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Votacion Concurso de Relatos FMSite

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Texto 1:

Relato de los últimos momentos

La oscuridad me rodea. No puedo moverme, no sé dónde estoy. Intento acostumbrarme a la oscuridad, pero es imposible, mis ojos no ven nada. Ni una sola luz. Estoy encadenado, no puedo moverme. Estiro con fuerza de las cadenas para intentar liberarme. Nada, imposible. ¿Qué está pasando? ¿Dónde coño estoy?. Grito. Escucho. Nadie responde. Vuelvo a gritar. Unas luces cegadoras se encienden. Mis pupilas se dilatan en un instante. Cierro los ojos y los abro poco a poco. Ya veo, ya me acostumbro a esa luz. ¿Qué coño es esto?. Estoy en una habitación de tres metros, las paredes están llenas de mierda y de sangre. Joder. Qué asco. Un cadáver está tirado delante de mí. Sigue encadenado. No puedo aguantar y vomito. Grito. ¡Sacadme de aquí!.

Llevo ya dos días encerrado. No he bebido. No he comido. No he dormido. Solo durante dos días, con la única compañía de un cadáver descomponiéndose. ¡Yo no he hecho nada!. Claro que lo había hecho. Él ya se había cargado a diez personas. Nunca se había arrepentido de ello. Además, nunca había visto un cadáver en ese avanzado estado de descomposición. Él era un asesino y la policía le buscaba. No recordaba cómo había llegado allí. Lo único que recordaba era un pinchazo en el cuello. ¡Joder, que puta mierda es esta!. Una puerta se abrió en un lateral. ¡Tú, cabrón, que me estás haciendo!. El hombre no respondió. Llevaba una careta, un delantal y un guante en cada mano. El hombre sacó entró un colchón a la habitación. Se acercó a él. Le pincho en el cuello. Otra vez dormido.

Abrió los ojos. Ahora estaba tumbado en el suelo, en el colchón. Veinte cadenas le ataban pies y manos. No podía moverse, casi no podía ni respirar. Miró a su alrededor. Había cuadros con fotografías. Las reconoció. ¡Pero qué coño es esto, esas son las personas que yo he matado!. El hombre se arrodilló ante él. No le dijo ni una sola palabra. Él ya sabía que iba a pasar. Ese hombre llevaba un cuchillo en la mano. Le hizo un pequeño corte en la cara. Cogió su sangre. ¡Que coño quieres!, chilló. No quiero nada, solo quiero que sientas lo que les hiciste sentir a ellos, contestó el hombre señalando a los cuadros.

Diez minutos después estaba muerto. Tumbado en el colchón, allí se pasaría el resto de su vida si nadie lo encontraba antes. No había pistas de quien le había matado. El hombre salió por la puerta. El hombre con nombre. Dexter sonrió. Había vuelto a hacerlo, había quitado otro asesino de la calle sin que nadie supiera que él era uno de ellos.

Texto 2:



LA LUZ PRODIGIOSA



“Oyes el silencio?” Me comentas con sigilo al oído.

Tienes la mirada perdida en el vacío oscuro de la habitación y el óvalo blanco de tus ojos brilla con una luz inesperada en la oscuridad.

Haces un gesto con el dedo, llevándotelo suavemente a los labios, indicándome que me quede callado y con un leve movimiento de tu cabeza me señalas que mire en una dirección.

Sigo tu mirada y veo una luz intermitente en la pared. Es de color verde y parpadea con rapidez, moviéndose de derecha a izquierda a un ritmo constante.


Miro la luz pero sin fijarme, embelesado por el aroma que desprende tu cabello cuyos alabeos morenos cosquillean mis mejillas.

De repente siento la piel de tus carrillos a escasos milímetros de la mía, y un escalofrío recorre mi espalda...

“Fíjate, se mueve de derecha a izquierda y luego de izquierda derecha...pero cada vez parpadea más rápido” continuas, con la mirada atenta a la luz.


