adrenalina tira el extintor a un rincón y camina despacio hacia una pequeña puerta. Un pequeño almacén se esconde tras ella y saca del interior dos garrafas repletas de combustible para las motos. Rocía de gasolina todo el laboratorio, el cuerpo de Víctor y reserva el último chorro para él mismo. El protocolo era claro. Primer paso, acabar con el doctor; segundo paso, destruir el laboratorio; tercer paso… Rebusca entre los escombros la caja de cerillas, toma una y la enciendo, para después lanzarla al aire. En cuanto toma suelo el combustible prende y se enciende el infierno. Recoge la Makarov del piso y la introduce en su boca. Quiere que sus últimos pensamientos sean para Sveta, su mujer, y Dmitry, su hijo. Los recuerdo con media sonrisa en los labios. No sabe qué les dirán, cómo les contarán lo ocurrido. Sólo espera que no sufran demasiado. Esos pensamientos resbalan por sus mejillas en forma de lágrimas, mientras la mano le tiembla alrededor del mango del arma. Las llamas alcanzan el cuerpo del médico y empieza a consumirse por la alta temperatura. Se van acercando sin prisa al soldado, pero de forma inexorable, y pone el dedo sobre el gatillo. Antes de apretarlo, cierra los ojos. El último pensamiento es el de su cuerpo envuelto en llamas, junto al de Víctor. Nadie volverá a saber de ellos. Dos cuerpos desaparecidos muchos metros bajo la vasta Siberia. Su Siberia. Su Rusia.
Julio 14, 20177 años Para suicidarse, ¡podría haber dejado vivir al doctor! Rusia tiene tirón, precisamente por ese hermetismo/ocultismo/secretismo o cómo queramos llamarlo. Podemos esperar cualquier cosa de esos rusos... (y de @zeusitos ). ¡De momento tiene muy buena pinta la cosa!
Julio 14, 20177 años Tremendas las narraciones, el nivel de historia es muy alto, novelístico. Te sigo de nuevo en otra aventura aunque en esta seremos meros espectadores de la historia de los dos gemelos experimentos de la madre Rusia. A seguir así!
Julio 15, 20177 años ¡Impresionante! ¿Por qué no me avisaste que estabas escribiendo de nuevo? Una historia á la Ian Fleming o ohn Le Carre. Muy interesante. También muy interesante lo que se produce en nuestros cerebros tan "libres" Técnicamente lo que la gente llama propaganda es, en realidad publicidad. es decir, "Coca Cola refresca mejor" es un slogan publicitario. Cuando la publicidad se vueve política se llama propaganda. Los nazis fueron los primeros grandes maestros de ella, muy probablemente, aunque hay que reconocer siempre al más grande marketinero de la Historia que fue un tal San Pablo que les vendió a los romanos su propia destrucción y al mundo un mito casi ridículo que seguimos padeciendo 2000 años después. En fin, volviendo al tema. Los soviéticos ejercían la propaganda, como todos. Pero los más grandes propagandistas de la historia son los estadounidenses. El estudio de la publicidad (y sus efectos propagandísticos) recibe miles de millones de dolares anuales (lo que ellos estúpidamente llaman billones). Y el efecto es clarísimo, ¿por qué semejante historia nos parece lógica en los rusos (soviética, dijeron) y no, por ejemplo, de los alemanes (los nazis experimentaban genéticamente)? Por la propaganda. Ésta sería la típica imagen que se forma en nuestras cabezas cuando pensamos en la Unión Soviética: y ésta la de EEUU, aún cuando lo que vemos es un campo de concentración: Oscuridad versus luz. Los prisioneros torturados parecen menos prisioneros y menos torturados a la luz del sol. PROPAGANDA. (¿off topic?) En fin, que volviendo a tu historia, repito que me encanta tu imaginación (¿locura?) y tu estilo. Sobre los gemelos se me complica la imagen: ¿bebés de 6 meses con 1.5 m de altura? Bien, que esperemos que esta vez no te vayas dejándonos con la espina
Julio 15, 20177 años ¿Qué tal, compañero? Acaba prácticamente de comenzar la historia y ya me estoy enganchando. Una narración increíbe con la que logras dejarnos en suspense tanto en el prólogo como en el primer capítulo. El amor y el odio a Rusia compilados en la sangre del militar que mata a su mejor amigo cuando los niños han desaparecido por el motivo de cumplir órdenes. Ese amor y ese odio acaban desembocando en la idea de la muerte. Mientras tanto, esas dos criaturas despertadas a la vida buscarán ser en el futuro ¿dos potencias futbolísticas? Muchos interrogantes se abren al lector conforme avanza la historia. Me gusta el cariz que está tomando. Me siento con un café muy caliente y bastante abrigado ante el clima de la imprevisible Rusia. !Saludos y a seguir así, compañero!
Julio 16, 20177 años Autor @Aranwion ¡Bienvenido, camarada! No podía escapar nadie del laboratorio, ¿dónde estaría el secretismo entonces? Veremos qué nos tienen preparados los rusos en este experimento. ¡Saludos y gracias! @Nacherreape ¡Bienvenido, camarada! Gracias por tus palabras, aunque no es para tanto. En esta historia la parte novelada será más extensa que la deportiva, que se basará sólo en los reportes de la trayectoria de los jugadores. De todas maneras, cualquier aporte, duda o comentario será siempre bien recibido. ¡Saludos y gracias! @KokoKevin ¡Bienvenido, camarada! Avisé en la zona para elección de equipo, incluso te mencioné, de que estaba preparando una historia con trama. Eso sí no avisé de cuando empezaba. Pero bueno, la sorpresa ha sido más grande entonces. Ian Fleming, John Le Carré... ¡Ojalá! Pero aquí sólo hay un humilde "juntapalabras". Es curioso ver cómo funciona nuestro cerebro y de qué manera actúa la publicidad y/o propaganda, en algunas ocasiones subliminal. Creo que por la mayoría es conocida la leyenda de la publicidad subliminal de Coca-Cola en los cines en los años cincuenta. ¿Los Nazis? Sí, maestros, de muchas cosas y ninguna buena. Y de la Iglesia mejor no hablar. Has puesto dos ejemplos perfectos de movimientos que supieron (uno aún sabe) mover a las masas cuales borregos, sin pensar ni mirar qué hacían (hacen). La ficción de esta historia nos lleva a Rusia, aunque bien podría haber sido USA, otros grandes generadores de cortinas de humo. Me decanté sólo por la liga. La MLS me atraía menos. ¿Off-topic? No, hombre. Aquí siempre habrá lugar al debate, más aún cuando la parte deportiva será escasa. No, las cunas medían metro y medio de altura, no los bebés. Quizás no está bien explicado. Intentaré no dejaros en la estacada esta vez y tratar de llevar a cabo una historia que guste. ¡Saludos y gracias! @Bakero ¡Bienvenido, camarada! Me alegra que te hayas enganchado ya. La idea es que haya bastante intriga y misterio alrededor de esta historia. Siempre gusta ver que la gente lee y le agrada lo que escribes. Rusia siempre da juego para el secretismo que comentábamos, y más aún en la época de la URSS. Los gemelos... No te avanzo nada, que sino pierde la gracia. Prepárate un buen termo de café, que dicen que por allí el tiempo es muy malo. ¡Saludos y gracias!
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