Feyenoord Rotterdam

4 A.M. Suena el siempre molesto despertador. Ese ruido insoportable, al que uno lastimosamente se acostumbra. Un lunes mas, un lunes menos. Me tengo que levantar e ir al puerto. Los barcos nunca llegan tarde. Yo tampoco. Me levanto. Abro las persianas y ese chirrido de siempre, me hace abrir los ojos definitivamente. La noche está en su último sueño. Pronto, las primeras luces se van a empezar a abrir camino en el horizonte. Mi día arranca antes que el día mismo. Es extraño. Pero llevo esta vida desde que tengo uso de razón. No me puedo quejar.

Camino entre el desorden de estas cuatro paredes a las que se les denomina "habitación". Paredes blancas. Manchadas de una humedad que es inquilina desde mucho antes que yo. La noche es cómplice y esconde los defectos de este lugar. El día los deja en clara evidencia. Pero aquí no hay nadie mas que yo y mi soledad. El baño con sus azulejos rotos me invita a bañarme. Es el anteúltimo paso esencial para despertarse definitivamente. El último es el café negro. Ese café que es tan importante como rutinario. Me dispongo a salir. El puerto me espera. Yo espero a los barcos. Un nuevo día. Un día mas. Un día menos.

Rotterdam. Mi barrio. Mi vida. Camino con los ojos cerrados y puedo ver todo tal cual es. Nada cambió. A lo lejos puedo divisar el estadio de mi querido Feyenoord. Se me vienen a la cabeza imágenes gloriosas. Irrepetibles. Levantando la Copa de Europa, de la mano del gran Ernst Happel. La Intercontinental. Y un poco mas acá la Eredivisie. Hace ya tiempo que nos hemos acostumbrado a no ganar. Somos un gigante dormido. Algún día, quizás pronto, volveremos a conquistar lo que supimos nuestro.

Llegue al puerto. El puerto de Rotterdam. Es el mas grande de Europa. Que ironía. Soy del Feyenoord. Quiero que sea el mas grande de Europa.....

Los sueños son sueños hasta que ocurren.