Por mi cabeza pasa fugaz un pensamiento; Deseo girar la cabeza, mirarte directamente y besarte suavemente en la mejilla. Pero una fuerza gravitatoria me aprisiona en la butaca y me impide moverme. Sin pretenderlo, mi cabeza se ladea hasta que nuestras mejillas se tocan suavemente y entonces las palpitaciones de mi desasosegado corazón comienzan a retumbar dentro de mi pecho.


El techo se ilumina de brillantes puntitos y la luz verde desaparece. Una voz en off rompe el silencio y te hace sobresaltar, separando precipitadamente tu mejilla de la mía, llevándose consigo el suave aroma robado de mis sentidos.


Múltiples estrellas aparecen en el firmamento ficticio del planetario, a medida que una voz intensa y omnipresente nos explica el origen del Universo.

Estás sentada con la mirada fija en el techo, ensimismada con las docenas de puntitos brillantes que iluminan nuestro particular cielo estrellado.

Me imagino ese mismo cielo sobre nuestras cabezas, tumbados en un manto verde salvaje, rodeados de un bosque de butacas vacías, como pequeños árboles de terciopelo oscuro que nos flanquearan por doquier.

Me imagino que estamos allí, en ese lugar solitario donde desaparece esa voz en off y soy yo quién te explica con voz segura y firme el origen del Universo, hablándote de constelaciones, de enanas rojas, de quasars y agujeros negros, mientras tu mejilla acaricia la mía, y el aroma de tu cabello se confunde con el olor a hierba mojada.


Cierro los ojos, con el firme deseo de que, cuando los abra, sentiré esa fría sensación en mi espalda y allí, tumbada a mi lado, estarás tú, escuchando embelesada mis palabras, mientras viajamos por estrellas y galaxias lejanas.


Abro los ojos con miedo y sin mucha fe y de nuevo la voz en off inunda la habitación explicando cómo la luz viaja a través del espacio, en un viaje de millones y millones de años, océanos de tiempo imposibles de rellenar con mil vidas.

Aprovecho el momento propicio y acercándome a ti, con la firme intención de sorprenderte te explico la bella paradoja de ese interminable camino de luz...

“ Piensa que una noche cualquiera, tú puedes estar observando con detenimiento la luz intensa de una estrella, sin saber que, justo en ese momento, esa estrella puede haber desaparecido millones y millones de años atrás”

“La luz que estás viendo - prosigo- no es más que el último aliento de vida de esa estrella que ha viajado cientos y cientos de kilómetros, para morir en nuestro firmamento” apuntillo con la esperanza de haberte impresionado.


Tú estás encantada. Una sonrisa ilumina tu rostro y tus ojos apenas parpadean mientras me miras fijamente.

“ Qué triste no?” Comentas apesadumbrada. Te arrebujas en el asiento de tu butaca y levantas la mirada de nuevo al firmamento que se sume ahora en un enorme vacío de color negro.

De repente, el techo se ilumina con lo que quiere asemejar la desaparición de una enana blanca, una estrella que, llegado su punto más álgido de vida, muere con una intensa explosión de luz.


Pienso que, incluso las estrellas se resisten a desaparecer, lanzando un último haz de luz de vida, más intenso que nunca, para evitar la oscuridad del vacío infinito.

Intento recordar cuántas veces he sentido esa misma sensación de pérdida, de saber que justo ese momento será el último y cuántas veces he sentido esa misma explosión última - momento qué fugaz- ante la irrefrenable sensación de perder lo tontamente deseado.

Cuántos momentos perdidos que se apagaron en el más absoluto silencio de mi universo.


Fue entonces cuando, ensimismado en estos pensamientos, con la mirada perdida en la luz verde que parpadeaba de nuevo de derecha a izquierda, sentí, de nuevo, tu mejilla pegada a la mía.


“ Y dime, cuanto tarda un suspiro en convertirse en beso? ¿Tanto como la luz de las estrellas?”


Torcí mi rostro hacia ti y

entonces, lo vi claramente reflejado en tus ojos...


Vi el agujero negro en el que, irremediablemente,

caían por siempre mis sueños.


Texto 3:

Era de madrugada. Lo único que quedaba en aquella calle eran las luces de las pocas farolas que apenas iluminaban la ciudad. Mientras tanto, ella lloraba, una noche más, mientras el pitillo que tenía entre las manos se consumía poco a poco, al igual que su corazón, sentada en aquellas escaleras. Ya hacía mucho tiempo desde que había pasado lo de Alex, pero ella no conseguía superarlo, y como cada noche desde aquel fatídico día, se sentaba en las escaleras de aquel bar, apoyada en la verja, mientras esperaba que el sol saliera de entre las nubes, con la única esperanza de que le iluminara con el camino que debía seguir.

Clara giró la cabeza y miró el reloj de su mano derecha al mismo tiempo que una gota de sangre caía sobre ella, se limpió con el pañuelo que tenía en los bolsillos y decidió irse rápido a casa, tenía que curarse las heridas, arreglarse, cambiarse e irse antes de que él llegara, esa noche había pensado demasiado, los minutos habían pasado demasiado lentos de nuevo, pero ella ya estaba acostumbrada a que las agujas de su reloj se parasen, los últimos meses no habían hecho otra cosa.

Se preparó lo más deprisa que pudo pero no fue suficiente, cuando ya había acabado se oyó el ruido de la puerta abriéndose, Tom había llegado. Sus ruegos no sirvieron de nada, sus suplicas tampoco, ni sus lágrimas, el alcohol hizo el resto. De nuevo tocaba limpiarse las heridas, otra vez llegaría tarde al trabajo, aunque no era algo que le importara demasiado. Ya no tenía ningún hijo al que alimentar, ni al que vestir, ni al que arropar antes de irse a la cama, ni al que besar en la frente. Desde que Alex se fue todo había cambiado, Tom no era el mismo, se pasaba los días en el bar, sin parar de beber, había dejado su trabajo y se gastaba todo el dinero que entraba en casa en alcohol y más alcohol. Clara no quería abandonarle, sabía que era una buena persona, pero que lo estaba pasando muy mal, y que la única solución que había encontrado para no pensar en su hijo eran los sucios vasos de aquel bar, donde no tenían problema en servirle otra copa, y todas las copas que quisiera.

Decidió dejar de pensar en todo aquello, cogió el abrigo y salió de casa intentando no hacer ruido para no despertar a su marido, que ya se había quedado dormido por la borrachera, estaba demasiado acostumbrada a eso como para no saberlo ya. Como cada mañana, cogió el tren de las 9. El tiempo pasaba en aquel viejo vagón, cada vez quedaban menos paradas para llegar a su destino, un destino al que no quería enfrentarse. En los últimos meses ir al trabajo se había convertido en lo peor de su vida, todas sus compañeras trataban de apoyarla conocedoras de la situación por la que estaba pasando pero a Clara eso solo le recordaba que Alex ya no estaba. Además, hacía meses que no conseguía dormir y deambulaba por toda la oficina. Cada mañana, al llegar tarde a su trabajo, recibía las reprimendas de su jefe y sabía que como siguiera así perdería su empleo, aunque eso ya no le importaba. Bajó del tren al llegar a la parada, se puso el abrigo al comprobar que el gélido aire no amainaba y la lluvia empezaba a caer sobre su cabeza, y a mezclarse con sus lágrimas al llegar la altura de sus ojos.

Llegó al trabajo. Su jefe, como cada mañana, le recordó que ya eran muchos días incumpliendo los horarios. Clara se disculpó, y el Señor Gutiérrez le quitó importancia al asunto, conocedor de la situación por la que estaba pasando su subordinada. Tras una mañana realizando informes y pasando facturas a limpio, llegó la hora de irse a casa de nuevo. Clara aligeró el paso, cogió el primer tren que paró en la estación y se sentó al lado de un señor de barba que leía La Razón. En portada, la muerte de un niño de 7 años al ser atropellado por un camión. No lo pudo aguantar, se levantó y le arrancó el periódico de las manos a aquel señor, las lágrimas volvían a deslizarse desde los ojos a su boca, saliendo de su cuerpo y volviendo a entrar en cuestión de segundos y sin dejar salir todo el dolor que tenía dentro mientras hacía añicos aquel jornal. Bajó en la primera parada, sin saber cual era su destino, y empezó a gritar. Tantos meses de dolor la habían matado por dentro. Llorar, gritar, morir. Los deseos de Clara se cumplían uno a uno, estaba muriéndose por dentro. Miró al cielo en busca de una explicación, en busca de un motivo que le diera a entender por que su hijo había sido asesinado por aquel camionero. Su mirada se desvió, ya no miraba al cielo. Abrió la puerta de aquel edificio y corrió subiendo las escaleras como si le fuese la vida en ello, hasta que llegar a dónde ella quería.

La azotea era grande, llena de cajas vacías que, por el aspecto que tenían, parecían haber estado allí durante muchos años sin que nadie les prestara la más mínima atención. Clara se acercó al bordillo, miró al vacío y voló. Se sintió libre por primera vez en muchos meses. Hoy ya no le tendría que dejar preparada la comida a Tom, ya no tendría que hacerse la dormida cuando él se iba al bar, ya no iba a llorar durante toda la noche pensando en su hijo, ya no iba a recibir ni un solo golpe más. Ni una sola reprimenda más de su jefe. Ya no tendría que llorar más por Alex, porque ahora se iba a reunir con él, por fin, como llevaba tantos meses deseando sin saber la solución. Clara llegó al suelo, por fin se reunió con Alex. Tom se quedó solo, no tardaría en reunirse con ellos, no tardarían en volver a ser una familia, el alcohol le llevaría con su mujer y su hijo. Volverían a ser una familia. En el cielo.

Texto 4:

Tengo una musa en cada puerto, y he viajado mucho. Me he recorrido todos los mares de dudas que existen, y también algunos de agua, ginebra y ron. Sí, he viajado mucho cogido de una mano del alcohol y de la otra de mujeres de vida feliz, de putas. Y no me arrepiento. Aunque haya tenido que pagar, he follado, y mucho. Lo que me importaba en ese momento era joder, y cuanto más mejor. ¡Qué más daba con quien, por cuánto y dónde! El objetivo era ese.

Ahora, tras muchas noches, comprendo que eso no me llenaba. Lo único que necesitaba era aquella musa que dejé olvidada en mi ciudad. Aquella musa a la que olvidé pronto. Aquella musa que dibujaba cada noche después de echar un polvo. Aquella musa a la que describía con cada trazo de mi bolígrafo. Su olor quedó impregnado en mis fosas nasales para toda la vida, pues su perfume me invitaba a viajar a la selva, a una selva llena de lujuria y deseos cumplidos. Una selva donde cazar significaba fornicar como cabrones hasta que no hubiese más semen en las pelotas. Y ese olor... ese olor me enamoró y no se fue en la vida.

Ahora me doy cuenta de que en cierto modo he malgastado mi vida. Aunque hoy, realmente dudo de que esto haya sido mi vida. Tengo más alcohol en sangre que nadie, y escribo ebrio. Mi alma está muerta, y mi cuerpo, mi cuerpo hoy sigue el mismo camino. Va camino al infierno. Camino emprendido cuando entré en aquella carretera de farlopa, nublado de marihuana y con un ligero chispeo de cerveza. Y todo ello por divertirme, por unos instantes de falsa felicidad que me hacían sentirme como Dios, invencible, único. Amaba esa sensación, como igual amaba a cada mujer que me encontraba cada noche, a cada musa. Pero ellas, por un breve rato, también me amaron.

Hoy me encuentro dibujando mi último cuadro. La vista se nubla, y no es por las drogas, y no es por el alcohol. Mi corazón se ha hartado de tragar mierda y quiere devolverme el flaco favor que le he hecho a mi cuerpo. La manilla del reloj de la pared va cada vez más lenta, y yo tardo cada vez más en hacer un puto trazo. Deseo relajarme, pero no puedo. La ansiedad y el miedo me consumen. ¿Qué me espera? Una mala persona que conocí hace mucho, me explicó que él no creía que el infierno existiese, si no que todos íbamos al cielo a drogarnos como cabrones. Espera, ésa mala persona era yo...

Divago...

En mi mano, el último chute de heroína. Quiero morir tranquilo. Sin sufrir más. Sin pensar más. Adios. El olvido... el olvido ha sido la muerte de este necio artista.

Texto 5:

¿Tienes miedo a la oscuridad, no? Vale. Puede que yo… puede que sólo sea letras en tu monitor. Escritas por alguien que jamás te ha importado y… en fin, dudo que algún día lo haga. Pero por esta vez, hazme caso.

Levántate. Eleva tu mirada hacia el techo y comprueba que no alcanzas a ver su altitud. Tu habitación está completamente oscura. No hay nadie a tu alrededor. Bien, no sabes por qué, pero no puedes evitarlo. Ni el monitor donde ahora mismo lees estas frases te puede iluminar. Hay algo que sí. Dirás que en este halo misterioso, la solución que te voy a dar no es la más hermosa ni la más heroica. Pero te pido, una vez más, que me hagas caso.

Estás solo. O sola. Realmente desconozco el destinatario de las palabras que pasan lentamente ante tus ojos. Prueba a gritar… nadie te va a oír. Se nota que a cada momento que pasa, te angustias más. ¿De verdad quieres saber la solución? Entonces escucha atentamente. Ve hacia tu ventana. Está cerrada. No respondas, lo sé. Prueba a abrirla. Quizás… esa oscuridad tan penetrante no está causada realmente por la falta de luz natural. Sigue mis instrucciones. Aprieta con fuerza el puño, haz de tripas corazón y abre la ventana de una vez.

Cuando te dije que me hicieses caso, sabía que todo esto ocurriría. Lo sé. Todo. Si no… ¿cómo crees que iba a poder teclear estas pautas antes de que todo pasase? No te revelaré mi identidad. Simplemente te explico que lo sabía. Sabía que si abrías esa ventana habría luz. Era sencillo. La luz viene de fuera pero ilumina el interior de tu casa. Era obvio. Pero…

¿y si la oscuridad… está dentro de tu alma?

Texto 6:

Adiós. No tengo más remedio que irme, alejarme de tí. No puedo vivir así. Tengo la sensación de que todo va a ir mal, por mucho que intentemos cambiar. No te asustes, sabes que dentro de tí encontraras a alguién mejor de lo que he sido yo. Yo no valgo nada y tú tienes mucho donde elegir. Tu te olvidarás de mí. Yo no podré hacerlo, siempre serás como una madre que me ha dado mi sitio de intimidad, mi pequeño rincón donde olvidar y sonreir. Solo tú.

Muchos te desean, pero pocos somos los privilegiados que podemos verte de cerca y vivir bajo tu regazo. Nunca encontraré nada mejor que tú, pero soy un cobarde. Tengo miedo, necesito un cambio. Siempre me has dado todo lo que un hombre puede desear y aún así voy a dejarte. Soy un loco. Mis maletas están vacías, solo quiero llevarte a tí, pero es imposible. Tu sitio es este. Debes cuidar a los demás como has hecho conmigo.

Tengo miedo. ¿A qué?. A ser feliz. Me voy Londres.

Adiós.

Texto 7:

“Todo empezó cuando tuve que mudarme a esta gran ciudad por cuestiones de trabajo. La búsqueda de un piso donde instalarme fue complicada, pero terminé encontrando una ganga en pleno centro. Cuando lo pienso ahora, debí haber sospechado del bajo precio de un piso tan amplio, pero en aquel momento la ilusión de empezar una nueva vida me cegaba. Una vez instalado, empecé a adaptarme poco a poco a mis nuevas ocupaciones, tratando de acostumbrarme a la vida urbana.


Pasadas unas semanas, todo parecía ir sobre ruedas, pero la situación pronto cambió. Una noche de sábado, comencé a escuchar las voces. Voces guturales, rasposas y profundas, como si vinieran del fondo de un pozo. No se entendía claramente lo que decían, pero sonaban amenazantes e impacientes. Por supuesto, mi primera reacción fue la incredulidad, pensando que sería la televisión de algún vecino, una broma de alguien o alguna tontería por el estilo. Pero este episodio se repitió al día siguiente, dejando claro que no había sido una broma.


Por suerte, siempre me había interesado el mundo de lo paranormal, así que tampoco me asustó demasiado, más bien atrajo mi interés. Nunca había vivido un fenómeno de este tipo, así que traté de comprenderlo y estudiarlo. Intenté la grabación de psicofonías, traté de fotografiar in situ a alguno de los espectros que sin duda emitían esos gemidos, pero no obtuve ningún resultado claro. Pensé que sería cuestión de adaptarse a la situación, y que, tarde o temprano, las voces acabarían desapareciendo. Más bien al contrario, aumentó la frecuencia del suceso, las voces aparecían varias veces al día; y lo que es peor, en cada ocasión se hacían más inteligibles, hasta que pude comprenderlas.


En este punto empezaron los problemas. Cuando por fin comprendí lo que querían decir las extrañas voces, me quedé de piedra. Cada palabra que pronunciaban tenía un carácter autoritario, impositivo, que te impedía desobedecer. Así, poco a poco las voces fueron apoderándose de mi vida. Por seguir las órdenes de esas voces, hice muchas cosas… cosas de las que hoy me arrepiento, cosas que nunca habría hecho por propia voluntad. Se estaban apoderando de mí, poco a poco, haciéndome perder el contacto con la realidad, pero no podía oponer resistencia.


Finalmente, llegó un día en el que no pude más. Había perdido mi trabajo por descuidar mis obligaciones, había perdido el contacto con las pocas amistades que había hecho en la ciudad… Si seguía así, las voces se apoderarían totalmente de mí, así que decidí acabar con aquello. Con un último atisbo de voluntad propia, salí de aquella casa endemoniada, decidido a volver a mi vida anterior. Sorprendentemente, las voces no se opusieron y me dejaron marchar sin problema. Pronto me encontraba de vuelta en mi pueblo natal, en la casa que un día perteneciera a mis padres, y que ocupé con gusto. Decidí tomarme un tiempo para centrarme y descansar de una situación tan traumática como la que había vivido. Tenía dinero ahorrado, así que podría dedicarme a reposar una temporada.


La vida volvía a ser como antes. Los vecinos estaban encantados de que hubiera vuelto al pueblo, y me preguntaban por la vida en la gran ciudad. Por supuesto, no le conté a nadie lo que había vivido en aquella casa, ni las cosas que me había visto obligado a hacer; sólo quería dejarlo todo atrás.


Pero, por desgracia, no fue posible. Un sábado por la noche, sentado tranquilamente ante la gran chimenea de piedra, volví a escucharlas. Allí estaban de nuevo, arañando las paredes de ladrillo, gruñendo órdenes que no esperaban otra cosa que ser cumplidas. Me habían seguido. Fuera de mí, decidí que no volvería a pasar otra vez por lo mismo, y corrí a casa del vecino, pidiéndole refugio ante la invasión de espectros en mi propio hogar. El vecino, lógicamente, se mostró incrédulo, e insistió en comprobar la “aparición de esos “espectros”, así que volví a mi casa, esta vez acompañado. Allí estaban las voces, chillando y retorciéndose en el aire. Mi vecino miraba sin comprender, y empecé a describirlas y a repetir sus palabras, cuando me di cuenta de que la cara de mi vecino había cambiado; estaba pálido y me miraba con ojos temerosos.


-No sé tú, pero yo no escucho ninguna voz… ¿Te encuentras bien?


En ese momento lo comprendí todo. Que estúpido había sido. Daba igual a donde huyera, seguiría escuchando las voces. No había casa maldita. Y es que el ser humano muchas veces se empeña en buscar en el exterior la fuente de sus problemas, cuando haría mejor mirando en su interior.


Mi vecino se ha ido corriendo hace un rato, probablemente en busca de un médico, o quizás un sacerdote. Mientras tanto, yo he aprovechado para escribir esta nota, para dejar constancia de lo ocurrido. No sé si le servirá a alguien, pero si puedo evitar que alguien pase por mi experiencia, mejor que mejor. Tengo que dejar de escribir en este punto; las voces me han dado una última orden, y me temo que no tengo fuerzas para tratar de desobedecer…”



Participantes:
  • Vyctor
  • Koxy
  • Zinedios
  • Viggo
  • Andrew
  • Van Basten
  • Pichon

Votacion:

[*] Podra votar cualquier usuario, menos claro los involucrados.

[*] El puntaje sera de 1 a 5. Se debe dar un puntaje a cada relato, de esta forma, se evita que alguien vote sin primero leer todos, lo cual seria ciertamente injusto.

[*] Es tonto aclararlo pero, dado que es una votacion anonima, ningun autor revele cual es su relato.

[*] No es obligatorio dar el porque del puntaje, pero siempre es preferible hacerlo, sobre todo para los autores que se esforzaron en escribir sus producciones.

[*] Los textos estan quoteados textualmente de los mp que recibi. No obstante, si alguno de los autores nota algun error (que puede pasar xD) envieme un mp para corregirlo, por razones obvias, no lo diga en este topic.

La votacion estara abierta hasta el Sabado 26/09 (00:00 Hora Argentina - 04:00 Hora de España)

No me queda mas por decir, saludos.

Guido.

PD: Codigo para votar (Agradecimientos a Francky)

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Primero que todo, gran nivel de narracion de los participantes. Excelentes relatos xD

Texto 1: 4 puntos.

Texto 2: 5 puntos.

Texto 3: 4 puntos.

Texto 4: 4 puntos.

Texto 5: 4 puntos.

Texto 6: 3 puntos.

Texto 7: 5 puntos.

PD: Guido, pon este code en el post:

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[u][b]Texto 7:[/b][/u]

La verdad, son todos unos relatos excepcionales. Tienen todos ustedes una capacidad dialectica envidiable. Felicidades a los autores.

Texto 1: 3

Texto 2: 4

Texto 3: 5

Texto 4: 3

Texto 5: 3

Texto 6: 3

Texto 7: 4

Podéis votar, eh, leer no rompe los ojos...

Texto 1: 4

Texto 2: 5

Texto 3: 4

Texto 4: 4

Texto 5: 3

Texto 6: 4

Texto 7: 5

  • Autor

He decidido postergar el cierre de votaciones, una semana mas, haber si se pasa mas gente y vota.

  • Autor

Texto 1: 2 Puntos

No es que este mal escrito, pero personalmente no me ha llenado. Mal que bien, no deja de ser una ¨adaptacion¨ de una serie televisiva.

Texto 2: 5 Puntos

Me encanto. Muy lindo relato, con una gran capacidad descriptiva del autor, y con gran profundidad en las palabras. Realmente, muy bueno.

Texto 3: 3 Puntos

Esta bueno, aunque el comienzo un poco flojo. Bien narrados los procesos mentales que condujeron a la protagonista a esa situacion. Tal vez la accion transcurre muy rapido al final. Digamos desde la parte en que toma el diario hasta cuando se suicida.

Texto 4: 4 Puntos

El texto en si me ha gustado, aunque hubo pequeños detallecitos que no me convencieron, por eso le bajo un punto.

Texto 5: 3 Puntos

Sencillo, sin grandes recursos, pero aun asi me ha gustado. Sin embargo, algunas frases no me han gustado. Como que no correspondian con la identidad general del relato.

Texto 6: 2 Puntos

Lo veo muy simplon, no me ha gustado mucho.

Texto 7: 5 Puntos

Me ha gustado mucho. Poco para objetarle, tal vez un tanto previsible en ciertos momentos, pero igual no voy a bajar nota.

  • Autor

Texto 1 (Andrew) : 13 Puntos

Texto 2 (Viggo) : 19 Puntos

Texto 3 (Picho) : 16 Puntos

Texto 4 (Koxy) : 15 Puntos

Texto 5 (Vyctor) : 13 Puntos

Texto 6 (Van Basten) : 12 Puntos

Texto 7 (Zinedios) : 19 Puntos

Ganadores: Zinedios y Viggo. Felicitaciones

Felicidades a ambos xD

Por cierto Guido, por curiosidad, ¿qué detalles no te convencieron?

Hay 7 textos y solo 6 votaciones finales xD

Felicidades a Viggo y a Zinedios xD

Me gustaría también saber la opinión delr esto de concursantes. Yo en cuanto tenga cinco minutos daré la mía xD

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